martes, 28 de julio de 2015

¿Cómo aprende Luciano? Organizarse para (trans)formarse pero con pasión!


En este 2015 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.

Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.

Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias.

Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Luciano Federiggi *.

 Organizarse para (trans)formarse pero con pasión!

Para empezar, Lucho señala un aspecto clave del estudio y el aprendizaje, la organización, y ya comienza a diferenciar los contenidos a aprender: “creo que hay dos grandes rumbos que se pueden tomar mientras uno transita la secundaria: el de la organización y el de la no organización, pero ambos dentro de una rutina sistemática: que es la de asistir a las clases. Yo nunca me caractericé por tener uno de los dos muy marcados, sino, creo yo como la mayoría, por llevar adelante una mezcla de los dos. Con las materias que me gustaban, me organizaba mucho, y con las que no me gustaban, me organizaba poco”. En este sentido, Lucho insiste en marcar una diferencia entre las materias que le proponían aprendizajes más afines a sus intereses y las que no, pero ya adelanta algo que surgió en casi todos los relatos sobre “cómo aprendemos”, que es el hecho de utilizar diferentes estrategias para diferentes tipos de contenidos: “A las materias con las que yo tenía afinidad, como por ejemplo biología, prácticas agropecuarias, rumiantes y cerdos, tecnología de los alimentos, física (en el Agrotécnico de la UBA) o sociología, formación ética y ciudadana (en el Agustín Tosco), entre otras, me gustaba seguirlas de cerca. Dentro del camino ‘organización’ que yo elegí para éstas, había dos rumbos: el de las exactas y el de las humanas”.

Profundizando en esta idea Lucho plantea estrategias diferentes para lo que él llama las “materias de números” y las “materias de texto”: “el estudio de las ‘materias de números’, que me costaban más que las ‘humanas’, consistía en mucha práctica de ejercicios parecidos con variables diferentes. Para esto yo necesitaba seguir las clases de cerca con atención, ya que, como me dice una profesora en la universidad, si no entendés el primer tema no podés avanzar con el segundo. Así, mediante la práctica de ejercicios, he ido aprendiendo temas como ‘derivadas’. En cambio, para las ‘materias de texto’ (así les digo yo a aquellas para las que es necesario leer y leer) mi método siempre fue distinto al de las ‘materias de números’. Me costaba seguir las clases, aunque algunas me entretenían. Lo que hacía yo, cuando se acercaba el examen, era leer todo ‘de un saque’, resumir, entender todos los conceptos, y aquellos que los tenía por ahí dando vueltas en mi cabeza  simplemente aprenderlos de memoria. Mis resúmenes constaban, en primer lugar, de cuadros sinópticos bien divididos por tema, y, en segundo lugar, de textos que redactaba a partir de los cuadros, en los intentaba relacionar todos los conceptos. De esta manera aprendí, por ejemplo, las teorías del desarrollo cognitivo”.

A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes “escolares” (o académicos) y “no escolares” (o no académicos), Lucho vuelve sobre la idea de “la repetición” y “la acción”: “Mi forma para aprender algo no académico, por ejemplo algún deporte, es la rutina. Uno no puede aprender a andar en bicicleta solamente sabiendo la teoría, ya que cuando vaya a ponerla en práctica, lo único que logrará será tener alguna que otra “raspadita” en las rodillas y codos y varios golpes ¿no? Entonces la forma viable es la rutina, la repetición de las acciones: te caerás una, dos, tres, pero la cuarta vez que lo intentes podrás acordarte de aquella falla que te hace caer, y podrás remediarla para salir andando”.

Finalmente, Lucho nos deja una interesante reflexión para seguir (re)pensado(nos) y repensando nuestras prácticas de enseñanza y de aprendizaje: “Además de la organización de la que hablé, también existe la pasión. Ésta última es la base de las cosas que nos gustan. Y un punto en común entre lo académico y lo no académico lo encuentro ahí: en lo que nos gusta hacer, en lo que nos gusta estudiar, en lo que nos gusta leer, en lo que nos gusta saber. A mí, por ejemplo, en lo que a lo no académico respecta, me gusta muchísimo jugar al fútbol, y en cuanto a lo académico, me gusta leer e informarme sobre los problemas ambientales. Ambas cosas las hago con mucho gusto y muchas ganas. Ya en un plano más general, quiero decir que la secundaria es un camino hermoso que hay que transitar con todas las ganas sabiendo que, como todo, en algún momento se termina. En la secundaria se aprenden un montón de cosas, pero sobre todo aprendés a organizarte para estudiar, y a adquirir herramientas que te van a servir para toda tu vida. Yo fui a un colegio de mucha exigencia que, en su momento, como dije antes, no me permitía hacer actividades que me gustaban más que estudiar, y hoy, ya en la universidad, estoy agradecido y orgulloso de haber dejado de lado ciertas cosas para formarme en una excelente institución con enormes profesores, no sólo como estudiante, sino también como persona”.


