martes, 15 de diciembre de 2020

Hasta el 2021!!! Felicidades!!!

En esta última entrada de este raro y complejo 2020, queremos saludar a todes les que nos leyeron durante este año, agradecerles por haberse enganchado con la propuesta o por haber compartido sus #5Libros y desearles que pasen, dentro de lo posible y más allá de las circunstancias, unas felices fiestas y que empiecen el año nuevo de la mejor manera.

En Febrero del año próximo (y ojalá en un contexto menos complicado), les volveremos a invitar a seguir (re)pensando nuestras prácticas con nuevas propuestas y nuevas ideas en este Blog que espera seguir siendo un espacio de encuentro e intercambio entre docentes y estudiantes.

Que el 2021 nos vuelva a encontrar reflexionando sobre aprendizajes y sobre prácticas educativas para seguir (trans)formándonos como docentes preocupades por facilitar aprendizajes, cada vez más significativas, en estudiantes, cada vez, más autónomes.

Felicidades les desea asifuimosapendiendo!!!


martes, 24 de noviembre de 2020

Leer “levantando la cabeza” una frase que, a veces, puede influir en el rumbo de una vida es producir sentidos, en un juego de experiencias que se construyen desde la amistad, como una relación política en el aula que es invisible a los ojos. “Los 5 libros para tu (trans)formación” de Fabián Chazarreta.


En este 2020, el Blog #AsíFuimosAprendiendo mantiene esta “sección” en la que referentes del campo educativo, docentes y estudiantes nos invitan a leer 5 libros que les (trans)formaron, les conmovieron, les ayudaron a repensar sus prácticas o que, por algún motivo, creen que estaría bueno que otres docentes (y otres estudiantes) preocupades por “la Educación” y los aprendizajes, los leamos.
En esta entrada es un placer publicar “los 5 libros para tu (trans)formación” de Fabián Chazarreta *.



Confío que la lectura, la pasión por ella, se transmite por vía de acto y no discurso, eso que Jorge Larrosa llama “eso que me pasa”, en este caso, cuando leo. La lectura es una puesta en práctica, praxis dinámica que nos permite siempre dialogar con “otros”, (re)descubrir(nos), (trans)formarnos, adquirir esas palabras necesarias para poder decir lo que otros ya dijeron o no: (re)significar. Coincidir con aquello que no sabíamos que coincidíamos desde siempre, o no. Adquirir nuevas o viejas preguntas para nuevos o viejos problemas. Es la imaginación jugando con su juguete dentro de nosotros, por lo tanto leer es algo que nos interpela y que padecemos, al mismo tiempo. Los siguientes libros para mí operan de la misma manera: funcionan y funcionaron como elementos para (re)pensar mi práctica como docente, como alumno; para ampliar los marcos del pensamiento pero también como una (trans)formación, un ejercicio singular, particular, inaudito de la puesta en práctica de la lectura y de lo que me pasa con ella cada vez que agarro un libro.

“El principito”, de Antoine de Saint-Exupéry (1943).
Un sábado a la tarde mi papá me sentó frente a él y dijo: “Te tengo un regalo. Este libro lo leí de grande y me encantó. Es maravilloso. Quiero que lo leas y me des tu opinión.” Por cuestiones de la memoria caprichosa, no recuerdo la edad. Solo eso (aunque tengo miedo de que todo haya sido un sueño). En ese momento ya leía pero solo enciclopedias y revistas. Por primera vez, mi papá me daba algo para leer, no para practicar, sino para que le pudiera brindar una mirada particular. No me veía como un hijo que tiene que ejercitar su lectura, sino como un lector. Por supuesto lo leí. No sé si lo leerán ustedes, pero siempre recomiendo que recomienden este libro, a todos/as los/as que comienzan la aventura de tremenda praxis. Fue un viaje de ida. La amistad, la soledad, la nostalgia, la imaginación, el juego, la inocencia, la niñez, el viaje y el amor; esta novela lo tiene todo. Sobre todo eso último: amor. El amor es un gran educador y la niñez es un gran aprendiz. La relación que tiene el principito con la Rosa, me llevó muchas veces a pensar qué es la amistad. Y hoy me pregunto si esa amistad, no puede relacionarse con la labor docente. La amistad como una relación política en el aula. El extraño mundo de las lágrimas, los sombreros, los corderos, los aviones, todo es una fusión maravillosa para descubrir un nuevo mundo. Recuerdo con mucho cariño aquel día que un chico decidió arriesgarse, decidió soltar un pedazo de su alma, y le obsequio un libro a su hijo con la confianza de que podría ver (leer) con el corazón, ya que lo esencial es invisible a los ojos.

“Discutir sentidos. La lectura literaria en la escuela”, de Carolina Cuesta (2008).
A mí solo me llegó un fragmento. Lo trabajamos mucho en el profesorado. Después lo fui a buscar ya que trabajaba uno de los aspectos fundamentales para un profesor de prácticas del lenguaje pero, más que nada, abordaba una mirada sobre la lectura que particularmente me llamó poderosamente la atención: ¿cómo se enseña literatura en la escuela? Yo particularmente huyo de los libros que suelen vender quizás recetas fáciles, pero este libro no intenta eso. Al contrario. Logra problematizar mucho sobre la literatura y, sobre todo, con la lectura en clase. Uno por lo general escucha hasta el cansancio esta máxima (o sentencia): los alumnos y alumnas, no leen. Bueno este texto, al igual que otros, refuerza la idea de que eso no es cierto. Los chicos y las chicas leen pero de otro modo, se vinculan con la lectura de otro modo. Lo que hace Cuesta es cambiar las preguntas sobre las que estamos muchas veces (erróneamente) parados acerca de la lectura en clase. La literatura habla de lo que habla toda la sociedad, pero en otro registro. Y nuestros chicos y chicas participan de esa sociedad o de esas “prácticas culturales”. Y cuando los textos se acercan al aula, ellos logran hacer relaciones de significado, dinámicas y bastante heterogéneas que a su vez logran complejizar el modo que tenemos de enseñar y de evaluar. ¿Cómo evaluamos la literatura? ¿Solo si responde el cuestionario bien? ¿Si sabe separar entre autor, genero, narrador y personajes? El texto transita por esas dudas, que no se si resuelve pero al menos permite pensarlas y repensarlas.
 
