martes, 18 de diciembre de 2018

Hasta el 2019!!! Felicidades!!!


En esta última entrada del año 2018, queremos saludar a todes les que nos leyeron durante este año, agradecerles por haberse enganchado con la propuesta, por haber comentado, por haber participado de la escritura (colaborativa) de artículos, por haber compartido sus #CómoAprende, por haber respondido las entrevistas y las microentrevistas en video y desearles que pasen unas felices fiestas y que empiecen el año nuevo de la mejor manera.

En Febrero del año próximo, les volveremos a invitar a seguir (re)pensando nuestras prácticas con nuevas propuestas y nuevas ideas en este Blog que espera seguir siendo un espacio de encuentro e intercambio entre docentes y estudiantes.

Que el 2019 nos vuelva a encontrar reflexionando sobre aprendizajes y sobre prácticas educativas para seguir (trans)formándonos como docentes preocupades por facilitar aprendizajes, cada vez más significativas, en estudiantes, cada vez, más autónomes. 

Felicidades les desea asifuimosapendiendo!!!

martes, 11 de diciembre de 2018

¿Cómo aprende Rena? Correr los límites, con libertad, para hacer la Vida más entretenida.



En este 2018 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.
Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que muches docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestres estudiantes aprendan.
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestres estudiantes para aprender y cómo hacen nuestres estudiantes para aprender en nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden les estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestres estudiantes, cada vez más autónomes. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Renata Mina *.

Cuando reflexiona sobre cómo aprende en la Facultad, Rena enumera una serie de “pasos” en los que utiliza una variedad de estrategias neuro-cognitivas que le van permitiendo construir esos nuevos aprendizajes y la preparan para ser “evaluada” de la manera tradicional: “primero me gusta escuchar alguna explicación o introducción al tema ya que permite saber a qué apuntar después. Luego voy a la bibliografía recomendada y trato de ir comprendiendo los contenidos a medida que voy leyendo. Al terminar de leer armo mi resumen, para esto me sirve ‘desarmar’ los textos que anteriormente leí, armando nuevos textos, cuadros, redes y/o dibujos. Luego trato de decirlo oralmente sola o con algún compañerx. Lo hago así porque es la forma que me resulta más práctica para incorporar los conceptos. Esto varía según el tema que tenga que aprender y el tiempo que tenga para hacerlo”.

Cuando reflexiona sobre cómo aprende fuera de la Facultad, Rena le otorga cierta relevancia a la repetición (sobre todo en lo “mecánico”) y a la práctica pero también a la motivación y a la observación (por ejemplo de videos): “a andar en bicicleta aprendí mientras jugaba, practicando hasta que salió. Supongo que a atarme lo cordones o hablar fue de la misma forma. A tocar la guitarra con mucha práctica, videos y canciones que me gustaban. A nadar de muy chica, primero aprendí a flotar, luego, de más grande, los distintos tipos de brazadas por un lado, por el otro de patadas y después todo junto. A cocinar voy aprendiendo con la práctica, veo videos, busco recetas, experimento hasta que llego a los sabores que busco. Lo hago así simplemente porque me surge así”.

Al relacionar o comparar aprendizajes académicos y no académicos, Rena encuentra aspectos comunes, como la necesidad de práctica y de motivación pero también encuentra diferencias relevantes no sólo en los intereses sino también en los tiempos. Como si hubiera leído la idea del siempre genial Carlos Skliar de que debemos respetar que cada estudiante aprenda “a su tiempo y a su modo”, Rena entiende como un “límite a la libertad de aprender” el manejo de los tiempos de aprendizaje y de los modos de evaluar del sistema educativo universitario: “tanto para aprender contenidos académicos como para aprender  aprendizajes extraescolares se necesita práctica, tranquilidad, tiempo y sobretodo motivación. Cuando estoy aprendiendo algo extraescolar la motivación es lo que me impulsa a aprenderlo, por lo que se hace más fácil. En cambio, a veces, cundo estoy aprendiendo determinados contenidos académicos puedo cruzarme con algún tema que no despierte mi interés y por ende que me desmotive, pero si está claro el objetivo que tengo puedo buscar la forma de recuperar esta motivación. Por otro lado a los contenidos académicos hay que aprenderlos dentro de un determinado tiempo, lo que puede ser otra dificultad. Esto a su vez nos pone un límite de cuánto debemos aprender, que sumado a las instancias evaluativas de las que van acompañados reducen mucho las libertades. Pero por otro lado nos obligan a aprender cosas que quizás voluntariamente no lo hubiéramos hecho que pueden resultar muy útiles e interesantes”.