* Luciano Federigi (www.facebook.com/lucho.federigi) es mendocino, tiene 18 años y es estudiante de Ciencias Ambientales en la Facultad de Agronomía de la UBA. Cursó sus estudios secundarios en la Escuela de Nivel Medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA) hasta mitades de cuarto año, luego en la Escuela Normal Superior n° 10 y finalmente en Escuela de Educación Municipal n°2 “Agustín Tosco”. Le fascina la naturaleza y las buenas amistades, es de Boca, le encanta jugar al fútbol, escucha todo tipo de música, quiere ser investigador y viajar y conocer todos y cada uno de los lugares de esta tierra.  En los próximos años irá reuniendo los siguientes títulos: Licenciado, Marido y Padre.

martes, 21 de julio de 2015

Derribar imaginarios con responsabilidad, pasión y buen humor para alcanzar la autonomía intelectual. (Entrevista a Agustina Camporino)


Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Agustina Camporino *.


En su primera reflexión, Agus nos invita a pensar el rol docente de una manera diferente a la tradicional (“transmisor de conocimientos”) que tiene más que ver con una tarea disruptiva y emancipadora y que considera a los procesos de reflexión y meta-aprendizaje como instrumentos centrales en la (trans)formación y a la autonomía intelectual como una meta que orienta (o debería orientar) nuestras prácticas docentes.


  • Agus, ¿Qué es para vos “ser docente”?

En mi opinión, ser docente va más allá de la transmisión de conocimientos relacionados con una materia en particular. Desde mi escasa experiencia, es (o me gustaría que fuera) el tirar abajo los posibles e imaginarios 'no puedo' con los que algunos estudiantes llegan a la clase. Considero que toda persona libre de prejuicios para consigo misma es capaz de alcanzar cualquier meta. Por otro lado, creo que ser docente es compartir con los miembros de la cursada  la responsabilidad de que se dé un clima agradable dentro del aula, priorizando la comodidad y el respeto por los demás. Es ser, también, un nexo transitorio entre lo que está escrito en los libros y el estudiante, pero siempre en búsqueda de la 'des-automatización' del aprendizaje, promoviendo el razonamiento y la relación entre los puntos principales de los contenidos abordados ya que, a mi parecer, todo lo que no es reflexionado e interiorizado con el tiempo se borra. Básicamente, creo que es saber (y buscar) ser pasajero en la vida de todo estudiante, fomentando la autonomía intelectual que en él subyace, siendo ese uno de los aprendizajes más importantes, y de los que mayor trascendencia tendrá en su historia, así como en la nuestra.

 
A la hora de pensar en las estrategias docentes que han resultado facilitadoras de sus aprendizajes, Agus reflexiona sobre tres cuestiones que han sido abordadas (más de una vez) en las entradas de este Blog: el uso del humor (y el efecto que esto tiene en el clima del aula), el uso de ejemplos o analogías (que en un acto de “absoluta coherencia”, Agus completa con un excelente ejemplo) y la referencia a las posibles aplicaciones de los contenidos que se están aprendiendo en contextos que hacen a la (futura) práctica profesional.


  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas o estrategias de tus docentes resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?

En lo que va de mi vida académica, pude notar que hay tres herramientas principales que, en repetidas ocasiones, han conllevado a que me interese más en una materia, o que su cursada me resulte mucho más placentera. En primer lugar, el uso del humor me parece una de las tácticas más efectivas. Considero que crea un clima distendido, así como fomenta un posible vínculo entre el docente y sus alumnos deviniendo, consecuentemente, en clases mucho más fructíferas. En segundo lugar, creo que el establecimiento de analogías entre los contenidos abordados y hechos de la vida diaria también resulta adecuado, ya que me ha permitido comprender e incorporar numerosos conceptos que, de otra forma, me habrían resultado demasiado complejos o pasajeros. Dicho esto, me viene a la mente una clase de Biofísica del CBC, en la cual nuestro profesor, para que comprendamos la relación inversa existente entre la presión y el área sobre la cual ésta se distribuye, nos pidió que imaginemos estar en un colectivo y que pensemos, si dos individuos nos pisaran, cuál de las dos pisadas sería más dolorosa: si la de un hombre con un calzado de suela amplia, o la de una mujer con un taco aguja. Claramente, todos coincidimos en que la del taco aguja sería mucho más penosa, y en ese momento pudimos comprender por qué. Por último, creo que la mostración de posibles aplicaciones de los contenidos abordados en la práctica profesional permite darle un 'sentido' a lo estudiado, de modo que los conceptos puedan ir más allá de los libros y materializarse en algo concreto.