“El susurro del lenguaje, más allá de la palabra y de la escritura”, de Roland Barthes (1984).
“¿Nunca os ha sucedido, leyendo un libro, que os habéis ido parando continuamente a lo largo de la lectura, y no por desinterés, sino al contrario, a causa de una gran afluencia de ideas, de excitaciones, de asociaciones? En una palabra, ¿no os ha pasado nunca eso de leer levantando la cabeza?” (pág.:36; 1994) En el segundo año del profesorado me dieron a leer un fragmento: “La muerte del autor”. La sensación fue (sigue siendo) indescriptible. Barthes, es un estructuralista, filósofo, escritor y semiólogo que se dedicó a estudiar, analizar y comprender el lenguaje en todas sus esferas, porque si la lengua no lo es todo, de cualquier manera, está en todo. Como pensador, se destaca por establecer a la escritura y la lectura como el centro de la cuestión, y desplaza al escritor. Creo que de algún modo es una de esas lecturas que te sacan un velo invisible, esas que te ayudan a dar cuenta de aquello que estaba detrás de los telones y a la vez te pone en cierta incomodidad. Son conferencias, pequeñas reflexiones, ensayos, sobre todo lo que rodea al escritor, la escritura pero fundamentalmente la lectura. Esto es clave y fundamental ya que para el autor leer es generar, producir un texto nuevo. Eso habla de la singularidad de cada uno de nosotros. Y de cómo el sentido de una obra no está dado por la intención del autor sino por su lectura. Es una producción de sentidos, que no está predeterminada. Leer es producir sentidos. Es lo que hacemos en este preciso momento. Por eso fue un texto tanto revelador. Y recomiendo una lectura fragmentada, empezar por cualquier texto y dejar que los lleve.

“Lecturas: del espacio intimo al espacio público”, de Michèle Petit (2001).
Si se quiere hablar de literatura en las aulas, si se quiere saber cómo acompañar la lectura en el aula, si se quiere pensar los distintos sentidos que una lectura adquiere o si se quiere discutir a la literatura, como un privilegio de clases o pensarla como un derecho de todos y todas; entonces, es fundamental leer todo de Michéle Petit. Antropóloga destacada que piensa y estudia la relación de la lectura y sobre todo la literatura en todos los sujetos. “En todo libro, afirma la autora, hay una frase que puede a veces influir en el rumbo de una vida”. Poderosamente transformadora es la literatura. Y si pensamos que se encuentra siempre al alcance de la mano estamos equivocados. Por supuesto que la escuela parece tener potestad de la literatura, pero leer no es algo espontaneo para los alumnos y alumnas. Las lecturas prohibidas, el desarrollo de la subjetividad, la creatividad, la imaginación, la posibilidad de elaborar  un “espacio propio”, “intimo”, “privado” cuando se lee; la posibilidad de identificarse con el otro, con el mundo, para desarrollar “insights”, todo se discute, se desarrolla y se problematiza. “El texto viene a liberar algo que el lector llevaba en él, de manera silenciosa. Y a veces encuentra allí la energía, la fuerza para salir de un contexto en el que estaba bloqueado, para diferenciarse, para transportarse a otro lugar”, afirma Petit.  La literatura, es un arte, y como tal, también repara. Leer nos ayuda a sintonizar mejor lo que nos pasa, y en ocasiones nos ayuda a reparar(nos). Toda su obra me parece de profundo interés y fundamental para cualquier persona que se dedique a la docencia.

“Entre pedagogía y literatura”, de Jorge Larrosa y Carlos Skliar (2005).
Recientemente tuve la posibilidad de leerlo y me pareció (con)movedor, (trans)formador y muy inspirador. Estos dos claramente sienten de un modo singular, tienen una pulsación particular por la educación, y logran introducir ese pálpito, toda esa emoción, en este libro. Es una conversación entre diferentes autores y autoras que reflexionan sobre la importancia, también, de la literatura y la pedagogía. Estas logran encontrarse, no para dar lineamientos sino para (re)descubrirse, para leerse a uno mismo, para sentirnos y para sentir a los otros. De alguna manera hay que mover a la literatura de ese lugar que ocupa en las academias, en las grandes editoriales. La literatura sigue siendo una cuota pendiente, una experiencia singular y una promesa en la educación. Ciertamente es un libro emocionante para personas apasionadas por la educación, pero también es una búsqueda o juego con las experiencias. Una forma más de encontrarse. Y aunque recomiendo este libro particular, creo que toda la obra en general de estos autores se debe leer.

* Fabián Chazarreta (@Faby_aleph) fue uno de los amigos y soldado de los “infernales” de Güemes. Ayudó en el cruce de los andes y participó de la guerra gaucha.  Hace cuatro vidas dejó de serlo. En una de sus vidas paralelas sabe que existe un jugador que la pasa mal, que sabe que ese no es su lugar pero entiende por qué tomó esa decisión el día que se apartó de mí. Está jugando en Europa. Actualmente Fabián es estudiante de Letras en el Instituto Superior de Formación Docente y Técnica Nº83 (Quilmes). Es orgulloso ex graduado de la casa de “Slytherin” en Hogwarts. Profesor, primero; de lengua y literatura, después. Da clases en ESB Nº55 (Claypole). Filosofo barato, Sartreano con pequeñas fiebres de Nietzsche. Lector de pocos libros, muchas veces. Voluntario en el equipo de Apoyo Escolar y Acompañamiento Educativo de la UBA (actividad que “me cambió la vida. Gracias!”). Humilde especialista en literatura fantástica. Un optimista trabajando de encubierto en las filas de los pesimistas. Un héroe: su Papá (arquitecto en su camino literario y como profesor). Ejemplos: sus abuelos. Futuro licenciado en literatura fantástica hispanoamericana, Ciencias de la educación, escritor y profesor de filosofía. Quizás se mude a Salta para transformarse la vida con un proyecto como el voluntariado.


NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.

martes, 10 de noviembre de 2020

Italo Calvino y un infierno que está encantador!



En el año 2018 me pasó que varios de los libros que leía o había leído repetían en algún momento una frase muy famosa (entre les que disfrutamos la lectura de libros o textos de filosofía de la Educación) y, evidentemente, muy citada (entre les que disfrutan la escritura de libros o textos de filosofía de la Educación) en la que Hannah Arendt nos interpela a partir de una cierta idea sobre “la Educación”, una cierta idea sobre “los niños”, una cierta idea sobre “la Vida” y una cierta idea sobre “el mundo”. En su momento sentí, ante la recurrente "aparición" de la frase en mis lecturas, la necesidad de compartirla con otres y escribí una entrada ("Hannah Arendt, el mundo, la Vida, los niños y la Educación") en este Blog como una manera de compartir la frase. Dos años después me pasó algo parecido con otra frase y acá estoy, de nuevo, con la necesidad de compartirla. Entre fines de 2019 y lo que va de este 2020 tuve la suerte de poder de leer una decena de libros sobre Educación, sobre aprendizajes o sobre cuestiones relacionadas con la tarea docente.