Finalmente, Rena nos cuenta que reflexionar sobre estas cuestiones la hizo replantearse las maneras en que aprende y volver a dudar sobre la “libertad” con la que aprendemos y sobre la importancia de aprender para vivir mejor: “tener que pensar sobre estas cuestiones me genero dudas  acerca de los métodos que utilizamos para aprender, por un lado nos dan libertades y por otro, no las quitan, nos restringen. Aprender es incorporar conocimientos, herramientas y capitales que nos permiten mirar las cosas con nuevas perspectivas, salir de nuestra zona de confort, defendernos en distintos aspectos de la vida. Creo que aprender es ampliar nuestros intereses, es hacer la vida más entretenida”.

* Renata Mina (@renatamina_) es estudiante de Veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA y feminista. Se desempeña como hija, hermana, amiga y alumna. Es del interior (al que todavía no puede soltar), le gusta hacer pilates, teatro, tocar la guitarra y los animales.

martes, 4 de diciembre de 2018

¿Cómo aprende Valen? Aprender a aprender porque aprender es crecer.


Desde 2014 el Blog viene publicando textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”. Como dijimos en varias entradas anteriores pareciera ser que muches docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestres estudiantes aprendan.
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestres estudiantes para aprender y cómo hacen nuestres estudiantes para aprender los contenidos (disciplinares, actitudinales y de procedimientos) de nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden les estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestres estudiantes, cada vez más autónomes. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Valentina Pedro *.

Cuando Valen reflexiona sobre la manera en que aprende en la Escuela relata las estrategias que utiliza para estudiar (y recordar), como la lectura, el resaltado de lo más importante, la escritura de un resumen, el uso de la memoria, la ejercitación (y la repetición) y la atención en clase: “creo que tengo una forma bastante ‘normal’ de aprender. Con lo teórico, unos días antes de la evaluación junto todo el material, ya sea fotocopias o apuntes, lo leo y resalto, y de ahí escribo un resumen aparte una vez entendido el tema, porque así logro sintetizar más e identificar lo más importante. Igualmente acá tengo un poco de ventaja ya que tengo buena memoria. Cuando es más matemático o de ‘ejercicios’ repito una y otra vez cada uno de los ejercicios dados, aunque también suelo escribir un resumen con las fórmulas o definiciones necesarias para entender el tema. En las clases soy de prestar atención porque los apuntes son de las cosas que más uso después. Hago resúmenes porque al escribirlo me queda en la cabeza, y al tenerlo leído de antes y entendido de la clase me resulta muy fácil estudiarlo ya que llego con una buena base para empezar a preparar los exámenes. He escrito un esquema de la glucosa con las características pedidas más de cinco veces hasta recordarlo, así también con idiomas (como Inglés), que son las materias que más me cuestan”. Valen agrega, también, la relevancia del interés por aquello que está aprendiendo y del rol del docente como mediador o, de alguna manera, “presentador” de los contenidos a aprender: “para lograr aprender algo bien, también me tiene que interesar, sino me cuesta cien veces más. Igualmente, no depende sólo de los contenidos sino de cómo los aborde y explique el profesor.  Materias como Inglés no me son fáciles ya que la forma de enseñarlo que tienen la mayoría de los profesores es muy ‘gramatical’ y por ejemplo, aprendo mas mirando una serie al escuchar”.

A la hora de pensar en otros tipos de aprendizajes, Valen prioriza la perseverancia, destaca el valor de la repetición y cuenta algunas anécdotas de situaciones en las que las cosas no le salieron “de una” sino que requirieron tiempo y esfuerzo: “siempre fui de decir ‘persevera y triunfaras’ pero hay varias cosas que necesitan mucha paciencia de más. No sólo porque sea complicado, sino por las consecuencias que trae. Por ejemplo, actualmente hago hockey, deporte muy conocido por sus grandes jugadores siempre lesionados, imagínense que escribo esto con un dedo esguinzado. Pero cuando algo te gusta y querés aprenderlo ya no hay vuelta atrás. Hace seis años que hago hockey y hoy puedo decir que soy ‘bastante buena’, al menos en comparación a cinco años atrás. También, me acuerdo cuando empecé a andar en bici, primero rueditas, después una sola, cuando supuse que había aprendido me sacaron la última que me protegía de no caer. Cosa obvia que pasó, fui derecho para unos arbustos, me caí y me lastimé. Y me frustre, no quería andar si me caía, pero tampoco, quería volver a las rueditas. Esto de frustrarme pasa todo el tiempo porque, como a todos, no siempre sale todo como uno espera, pero a pesar de que sé que no está bien tirarse abajo siempre que algo te sale mal, suelo (después de un largo rato) decirme algo como ‘dale vos podés, seguí, sino ¿para qué intentaste en un principio?'. Y ahí no paro hasta conseguirlo y si no pasa, por algo será, pero si en serio lo quería no paraba. Por ejemplo cocinar, todo me sale mal, soy muy ansiosa entonces siempre saco las cosas antes, me falta mezclar, ensucio todo y hago desastres, pero esa es una meta que todavía tiene mucho camino por recorrer”.

A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes “escolares” y “no escolares”, Valen los diferencia en cuanto al interés que generan los contenidos a aprender (y de algún modo en lo que Carlos Cullen llama “el deseo de aprender”) pero los iguala en la necesidad de insistir y perseverar para aprender y en la importancia de la presencia de Otros que nos acompañen en el camino del aprendizaje: “creo que en los dos ámbitos de aprendizaje hay una diferencia bastante grande, al menos de la secundaria para atrás, en lo escolar uno aprende porque es lo que debe hacer, a lo que es, de alguna forma ‘obligado’ a hacer. Aprende cosas que a uno no le interesan y por lo tanto terminan en el olvido. Pero en esa época de la vida lo extraescolar que uno aprende lo hace porque quiere. Si querés cantar, vas a canto, si es un deporte vas y lo hacés, también de más chico aprendés valores y respeto. Ahí son intereses propios y los decide uno y por eso son más fáciles de recordar y poner en práctica en todo momento. Aunque también hay una gran similitud, porque en el estudio de lo académico, uno no para hasta que lo aprende y entiende (sea por obligación o por interés) y lo mismo pasa en lo extraescolar, intentar hasta que salga, al menos, lo mejor posible aunque siempre se puede ser un poco mejor. Además en los dos ámbitos siempre hay gente ayudándote y apoyándote, tu familia, amigues, profesorxs, etc, que hacen más llevaderos los ‘fracasos y más felices las ’victorias’, aprobar un examen, cocinar bien unas salchichas, desaprobar un oral o quizá se te quemaron los brownies, pero siempre hay alguien dispuesto a enseñar y uno está dispuesto a aprender, porque si esto segundo no ocurre también hay un problema ya que si no quiere, no lo va a hacer”.

Finalmente, Valen nos deja una reflexión sobre sus propias reflexiones y nos recuerda que aprendemos todo el tiempo, de manera natural y que muchas veces (aprendamos o no “eso” que se supone que tenemos que aprender o que queremos aprender) aprendemos a aprender: “escribir sobre estos temas (y más en relación a mí) siempre me cuesta mucho, así que, fue muy divertido además analizar cosas que hago todo el tiempo que no tomaba en cuenta. Me pasó que a medida que iba respondiendo se me iban ocurriendo más cosas que agregar en otras preguntas y se me descontrolaba todo. Pienso que cada persona se arma sus herramientas a medida que va indagando y probando distintas formas. Creo que el ‘cómo’ aprendemos depende de lo que estás aprendiendo, ya que aprender una formula de Física para aplicarla en un problema no es igual a aprender la historia de un país o a hacer una torta, por decir ejemplos. Igual pienso que todo el mundo puede aprender cualquier cosa si se intenta, y tiene ganas de hacerlo, siempre hay nuevas formas de aprender, alternativas para las complicaciones y si que quiere generalmente se logra. Diría que aprender es adquirir conocimientos nuevos, pero en realidad siempre estás aprendiendo, porque en un principio ‘aprendés a aprender, dicho de una forma redundante. Aprendés a entender, a facilitar ese aprendizaje, aprendés valores y aprendés una forma de manejarte en la vida, aprendés a pensar y sacar conclusiones, por ende aprender no es solo ‘agregar conocimientos’, es un crecimiento personal, una forma de conocerse a uno, de definirse. Lo que aprendiste en serio, lo recordás. Y lo que no recordás entonces, ¿no lo aprendiste? Creo que aprender es crecer, porque desde que nacés, aprendés, por ejemplo a mirar, a pestañear, a analizar, a prestar atención, a divertirte, a llorar, a hacer amigos, a amar. El que diga que aprender solo es incorporar conocimientos del estilo escolar, se equivoca”.