  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?

No acostumbro hacer recomendaciones (usualmente soy la que busca y recibe reseñas acerca de libros, películas o música), por lo que me cuesta un poco encontrar alguna manifestación artística que resulte relevante. Quizás, ya que considero que el sentido del humor es una herramienta muy importante y útil para la tarea docente, me aventuraría a recomendar las obras de Les Luthiers o los programas de radio que Alejandro Dolina emite durante las noches, puesto que constituyen, a mi parecer, números dotados de un humor muy sutil, ingenioso, discreto y, en cierto modo, elegante, aptos para cualquier tipo de público.

 
Cerrando la entrevista, Agus vuelve sobre la dimensión ético-política de la tarea docente y sobre el rol emancipador que la Educación puede tener en la (trans)formación de individuos capaces de ser (a su vez) transformadores de la realidad y de la sociedad y ejemplifica este presupuesto con la anécdota de una cursada de Filosofía (del CBC) que encontró “liberadora”, “reflexiva” y llena de “pasión” y “buen humor”.


  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?

Creo que el objetivo principal de la Educación es formarnos como futuros profesionales capaces de desempeñar un papel activo en la sociedad, insertándonos positiva y funcionalmente dentro de la misma, a través del traspaso de contenidos y conocimientos considerados relevantes para la carrera que elegimos. Sin embargo creo que, más allá de la formación de profesionales que puedan ocupar un lugar en la sociedad, sería también propicio contemplar la posibilidad de formarnos como profesionales con criterio propio y autonomía intelectual. Creo que es muy importante, también, suscitar el interés y exponer las herramientas necesarias para que cumplamos roles que sean transformadores de la sociedad, pudiendo éstos ir incluso más allá de la carrera, evitando que nos quedemos sólo con lo que se espera de nuestros títulos, y promoviendo la constante búsqueda de campos de acción.


  • Para terminar, ¿podrías relatar un episodio significativo de tu experiencia como estudiante en relación a algún docente o a alguna práctica docente en particular?

Creo que uno de los episodios más significativos para mí, a nivel estudiantil, tuvo lugar durante mis épocas de CBC de Diseño Gráfico (en mi caso, y calculo que en el de algunas personas más, tardé un poco en darme cuenta de que la única profesión a la que realmente me interesaba dedicarle años de mi vida era la Veterinaria). Por aquel entonces, una de las materias a cursar durante dicho ciclo común era Filosofía. Hoy en día puedo afirmar que fue la asignatura responsable de que ese año, invertido en una carrera que posteriormente decidí no continuar, realmente valiera la pena a nivel académico y me dejara aprendizajes para la posteridad. Si bien me egresé de un colegio secundario caracterizado por promover tanto el libre pensamiento como el criterio propio, creo que fue una cursada más que liberadora, no sólo por los autores abordados (entre los que se encontraban, por ejemplo, Kafka, Foucault o Nietzsche), sino también por las temáticas que se tocaron (como el panoptismo y la sociedad disciplinaria aplicados en la actualidad) y, sobre todo, por los métodos a los que nuestro profesor recurrió para compartir los contenidos de la materia con nosotros. Sus clases se caracterizaban por la coexistencia de momentos muy cómicos, en los que apelaba al humor y a la distensión para transmitir una idea, y de momentos muy serios, con una elevada actividad reflexiva, en los que, calculo, buscaba que sacáramos nuestras propias conclusiones acerca de un tema en particular. Dictaba sus clases con una pasión tal, que realmente constituyó un antes y un después en mi vida, ya sea académica como personal, y me permitió abrir los ojos ante hechos en los que jamás había reparado. Incluso me atrevo a decir que, durante los años que transcurrieron desde esa cursada, consideré seriamente el volver a asistir a sus clases como oyente, para refrescar los conceptos allí abordados y continuar reflexionando, cuestionando y replanteándome diversas situaciones de la vida cotidiana que tienden a ser normalizadas constantemente. Creo que, si dispusiera del tiempo suficiente durante el cuatrimestre, lo haría sin dudarlo, y todavía tengo la esperanza de poder cumplir con ese deseo algún día.