Es bastante común entre les que disfrutamos la lectura de textos sobre una temática específica que, mientras leemos dos o tres libros, nos encontremos con que en capítulos diferentes, autores diferentes, hablando de temas diferentes, hacen referencia a una misma cuestión, nos “llevan” a un mismo lugar o nos hacen pensar en una misma idea, pero lo que me ocurrió (nuevamente, como en 2018) fue (aún) más extraño o particular.

Varios de los libros que tuve la suerte de leer entre fines de 2019 y lo que va de este año citaban en algún lugar una misma frase de Italo Calvino. Algunos la utilizaban debajo del título de algún capítulo antes de comenzarlo, otros la elegían para abrir una serie de ideas, otros la incluían como fundamento de alguna argumentación y otros la citaban para (intentar) cerrar un posicionamiento.

Se trata, al igual que la frase de Hannah Arendt, de una frase muy famosa (entre les que disfrutamos la lectura de libros o textos sobre Educación pero también entre quienes disfrutan la lectura de clásicos de la literatura universal) y, evidentemente, muy citada (entre les que disfrutan la escritura de libros o textos sobre Educación pero también entre quienes disfrutan la escritura de clásicos de la literatura universal) en la que Italo Calvino nos interpela a partir de una cierta idea sobre “el infierno”, una cierta idea sobre “la atención”, una cierta idea sobre “el aprendizaje”, una cierta idea sobre cómo “evitar el sufrimiento” y, si me permiten (aunque no lo haga de manera explícita), una cierta idea sobre “la Educación”.


Empiezo por aclarar que la frase forma parte de un libro increíble que Constanza Miscione recomendó en este Blog en sus #5Libros ("El acto pedagógico como ese acto misterioso que, considerando a les estudiantes sujetos de pleno derecho y constructores de su propia experiencia de aprendizaje, busca crear, inventar y salirse del libreto. “Los 5 libros para tu (trans)formación” de Constanza Miscione"), que se llama "Las Ciudades Invisibles" y con el que muches tenemos una relación (casi) mágica. En lo personal, y sólo por citar dos ejemplos (entre varios), hace algunos años Mariana Ferrarelli (quien varias veces colaboró con este Blog) me invitó a participar del proyecto transmedia en educación "Ciudades Visibles", en el que participé escribiendo un texto sobre la ciudad de Raisa ("Raísa y 'la Educación': de Ciudades, Filosofías y Otredades") y, en el curso de Química Biológica del primer cuatrimestre del 2019 (que se encuentra en las redes con el hashtag #QB2B2019) el libro y sus ciudades nos acompañaron a lo largo de toda la cursada con lecturas y reflexiones que, clase a clase, hacían les estudiantes y les docentes.

Pero volvamos a la frase, es una frase que por su simpleza y su potencia siempre conmueve, emociona, moviliza y que, incluso para les que ya la leímos muchas veces, cada nueva lectura nos invita a relerla (una vez más), a repensarla, a repensarnos a nosotres mismes y a repensar nuestra propia práctica docente. No es una frase "sobre" la Educación, ni sobre los aprendizajes ni sobre la tarea docente pero le cabe perfectamente a ese intento, que desde este Blog propiciamos tanto, de reflexionar sobre la Educación, sobre los aprendizajes y sobre la tarea docente.

Como estoy bastante seguro de que la mayoría de les lectores de #AsíFuimosAprendiendo no están (todavía) entre les que disfrutamos la lectura de libros o textos de filosofía de la Educación (aunque sí pueden ser lecteres de clásicos de la literatura universal), ni son (todavía) de les que disfrutan la escritura de libros o textos de filosofía de la Educación (o clásicos de la literatura universal), me pareció (otra vez) una buena idea, después de leerla y releerla tantas veces en estos meses, compartir con ustedes esta frase con la que Italo Calvino cierra su maravilloso libro “Las Ciudades Invisbles” (1972) y que dice así:

"El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio."

Nada. Eso. Nada más. Ni nada menos. Italo Calvino. Una cierta idea sobre “el infierno”, una cierta idea sobre “la atención”, una cierta idea sobre “el aprendizaje” y una cierta idea sobre cómo “evitar el sufrimiento”. Y, si me permiten, una cierta idea sobre “la Educación”.


NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.


martes, 27 de octubre de 2020

Una escucha atenta que invita a cuestionarse para mejorar. (Entrevista a Catalina Eslava)



Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetes directamente involucrades en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Catalina Eslava *.

En sus primeras reflexiones, Cata nos invita a pensar la figura de le docente “GPS” pero rápidamente la encuentra insuficiente e intenta complejizarla con otras cuestiones que en su opinión, también, hacen a la tarea docente, como fomentar la autonomía y la emancipación de les estudiantes.

  • Cata, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Empezamos con una pregunta complicada. Diría que es como ser una especie de “guía”. Para ser más clara, es como un GPS, te manda por el camino que cree que es mejor (o quizás el que esté programado/a para darte) aunque no necesariamente sea el mejor. Un docente, generalmente, intenta desde la experiencia mostrarte la “mejor” manera de llegar (llegar a aprobar el curso, un parcial, un final, etc). Ahora si hablamos de lo que un “buen” docente debería ser, diría que tiene que poder ser más que un GPS. Tiene que poder adaptarse a la necesidad y a la situación de cada alumno/a. Tiene que poder entender que los caminos cambian y los destinos también, que cada alumno tiene su forma de hacer las cosas, ni buena ni mala, simplemente distinta. Definitivamente el único objetivo de un docente no puede ser sólo “llegar a destino” (supongamos aprobar el curso). En realidad debería tratar de ser lo “menos GPS posible” e intentar salir de ese rol de “sin mí te perdés” ¿De qué sirve que un alumno apruebe la cursada siguiendo cada indicación del docente? ¿Qué pasa cuando no hay un docente? Para mí se trata de poder dar “herramientas universales” en el sentido de que sean útiles más allá de la materia que dé el/la docente. Lo ideal para mí, sería poder llegar al “destino” que uno se proponga sin depender de ningún “GPS”.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • No puedo negar que suele ser aprobar el curso, y si puede ser con una buena nota, mejor (aunque sé que es sólo un número y a veces bastante arbitrario). En cuanto a los docentes espero que sean simpáticos y comprensivos. La falta de cualquiera de esas dos cualidades es medio un bajón: si es muy comprensivo pero las clases son un plomazo o si es muy divertido pero no le interesa en lo más mínimo qué es lo que te pasa. Ambas situaciones te quitan un poco las ganas de ir a cursar.  Otro de mis objetivos siempre que curso cualquier materia es engancharme con los temas, encontrarles sentido dentro de lo que estoy estudiando (para qué me sirve o me va a servir, porqué es importante, etc), y disfrutar lo más que se pueda tener que estudiarlos.