* Valentna Pedro (instagram.com/valen.pedro) es estudiante de cuarto año de la Escuela de Educación Técnico Profesional de nivel medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA), tiene 16 años, futura (cirujana) veterinaria, jugadora de hockey en el Club Comunicaciones, está enamorada de sus dos perros, es fanática de las series (mas los dramas médicos), tiene la habilidad de mirar más de 3 series al mismo tiempo, mantener buenas notas y vida social. Es muy fiel a sus ideales y le gusta debatir sobre estos.

martes, 27 de noviembre de 2018

¿Cómo aprende Sofi? Mirar y escuchar para aprender (de y) con Otros.



En este 2018 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.
Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que muches docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestres estudiantes aprendan.
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestres estudiantes para aprender, cómo hacen nuestres estudiantes para aprender en nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden les estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestres estudiantes, cada vez más autónomes. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Sofía Mangini *.

Para empezar, Sofi nos cuenta la metodología que sigue a la hora de estudiar contenidos escolares, que incluye la confección de un prolijo resumen que relee hasta “aprenderlo”: “el método que uso creo yo que es el más usual, y el que me facilita el estudio a mí. Primero lo que hago es leer la bibliografía, en caso de que sean textos lo que tengo que estudiar; una vez que los leo, resalto las ideas más importantes, para luego pasarlas a una hoja, donde hago el resumen. Este resumen, lo hago lo más prolijo y ordenado posible, para facilitarme el estudio del mismo; por ejemplo en el caso de los resúmenes de anatomía que tuve que hacer para el cuatrimestre anterior, hice dibujos de las diferentes parte del cuerpo, como para hacerlo más llamativo también. Este resumen después lo leo varias veces, hasta que logro aprendérmelo”. En línea con la idea de que no se aprenden igual contenidos diferentes y pensando en los aprendizajes de las materias más “prácticas”, Sofi agrega “hago los ejercicios que dan lxs profesorxs y/o busco en internet”.

Cuando reflexiona sobre la manera en que aprende fuera de la Escuela, Sofi destaca la importancia de (mirar, escuchar y) “copiar” a otras personas y se le vienen a la memoria las “caídas” y los tropiezos lógicos de cualquier aprendizaje: “aprender las cosas cotidianas, las cosas que no hay un libro que te diga lo tenés que hacer, o no haya una serie de pasos estrictos que seguir, las he aprendido y sigo aprendiendo mirando a las demás personas y escuchándolas. A andar en bicicleta, me ensañaron mis papás, un día me subieron a una bicicleta con dos rueditas, y era practicar y practicar, después me sacaron una de las rueditas de apoyo y así hasta que me sacaron ambas rueditas de ayuda, y era caerse y levantarse y mirar a como lo hacían los demás. Después a atarme los cordones, si mal no recuerdo aprendí con un cuento, de un conejo. Y a patinar, que es el deporte que actualmente hago, aprendí cuando tenía más o menos cinco años, al principio también me caía todo el tiempo, estaba llena de moretones en las piernas, hasta que logré tener el equilibrio para deslizar sin caerme, y a saltar y hacer trompos, aprendí mirando a mis compañeras, con ayuda de mis entrenadoras, sin tener miedo a caerme (que es lo más importante) y como todo aprendiendo de cada caída. También para aprender a bailar, mire a otrxs personas, vi videos y aprendí de muy chica, lo cual hace que tenga mayor facilidad, si se podría decir, para bailar”.

Al relacionar o comparar aprendizajes académicos y no académicos, Sofi vuelve sobre la importancia de “otras personas”, de los ensayos (“prueba y error”) y de la necesidad de explorar, investigar y aventurarse en esos nuevos aprendizajes: “yo creo que ambos aprendizajes tienen algo similar: para hacer la mayoría de las cosas uno se basa en lo que anteriormente hizo otra persona o ha visto que haya hecho otra persona. Es natural del ser humano y también de los animales copiar lo del otro. También se pueden realizar acciones por instinto, como por ejemplo todos los seres vivos saben cómo cuidar a sus hijos o como reproducirse, entre otros.  Después de haber visto lo que hizo el otro, uno puede sacar sus propias conclusiones y ver cuáles son las actitudes que le conviene tomar de acuerdo con lo que quiera conseguir o a lo que quiera llegar. Y también todo se trata de prueba y error, si intentaste algo y te salió mal, ver por qué te salió mal, intentar cambiar eso y seguir con lo mismo o ver si podes llegar a lo mismo de otra forma, por ejemplo en el caso de estudiar, si no te sirve una manera de estudiar tenés miles de opciones para estudiar y no te tenés que cerrar en una sola opción, porque alguien te dijo o porque viste a alguien estudiar así, también se trata de aventurar, investigar por tus propios medios, y así ver de qué manera te resulta más fácil, que método y qué forma”.
 
Finalmente, Sofi nos recuerda que podemos olvidarnos las cosas que “aprendimos” de memoria (o que aprendimos “sólo para una prueba”) pero que aquellas cosas que “aprendimos” de manera significativa quedan para siempre y que “aprender” (sea lo que sea) requiere de tiempo, práctica y esfuerzo: “algunas cosas que uno aprende para una prueba, las más irrelevantes, la mayoría de las personas se lo olvidan, las cosas que son más de leer una bibliografía. Pero las cosas que unos aprende con práctica, ya sea desde aprender a andar en bicicleta, atarse los cordones o aprender a bailar una coreo, como hacer algo con animales o plantas, uno a medida que lo hace y práctica, se acuerda y no te lo olvidas. La mayoría de las cosas igualmente nunca van a salir de un instante al otro, siempre requieren su práctica, la cual va a llevar mayor o menor tiempo, dependiendo de la facilidad de cada unx para hacer determinada cosa”.


* Sofía Mangini (@sofi_mangini) es estudiante en la Escuela Agropecuaria de la UBA, va a cuarto año. Va todos los días al colegio y cuando no, está en patín. Ama ir al campo, estar con animales, familia y amigos. Piensa estudiar Veterinaria y tener su propia clínica veterinaria para animales grandes en  provincia de Bs. As.

martes, 20 de noviembre de 2018

Vocación y compromiso social para lograr la (trans)formación del Otro. (Entrevista a Mateo Labanchi Alurralde)



Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Mateo Labanchi Alurralde *.

En sus primeras reflexiones, Mateo trae la idea de “vocación” y la propuesta del docente guía y nos invita a “ponernos la vara bien alta” en ese intento transformador.

  • Mateo, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Pregunta difícil, no creo que haya una respuesta única. Hoy en día tanta gente se dedica a la docencia, incluso sin una formación pedagógica, sólo académica (que no implica ser mal docente); pero es poca la que tiene vocación de docente. Esa palabra me parece muy importante: “vocación”. Tener vocación por la docencia es lo que te define como docente. ¿Vocación de qué? Yo lo asocio a la vocación de enseñar, lógicamente, pero también de transmitir, de buscar generar una transformación en el otro. Un docente es alguien que, tomando el papel de guía, te marca de algún modo. Los docentes que te marcan son los que lograron ayudarte a mostrar una mejor versión de vos mismo y es por eso que quedan en nuestra memoria.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Varios. Siempre comienzo con altas expectativas. Creo que uno tiene que ponerse la vara bien alta. El fracaso no pasa por no cumplir el objetivo al final de la cursada sino por no haberlo intentado, habiendo hecho todo lo posible para alcanzarlo. Obviamente uno siempre aspira a que los estudiantes aprueben la materia, ya que es el objetivo de la mayoría de ellos y uno quiere que lo cumplan. En lo personal mi objetivo es generar algo positivo en ellos, que se lleven algo más que el “aprobado”. Que recuerden la cursada como una buena etapa de su vida, de la cual sientan que se fueron mejor de lo que llegaron, y haber sido partícipe activo de esa transformación.

A la hora de pensar en las características que deberíamos tener les docentes, Mateo prioriza el compromiso social y la habilidad para construir vínculos con les estudiantes y para escucharles adecuando las propuestas didácticas a sus intereses y motivaciones.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de les estudiantes?
  • Cada docente tiene sus propias marcas, tanto personales como de trayectoria. Pero sí creo que lo que no debería faltarle a ningún docente es un fuerte compromiso social y para con la educación; no dejar de lado la realidad que se vive en torno al ámbito educativo y dentro de éste, llevarla al aula, trabajarla, aplicarla. Si el docente pretende que el estudiante viva un proceso de transformación en la cual se vuelva un sujeto más pensante y más crítico es indispensable que lo haga en pos de la realidad en la cual se desenvolverá en un futuro, para comprometerse con la misma, querer cambiarla, mejorarla. Darle ese contexto motiva mucho al estudiante y facilita el aprendizaje. Otra característica importante que he visto que facilita mucho el aprendizaje es el compromiso del docente con la generación de un vínculo, generalmente ocurre como característica personal más que como profesional. Preocuparse por la situación personal y académica del estudiante, de su trayectoria durante la cursada, tener en cuenta su opinión sobre los métodos de enseñanza.

Cerrando la entrevista, Mateo nos recomienda los capítulos de “Escuela de maestros” y un texto del siempre provocador y movilizante Pablo Gentili, retoma la cuestión del compromiso social y la necesidad de “contextualizar” la tarea docente y cita a Darío Sztajnszrajber para volver sobre la idea de una Educación que busca la transformación de las personas.

  • Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes la lectura de un libro, una canción, una película o algún video, ¿qué nos recomendarías y por qué?
  • Los capítulos de “Escuela de maestros” de Educ.ar y el texto “Un Zapato perdido o cuando las miradas saben mirar” de Pablo Gentili. Ambos conocidos gracias a mi madre María Belén Alurralde, docente de nivel primario a quien admiro profundamente. Los elegí porque ambos remarcan la importancia de la educación como estandarte en la lucha contra la desigualdad social y lo vital que es en las zonas más marginadas de nuestro país. Una persona muy cercana me dijo una vez “siempre sostuve una teoría. Que los mejores maestros y maestras son los de las escuelas pobres”. Al principio me chocó un poco, me pareció que la frase dejaba afuera a muy buenos docentes. Pero después pensé “sí, muy buenos docentes pero con objetivos distintos”. Ahí entendí que aquella persona tenía muy en claro cuáles deberían ser los objetivos de la educación y de los docentes, y entonces su teoría pasó a tener mucho más sentido.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Espero que esos objetivos se hayan dejado ver a lo largo de esta entrevista, pero está bueno pasar en limpio el borrador y cerrar con eso. Por mi edad y por mi corta trayectoria docente me gustaría centrarme más en cuáles “deberían ser” los objetivos, entendiéndose como parte de un proyecto a futuro, que espero me encuentre como docente y partícipe. Sin dudas, en mi opinión, los objetivos de la educación deberían ser la equidad, la igualdad y la formación de personas con una mente más crítica y pensante. Citando a Darío Sztajnszrajber: “creo que la función docente cada vez menos tiene que ver con los contenidos y cada vez más con provocar un acontecimiento educativo que es otra cosa, que es inspirar a que los estudiantes busquen su propia transformación”. La educación debe ser el camino por el cual las personas puedan adquirir conocimientos que les permitan tener las mismas posibilidades, teniendo muy en claro que no todos comienzan ese camino de la misma manera. Vuelvo a insistir, el docente y la educación no pueden ser ajenos a las realidades sociales de la población que pretende educar. Deben contagiar en la población la idea de que la educación es la mejor herramienta que tiene la sociedad para vencer las barreras socioeconómicas que hoy en día se han marcado tanto. Siempre recuerdo la frase de un docente que estimo y admiro muchísimo y que sin dudas marcó mucho mi carrera docente: “no tenemos que formar profesionales veterinarios que produzcan más, sino que aprendan a distribuir mejor”.

* Mateo Labanchi Alurralde es estudiante de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires, ayudante de segunda de la cátedra de Química Biológica, concurrente de la cátedra de Clínica de Rumiantes y pasante del Tambo de Pequeños Rumiantes de dicha facultad.