viernes, 29 de noviembre de 2019

El fracaso de algun@s como “garantía” del éxito de otr@s.


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 7 de Agosto de 2017:


¿Qué pensaría la sociedad (por no decir “la gente”) de una Escuela secundaria en la que ningún estudiante de ningún año se llevara jamás ninguna materia a Diciembre? ¿Qué pensarían l@s propi@s docentes de esa Escuela, las propias autoridades, l@s propi@s estudiantes y sus familias?
        
         ¿Qué pensaría la comunidad académica de una Facultad (de una Universidad) en la que ningún estudiante de ningún año desaprobara jamás el examen final de ninguna materia de la carrera? ¿Qué pensarían l@s propi@s docentes de esa Facultad, las propias autoridades, l@s propi@s estudiantes y sus familias?

         L@s dejamos pensar un rato y seguimos…

       ¿Lo pensaron? ¿Qué creen que pensarían esos actores? ¿Qué pensarían ustedes mism@s? ¿Qué sentirían?

        L@s dejamos, como diría el genial (y extrañado) Eduardo Galeano, “sentipensar” un poco más y seguimos…

         ¿Lo pensaron? ¿Qué pensarían ustedes mism@s? ¿Qué sentirían?

En serio. Si quieren detengan aquí la lectura, dénse un tiempo para pensar (y tal vez escribir) y retomen la lectura en otro momento. Como cuando Adrián Paenza nos propone a mitad de sus notas en Página 12 que no avancemos en la lectura, que pensemos, que no leamos la “solución”, que nos demos (el tiempo y) la oportunidad de pensar.

En este caso, lo que sigue no implica ningún tipo de “solución” pero aún así ensaya, no una respuesta pero sí, una manera de pensar la pregunta, por eso insistimos en que lo piensen a ver qué sale.

Ahora sí… ¿Qué pensaría la sociedad (por no decir “la gente”) de una Escuela secundaria en la que ningún estudiante de ningún año se llevara jamás ninguna materia a Diciembre? ¿Qué pensarían l@s propi@s docentes de esa Escuela, las propias autoridades, l@s propi@s estudiantes y sus familias? ¿Qué pensaría la comunidad académica de una Facultad (de una Universidad) en la que ningún estudiante de ningún año desaprobara jamás el examen final de ninguna materia de la carrera? ¿Qué pensarían l@s propi@s docentes de esa Facultad, las propias autoridades, l@s propi@s estudiantes y sus familias?

Dice Philippe Meirieu que “el objetivo de las escuelas democráticas, como la escuela argentina, es hacer acceder, no a una parte de los alumnos, sino a la totalidad de los alumnos a una ciudadanía lúcida” y agrega que, como eso significa que su principio de funcionamiento no es más el de la selección sino la formación de todos, esto “plantea una verdadera dificultad psicológica y política para los docentes” ya que “vivimos con el recuerdo de un sistema donde el fracaso de una parte de los alumnos es una suerte de garantía del éxito de los otros”. El reconocido pensador francés agrega que “las democracias son ambivalentes respecto a sus escuelas porque quieren a la vez que todos los alumnos aprueben pero cuando todos aprueban sospechan a las escuelas de ser demagógicas y de no asumir claramente su función de selección y de preparación para las funciones sociales”.

De nuevo, por si pasó desapercibido en la lectura de las palabras de Meirieu“el fracaso de una parte de los alumnos es una suerte de garantía del éxito de los otros”. Terrible, ¿no?

¿No se supone que una de las funciones de las instituciones educativas (tal vez la menos importante pero, seguramente, la más valorada y reclamada por propios y extraños) y uno de los objetivos de los docentes (tal vez el menos importante pero, seguramente, el más valorado y reclamado por propios y extraños) es lograr que l@s estudiantes “aprendan” los contenidos de los programas de sus materias?

Y, ¿no se supone que si las instituciones educativas (y sus docentes) realizaran (relativamente) bien esa tarea y l@s estudiantes (efectivamente) aprendieran deberían luego, sin mayores problemas, aprobar todas las evaluaciones (medianamente honestas) que tengan por objetivo demostrar que l@s estudiantes aprendieron lo que (de haber ocurrido todo lo anterior) efectivamente “aprendieron”?

Y ahora, ¿qué pensarían de una Escuela secundaria en la que ningún estudiante de ningún año se llevara jamás ninguna materia a Diciembre? ¿Qué pensarían de una Facultad (de una Universidad) en la que ningún estudiante de ningún año desaprobara jamás el examen final de ninguna materia de la carrera?

jueves, 28 de noviembre de 2019

Un espacio que propicie el encuentro con Otros para aprender juntos. (Entrevista a Malena Baur Noblia)


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 31 de Julio de 2017:


En sus primeras respuestas, Male caracteriza al docente como alguien que guía y se involucra afectivamente en el proceso de aprendizaje de sus estudiantes y como alguien apasionado que contagia esa pasión y genera la confianza necesaria para que l@s estudiantes se animen a debatir, a equivocarse y, también, a aprender.

  • Male, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mí un docente es una guía, un intermediario entre los estudiantes y el objeto de estudio, para que lo que se aprenda no sea algo que se olvide posteriormente, sino que sea una herramienta para nosotros a lo largo de nuestra vida profesional, académica y no académica. Un buen docente no es simplemente un transmisor de conocimiento, sino que es alguien que se involucra en el aprendizaje marcando incluso afectivamente ese proceso, vinculándolo a distintas formas de dar la clase, ya sea ingeniando estrategias para hacer más asimilables la complejidad de temas que se suelen tratar, haciendo que el conocimiento no quede como concepto aislado, sino como una red de sucesos y momentos integrales al aprender. Para mí de esa forma el conocimiento se fija más fácilmente que capaz leyendo un libro de forma solitaria, por eso creo que es tan importante la presencia del docente y su relación con sus estudiantes. Pero además creo que tiene que ser un apasionado de su profesión, porque el entusiasmo para transmitir eso que tanto te gusta hacer es percibido por el otro generando más empatía con lo que se estudia. Además me parece que es importante que haya una participación real de los estudiantes en las clases, que se arme una construcción del aprendizaje y no una relación unidireccional en la que el profesor enseña porque sabe y los alumnos escuchan y aprenden porque no lo saben, creo que ese feedback ayuda al aprendizaje de los alumnos en cuanto a los nuevos objetos de estudio y a los docentes que también se nutren de lo que los ellos les transmiten.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Dando por sentado que el profesor tiene una formación académica y profesional consolidada, creo que debe tener distintas alternativas de enseñanza para facilitar el aprendizaje, dar clases dinámicas en las cuales participen tanto alumnos como profesores, generar un ambiente de confianza para que los alumnos puedan sentirse cómodos para despejar dudas e incluso para debatir distintos temas, que los profesores conozcan a sus alumnos y sepan las dificultades particulares que puede presentar cada uno, para así poder organizar una clase inclusiva que le sirva a todos, aportar distintos medios de comunicación y de discusión de la materia, aprovechado las tecnologías para que lo que se genere en el aula no quede ahí y pueda seguir discutiéndose y hacer que el proceso sea más continuo.

A la hora de relatar los objetivos que se pone cuando comienza una cursada, Male coincide con anteriores entrevistad@s y, además de mencionar los objetivos de aprender y entender, agrega el de aprobar. Eso sí, diferencia claramente cuestiones que suelen confundirse como aprender, estudiar y aprobar.

  • ¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?
  • Siempre que comienzo una cursada, mi objetivo claramente es poder aprender más y entender pero también aprobar la materia, muchas veces logro ambas cosas y me genera mucha satisfacción, pero me ha pasado muchas veces de estudiar mucho y, aun así, no poder aprobar la materia y también me ha pasado de estudiar poco o de memoria y aprobar, realmente en este último caso creo que es como un desperdicio porque realmente no me queda nada de esas materias, no las pude aprovechar, en cambio en el otro caso siento que estoy más formada y que estoy más preparada y motivada para seguir avanzando. Me parece que por eso es muy importante la relación entre los profesores y los estudiantes, como dije antes, creo que si hay un ida y vuelta y una participación de todos se facilita mucho el estudio, haciendo que aprendamos y también aprobemos.

Cerrando la entrevista, Male nos recomienda una película de Nicholas Hytner y nos recuerda que el “hecho educativo” (el “poder de enseñar” y el “deseo de aprender”) ocurren con Otros y que es en la construcción de esa Otredad, en la construcción de vínculos con esos Otros y con el conocimiento que se define gran parte de la manera en que aprendemos (o no).

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción, una película o algún video que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Recomendaría la película “The history boys”, en la película se ve la presión que hay en la sociedad de ir a una universidad de prestigio y como hace un grupo de amigos para lograrlo, además muestra la relación de ellos con los docentes y con las autoridades de la escuela en la que están y como ellos influyen es su preparación para conseguir su objetivo que es entrar a la universidad de Cambridge o de Oxford.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Yo creo que el objetivo de la educación es acompañar en el proceso de aprendizaje, brindar herramientas para que cada uno pueda descubrir su propia meta o propósito y que también en el encuentro con otros pueda construir algo mejor, nutriéndose de lo que sabe y de lo que aprende del otro. Para esto es necesario que se garantice el encuentro entre los principales actores de la educación: los compañeros de clase y los profesores, además del lugar de encuentro que es la escuela o la facultad, donde se generan discusiones entre distintas personas que piensan diferente y con otros puntos de vista, haciendo que podamos enriquecernos de esas diferencias y tomar lo que nos parezca provechoso del otro para incorporarlo a lo propio y así logra acercarnos más con lo que queremos lograr.
 
Malena Baur Noblia (@malebaur) se crió mitad en el campo -en la ciudad de Vedia, provincia de Buenos Aires- rodeada de caballos, perros y primos (de chiquita siempre le gustaron los animales), y mitad en la ciudad, en Buenos Aires. Hizo la primaria y la secundaria en el colegio Lengüitas. Su mamá se sorprendía porque no faltaba nunca, no sabía que en realidad iba a pasarla bien con amigos y profesores que no sólo le pusieron notas (o la mandaron a diciembre). Después de un tiempo de dudar con biología, empezó la carrera de Veterinaria en la UBA. Sufre un poco con algunas materias, pero al final del día se da cuenta que un poco le gusta porque le da clases magistrales de lo que aprendió a su mamá y su hermana mientras comen las milanesas de la noche, y usa a sus dos perras (Rosa y Florence) para repasar los huesos, los dientes y lo que se le ocurra. Desde que arrancó la carrera, cuando va a Vedia ya no le dedica tanto tiempo al boliche y se la pasa en el tambo con su tía Fernanda (más amante de los animales que ella). Si tuviera que decir algo de ella misma, se declara una militante del nesquick y las vainillas a cualquier hora, de las salidas con sus amigas, del amor a su familia y a sus perras.

miércoles, 27 de noviembre de 2019

El “cubo Rubik”, el maestro ignorante y l@s estudiantes emancipadores (Segunda Parte)


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 23 de Julio de 2018:




         Aquí estamos, otra vez, para retomar/continuar el relato de mi historia/experiencia con el cubo Rubik. Por si no lo recuerdan en la primera parte de esta entrada les conté que hace unos años, en la Escuela secundaria donde trabajo se puso de moda (como ocurriera décadas pasadas) el famoso Cubo Rubik. L@s estudiantes lo armaban (algun@s a gran velocidad), intentaban aramarlo (o se “enseñaban” cómo) no sólo en los recreos y almuerzos sino también durante las clases.

En una clase en la que varios de mis estudiantes lo armaban (o intentaban armarlo) un@ de ell@s se me acercó y me preguntó “Profe, ¿sabés armarlo?”, a lo que yo respondí: “No, no sé armarlo. Y siempre me pareció algo absolutamente imposible para mi”. El estudiante me miró asombrado y me retrucó:

“No, es refácil. Vas a ver! Si yo te digo cómo aprender, como hice con él (señalando a un compañero) lo aprendés seguro!”

Como conté en la entrada anterior, su “método consistía”, como él mismo lo definió, en “mirar unos videos, practicar y listo” y ante mi pregunta “¿No sería más fácil si vos me enseñás o me mostrás como se hace y yo aprendo?” me respondió “No! Eso es imposible! Si yo te muestro, te explico, te digo lo que hago o trato de enseñarte pero lo hago yo, no lo vas a aprender”.

Sabiendo que voy a spoilear el final de esta historia/experiencia, déjenme anticiparles que, dos semanas después (tal como ell@s mism@s habían sugerido) y no cuatro, llegué feliz a la clase y ante la esperada pregunta “¿Y, profe? ¿Aprendiste a armarlo?”, respondí “Sí! Al final de la clase les muestro”.

Cuando estaba terminando la clase, les pedí uno de sus cubos y, ante su atenta (¿evaluadora? ¿inquisidora? ¿curiosa? ¿orgullosa de mi?) mirada, empecé a “armarlo”. Me equivoqué en una parte en la que solía equivocarme pero como me di cuenta pude “corregirlo” sobre la marcha (uno de ellos dijo “sí, eso pasa siempre”) y, finalmente, luego de unos minutos, lo armé! Recibí los (merecidos) aplausos, les dije que la semana que viene quería conversar un poco con ell@s sobre lo que (yo creía que) había “pasado” (o acontecido) ahí y me fui.

Ahora volvamos un poco para atrás y/o para adelante. 

¿Cómo había aprendido (yo) a armar el cubo Rubik?
¿Qué (no) habían hecho mis “estudiantes/docentes” para que yo (lo) aprenda?
¿Por qué no lo habría aprendido a armar si me lo “explicaban” o me enseñaban/mostraban “en vivo”?
¿Cómo (o por qué) aún hoy (y seguramente por muchos años más) si me dan un cubo puedo armarlo?
¿Qué (no) había ocurrido allí?

Sin ningún ánimo de responder estas preguntas, convencido de que las “mejores respuestas” (si es que existe algo así) para cada u@ serán las (propias) respuestas que a cada un@ le generen estas preguntas y, sin profundizar demasiado en las conversaciones posteriores que tuve con l@s estudiantes y con otr@s docentes (en un taller que armamos para reflexionar y conversar sobre este tema), me permito dejar algunos “puntos del ovillo” de donde empezar a tirar.

Entendiendo que no se aprenden igual “conceptos teóricos” que “destrezas” o cuestiones prácticas (como “armar” el cubo) empiezo por la obvia dificultad que representa enseñar (mostrar) a “hacer algo” de manera expositiva. ¿Cómo le explicarían a un extraterrestre la manera en que debe poner los labios, la lengua y la boca para (soplando de cierta forma) pronunciar la letra “f”?

Antes de dejarl@s a ustedes (y a sus presupuestos, experiencias y sensaciones) “a solas” con mis preguntas, quisiera proponer otro lugar (o mejor, un lugar Otro) desde donde pensar(lo). Partiendo de la base de que esos tutoriales (que el estudiante había definido como “un gallego que te explica cómo armarlo”) eran una cosa, un algo (podría haber sido un libro, un audio, una maqueta o lo que fuera) que ell@s me habían dado (la Derridiana cuestión del “don” queda para otra entrada) para que yo (mi voluntad y mi inteligencia) interactuara con esa cosa (en este caso, esos videos) retirándose ell@s (o, al menos, sus inteligencias) del acto (haciéndolo así) profundamente emancipador, me da la sensación de que lo que hicieron fue someter (por usar el término que el propio Ranciere usa) mi voluntad a la suya de una manera tan “simple” y conocida como es que un alguien desafíe a un Otro. Que un grupo de estudiantes desafiara a un docente (en este caso a uno al que no le gusta perder a nada y que es sumamenete competitivo) había alcanzado para “someter” mi voluntad (¿motivación?) y para encerrarme en ese “círculo” que proponía Jacotot pero ell@s habían retirado sus inteligencias (y las “escolares” y embrutecedoras explicaciones) de ese acto para dejarme (a mi) aprender.

Como dice Ranciereno se trata de aprender “sin maestro” sino “sin maestro explicador”:

“Los alumnos habían aprendido sin maestro explicador pero no por eso sin maestro. Antes no sabían y ahora sí. Por lo tanto, Jacotot les había enseñado algo. Sin embargo, no les había transmitido nada de su ciencia. En consecuencia, no era la ciencia del maestro aquello que el alumno aprendía. Jacotot había sido maestro por el mandato que había encerrado a sus alumnos en un círculo del cual sólo ellos podían salir, había retirado su inteligencia del juego, permitiendo que la inteligencia de sus alumnos se enfrentara con la del libro.” (“El maestro ignorante”, Jacques Ranciere)

Cambiando “libro” por “videos tutoriales y cubo”, no es que mis estudiantes no hubieran hecho nada, sino que (sólo) hicieron “otras cosas”. Y, por último, para no seguir “tirando de hilos” que condicionen los hilos de los que cada un@ quiera tirar, tenían absoluta confianza en que yo iba a aprender(lo)! Y así me lo hicieron saber todo el tiempo!

Ahora sí, l@s dejo a ustedes con mis preguntas (y con otras preguntas que quieran agregar), sus presupuestos, sus experiencias, sus sensaciones y, tal vez, sus (propias) respuestas:

¿Cómo había aprendido (yo) a armar el cubo Rubik?
¿Qué (no) habían hecho mis “estudiantes/docentes” para que yo (lo) aprenda?
¿Por qué no lo habría aprendido a armar si me lo “explicaban” o me enseñaban/mostraban “en vivo”?
¿Cómo (o por qué) aún hoy (y seguramente por muchos años más) si me dan un cubo puedo armarlo? 
¿Qué (no) había ocurrido allí?

martes, 26 de noviembre de 2019

El acto pedagógico como ese acto misterioso que, considerando a les estudiantes sujetos de pleno derecho y constructores de su propia experiencia de aprendizaje, busca crear, inventar y salirse del libreto. “Los 5 libros para tu (trans)formación” de Constanza Miscione.


En este 2019, el Blog #AsíFuimosAprendiendo incorporó una nueva “sección” en la que referentes del campo educativo, docentes y estudiantes nos invitan a leer 5 libros que les (trans)formaron, les conmovieron, les ayudaron a repensar sus prácticas o que, por algún motivo, creen que estaría bueno que otres docentes (y otres estudiantes) preocupades por “la Educación” y los aprendizajes, los leamos.
En esta entrada es un placer publicar “los 5 libros para tu (trans)formación” de Constanza Miscione *.
        


“La causa de los adolescentes” de Francoise Dolto (1988).
Si bien es un texto que hace foco en la clínica psicoanalítica y lo leí como lectura obligatoria de alguna de las materias de la carrera, fue mi primer encuentro con la ética que aborda a los adolescentes como sujetos de pleno derecho. Ubico aquí en este libro mi primer estímulo a trabajar con adolescentes. Dolto, con un lenguaje sencillo pocas veces visto en el psicoanálisis, nos invita magistralmente a pensar el desarrollo del adolescente, el lugar del deseo y la palabra, las relaciones humanas, la educación, la importancia del contexto social y cultural. 

“Los artesanos de la enseñanza”, de Andrea Alliaud (2017).
Desde el comienzo del libro, la autora describe al estudiante moderno ya no como un mero sujeto obediente, sino como constructor de su propia experiencia escolar. Enseñar hoy no se trata sólo de transmisión de contenidos, es ante todo, crear, inventar y salirse del libreto, ya que el método de la enseñanza debe abrirse a lo nuevo. Alliaud toma aquí de Richard Sennett el concepto de “artesano” como el “deseo de realizar bien una tarea, sin más” (2009, p. 20). La artesanía supone una tarea que va más allá que el mero hecho de realizar un trabajo manual. La autora retoma y analiza la relación entre el concepto mencionado y el oficio, postula que la enseñanza está anclada en un oficio. Pero lo particular del oficio del que enseña es que nunca se está seguro de los efectos de su producción. En el acto pedagógico hay algo misterioso. Se puede hacer todo para que se produzca, pero no se puede desencadenar de forma mecánica. Alliaud invita a los maestros a construirse y reconstruirse. En esa tarea, la clave no está en las variables personales ni en las institucionales, sino en el oficio.

“Pulgarcita”, de Michel Serres (2013).
Vi que alguien ya recomendó esta lectura en este Blog, para no sonar redundante seré breve: lo recomiendo como lectura interesante en estos tiempos de ciudadanías digitales, es una lectura por momentos compleja ya que nos interpela como adultos, como docentes, como maestros. Es un texto que pretende ser un ensayo, para mí es un manifiesto, que nos invita a pensar, con ironía, en pedagogías situadas.

“Las ciudades invisibles”, de Italo Calvino (1972).
Este libro es una colección de descripciones de ciudades fantásticas. Las descripciones son similares a pequeños cuentos con temáticas como el deseo, la muerte o los símbolos, entre otros. De todos ellos elijo “Ersilia”. La breve historia de los hilos de Ersilia es evocadora, nos despierta analogías, nos invita a la reflexión, a la invención. Cuando lo trabajo con adolescentes o en formación docente conmueve y enciende luces o conexiones aquí y allá. Cuando lo trabajamos, suceden en general reacciones varias. Este es el poder de las narrativas en el aula: crear climas, propiciar reflexiones, estimular. Ersilia nos permite una inmersión a través de este relato en el mundo de las relaciones, de los puentes, de esos hilos que nos relacionan más allá de nuestra presencia. Y todo ello podemos también pensarlo en clave de narrativas digitales.

“El último encuentro”, de Sandor Marai (1942).
Y para finalizar, un texto literario, una novela. Dos hombres ya grandes, que de jóvenes fueron grandes amigos, se citan a cenar tras cuarenta años sin verse. Entre ellos un secreto cruel, el recuerdo de una mujer. Es un duelo sin armas. Los temas que se abordan en esta novela son la amistad, la soledad, la pasión, la traición y el dolor que ésta produce, todos ellos dan origen a una larga y profunda reflexión sobre las debilidades del ser humano y sus limitaciones.

* Constanza Miscione (@constanzamisc) es Licenciada en Psicología (UBA) con especialidad en Educación. Trabaja como docente en colegios de nivel medio de CABA, asesora pedagógica GCBA y formación docente en Escuela de Maestros (CABA).

lunes, 25 de noviembre de 2019

El “cubo Rubik”, el maestro ignorante y l@s estudiantes emancipadores (Primera Parte)


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 17 de Julio de 2018:


En los últimos años, en la Escuela secundaria donde trabajo se puso de moda (como ocurriera décadas pasadas) el famoso Cubo Rubik. L@s estudiantes lo armaban (algun@s a gran velocidad), intentaban armarlo (o se “enseñaban” cómo) no sólo en los recreos y almuerzos, sino también durante las clases.
        
         Personalmente no me molestaba en absoluto pero sí me llamaba la atención, no sólo porque yo nunca había podido “armarlo” (incluso lo consideraba algo absolutamente imposible para mi) sino porque en una época de tanta “conectividad”, de tanta abundancia de información (y desinformación) en todo tipo de pantallas y de tanta dificultad para “captar la atención”, este cubo (que fue inventado en 1974, por el escultor y profesor de arquitectura húngaro Erno Rubik) era, para mi, un analógico “juguete de mi época”.

         Esta entrada (en realidad, “estas entradas” ya que, para que no sea tan larga, irá en dos partes) podría tratarse de la historia del cubo, de la vida de Rubik, de la (mucha) Matemática que tiene detrás (o adentro) o de sus (muchos) posibles “usos pedagógicos” pero no será así. Esta entrada pretende, simplemente, contarles una historia, mi historia con el “cubo Rubik” y mis estudiantes, en fin, mi experiencia. Como toda experiencia, es (o fue) personal y ni siquiera es (o fue) lo que yo hice sino lo que a mi me pasó (o me pasa), lo que la experiencia “me hizo”.

         Aún así pensé que contarles esta historia/experiencia podría tener (en ustedes) algún efecto, podría tener (para ustedes) algún valor formativo o podría ser (para ustedes) insumo para la reflexión sobre nuestras prácticas ya que, al menos para mí, definitivamente lo fue (o lo es).

         Como les decía al principio de esta entrada, hace unos años en la Escuela secundaria donde trabajo se pudo de moda el “cubo Rubik”. En una clase en la que varios de mis estudiantes lo armaban (o intentaban armarlo) un@ de ell@s se me acercó y me preguntó“Profe, ¿sabés armarlo?”. No tengo inconvenientes en reconocer (las veces que sea necesario) mi desconocimiento sobre muchísimas cuestiones (incluídos muchísimos conceptos de mi asignatura) o mi falta de respuestas a la mayoría de las (interesantes) preguntas de mis estudiantes pero, en este caso, mi respuesta fue, incluso, más allá y casi como una confesión (o un lamento) le respondí“No, no sé armarlo. Y siempre me pareció algo absolutamente imposible para mi”El estudiante me miró asombrado y me retrucó:

“No, es refácil. Vas a ver! Si yo te digo cómo aprender, como hice con él (señalando a un compañero) lo aprendés seguro!”

Antes de seguir con la historia/experiencia, imaginen mi cara! No me dijo “si yo te enseño”, me dijo “si yo te digo cómo aprender”! Y, encima, estaba seguro de que, a pesar de mi “confesión” (siempre me había parecido algo imposible para mí), yo… aprendería!

Había “resuelto” 400 años de discusión didáctica, había encontrado el “método” que Comenio sospechaba que existía, para que (incluso) yo aprendiera a armar ese analógico “jueguete de mi época”. Antes de que yo pudiera salir de mi asombro (pedagógico) y responder algo, otro estudiante (de l@s que ya se habían “juntado” alrededor de la charla) agregó:

“Te damos dos semanas, en dos Viernes (mi clase era los Viernes) venís y nos mostrás cómo lo hacés.”

Un poco descreído de la posibilidad de “éxito” de esta empresa (aunque no tanto como del hecho de que un alguien pueda, efectivamente, enseñarle algo a un Otro) y algo preocupado por la posibilidad de hacer el ridículo dos semanas después, les contesté:

“No, dos semanas es muy poco. Hagamos cuatro. Les pido un mes.”

Y así fue como el primero de l@s estudiantes (el que me había hecho la fatal pregunta “Profe, ¿sabés armarlo?”) me dio un papelito muy chiquito (sólo un renglón de hoja A4) en el que tenía impreso un link (evidentemente el “método” había sido –y seguiría siendo- “probado” porque tenía varios papelitos iguales) y me dijo:

“Mirá ese video, un gallego te va a explicar cómo empezar. Es el primero de cuatro. Miralos todos, andá practicando y listo.”

Agarré el preciado papelito (haberme entregado un link impreso en un papelito sumaba a la “mística analógica” de la situación) pero, contra todos los principios de filosofía de la Educación en los que creo y, tal vez, abrumado por la situación, me animé a preguntar:

“¿No sería más fácil si vos me enseñás o me mostrás como se hace y yo aprendo?”

La respuesta fue lapidaria:

“No! Eso es imposible! Si yo te muestro, te explico, te digo lo que hago o trato de enseñarte pero lo hago yo, no lo vas a aprender.”

De nuevo interrumpo el relato de esta historia/experiencia para invitarl@s a que imaginen mi cara! El estudiante desconocería a Joseph Jacotot, no tendría idea de quien era Jacques Ranciere, ni habría leído “El Maestro Ignorante” pero su “método” era absolutamente emancipador! Guardé el papelito en un lugar seguro en mi agenda, lo ajusté con un clip (no podía perderlo!) y esa misma tarde ni bien tuve un momento sentado en mi computadora, lo probé para chequear que el link “estaba bien” y que, efectivamente, “conducía” a 4 videos tutoriales de 12, 10, 11 y 8 minutos cada uno.

Para no hacer más larga esta entrada (y para generar un poco de suspenso), l@s invito a volver la semana que viene y leer la segunda parte de esta entrada/historia/experiencia que, como decían las películas o las series “pre Netflix”…

Continuará

viernes, 22 de noviembre de 2019

Dar un signo, con responsabilidad y respeto hacia el Otro, para hacer la Revolución. Microentrevista a Estela Aguilar.


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 12 de Diciembre de 2017:


Primera Parte:



Segunda Parte:



Tercera Parte:





* Estela Aguilar (@estelaa52122049) es Profesora de Filosofía y Ciencias de la Educación, egresada del Profesorado CONSUDEC, en 1971. Trabaja actualmente en el Colegio Secundario “Crear y Ser” y en el Profesorado del Sagrado Corazón de Jesús, en varias carreras.

jueves, 21 de noviembre de 2019

Vínculos, confianza y motivación para proyectar nuestro futuro. (Entrevista a Rocío Rey)


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 5 de Diciembre de 2017:


En sus primeras reflexiones, Rocío nos propone pensar la importancia de la construcción de vínculos entre l@s docentes y l@s estudiantes, de la confianza que allí se establece, de la posibilidad de tomar las preguntas de l@s estudiantes como insumos fundamentales para el desarrolla de la clase y de la motivación para lograr un interés real de tod@s. 

  • Ro, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mi ser docente es tener la capacidad para generar cierto vínculo con el alumno. Transmitirle la confianza suficiente para que crea en sí mismo y que no sienta que sus consultas o sus razonamientos molestan o sean obviados. Es motivar al alumno a que se interese por el tema, que razone, que investigue. Es la única forma de que realmente los contenidos explicados no hayan sido en vano.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Cuando empiezo a cursar mi objetivo principal es no aburrirme. Cuando un profesor va muy rápido o da muchas cosas por sabido, inconscientemente dejo de prestarle atención porque me frustra no poder seguirle el ritmo de la clase. Mi objetivo como el de todos es aprobar, pero hay otros que van más allá de una nota. Siempre espero que el docente pueda llevar una clase dinámica, cuyo hilo conductor sean las preguntas que los propios alumnos hacemos. Pero a la vez que también me pueda brindar un medio para expresarme, para poder contar lo que aprendí, mis razonamientos, y mis frustraciones en cuanto a la materia. Quedaría después en el docente poder resolver esas frustraciones para que no influyan de forma negativa en el aprendizaje de la materia.

A la hora de pensar en prácticas, herramientas o estrategias de l@s docentes que han resultado más exitosas como facilitadoras de los aprendizajes de l@s estudiantes, Rocío relata el caso de un docente de Matemática que cada calse retomaba cuestiones de la clase anterior y que valoraba “el procedimiento” (y la reflexión escrita sobre el mismo) tanto como “el resultado”.

  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes actuales o pasados, resultan o resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
  • Una estrategia que me ayudo bastante son las que presento el profe de matemática Maximiliano. Su materia ya de por si me costaba pero me fue de gran ayuda que todas las clases en un costadito del pizarrón refrescara lo que dio anteriormente. Así como permite partir de la misma base muchos también terminan aburriéndose por ser tan reiterativo. A mí en particular me facilita entender mucho de lo que explica. También me ayudo a que en sus pruebas no sean simples cuentas que aprendes de memoria, sino que también tengas que hacer un texto explicativo acerca de por qué hiciste lo que hiciste. Si bien es una materia donde las cuentas tienen un peso significativo de esta forma te permitía que si te confundiste con un número en la calculadora, pero lo pensaste bien no cuente como erróneo todo el ejercicio.

Cerrando la entrevista, Rocío nos recomienda (como ya lo han hecho otr@s entrevistad@s) que miremos algún capítulo de la famosa serie “Merlí” y nos recuerda que la Educación debe (trans)formarnos como personas capaces de proyectar nuestro propio futuro.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Les recomendaría que vean algún capítulo de la serie "Merli" (es sobre un profesor que da filosofía) porque se puede ver como genera ese clima de confianza y respeto, como todas las clases presenta técnicas nuevas para explicar su contenido y como hace que los chicos se interesen por su materia al explicárselo de forma sencilla con el vocabulario que ellos manejan.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Hacer que los alumnos se interesen por los temas dados y no sientan que es una obligación tener que saberlo. Brindarles herramientas que puedan utilizar en su vida cotidiana, e ir formándolos como personas independientes capaces de llevar adelante obligaciones y proyectos a futuro.

Rocío Rey es estudiante secundaria en la Escuela de Educación Técnico Profesional de nivel medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA)Voluntaria de la Cruz Roja en el área de logística, juveniles y visitas domiciliarias a adultos mayores. A través de juegos enseña primeros auxilios a los nenes del barrio mitre. Es referente del área de “Banco de Vida” de la Cruz Roja filial Saavedra. A pesar de tener una religión atea, participa en un grupo misionero de la parroquia San Juan Bautista ya que comparte el mismo gesto de humildad que realizan allí.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

Creer más en l@s estudiantes para motivarl@s e inspirar sus sueños. (Entrevista a Daiana Caivano)


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 28 de Noviembre de 2017:


En sus primeras respuestas, Dai deja en claro que, en su opinión, la tarea docente no se limita a “lo académico”, rescata la vocación docente y la capacidad de escucha, otorga una gran importancia a la variedad de estrategias y de actividades que proponen l@s docentes y reflexiona sobre la importancia de reconocer a cada estudiante cómo único y contemplar las diferencias en las maneras de aprender.

  • Dai, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mi ser docente es tener la vocación de transmitirle conocimientos académicos y no académicos  a los alumnos, involucrarse con ellos y contemplar que cada uno es diferente a la hora de aprender. Es ser creativo y dinámico planteando recursos didácticos diferentes para que cada alumno pueda encontrarse “cómodo”, sin olvidarse de motivar e inspirar los sueños de cada chico. 

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Lo más importante que tiene que tener un docente para ser facilitador de los aprendizajes es la vocación, motivación de estar frente a una clase transmitiendo conocimientos, ser capaz de escuchar a sus alumnos para identificar las necesidades grupales e individuales durante la etapa de aprendizaje y ser creativo, innovar con propuestas diferentes. Personalmente opino que no cualquiera puede ser docente, hay muchos que simplemente lo hacen “por hacer” y aportan muy poco: solo contenidos teóricos de  forma lineal y poco integradora. Un docente que tiene vocación y motivación se la transmite muy fácilmente a los alumnos, y si el alumno se siente motivado al ir a una clase eso facilita muchísimo a la hora de sentarse a estudiar o investigar. Cuando el alumno recibe propuestas diferentes a las clásicas al principio se produce una expectativa de ¿cómo será? ¿funcionara?, a veces siendo difícil salir de ese “molde” preestablecido que se trae de muchos años atrás, pero después de probar (y hablo por mi experiencia personal estos últimos meses) propuestas nuevas estoy motivada a recibir más y con eso  me doy cuenta de que hay millones de formas de aprender un tema.

A la hora de relatar los objetivos que se pone cuando comienza una cursada, Dai cuenta lo importante que le resulta integrar lo que aprende a los conocimientos previos, la necesidad de que l@s docentes “contextualicen” los contenidos que se trabajan y, por supuesto, el lógico deseo de aprobar la materia para avanzar en la carrera.

  • ¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?
  • Cuando comienzo una cursada lo primero que me propongo es intentar integrar el nuevo contenido al contenido ya aprendido que traigo de otras materias, me parece super importante eso porque siento que voy armando mi propio “rompecabezas” de contenidos, y cuando termina la cursada me siento reconfortada de haberle encontrado un sentido a la materia (aunque a veces no me ha pasado). Respecto a los docentes espero que sean accesibles hacia los alumnos y que nos motiven tanto en lo académico como en lo personal, que además de enseñarnos un contenido teórico o práctico nos enseñen como aplicarlo en la vida profesional, que nos cuenten anécdotas o experiencias de su trabajo. Y lógicamente el objetivo más general pero no menos importante de regularizar la cursada para poder seguir avanzando en la carrera.

Cerrando la entrevista, Dai nos recomienda una película para “creer más en nuestr@s estudiantes” y nos deja una reflexión sobre la Educación y su importancia en la adquisición del pensamiento crítico, la capacidad reflexiva y la construcción de vínculos con otr@s.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción, una película o algún video que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Yo recomendaría la película “un sueño posible”, si bien no es una película que este enmarcada dentro del tema educación me pareció muy interesante el mensaje. De forma resumida trata de un chico que tiene varios inconvenientes en su vida personal pero mucha aptitud para el deporte, pero nadie cree en él hasta que se cruza en su vida con una persona que si lo hace. Para mi mejoraría bastante la práctica docente y la educación en general que los docentes crean más en sus alumnos, en sus aptitudes y puedan apoyarlos e incentivarlos en este  largo camino que es el aprendizaje.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • En mi opinión la educación debe tener por objetivos proporcionar las herramientas para que los alumnos se puedan forman en el área profesional aprendiendo contenidos teóricos y prácticos de cada materia, ser más inclusiva contemplando la situación de cada alumno, fomentar los vínculos entre los alumnos (por ejemplo a través de los trabajos grupales), estimular el pensamiento crítico y la investigación tanto en la clase como fuera de ella.

Daiana Caivano (@daianac11) es estudiante de veterinaria de la Facultad de Ciencias Veterinarias (UBA). Le encanta pasar tiempo al aire libre tomando matesleer libros de aventura, pintar y hacer artesanías. Cuando se reciba le encantaría dedicarse a la clínica equina.

martes, 19 de noviembre de 2019

Educamos para despertar en Otros la curiosidad y el deseo de aprender. (Entrevista a Mariana Ferrarelli)


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 21 de Noviembre de 2017:


En sus primeras reflexiones, Mariana elige el término “educadora” en lugar de “docente”, asocia la idea de “educar” a cuestiones como contagiar, inspirar, acompañar y aprender y ubica al interés (y la motivación) de quien aprende en un lugar central y fundamental para (re)pensar(nos) y repensar nuestras prácticas docentes.

  • Mariana, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Un docente es un buscador de oportunidades, no sólo de aprendizaje, sino también de reflexión, de autoconocimiento, de crecimiento personal y profesional propio y de los demás. A mí me gusta pensarme más como educadora. Me parece que el vocablo docente en sí mismo está asociado a cuestiones más burocráticas, de mercado laboral, de ‘condiciones salariales’ que, si bien no son un aspecto menor en nuestra tarea cotidiana, no alcanzan a cubrir la fibra más profunda  relacionada con la vocación y con la pasión que despierta el aula. A mí el aula me llama, me seduce, me envuelve… es mi ámbito de disfrute y de búsqueda por el sentido de casi todo. No me imagino haciendo otra cosa, allí soy feliz y puedo desplegar mi creatividad y proyectarme como persona, con mi subjetividad y mis ideas sobre el mundo y las personas que me rodean. Educamos para despertar en otros la curiosidad y el deseo de aprender que creo que es lo esencial de nuestro rol y es algo que llevamos con nosotros las 24 horas del día: no me visto de docente cuando entro a la escuela y me saco el traje cuando salgo por la puerta. Educamos las 24 horas del día.  Educar es contagiar, inspirar, acompañar, aprender. Aprender de mis colegas, aprender de mis alumnos; últimamente es de ellos de quienes más aprendo por eso prefiero definirme como alguien que educa y se educa permanentemente.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Me parece que más allá de las cuestiones formales de los contenidos y de las competencias prescritas el objetivo fundamental es lograr que el alumno pueda desempeñar un papel activo en lo que a apropiación de nuevos saberes se refiere. Nadie va a aprender por vos; sos vos el que decide qué y cómo aprender. De manera que insisto con la idea de contagio y de generar en los estudiantes esa fascinación por el conocimiento, ese placer por explorar lo desconocido para que nos interpele y nos conmueva. Creo que el interés personal en algo es el motor de todo. Hasta cuando te falta capacidad o te falta conocimiento si ese es tu interés, si esa es tu pasión, lo vas a conseguir de alguna manera.

A la hora de pensar en las prácticas o herramientas que le han resultado más exitosas como facilitadoras de los aprendizajes de sus estudiantes, Mariana modifica el eje de la pregunta y piensa en “maneras de mirar el aula, de mirar a los estudiantes y de mirar nuestro rol docente” en lugar de estrategias y, en este sentido, piensa en la flexibilidad, la autonomía y la metacognición como horizontes que guían nuestra tarea y nos ayudan a vincularnos con l@s estudiantes de otras maneras.

  • ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas, estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
  • Bueno, la escuela como institución social está afectada por el contexto histórico, económico y cultural en el cual está inmersa. En mi caso fui educada en el paradigma homogeneizante que busca aprendizajes y desempeños uniformes y estandarizados en los alumnos. Creo que el peso de nuestra biografía escolar es si no determinante al menos muy importante, con efectos por momentos invisibles y profundamente arraigados en uno. Y es mediante la reflexión sobre la práctica propia que uno identifica falencias y reconoce la necesidad y el momento en que debe migrar hacia otros modelos para dejar atrás cuestiones que son constitutivas de uno. Es muy difícil pensar en prácticas o estrategias ‘exitosas’ o mejoradas sin ponerlas en comparación con instancia menos felices en las que uno fue protagonista. Definitivamente creo que la gran puerta de ingreso hacia el aprendizaje significativo de los estudiantes se inaugura cuando un docente abraza la diversidad presente dentro del aula. Este proceso no se termina nunca y presenta desafíos de manera constante. Gracias al enfoque de Aulas Heterogéneas que conocí de la mano de Rebeca Anijovich modifiqué mi mirada sobre el aula, sobre mis alumnos y sobre mí misma. En este sentido creo que no hay herramienta o estrategia didáctica más poderosa que la mirada atenta del maestro a las necesidades, intereses, contexto social y cultural, estilos de aprendizaje, y experiencias de sus alumnos. En este marco destaco tres elementos que son fundamentales y transformadores de la enseñanza: la flexibilidad, la autonomía y la metacognición. Ser flexible implica tener la suficiente plasticidad y poder de adaptación para cambiar el rumbo de una clase/ proyecto/ momento cuando el contexto te indica que lo hagas. A simple vista parece una obviedad pero cuando fuiste formado en el paradigma homogeneizante que busca entrenar a los alumnos para obtener en todos ellos el mismo desempeño frenar el desarrollo de la clase expositiva para cambiar de dirección parece descabellado. Que la flexibilidad se convierta en un atributo de tu enseñanza significa también realizar un manejo diverso de los espacios en donde los alumnos van a trabajar, de los tiempos en que van a completar las tareas, y del tipo de actividades que vamos a ofrecer a nuestros estudiantes. Flexibilidad implica preparar un menú de opciones para que nuestros alumnos elijan con cuál trabajar; esto no significa que tenemos que diseñar 58 actividades distintas para una clase numerosa porque puede haber tareas comunes para todos,  pero sí nos abre la posibilidad de darles más de una sola opción para realizar un trabajo. Este elemento va de la mano de otro que también es muy importante que es la autonomía. Graciela Cappelletti propone pensar la autonomía como meta educativa tanto para alumnos como para docentes. El maestro estimula la autonomía cuando se corre el centro de la escena, cuando no pretende direccionar, corregir, controlar y dar instrucciones permanentemente. El alumno gana autonomía cuando sale de su zona de confort y reflexiona sobre su propio aprendizaje para tomar decisiones en contextos reales de autenticidad. En la universidad y en los institutos de profesorado cuesta abordar este aspecto. Esto me lleva a incorporar el tercer elemento que es la metacognicion. Pensar sobre el propio pensamiento, conocer cómo aprendo y qué me resulta más difícil, y cuál es el camino que debo tomar para resolver una tarea me permite como alumno anticiparme a las dificultades y planificar mis estrategias para completar una actividad. Flexibilidad, autonomía y metacognición no son estrategias que conforman un recetario de herramientas para poner en práctica, son maneras diferentes de mirar el aula, los estudiantes y nuestro rol en la clase. Conforman un horizonte que guía todo el quehacer diario y rigen nuestro vínculo con el entorno y las personas que lo habitan. Son caminos que permiten atender la diversidad de intereses y demandas de nuestros alumnos en un marco de justicia social y equidad que abre posibilidades reales para que las personas puedan desplegar sus potencialidades y aprendan de manera significativa para su historia y su contexto social y cultural.

Cerrando la entrevista, Mariana reflexiona sobre un tema más que álgido como es la evaluación, nos invita a pensarla (también) de otra manera, incorporando las (ya no tan) nuevas tecnologías (como los simuladores o las historias transmedia), nos cuenta algunos ejemplos de sus propia práctica que van en este sentido y vuelve sobre la idea del “contagio” y de generar el deseo de aprender de manera colectiva.

  • Si tuvieras que hacer una propuesta de cambio concreto que pudiera aumentar      el compromiso, la motivación y la participación de l@s estudiantes, ¿qué propondrías y por qué?
  • Me parece que la evaluación es una gran cuenta pendiente en cualquier nivel de nuestro sistema educativo. La siento en algunos casos divorciada completamente de lo que ocurre dentro del aula.  Creo que como docentes nos cuesta mucho despegarnos de formatos tradicionales con los que fuimos educados y que un camino posible de cambio es avanzar sobre propuestas de evaluación auténtica  que abordan problemas de la vida real, que conectan la escuela con el mundo exterior y que le permite a los alumnos trabajar sobre desafíos verdaderamente significativos. Una propuesta interesante es la de Citep en la UBA que está trabajando con simuladores.  Me parece que las simulaciones son un recurso muy interesante que nos acercan las nuevas tecnologías y que permiten conectar la enseñanza y el aprendizaje con situaciones del mundo real. En educación media estoy ya hace unos años trabajando con proyectos transmedia que permiten conectar los aprendizajes con momentos de evaluación variados y auténticos. No son muy diferentes de un proyecto tradicional pero tienen la particularidad desplegarse en varias direcciones entre las cuales incluimos no solamente las redes sociales y los materiales creados por los propios alumnos sino también producciones elaboradas por agentes externos a la escuela que dotan a todo el trabajo de una cuota de realidad. El trabajo de los chicos es efectivamente leído afuera de la escuela y lo que se genera en el mundo exterior es incorporado a nuestras clases de manera cotidiana. En 2015 y 2016 trabajamos sobre un proyecto llamado Ciudades Visibles que retomaba el libro de Calvino Las Ciudades Invisibles con una vuelta 2.0, con trabajos de escritura, de composición visual y producción sonora por parte de los alumnos pero también por parte de artistas,  académicos de la UBA entre los que pudimos contar con tu participación, Pablo, y docentes de otras escuelas.  Entonces lo que se generaba era una práctica cruzada de lectura y escritura: mientras nosotros producíamos contenido adentro del aula, desde afuera nos llegaban contribuciones de personas externas a la escuela que leíamos y compartíamos en clase; a su vez estas mismas personas luego podían leer      nuestras creaciones que se publicaban en la página del proyecto o circulaban por las redes sociales.  Este año y el que viene estamos arrancando un proyecto nuevo que se llama Orson80, en referencia a la expansión radiofónica del libro La Guerra de los Mundos por Orson Wells, y que  indaga  en el  impacto de la tecnología en nuestra vida cotidiana,  la confusión entre ficción y realidad,  las noticias falsas y la posverdad, y las consecuencias político-ideológicas de pensar al ‘otro’ como una alteridad hostil que me amenza y me ataca. Retomando la pregunta y volviendo a pensar en los simuladores para las ciencias médicas y biológicas, y en los proyectos transmedia para nivel secundario, creo que lo que comparten es esa conexión con el mundo real, el borramiento de las paredes que separan al aula de nuestras prácticas cotidianas, y la necesidad de asignarle al alumno un rol verdaderamente activo,  no ya desde el discurso sino desde los hechos pedagógicos concretos.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Insisto con la metáfora del contagio y de generar en el otro la curiosidad por lo nuevo y el deseo de aprender infinitamente; aprender para avanzar más allá de los condicionamientos o situaciones que dificulten el camino. Pero no lo pienso en solitario, no me lo imagino como un trayecto individual sino como un viaje colectivo, solidario, en donde nos apoyamos en el otro y lo ayudamos cuando nos necesita. Educar para construir comunidad, empatía, cuidado del otro, protección y trabajo compartido.  


Mariana Ferrarelli (@FerrarelliM) es licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y profesora de educación media (https://www.facebook.com/mariana.ferrarelli). Actualmente escribe su tesis de maestría en cuyo marco investiga el impacto de las tecnologías digitales y las nuevas narrativas en la práctica docente. Se desempeña como facilitadora tecnológica en el colegio Barker, donde acompaña a docentes y alumnos en la integración de tecnologías digitales en diversos proyectos pedagógicosCoordina tutorías virtuales para el INFoD, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación, y dicta cursos de formación docente para la Universidad de San Andrés. Escribe artículos académicos sobre los siguientes temas: Aulas Heterogéneas, Narrativas Transmedia, Alfabetización Digital y Nuevas Tecnologías aplicadas al campo educativo (https://plus.google.com/+MarianaFerrarelli).