A la hora de pensar en las prácticas, herramientas o estrategias que usaron sus docentes y que ella encuentra exitosas o interesantes como facilitadoras de los aprendizajes de les estudiantes, Cata destaca la posibilidad de contactarse con les docentes fuera de la cursada (fundamentalmente de manera virtual), la importancia de la manera en que les docentes realizan la “devolución” a las producciones de les estudiantes y el uso de analogías en las explicaciones.

  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes actuales o pasados, resultan o resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
  • Una de mis cosas favoritas es poder contactarme con el docente fuera del horario de cursada (tan simple como tener el mail). Aunque termine no preguntando nada me tranquiliza saber que ante la duda, puedo ir consultando sin tener que esperar hasta la próxima clase, siento que agiliza las cosas. Otra cosa importante es que le dedique tiempo a las correcciones y su devolución (de tps, parcialitos, parciales o lo que sea), me parece importantísimo saber si algo está “mal o bien” y por qué (está mal el concepto, me expresé mal, por qué es así y no de otra forma etc.). A la hora de explicar los temas, me gusta cuando usan analogías con cosas que ya conozco porque me ayuda a entender los conceptos nuevos, también me gustan las reglas mnemotécnicas (cuando algo no se puede razonar por lo menos tener alguna herramienta para acordarme de lo importante). Como ejemplo de una herramienta no tan convencional puedo comentar la vez que un profesor de Química Biológica (ya sospecharán de quién hablo) nos hizo un Drive con las preguntas del cuestionario de la materia. En el Drive los grupos íbamos contestando las preguntas y él nos iba comentando que le parecía lo que habíamos puesto. A mí me sirvió muchísimo (y por lo que hablé con el resto del grupo a ellos también), a tal punto que me acuerdo que cuando tuve que rendir el parcial, fue la primera vez en mi vida que no estuve nerviosa antes de rendir.

  • Si tuvieras que recomendarle a les docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Definitivamente recomendaría “El Aprendizaje Pleno” de David Perkins. Creo que es sumamente interesante, no sólo para docentes, sino también para los alumnos. Yo me sentí identificada con un montón de cosas, desde mi experiencia como alumna como también en mi experiencia como ayudante de cátedra.

Cerrando la entrevista, Cata vuelve sobre la importancia de algunas características de les docentes, como la capacidad de escucha, la atención a les estudiantes (y a sus particularidades), el vínculo que construye con elles y su disposición para la constante formación (disciplinar) y (trans)formación docente y reflexiona sobre cuáles son y cuáles deberían ser “los objetivos de la Educación”.

  • ¿Qué características creés que debería tener une docente para ser mejor como facilitadore de los aprendizajes?
  • Primero que nada tiene que saber escuchar, un docente que sólo hable durante cuatro horas seguidas es lo mismo que leer un libro sobre el tema. Un buen docente rompe con “el miedo a preguntar”, pero no sólo respecto a las preguntas de su área si no sobre cualquier cosa, quizás que se le pueda pedir algún consejo sobre la carrera o qué opina sobre determinados temas. La relación entre un alumno y un docente no tiene porqué terminar en la materia que comparten, entender de dónde viene cada uno es fundamental para entender la dinámica del curso. Poder preguntar es clave para comprender mejor los temas y quizás incluso, despertar interés sobre determinadas áreas, tanto para el docente como para el alumno. Supongamos que un alumno pregunta algo y el docente responde “no sé pero te averiguo” y luego en la próxima clase le responde. Ahí el alumno no solo obtiene una respuesta sino que también se siente escuchado, y el docente no solo ganó un poco más de confianza con el alumno sino que aprendió sobre un tema que desconocía. Tiene que ser una persona empática, dispuesta a comprender que no todos sus alumnos están en las misma condiciones, ni tienen las mismas oportunidades. Frustrarse con un alumno porque “no cumple” no le sirve ni al alumno ni al docente. Entender porqué “no cumple” y ayudarlo o intentar buscar una solución es la manera de facilitar el aprendizaje. A nivel profesional tiene que saber que la formación es constante, nunca va a terminar de aprender a ser docente. Los contextos cambian, la tecnología cambia, los contenidos y los alumnos cambian, y para poder seguir el ritmo es necesario que esté dispuesto a revisar constantemente su trabajo (cómo lo hace, por qué, para qué, etc.). Del mismo modo que dar un contenido viejo que ya no es relevante no sirve para nada, enseñar de un “modo viejo” tampoco sirve. Por último diría que para mí no es tan importante que el docente sea un experto en su área sino que esté dispuesto a actualizarse todo el tiempo (en lo que enseña y cómo lo enseña).

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Hoy en día creo que el principal objetivo es formar profesionales que sean rentables. Garantizar igualdad de condiciones lo más que se pueda. Si queremos un mundo más justo no podemos dejar de lado la educación. Si queremos más y mejores profesionales no podemos dejar de lado cómo se los educa. No sólo importa la calidad de la formación académica, también importa la formación social de estos profesionales ¿De qué sirve un médico que no se preocupa ni se ocupa de sus pacientes? ¿De qué sirve un docente que no se preocupa ni se ocupa de sus alumnos? Por otro lado, la educación no puede tener como objetivo memorizar datos que perfectamente se pueden googlear… La educación tiene que tener como objetivo brindar las herramientas necesarias para aprender, para cuestionar, para indagar, para mejorar ¿De qué me sirve saber la fecha exacta en la que comenzó la Segunda Guerra Mundial si no sé qué factores fueron claves para que sucediera? ¿De qué me sirve saber cuántos mg de una droga tengo que aplicar si no sé para qué sirve esa droga o sus efectos secundarios? Aprender datos sin contexto los hace completamente inútiles. No sólo es necesario transmitir información sobre un tema, poder entender cómo se obtuvo esa información, para qué sirve y cómo se puede aplicar es igual de importante. También me parece fundamental fomentar la curiosidad, el cuestionamiento ¿Por qué esto es así? Creo que no hay peores respuestas posibles que “porque siempre fue así” o “porque es así y punto”. Un profesional que no esté dispuesto a revisar constantemente sus métodos, no es un buen profesional. Lo mismo se puede aplicar a la educación (o a cualquier área): porque siempre se haya explicado de la misma manera no garantiza que sea la mejor forma de hacerlo, e incluso si se encontrara la “mejor” forma de explicar, nada garantiza que sea así para siempre. Si queremos formar profesionales dispuestos a cuestionarse a sí mismos, hay que empezar por cuestionar su formación.