 
* Agustina Camporino se encuentra estudiando en la Facultad de Ciencias Veterinarias, correspondiente a la Universidad de Buenos Aires. Se desempeña, además, como ayudante e investigadora en la cátedra de Química Biológica de dicha institución. Si bien siempre le interesó la Veterinaria como posible profesión, es egresada de un colegio Perito Mercantil y cursó la totalidad del Ciclo Básico Común de la carrera de Diseño Gráfico en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo. Sin embargo, sostiene que éstos hechos ejercieron una fuerte influencia en su formación como persona y estudiante, enriqueciéndola tanto a nivel personal como intelectual.

martes, 14 de julio de 2015

Voluntad, paciencia y habilidad para acompañar a l@s estudiantes en su (trans)formación. (Entrevista a Sol Poggio)

Al igual que en los años anteriores, este año seguiremos con la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes, como insumos para la reflexión sobre nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas apreciaciones y reconocer en las respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos. En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Sol Poggio *.

 
En sus primeras reflexiones, Sol deja en claro que si bien la transmisión de conocimientos es importante, el “ser docente” implica otras cuestiones que tienen que ver con la construcción de vínculos, con tener “la voluntad, la paciencia y la habilidad” de acompañar a l@s estudiantes, conociéndolos y reconociéndolos como “Otros” con quienes construir una relación de afecto y respeto mutuo.

  • Sol, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mí ser docente significa ser una persona capaz de y dispuesta a transmitir conocimientos, estar para acompañar y facilitar el aprendizaje y tener la voluntad, la paciencia y la habilidad de explicar un tema la cantidad de veces necesarias para que un alumno lo comprenda.

  • ¿Podrías relatar un episodio significativo de tu experiencia como estudiante en relación a algún docente o a alguna práctica docente en particular?
  • Bueno un episodio significativo para mí fue el cierre de fin de año de Bioquímica en el cual el profesor, luego de llamarnos individualmente para decirnos lo positivo que él rescataba en cada uno de nosotros durante ese ciclo lectivo de Química Biológica, nos pasó un video con todas las fotos que fuimos sacando a lo largo del año mientras se daban los distintos contenidos de la materia y nos leyó un texto que él escribió a modo de despedida y cierre. Quise elegir contar este episodio porque me pareció muy inusual pero al mismo tiempo muy bueno y conmovedor que un profesor se comprometa tanto con su clase y con cada uno de sus alumnos como para llegar a conocerlos a todos individualmente y cómo son y se manejan como grupo, llegando así a establecerse una relación docente-estudiante que pocas veces se da y que había hecho posible que las clases llegasen a ser entretenidas.

A la hora de pensar en los objetivos y las expectativas que tiene al comenzar una cursada, Sol nos recuerda las dos caras de la moneda: aprender y aprobar. Pero, también, nos recuerda que nuestr@s estudiantes esperan que las nuevas materias (y los nuevos conocimientos) les resulten interesantes y atrapantes y (en parte) es nuestra responsabilidad que sea así.

  • ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Mis propósitos al comenzar una cursada son lograr aprender cosas nuevas y llegar a comprender todos los contenidos que se nos presenten en el programa lo mejor posible (ya que soy una persona que necesita entender todos los “porqués” y funcionamientos o procedimientos para poder asimilar cualquier conocimiento, de otra forma se me olvidan) así como también aprobar la materia a fin del ciclo, desde luego. También tengo la expectativa de que las clases me sean interesantes y atrapantes y que no me resulte pesado estudiar sobre el tema, cosa que no siempre se cumple.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • No me considero nadie para recomendar ningún material para mejorar la práctica docente porque no sé ni conozco que tipo de material o información les serviría para eso. Sin embargo si recomendaría que vean la película “Freedom Writers” dirigida por Richard LaGravenese, basada en el libro The Freedom Writers Diary de la profesora Erin Gruwell, publicado en España con el título "Diarios de la calle". La recomiendo porque es una película que conmueve y muestra que un docente que realmente ama lo que hace puede cambiar muchas vidas de una forma radical.

