martes, 28 de julio de 2015

¿Cómo aprende Luciano? Organizarse para (trans)formarse pero con pasión!


En este 2015 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.

Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.

Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias.

Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Luciano Federiggi *.

 Organizarse para (trans)formarse pero con pasión!

Para empezar, Lucho señala un aspecto clave del estudio y el aprendizaje, la organización, y ya comienza a diferenciar los contenidos a aprender: “creo que hay dos grandes rumbos que se pueden tomar mientras uno transita la secundaria: el de la organización y el de la no organización, pero ambos dentro de una rutina sistemática: que es la de asistir a las clases. Yo nunca me caractericé por tener uno de los dos muy marcados, sino, creo yo como la mayoría, por llevar adelante una mezcla de los dos. Con las materias que me gustaban, me organizaba mucho, y con las que no me gustaban, me organizaba poco”. En este sentido, Lucho insiste en marcar una diferencia entre las materias que le proponían aprendizajes más afines a sus intereses y las que no, pero ya adelanta algo que surgió en casi todos los relatos sobre “cómo aprendemos”, que es el hecho de utilizar diferentes estrategias para diferentes tipos de contenidos: “A las materias con las que yo tenía afinidad, como por ejemplo biología, prácticas agropecuarias, rumiantes y cerdos, tecnología de los alimentos, física (en el Agrotécnico de la UBA) o sociología, formación ética y ciudadana (en el Agustín Tosco), entre otras, me gustaba seguirlas de cerca. Dentro del camino ‘organización’ que yo elegí para éstas, había dos rumbos: el de las exactas y el de las humanas”.

Profundizando en esta idea Lucho plantea estrategias diferentes para lo que él llama las “materias de números” y las “materias de texto”: “el estudio de las ‘materias de números’, que me costaban más que las ‘humanas’, consistía en mucha práctica de ejercicios parecidos con variables diferentes. Para esto yo necesitaba seguir las clases de cerca con atención, ya que, como me dice una profesora en la universidad, si no entendés el primer tema no podés avanzar con el segundo. Así, mediante la práctica de ejercicios, he ido aprendiendo temas como ‘derivadas’. En cambio, para las ‘materias de texto’ (así les digo yo a aquellas para las que es necesario leer y leer) mi método siempre fue distinto al de las ‘materias de números’. Me costaba seguir las clases, aunque algunas me entretenían. Lo que hacía yo, cuando se acercaba el examen, era leer todo ‘de un saque’, resumir, entender todos los conceptos, y aquellos que los tenía por ahí dando vueltas en mi cabeza  simplemente aprenderlos de memoria. Mis resúmenes constaban, en primer lugar, de cuadros sinópticos bien divididos por tema, y, en segundo lugar, de textos que redactaba a partir de los cuadros, en los intentaba relacionar todos los conceptos. De esta manera aprendí, por ejemplo, las teorías del desarrollo cognitivo”.

A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes “escolares” (o académicos) y “no escolares” (o no académicos), Lucho vuelve sobre la idea de “la repetición” y “la acción”: “Mi forma para aprender algo no académico, por ejemplo algún deporte, es la rutina. Uno no puede aprender a andar en bicicleta solamente sabiendo la teoría, ya que cuando vaya a ponerla en práctica, lo único que logrará será tener alguna que otra “raspadita” en las rodillas y codos y varios golpes ¿no? Entonces la forma viable es la rutina, la repetición de las acciones: te caerás una, dos, tres, pero la cuarta vez que lo intentes podrás acordarte de aquella falla que te hace caer, y podrás remediarla para salir andando”.

Finalmente, Lucho nos deja una interesante reflexión para seguir (re)pensado(nos) y repensando nuestras prácticas de enseñanza y de aprendizaje: “Además de la organización de la que hablé, también existe la pasión. Ésta última es la base de las cosas que nos gustan. Y un punto en común entre lo académico y lo no académico lo encuentro ahí: en lo que nos gusta hacer, en lo que nos gusta estudiar, en lo que nos gusta leer, en lo que nos gusta saber. A mí, por ejemplo, en lo que a lo no académico respecta, me gusta muchísimo jugar al fútbol, y en cuanto a lo académico, me gusta leer e informarme sobre los problemas ambientales. Ambas cosas las hago con mucho gusto y muchas ganas. Ya en un plano más general, quiero decir que la secundaria es un camino hermoso que hay que transitar con todas las ganas sabiendo que, como todo, en algún momento se termina. En la secundaria se aprenden un montón de cosas, pero sobre todo aprendés a organizarte para estudiar, y a adquirir herramientas que te van a servir para toda tu vida. Yo fui a un colegio de mucha exigencia que, en su momento, como dije antes, no me permitía hacer actividades que me gustaban más que estudiar, y hoy, ya en la universidad, estoy agradecido y orgulloso de haber dejado de lado ciertas cosas para formarme en una excelente institución con enormes profesores, no sólo como estudiante, sino también como persona”.


* Luciano Federigi (www.facebook.com/lucho.federigi) es mendocino, tiene 18 años y es estudiante de Ciencias Ambientales en la Facultad de Agronomía de la UBA. Cursó sus estudios secundarios en la Escuela de Nivel Medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA) hasta mitades de cuarto año, luego en la Escuela Normal Superior n° 10 y finalmente en Escuela de Educación Municipal n°2 “Agustín Tosco”. Le fascina la naturaleza y las buenas amistades, es de Boca, le encanta jugar al fútbol, escucha todo tipo de música, quiere ser investigador y viajar y conocer todos y cada uno de los lugares de esta tierra.  En los próximos años irá reuniendo los siguientes títulos: Licenciado, Marido y Padre.

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