* Catalina Eslava (sí, como la nacionalidad) es estudiante de veterinaria, ayudante de segunda y concurrente de investigación en la cátedra de Física Biológica. También es técnica agropecuaria y agroalimentaria (larguísimo el título) y espera algún día ser veterinaria y docente de la UBA. Poden seguirla en Twitter como @CatyEslava y si tienen muchas ganas, en Instagram como @eslavacatalina (muy original el nombre). Recomienda que la sigan en Twitter porque cree que es más divertido.


NdR: Esta entrevista fue realizada (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería respondida de otra forma y diría otras cosas.

martes, 13 de octubre de 2020

Un viaje sensual y sensorial que, con perspectiva de género y con la ley de Educación Sexual Integral como proyecto pedagógico y político, recorre la lucha histórica de los feminismos hacia una sociedad más igualitaria, más abierta y más inclusiva, en un acto de unión de ideas que se instala en un cuerpo y retumba en les demás. “Los 5 libros para tu (trans)formación” de Mariela Franzosi.



En este 2020, el Blog #AsíFuimosAprendiendo mantiene esta “sección” en la que referentes del campo educativo, docentes y estudiantes nos invitan a leer 5 ó 6 libros que les (trans)formaron, les conmovieron, les ayudaron a repensar sus prácticas o que, por algún motivo, creen que estaría bueno que otres docentes (y otres estudiantes) preocupades por “la Educación” y los aprendizajes, los leamos.
En esta entrada es un placer publicar “los 6 libros para tu (trans)formación” de Mariela Franzosi *.


“Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria”, de Silvia Federici (2004, 2010 en español).
Este libro de la filósofa italiana Silvia Federici fue uno de los primeros que leí de una escritora y académica feminista, por lo que lo considero uno de los pilares en mi propia formación dentro de la perspectiva de género. Ella analiza los orígenes de la acumulación originaria, esa parte de la historia del medioevo de transición entre el sistema feudalista y el capitalista, donde un tipo de vida fue “aniquilado” para instalar uno nuevo. En este proceso, las mujeres fueron uno de los principales objetivos. Acusadas de “brujas” y de “herejes” fueron quemadas en forma masiva con la meta de expropiar sus saberes, sus tierras, sus cuerpos, su capacidad de reproducción. Para quienes están interesades en la historia y sus procesos, aporta una muy necesaria mirada sobre los orígenes de la organización socio económica actual y ayuda a comprender por qué los Estados modernos necesitan tener el control sobre los cuerpos de las mujeres y por qué hay tanta resistencia a la legalización del aborto.

“¡Que sea ley! La lucha de los feminismos por el aborto legal”, de María Florencia Alcaraz (2019).
La joven periodista feminista María Florencia Alcaraz relata con una escritura exquisita el desarrollo del debate que se dio en las Cámaras de Diputados y Diputadas, y Senadores y Senadoras de la Argentina en torno a la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo (IVE) durante los meses de mayo, junio y agosto de 2018. Pero no solo eso. También narra la lucha histórica que en nuestro país existe en torno a esta temática, los antecedentes (historias de mujeres, niñas, adolescentes, travestis y trans que abortaron y murieron, o abortaron y las encarcelaron, o fueron forzadas a ser madres, o abortaron y cuentan los motivos que las llevaron a hacerlo), los fallos judiciales y protocolos que no se cumplen, las desigualdades entre provincias, las redes de apoyo que existen para lograr que las muertes por abortar en la clandestinidad sean cada vez menos. Reconstruye en este libro la historia de la lucha de los feminismos por conseguir el derecho al aborto para todas las personas gestantes y la importancia que la Educación Sexual Integral (ESI) tiene tanto para evitar embarazos no deseados como para conocer nuestros derechos y lograr nuestra autonomía. 
 
“Las aventuras de la China Iron”, de Gabriela Cabezón Cámara (2017).
Esta novela de Gabriela Cabezón Cámara es de principio a fin un viaje sensual y sensorial que te transporta a un desierto pampeano argentino del siglo XIX que nunca imaginé que podía existir. No solo es un placer y un hallazgo el hecho de poner voz y decisión a las mujeres (“las chinas”) de la época, siempre retratadas como meras “cebadoras de mate” de gauchos y militares, sino que es una maravilla como logra pintar un desierto lleno de vida, de sensaciones y de aventura. Y a pesar de que es una novela, es una forma muy interesante de mirar la historia argentina con perspectiva de género, a través de los ojos de esos personajes “secundarios” que la historia oficial no suele destacar. 

“Educación Sexual Integral con perspectiva de género. La lupa de la ESI en el aula”, de Graciela Morgade –coordinadora- (2016).
Me resultaron muy interesantes todos los libros de esta colección editada por Homo Sapiens, formada por este título junto a Educación para la salud y género. Escenas del curriculum en acción, de Paula Fainsod y Marta Busca; “Generizando” la lengua y la literatura desde la cotidianeidad del aula, de Jesica Baez, Andrés Malizia y Mónica Melo; Más allá del sistema reproductor. Aportes para la enseñanza de la biología desde la perspectiva de género, de Catalina González del Cerro y Marta Busca, y Formación ética y ciudadana con justicia de género e igualdad social, de Susana Zattara. El primer libro analiza desde una mirada más “general” el estado de situación de la educación sexual integral, los aportes que realiza la perspectiva de géneros y derechos que propone la Ley como proyecto pedagógico, los debates epistemológicos y metodológicos y la intervención educativa en ESI, los límites y posibilidades de la transversalidad, y propone algunos recursos para trabajar la ESI en el aula. Los otros títulos, desde cada disciplina en particular, también proponen desarrollos y reflexiones para aplicar la ESI desde la perspectiva de géneros y derechos que establece la Ley. 

“#NiUnaMenos desde los primeros años. Educación en géneros para infancias más libres”, de Cecilia Merchán y Nadia Fink –compiladoras- (2016).
Este libro es una excelente propuesta para abordar a partir de una lectura rigurosa pero sencilla diferentes aspectos relacionados con la perspectiva de géneros y los feminismos. Si bien por el título parece que está dirigido a un público joven, en realidad brinda a les adultes herramientas para poder transmitir este conocimiento a les jóvenes o simplemente para comprender procesos sin prejuicios ni patologizaciones. Tiene artículos de autoras y autores diversos muy interesantes sobre las infancias trans, sobre la construcción de la identidad de género, sobre los prejuicios y estereotipos, sobre los juegos y juguetes generizados, sobre la literatura y el cine destinado a las infancias y sobre la educación sexual. Se plantea buscar respuestas y encontrar propuestas para avanzar en la creación de una sociedad más igualitaria a partir de la intervención en los primeros años de vida, quitando prejuicios y estereotipos que rodean la idea de los vínculos familiares, los de género y los roles que se nos atribuyen desde el momento en que nacemos. Ciertamente la educación es fundamental para poder pensar en una sociedad futura más abierta e inclusiva. 

“Lecturas Feministas. Escritos desde el siglo V a.C. hasta el presente”, de Gabriela Borrelli Azara (2018).
Sumo este libro porque en un punto creo que tiene la esencia de esta sección y porque lo considero una joya en dos sentidos. En primer lugar, y siguiendo con la idea que plantea que “feminista no se nace, sino que se hace”, la autora con mucha generosidad realiza un catálogo con las escritoras y lecturas que la fueron convirtiendo a ella misma en feminista. “En nuestras lecturas personales resuenan todas las lecturas y ese es el producto colectivo de la literatura y el pensamiento. La lectura no es un acto privado y solitario, sino un acto de unión de ideas que se instala en un cuerpo y retumba en los demás”. Así lo define la autora en el Prólogo. En estos escritos ella encontró la resistencia y la esencia feminista a través de diferentes épocas y los comparte con les otres. Y en segundo lugar, porque a la par de la obra rescata las historias y los contextos en que vivieron estas mujeres artistas, que muchas veces fueron discriminadas y desvaloradas por el simple hecho de ser mujeres. Mujeres de diferentes épocas y lugares, con luchas personales y logros colectivos. Mujeres que fueron abriendo caminos para muchas otras que vinieron detrás. Mujeres necesarias que debemos conocer y que muchas veces no son fáciles de encontrar. 

* Mariela Franzosi es periodista especializada en temática de géneros, docente de Perspectiva de Género (Instituto Facultar) y tutora de formaciones virtuales relacionadas con la temática (UBA).


NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.

martes, 29 de septiembre de 2020

Rascarse donde no se aprende (o Enseñar donde no pica).



Como docentes nos preocupan (y nos ocupan) muchas cosas y eso está muy bien. En esta entrada queremos invitarnos a reflexionar (un poco) sobre qué (no) nos preocupa y qué (no) nos debería, tal vez, preocupar. Y queremos hacerlo en forma de preguntas, queremos rascarnos donde no pica.

Para hacerlo de un modo bien amplio, al menos al principio, al menos hasta disparar algo, al menos hasta que “pique” y/o nos rasquemos (pique o no), algunas preguntas/preocupaciones/cuestiones podrían ser: “qué” enseñar, “cómo” enseñar, “para qué” enseñar y “desde dónde” enseñar. Claro que hay muchas otras preguntas/preocupaciones/cuestiones pero para que esta entrada no sea tan larga hagamos (por ahora) el “ejercicio” de repensar éstas. Incluso el “ejercicio” podría ser “ordenarlas” según su importancia o según cuánto nos preocupan y nos ocupan. Sí, ya sé, que todas (en mayor o menor medida) son importantes y nos preocupan (y ocupan) pero el “ejercicio” podría ser preguntarnos, como decíamos al principio, cuáles nos preocupan más (o menos) y por qué y cuáles deberían preocuparnos más (o menos) y por qué.

Está perfecto que haya quienes se preocupan por (y se ocupan del) “qué” enseñar (y del “qué” aprender) y, en parte, entendemos (y compartimos) esa preocupación ya que la Educación se trata de “enseñar” y para eso tiene que haber un “algo” para enseñar, para “mostrar”. El tema es que ese “algo” es el mundo (ese mundo del que habla Hannah Arendt en ese corto pero bellísimo texto) pero ese mundo incluye muchas cosas y, en esa práctica de “dar a leer, dar a escribir y dar a pensar” casi que cualquier “qué” del mundo podría ser un buen pre-texto y servir para enseñar a “poner atención” y a “estudiar” (que no es memorizar) y por eso ese “qué” nos preocupa poco. No quiere decir que no nos importe, eh, nos importa y mucho, pero nos preocupa poco.

Hay quienes muestran una gran preocupación por (y se ocupan del) “cómo” enseñar (y “cómo” aprender) y también es entendible ya que hay un “saber” que le es propio a nuestra práctica y ya que la pedagogía es fundamental en esto de democratizar, no sólo el acceso y la permanencia de les estudiantes en las instituciones educativas, sino también de inventar dispositivos para que, efectivamente, aprendan y para que ese “enseñar” sea, efectivamente, para todes (y para cualquiera) y, justamente por eso, ese “cómo” nos preocupa algo.

Es más raro de encontrar pero también hay quienes se preocupan por (y se ocupan del) “para qué” enseñar (y “para qué” aprender) y eso nos gusta más ya que en esa pregunta/preocupación/cuestión empieza a aparecer algo más filosófico, algo que tiene más que ver con (re)pensar(nos) y (re)pensar nuestras prácticas, algo que nos lleva de nuevo a Hannah Arendt y a la idea de ese “doble amor” del que ya hablamos en otra entrada y, entre otras cosas, por eso, ese “para qué” nos preocupa mucho.

Y, finalmente, están quienes se preocupan por (y se ocupan del) “desde dónde” enseñar (y “desde dónde” aprender) y ahí tenemos una gran coincidencia ya que nos parece fundamental reflexionar sobre la posición (y el posicionamiento) desde dónde realizamos la tarea docente, desde dónde enseñamos y desde dónde nos pensamos como docentes. Probablemente esta pregunta “incluya” a la anteriores ya que, como nos enseñó Jacques Ranciere en “El maestro ignorante”, no son los contenidos ni las metodologías sino los principios (que subyacen lo que hacemos) los que definen a una práctica como emancipadora o embrutecedora. Siguiendo esa lógica, ese “desde dónde” nos preocupa muchísimo.

Es decir que, por ahora, provisoriamente (y siempre en revisión), a algunes nos preocupa poco “qué” enseñar (y “qué” aprender), algo “cómo” enseñar (y “cómo” aprender), mucho “para qué” enseñar (y “para qué” aprender) y muchísimo “desde dónde” enseñar (y “desde dónde” aprender). Pero habrá que ver qué les ocurre a ustedes.

Es probable que no tenga mucho sentido intentar “ordenar” estas (y otras) preguntas/preocupaciones/cuestiones en función de cuánto nos preocupan (o cuánto deberían preocuparnos) y es probable que nos estemos rascando dónde no pica pero dice el (re)conocido filósofo Darío Sztajnszrajber que la Filosofía es algo así como “rascarse donde no pica” y todes sabemos que si nos rascamos donde no pica, empieza a picar. En Educación también hay algo de eso y, tal vez por eso, la Filosofía de la Educación es una constante invitación a pensar, a leer, a escribir, a preguntar(se), a rascarse donde no pica.

No tenemos muchas respuestas, elegimos (en esta entrada) proponernos reflexionar (un poco) con preguntas como una manera de rascarnos donde no pica porque si la filosofía se trata, entre otras cosas, de “rascarse donde no pica”, tal vez la Educación se trate, entre otras cosas, de enseñar donde no se aprende y todes sabemos que si (se) enseña donde no (se) aprende, (se) empieza a aprender.


NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.

martes, 15 de septiembre de 2020

¿Cómo aprende Bianca? Deconstruyendo las formas de aprender.



En este 2020 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes), de los textos escritos en colaboración, de las microentrevistas en video y de los #5Libros para tu (trans)formación, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.
Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que muches docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestres estudiantes aprendan.
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestres estudiantes para aprender o cómo hacen nuestres estudiantes para aprender en nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden les estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestres estudiantes, cada vez más autónomes. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Bianca Castellucci *.

Para empezar, Bianca reivindica un término que suele ser bastante atacado (y desde este Blog bastante defendido) que es la “memoria” y, como lo hará en el resto de la entrada empieza a criticar los modos de evaluación: “mi forma de aprender se basa en la memoria y no en el razonamiento. Cuando estudio, releo muchas veces el material para que se me vaya fijando, también me sirve contárselo a alguien y si estudia lo mismo que yo, mejor, así complementamos nuestros aprendizajes. Elijo aprender de memoria porque toda mi vida tuve mucha memoria para todo y sé que no me traiciona, además, algunos docentes buscan exactamente lo que está en el material de estudio y no lo que (en mi caso) la alumna realmente quiere demostrar de su conocimiento del tema a evaluar. Y también porque no me considero una persona que utilice la lógica y temo mucho que mi razonamiento sea erróneo”.

Cuando reflexiona sobre sus aprendizajes “no académicas”, Bianca pone el foco en la perseverancia y en la motivación que le genera el interés por lo que está aprendiendo: “cuando aprendí a andar en bicicleta mantuve, y mantengo, la perseverancia. Me invitan a aprender las cosas que me interesan. Me ambiento en el tema, lo pienso, y resalto en lo que quiero llevarme. Muchos aprendizajes de la vida son mucho más complejos que muchos aprendizajes académicos y para ambos, la perseverancia es un valor que rescato mucho. Pongo en jaque a la perseverancia constantemente para ver que tanto estoy interesada en el tema en particular, si deja de interesarme, dejo de persistir en ello, pero no es opción que sea de mi interés y dejar que mis emociones o circunstancias me desanimen a cumplir mi meta”.

Cuando compara aprendizajes “académicos” y “no académicos”, Bianca incorpora un término fundamental que es el de “experiencia” (aunque lo uso más como una “experimentación”) y profundizando un poco más en estas diferencias, y relacionándolas con la siempre controversial “evaluación”, Bianca vuelve a la carga contra lo que ella denomina “el sistema educativo”: “una de las diferenciases que encuentro es que para el aprendizaje escolar recurro a la memoria y para el aprendizaje de la vida, a la experiencia. No puedo experimentar qué se siente ser una función exponencial y sentir que estoy muy cerca de la asíntota, aunque jamás pueda tocarla (ojalá se pudiera, sería divertido) pero sí puedo experimentar el amor de una amiga, el enojo de mi hermano, el dolor al caerme por dar mis primeros movimientos en la bici o la frustración por no entender el punto isoeléctrico. Y, como mencioné, para los aprendizajes de la vida, en la medida que podemos, elegimos qué llevarnos a nosotros mismos para crecimiento personal mientras que para un parcial, no optas, tenés que incorporarlo aunque sea temporalmente, para que con una pregunta te evalúen si la asíntota de una función exponencial es vertical u horizontal y ya está, una vez pasada la prueba, al sistema educativo no le importa si lo sabés o no. ¡Con saberlo para el Martes 7 de Julio, ya lo sabés! El sistema educativo y la vida nos proponen contenidos para que nosotros, como seres alfabetos, los incorporemos y la diferencia principal entre ambos es que el sistema está lleno de pruebas y la vida de demostraciones de aprendizaje. Las pruebas sirven para que alguien que conozca una materia en especial, seleccione determinados temas y de ellos, las preguntas que a su criterio son las más relevantes plasmados en papel, que, en un breve período de tiempo, te dicen cuanto vales en ese tema. En cambio las demostraciones de aprendizaje sirven para que vos, sí, quién está leyendo esto, te enfrentes al menú variado que te ofrece la vida y mediante el aprendizaje y no un método forzado del mismo puedas experimentar lo que se vive, sin que nadie te esté evaluando ni te ponga un puntaje de ello y que, si alguien lo tiene que hacer, que seas vos bajo tu criterio personal de que realmente aprendiste la lección”.

Finalmente, Bianca nos deja una interesante reflexión (que le generó la propuesta de escribir este texto) para seguir (re)pensado(nos) y repensando nuestras prácticas de enseñanza y una interesante invitación a “deconstruir el aprendizaje”: “Hay una frase de la Universidad Abierta Interamericana que, por más que no esté de acuerdo totalmente con la educación privada, es oportuna al caso y dice ‘Aprender es mucho más que estudiar’. Pero ¿qué es aprender? Aprender es la acción que tiene cada individuo en procesar información, pensarla, analizarla y rescatar algo productivo en ello. Y ¿qué piensa la escuela del término? Que es la acción y el deber del estudiante en procesar como es una función exponencial, pensar la gráfica, analizar el crecimiento y rescatar que el dominio son todos los reales pero ¿no hay ahí un error de concepto? ¿Eso no es estudiar? ¿No es memorizar características de un tema? Nuestro deber, como estudiantes, o como docentes, no es declararle la guerra al sistema educativo sino deconstuir la forma de aprender, cambiarla, innovarla, pensarla, transformarla, para que sea eficiente y productiva”.


* Bianca Castellucci (biancastellucci en Instagram) es alumna de 6 año de la Escuela Agropecuaria de la UBA. Feminista y pensativa, le gusta mucho aprender y formarse todo el tiempo como persona y estudiante. Disfruta mucho de ver películas, leer, dormir la siesta, pasar tiempo con sus gatos, amigxs y familia. Quiere estudiar Biología Celular y trabajar en muchas investigaciones. En algún momento, le gustaría dar una charla TED sobre los errores de la educación secundaria y el impacto en el adolescente.


NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.

martes, 1 de septiembre de 2020

Paciencia, empatía e inquietud para impulsar una voluntad hacia un aprendizaje peligroso. (Entrevista a Matías Paz)


Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Matías Paz *.

En sus primeras reflexiones, Mati piensa en les docentes como personas involucradas en la (trans)formación de otras personas e incluye algunas preguntas interesantes relativas a esa formación: el “qué”, el “cómo” y el “por qué”. También recupera, como lo han hecho otres entrevistades en el Blog, la importancia de la motivación de les estudiantes y el efecto que sobre ella tiene, profesionalizar (“veterinarizar”, en este caso,) las propuestas pedagógicas que les hacemos.

  • Mati, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Creo que para esa pregunta hay tantas respuestas como docentes. En mi caso, y de una forma muy concisa, “ser docente” representa la oportunidad, el trabajo y la responsabilidad de participar en la (trans)formación de una persona. Como yo lo veo, esta “formación” comprende por un lado una dimensión netamente académica, el aprendizaje de contenidos de la materia y de la profesión (lo voy a llamar “el qué”); y por otro lado, una dimensión más profunda y significativa, que podríamos llamar “el cómo” y el “por qué”, y que incluye (pero no se limita a) la motivación, el uso del razonamiento, la lógica, la imaginación y creatividad, y el desarrollo de la inquietud y el pensamiento crítico.
  • ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes y por qué creés que es así?
  • Recurro frecuentemente al uso de recursos que ayuden a conectar, de alguna manera, los contenidos con la “realidad” profesional: así, empleo videos e imágenes para ilustrar y acompañar determinadas clases, y situaciones problema diseñadas para contextualizar la discusión de ciertos contenidos. Encuentro una respuesta positiva con el uso de estos recursos, particularmente en lo que respecta a la motivación de los estudiantes por los temas tratados: encuentro mejor interacción y participación (ambos factores que favorecen el aprendizaje) con estas prácticas que con el uso de una clase “tradicional”. Para poner un ejemplo real, en nuestra clase de “regulación de la glucemia” discutimos el concepto de hipoglucemia crítica: la estrategia que utilizo en este caso es proyectar un breve video de un paciente real sufriendo un cuadro de hipoglucemia, y discutir con los estudiantes el cuadro hormonal y bioquímico imperante en ese caso, fomentando a los estudiantes a que propongan qué tratamiento implementarían para salvarle la vida.

A la hora de pensar en las características que deberíamos tener les docentes, Mati prioriza tres: la paciencia, la empatía y cierta “inquietud”, como impulso a cierta voluntad necesaria para aprender.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de les estudiantes?
  • Tres características personales son indispensables, en mi opinión, para llevar a cabo la labor docente. La paciencia y la empatía son dos de ellas: considero que cada estudiante es un individuo distinto, único, con sus propias motivaciones, inseguridades, ilusiones y formas de ver el mundo, y es necesario para el docente poder percibir y entender estas cuestiones, encontrando la manera de “direccionarlas” en favor del aprendizaje. Asimismo, considero a la inquietud como una condición fundamental de todo docente que se precie de serlo: “inquietud” que se opone al conformismo, la resignación o la comodidad de aceptar el orden de cosas establecido; inquietud como característica que nos impulsa a evitar la habitual zona de confort de aplicar fórmulas o “recetas” perpetuadas  y no cuestionar (frente a superiores, colegas, estudiantes, o sí mismos) la validez, vigencia o utilidad de éstas; inquietud que, en definitiva, impulsa la voluntad de (auto)superación.

Cerrando la entrevista, Mati nos recomienda algunos libros, películas y canciones (que van desde Aldous Huxley hasta Pink Floyd) y, además de caracterizar un cierto “deber ser” de “la Educación”, nos regala una interesante y potente frase de Alexander Pope.

  • Si tuvieras que recomendarle a otres docentes la lectura de un libro, una canción, una película o algún video, ¿qué nos recomendarías y por qué?
  • ¿Aparte de “Principios de Bioquímica” de Lehninger? Jaja. El libro que me viene a la mente es “Un mundo feliz”, de A. Huxley: una (¿ficción?) ubicada en un futuro distópico donde las personas son “fabricadas”, programadas y adoctrinadas para encajar en un orden social establecido, donde la “educación” se basa en un sistema de repetición memorística de frases (llamado “hipnopedia” en el libro) y donde cualquier forma de crítica o pensamiento original son vistos como un peligro para la sociedad. La película: “Whiplash” (2014), donde podemos reflexionar sobre las consecuencias de ciertas “prácticas” docentes (y quizá, recordar alguna situación similar que hayamos vivido). La canción (con video incluido): el doblete “The happiest days of our lives”+ “Another brick in the Wall, Pt. 2”, del eterno álbum The Wall, de Pink Floyd (véanla y sabrán por qué la recomiendo).

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Desconozco cuáles “son” los objetivos de la educación. Pero lo que creo que “debería ser” es proveer a las personas de las herramientas más poderosas y útiles de la humanidad, que son la inteligencia y el conocimiento. Al respecto, les comparto una reflexión que escribió Alexander Pope en el siglo XVIII: “A little learning is a dangerous thing” (“un poco de aprendizaje, es una cosa peligrosa”).

* Matías Paz tiene 30 años, es docente y veterinario. Trabaja como Ayudante de Segunda de la cátedra de Química Biológica, en la Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad de Buenos Aires, y practica la Clínica Médica en Pequeños Animales en el ámbito privado. Actualmente se encuentra continuando su formación, a nivel de posgrado, en docencia universitaria, clínica médica y Anestesiología.


NdR: Esta entrevista fue realizada (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería respondida de otra forma y diría otras cosas.