Cerrando la entrevista, Sol insiste con invitarnos a reflexionar sobre las actitudes del docente (su entusiasmo, su compromiso, su preparación, su disposición para responder preguntas) y el impacto que éstas tienen en las actitudes de los estudiantes. Cuando habla de la disposición para responder dudas, agrega una propuesta (que también debiera hacernos reflexionar -a docentes y estudiantes-) que incluye el uso de TIC pero “roza” una idea de docente “full time” que se vuelve casi literal cuando la inmediatez de determinados dispositivos se confunde con los tiempos docentes y con los tiempos de los procesos de enseñanza y de aprendizaje.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes?
  • Ante todo creo que el profesor/a que da la materia tiene que interesarle la misma y tener ganas de enseñarla porque de esa forma, creo yo, ese entusiasmo por enseñar el tema con el que el profesor está realmente involucrado se traduce en interés de los alumnos por aprender sobre este y así la clase no se hace tan pesada. Por otro lado también es importante que el docente esté realmente comprometido y prepare las clases y el material que va a dar y que, en el caso de este último, lo dé con la antelación apropiada. Una cosa que realmente a mí me ayuda muchísimo es también que el profesor/a esté siempre dispuesto/a a responder preguntas y a explicar los contenidos cuantas veces sea necesario, además de que dé varias instancias y ámbitos para evacuar dudas ya que uno no siempre llega a preguntar todo en clase ya sea por vergüenza o por el hecho de que las dudas surgen en casa cuando uno está estudiando generalmente en una fecha ya bastante próxima a la evaluación, por tanto la posibilidad se solucionar esos interrogantes vía mail, Facebook o lo que sea es extremadamente útil. Yo propondría que haya una especie de plataforma o espacio virtual obligatorio para todas las materias donde se pueda hacer una pregunta en cualquier momento del día o la semana y que en un tiempo relativamente corto pueda ser solucionada tanto por el/la profesor/a (que debería revisarlo regularmente y con frecuencia) como por el resto de los compañeros que pueden haber entendido ese concepto.

  • ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Para mí deberían ser: formar personas con capacidad para pensar por su cuenta y tener sus propios ideales y así poder encontrar su camino a seguir. Que estas personas puedan ser capaces de solucionar las problemáticas que se le presenten de la mejor forma posible y que sean conocedoras de todo aquello que incluye lo que es la cultura general más todos los conocimientos específicos de los cuales deban ser consientes para desarrollarse en el trabajo que elijan. Además de formar generaciones con valores diversos lo que es tanto o más importante que el hecho de que adquieran los conocimientos de cultura general y específicos que necesiten para desarrollarse laboralmente.

* Sol Poggio (@Sochi_Stark) es alumna de la Escuela Técnico Profesional de Nivel Medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria de la UBA y en este momento se encuentra cursando quinto año.

martes, 7 de julio de 2015

¿Por qué los docentes deberíamos (re)leer a Gramsci hoy? Por Facundo Peña Boeiro *


Antonio Gramsci es uno de los pensadores políticos contemporáneos más significativos. Sus aportes son insoslayables para pensar el peculiar entrelazamiento entre la teoría política y social y la historia del Siglo XX. Pero, ¿qué tiene Gramsci para decirnos sobre el mundo actual? ¿Por qué (re)leer a Gramsci hoy?

En primer lugar, porque es un autor clásico, pero, ¿qué es un autor clásico? ¿Qué diferencia su obra respecto de otras de excelente calidad? Una aproximación a una definición nos la da el politólogo italiano Norberto Bobbio, quien definía un autor clásico por las siguientes características: a) es un intérprete auténtico y único de su tiempo, para cuya comprensión se utilizan sus obras; b) siempre es actual y cada generación lo relee; c) ha construido teorías-modelo o conceptos clave que se emplean en la actualidad para comprender la realidad. Es en este sentido que decimos que Gramsci es un autor clásico, como aquel que se ocupa de las problemáticas perennes de la sociedad y, por ello, vale la pena (re)leerlo.

Reformulando la pregunta: ¿por qué los docentes deberíamos (re)leer a Gramsci hoy? Es sabido que no hay en Gramsci, como sí lo hay en Freire, por ejemplo, una teoría pedagógica, pero sí hay un discurso político sobre la educación que ha aportado mucho a la pedagogía crítica. Efectivamente, una de las preocupaciones fundamentales de este autor es la relación entre saber(es) y poder(es). Entre otras cosas, esto implica discutir quién define qué es un saber o un conocimiento, aquello que no lo es y en qué contexto se dan esas definiciones. Indagar en la relación saber(es)-poder(es) nos lleva, también, a interrogarnos sobre la cuestión educativa y la cuestión pedagógica. La relación educativa es siempre una relación política, en tanto en toda relación social hay relaciones de poder, dominantes y dominados, asimetrías entre los maestros propietarios del “saber” y los a-lumnos. Al mismo tiempo, toda relación política es una relación pedagógica: el Estado como educador, a través de sus políticas, por ejemplo, en los planes de estudio, hace un recorte (político) de lo que se “debe” y “no se debe” enseñar. La propuesta de Gramsci es poner en cuestión la determinación histórica de los saberes y el sentido opresivo de la educación para pensar, en su lugar, una educación comprometida, pero no adoctrinadora, que busque desnaturalizar, desfetichizar y desmitificar los saberes.

Por otra parte, Gramsci nos invita a reflexionar sobre el rol de los docentes y el rol de los estudiantes. Los estudiantes no son meras tabulas rasas, es decir, receptáculos acríticos de contenidos transmitidos por los docentes. Por el contrario, siempre se produce una mediación, una interpretación particular por parte de los estudiantes, por lo cual la relación docente-estudiante no es una relación tan simple como se suele plantear. Gramsci va más allá, planteando que existe una multiplicidad de saberes, los cuales no siempre son los que define la visión hegemónica sobre la educación. De modo semejante a la propuesta de Freire -quien planteaba que “enseñar exige respeto a los saberes de los educandos”-  Gramsci reconoce la legitimidad y la importancia de los saberes populares y determinados aspectos del sentido común que habitualmente son negados por la concepción hegemónica de la educación, que considera el proceso de aprendizaje como un proceso de tutelaje. En la concepción gramsceana, el lugar del estudiante y la relación docente-estudiante cambia rotundamente; esto suele ilustrarse contundentemente con aquel famoso adagio del autor según el cual “todos los hombres son filósofos” y existe una “relación activa entre maestro y alumno, donde cada maestro es siempre un alumno, y cada alumno un maestro”. Como sucede con toda frase célebre, se le ha dado múltiples sentidos a este planteo; uno de los más comunes es considerar una igualdad radical entre docente y estudiante, que desdibuja la idea del docente a un punto tal que se vuelve innecesario en el proceso de aprendizaje, bajo el supuesto del aprendizaje espontáneo del estudiante. En términos de Freire, es una concepción “basista”, donde la verdadera educación sería aquella en la que el individuo incorpora conocimientos naturalmente, sin ninguna instrucción; es la idea del autodidacta retratado en el Emilio de Rousseau. Gramsci sugiere una perspectiva sintetizadora de esta concepción “espontaneista” y la concepción hegemónica tutelar, en lo que él llama una dialéctica entre la espontaneidad y la dirección consciente. Este autor realiza un planteo similar para la construcción del partido político, donde la conducción del partido debe canalizar las manifestaciones espontáneas del pueblo en una dirección determinada. La orientación de la voluntad política, según Gramsci, se define por la respuesta al siguiente interrogante:¿se quiere que existan siempre gobernados y gobernantes o, por el contrario, se desea crear las condiciones bajo las cuales desaparezca la necesidad de que exista tal división?”  Como vemos, la relación entre el planteo para la educación y para la política no es casual, en tanto, como dijimos anteriormente, las ideas de Gramsci para la educación, para el docente, son similares para la política, para el político, ya que el autor consideraba a la política una labor pedagógica y, a la pedagogía, una tarea política.

Acerca de la obra de Gramsci se pueden resaltar muchos otros aspectos relevantes para la teoría y la práctica educativa, pero el objetivo de este texto no es realizar un abordaje exhaustivo, sino invitarlos a leer a Gramsci, indagar en su propuesta pedagógico-política y dialogar con sus textos. Si entendemos, siguiendo a Freire –autor gramsceano si los hay- el estudio no como el acto de consumir ideas, sino de crearlas o recrearlas, la finalidad de este texto es, ante todo, invitarlos a estudiar a Gramsci.


* Facundo Peña Boerio es licenciado en Ciencia Política (UBA) y maestrando en Políticas Públicas (UTDT). Ha realizado cursos de posgrado y talleres de formación sobre políticas educativas y pedagogía crítica y fue docente de la carrera de Ciencia Política de la UBA. Actualmente se desempeña como Investigador del Instituto de Investigaciones Gino Germani (UBA) y del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini.