viernes, 31 de mayo de 2019

Una “dinamita” para lograr ser (más) libres y (más) felices. Entrevista a Guillermo Wiemeyer *


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.


La siguiente entrada fue publicada el Martes 8 de Octubre de 2013:


Desde el inicio, Guille deja en claro algunos de sus posicionamientos al ubicar al docente en el rol del facilitador pero va más allá y se ubica en un lugar de facilitador de una (trans)formación que no necesariamente tenga el “resultado esperado” ni llegue al mismo lugar del que él mismo partió: se trata de aceptar que “el otr@” pueda formarse (con nuestra ayuda) pero no en la dirección que nosotr@s imaginamos, se trata de “habilitar”una (trans)formación superadora, incluso de nuestras premisas. También resalta la importancia de la formación docente continua y de la evaluación de la tarea docente, no sólo como autoevaluación (dentro de los equipos docentes) sino por parte de l@s estudiantes, como forma de retroalimentar el análisis y la reflexión sobre la tarea.

  • Guille, ¿Qué es, para vos, “ser docente”?
  • Me gusta la idea del “docente facilitador”; un docente que permite acortar el camino hacia el objetivo pero no por dar a los estudiantes el alimento masticado y digerido, sino por permitirles acceder a rutas, algoritmos y criterios que nadie antes les había propuesto. No puedo considerarme docente si no facilito a mis estudiantes razonamientos y argumentos que a mí me costó horrores encontrar. Creo que nuestra felicidad es saber que podemos ayudar al estudiante a hacer ese click que a nosotros tanto nos costó, mostrarles ese medio vaso lleno para saciar la sed y llegar aun mas lejos de lo que nosotros hemos llegado. Si no estoy dispuesto a formar a otro para que sea mejor que yo (y a la vez diferente a mí), no debería dedicarme a enseñar.

  • Si pudieras agregar, quitar o cambiar aspectos concretos de tu práctica docente diaria, ¿qué cambiarías y por qué?
  • Eliminaría la “toma de asistencia” ya que es una formalidad que no justifica nada; estimularía la capacitación continua del docente para evitar el estancamiento; participaría del hospital a los estudiantes en etapas más iniciáticas de la carrera para que vean e incorporenconceptos de aplicación práctica durante el ciclo de formación común; incorporaría en cada cursada una evaluación de los estudiantes a los docentes, para tener también una visión del ida y vuelta que existe durante el proceso de formación, registrando qué casos, modalidad de enseñanza, temas o incluso qué profesores despertaron más entusiasmo y aceptación.

En la siguiente respuesta, Guille retoma la idea de “no limitar” las construcciones de aprendizajes que hagan nuestr@s estudiantes y pone el énfasis en las herramientas que les “enseñemos” (dicho aquí como sinónimo de “mostremos”) pero también en “mostrárselas” en un ámbito que les brinde la libertad necesaria para decidir usar o no esas herramientas, o para decidir usarlas de una manera diferente a la manera en que, hasta acá, las usamos “nosotr@s”.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Creo básicamente que un docente tiene que tener la entereza y la humildad necesaria para facilitarles a los estudiantes herramientas que los hagan mejores que uno. La docencia es dinamita, bien ejercida es bárbara, abre puertas, cabezas y construye cosas mejores, pero también puede ser malinterpretada o desvirtuada en el ejercicio del poder y de la autopreservación del mediocre. Si yo me capacito al máximo de mis posibilidades para luego pretender “clonarme” y formar droides que sólo ejecuten según mi criterio (bueno o malo) soy un pseudo-docente realmente peligroso que lejos de estimular el pensamiento crítico, favorece el adulamiento y empobrece el panorama.


Actualmente la Educación superior está incorporando (lentamente) el uso de tecnologías facilitadoras de los aprendizajes, como el uso de simuladores. Se trata de transformar las TICs (tecnologías de la información y la comunicación) en TACs (tecnologías del aprendizaje y la comunicación). Guille cuenta el éxito que tuvieron en la construcción y el uso de un simulador para el aprendizaje de las maniobras de RCP y las dificultades (como la necesidad de capacitación constante) que tiene la incorporación real de estas prácticas.

  • ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
  • Tuvimos una gran experiencia de aprendizaje facilitado mediante el uso de simuladores. Descubrimos con frustración que en ningún momento de la carrera aprendíamos a hacer RCP. Luego de imitar sin éxito las maniobras de las películas comenzamos a estudiar, capacitarnos y desarrollamos un maniquí para entrenar algunas maniobras de reanimación en el servicio. El efecto fue buenísimo y su uso nos permitió alcanzar un diagnóstico inicial de conocimientos previos, trabajar sobre el cómo y el por qué de cada procedimiento, y una vez comprendido, ponerlo en práctica y evaluar los progresos. Un resultado muy alentador. También es verdad, que para aprovecharlo al máximo el simulador debe ser utilizado con asiduidad. Eso es lo que mas nos cuesta, mantenernos en entrenamiento y capacitación constante.


  • Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Dos canciones de León Gieco: primero “Encuentros” (Por favor, Perdón y Gracias, 2005). Muestra de una manera muy palpable, el cambio inmenso y positivo que puede sufrir quien aprende. La segunda, “Soy un pobre agujero” (Pensar en Nada, 1981). Más allá de las interpretaciones por el contexto histórico, es un elogio a la contemplación de la simpleza. A todos y cada uno de los docentes que hoy recuerdo con una sonrisa, los recuerdo por cosas sencillas, actitudes, detalles, coherencia, gestos que marcaron la diferencia, sin importar especialmente el tema que me estaban enseñando sino el modo.


En la última respuesta, Guille no ahorra en críticas al sistema educativo o a la ya conocida concepción de Althusser de “la Escuela como aparato ideológico del Estado” pero tampoco ahorra en optimismo o esperanza al ubicarla, también, como un “lugar de resistencia”,fundamentalmente como posibilidad de luchar (nada más ni nada menos que) por la libertad y la felicidad.


  • Guille, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • La educación formal e institucionalizada de la cultura occidental en el siglo XXI podría ser interpretada como una herramienta de autopreservación del sistema capitalista que formatea las cabezas con el manual del Juego de la Vida. Siendo más “naive”, creo que cuando pensamos en el sentido positivo de la educación buscamos transmitir o incorporar conceptos, actitudes y capacidades que nos hagan libres, conscientes, respetuosos, determinados y, en lo posible, felices.


*Guillermo Wiemeyer es Veterinario. Se desempeña como médico de planta con funciones docentesen los servicios de Enfermería, Emergencias e Internación del Hospital Escuela de Pequeños Animales (FCV-UBA) y como Veterinario del Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires. Se está especializando en Docencia Universitaria y al mismo tiempo es doctorando en Ciencias Veterinarias (UBA).



jueves, 30 de mayo de 2019

¿De qué hablamos cuando hablamos de “calidad educativa”?


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.


La siguiente entrada fue publicada el Martes 1 de Octubre de 2013:


En la actualidad, en nuestro país, se está dando un interesante debate sobre la Educación Pública, en general, y sobre la Educación Pública Superior, en particular.

Pero no se trata de “un debate más” ni de “el mismo debate de siempre” (sobre el cual en este Blog ya tomamos posición más de una vez), sino que se trata de un debate que no ocurre (por las coyunturas histórico-político-sociales) desde hace más de medio siglo y que nos interesa particularmente porque nos interpela desde otro lugar. Hablamos deldebate por la “calidad educativa”. Algun@s podrán decir que nunca dejamos de discutir sobre “calidad educativa” pero créannos que éste es, definitivamente, “otro debate”.

Como consecuencia de las políticas públicas de la última década y de la activa presencia y participación del Estado Nacional, asistimos hoy a una situación inédita que ni aquell@s que más detestan al actual gobierno nacional pueden negar, una situación que parecía imposible hace sólo quince años y que molesta mucho a quienes entienden a“la Educación” como un bien o un servicio (o incluso como un negocio) y no como un derecho.

En la actualidad tenemos más escuelas públicas que nuncamás chic@s asistiendo a esas escuelas que nuncamás universidades públicas que nuncamás estudiantes “primera generación de universitari@s” que jamás en toda nuestra historia y el presupuesto para Educación (en términos absolutos y como porcentaje del PBI) más alto que jamás pudimos imaginar. Esto por nombrar sólo algunas cuestiones, a las que se suman la asignación universal por hijo (de enorme impacto educativo), programas como “Conectar Igualdad” (que incluye la entrega de netbooks a estudiantes secundarios de todo el país), los canales “Paka Paka” y “Encuentro” (y sus excelentes producciones educativas nacionales, pensadas desde “nuestra propia cultura”) o el Plan FinEs (como sólo un ejemplo de los muchos pensados para quienes no tenían su secundario terminado), entre tantos otros.


Ante semejante panorama surge una crítica, que no por venir de donde viene, debemos desoír:la (falta de) calidad de “esta”Educación “para tod@s”.


Escuchamos a l@s expert@s de siempre decir que todo lo mencionado anteriormente es cierto pero que “el costo” (la terminología económica siempre les provee de algún vocablo que les resulta cómodo) es la baja calidad de esas instituciones y de la Educación que reciben quienes asisten a “esas Escuelas” o “esas Universidades”. Dicen esto como si les preocupara en algo la Educación que reciben miles de “otr@s” pero nosotr@s(a quienes sí nos preocupa y nos ocupa esto) no podemos dejar pasar la crítica por eso ni perdernos esta oportunidad de reflexionar sobre esta cuestión.


Tenemos que dar(nos) ese debate sobre la “calidad educativa” pero tenemos que dar(nos) ese debate desde nuestras plataformas. Nadie podría negar que l@s chic@s pobres que asisten a una Escuela Pública de las comunas 8 ó 9 de la Ciudad de Buenos Aires no reciben “la misma Educación” que l@s chic@s ric@s que asisten a una Escuela (también Pública) de la Comuna 2. Sin embargo, sería un error tan grave“ignorar” la crítica a la “calidad educativa” de una “Educación para tod@s” por venir de donde viene, como levantar el guante y dar(nos) ese debate en los términos que “ell@s” proponen. Ni una cosa ni la otra. Tenemos que dar un paso más allá (o mejor dicho, más acá) y dar(nos) ese debate pero desde nuestras propias plataformas porque no tod@s entendemos lo mismo por “calidad educativa” y en lo que entendemos por este concepto están incluidas nuestras concepciones sobre la Educación, el aprendizaje, el conocimiento y el rol del Estado, entre otras.


Claro que nos preocupa (y nos ocupa) la calidad de la Educación pero para nosotr@s la inclusión es el primer paso de una calidad educativa que no se mide con los estándares de PISA (para las escuelas primarias y secundarias) ni con los criterios basados en “competencias” de las Universidades de acuerdo al proceso de Bolonia (tan “bien” representado por “nuestra” CONEAU). Para nosotr@s la calidad educativa tiene que ver, fundamentalmente, con la calidad de (trans)formación de las personas y de las sociedades, con la construcción de sociedades más justas, más equitativas y con mayor igualdad de derechos y de oportunidades.


Un conocido “sociólogo de la Educación” (con el que solemos acordar en varias de sus concepciones didáctico-pedagógicas y con el que solemos diferir en la mayoría de sus posicionamientos político-ideológicos) dijo hace poco en una conferencia, en relación a la creación de Universidades en el conurbano bonaerense y en las provincias más pobres: “ahora, HASTA cada provincia tiene su propia Universidad”. Sí, cada provincia tiene al menos una Universidad porque eso (también) es calidad educativa. ¿Esto significa que no nos importa el tipo de (trans)formación personal y disciplinar que ocurre en “esas Universidades” (o en las muchas Escuelas Públicas, siempre tan denostadas)? No. ¿Esto significa que no nos importa la “calidad” de “esa Educación”? No. Significa que estos logros nos permiten ahora dar(nos) un debate sobre la calidad educativa pero desde nuestras propias plataformas (y con nuestro propio vocabulario), desde un posicionamiento que considera (y tiene en cuenta) a la Educación como un derecho, a la igualdad (no como una meta sino como un punto de partida), a la inclusión, a la interculturalidad, a la equidad y que es consciente del rol social de la Educación (no como causa de todos los males de la sociedad ni como solución mágica a todos los problemas sociales) sino como un instrumento más de (trans)formación individual y colectiva en esta lucha por la igualdad de derechos, que presupone (fundamentalmente) la inclusión real (y absolutamente necesaria) de los sectores históricamente postergados.


El desafío es ahora dar(nos) ese debate sobre la “calidad educativa” pero desde nuestras propias plataformas. Allá vamos!!!



miércoles, 29 de mayo de 2019

La enseñanza universitaria en el marco de una Educación inclusiva. Por Ximena Etchenique *


En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.


La siguiente entrada fue publicada el Martes 24 de Septiembre de 2013:


Nuestra Universidad tiene, actualmente, uno de sus mayores retos: la inclusión (real) de personas con discapacidad.La Educación constituye un elemento esencial para el desarrollo y la realización personal y social de los ciudadanos. Esto que para cualquier persona resulta básico y fundamental, para las que tienen algún tipo de discapacidad adquiere aún mayor relevancia, porque tienen en mayor o menor medida, necesidades especificas para poder participar en igualdad de condiciones que el resto de los estudiantes. Esas necesidades no solo se limitan a ayudas compensatorias o limitación de barreras arquitectónicas, sino también la necesidad de colaboración y buena predisposición de los docentes para garantizar una buena enseñanza.

Las personas con discapacidad siempre tenemos miedo: miedo a no ser aceptados, miedo a la discriminación, miedo a no poder seguir el ritmo del resto de nuestros compañeros, miedo a expresar nuestras dificultades, miedo a buscar ayuda. Muchas veces la falta de confianza hace que ocultemos nuestros miedos y entremos en una etapa de desventaja en la que no podemos expresar nuestro máximo potencial como estudiantes, como personas o como profesionales que recae en el abandono de los estudios y la frustración.

La falta de formación docente en materia de discapacidad hace muchas veces que los docentes no sepan como desempeñarse frente a un alumno discapacitado y eso sumado a los miedos, la vergüenza y la falta de confianza abre mucho más la brecha de la idea de integración y participación y dificulta el logro de la meta de obtener el título que tanto anhelamos.

Como estudiante hipoacúsica tuve que superar muchas trabas en el curso de mi carrera en la UBA por lo que ahora integro un programa de creación de nuevas propuestas y difusión de nuestra realidad. En el marco de este programa, se elaboran encuestas para los estudiante, se realizan pruebas pilotos de clases adaptadas para la presencia de personas con discapacidad en diferentes materias, se proponen mejoras edilicias y de accesibilidad física y se trabaja sobre el tema en materias de la carrera docente, entre otras muchas actividades.


Las personas con dificultades auditivas nos vemos limitados en clases dictadas normalmente en las Universidades porque necesitamos algunos requisitos especiales para poder aprovecharlas ya que muchos nos valemos de la lectura labial para comunicarnos. Necesitamos que nos hablen claro y siempre de frente, que haya luz clara y no nos apaguen las luces, que nos repitan los conceptos básicos, que nos brinden material anticipado para ponernos al día ya que muchas veces el recurso de la lectura labial no es suficiente para seguir el dictado de las clases, hay hilos y conceptos que siempre se nos pierden. No podemos tomar apuntes al mismo tiempo que estar atentos al profesor. Este apoyo educativo nos permite a las personas hipoacúsicas y aquellas no oyentes desarrollar nuestras aptitudes y lograr las mismas oportunidades de desarrollo profesional que el oyente. Eso no significa que nos faciliten el aprobar la materia, simplemente que nos brinden las herramientas, la confianza y la posibilidad de integración y lo más importante la comunicación.


Las discapacidades pueden ser muchas, y muy variadas, dentro de las categorías de visuales, auditivas, motoras, viscerales, etc. Por ejemplo, dentro de la sordera tenemos diferentes grados: leve, moderada, profunda, total, unilateral, bilateral, progresiva, no progresiva y muchas clasificaciones mas. Y los medios de comunicación difieren: lengua de señas, lectura labial solamente, o bien complementada con audífonos o implante coclear.


Por todo esto, garantizar y poner en acto el derecho a la Educación de las personas con discapacidad requiere de una nueva formación docente que posibilite la comprensión y la intervención activa ante situaciones que demanden nuevas estrategias pedagógicas. Para facilitar el ejercicio de la actividad inclusiva es importante que los docentes nos pregunten qué necesitamos, cómo pueden brindarnos una mejor enseñanza, qué propuestas tenemos en base a nuestras experiencias, qué cosas se pueden mejorar a nivel académico y qué herramientas se pueden implementar para que la Educación universitaria sea en igualdad de oportunidades para todos.


¿Estamos l@s docentes (y la comunidad universitaria en general) dispuestos a integrar e incluir reamente a las personas con discapacidades, con la capacitación y el cambio de mentalidad que esto significa y con la decisión que esto implica, de realizar cambios concretos en nuestras concepciones y en nuestras prácticas aúlicas?


*Ximena Etchenique presenta hipoacusia perceptiva profunda bilateral. Es Veterinaria egresada de la Facultad de Ciencias Veterinarias de laUniversidad de Buenos Aires (UBA). Se desempeña como Veterinaria clínica en pequeños y grandes animales. Colabora en la Subsecretaria de Promoción para la Igualdad de Oportunidades de la Facultad de Ciencias Veterinarias (UBA).



martes, 28 de mayo de 2019

Oportunidades para desarmar nuestras biografías escolares transformando nuestras prácticas docentes y respetando la heterogeneidad para ir al encuentro con la humanidad del Otro. “Los 5 libros para tu (trans)formación” de Mariana Ferrarelli.


En este 2019, el Blog #AsíFuimosAprendiendo incorpora una nueva “sección” en la que referentes del campo educativo, docentes y estudiantes nos invitan a leer 5 libros que les (trans)formaron, les conmovieron, les ayudaron a repensar sus prácticas o que, por algún motivo, creen que estaría bueno que otres docentes (y otres estudiantes) preocupades por “la Educación” y los aprendizajes, los leamos.
En esta entrada es un placer publicar “los 5 libros para tu (trans)formación” de Mariana Ferrarelli *.

        
Me gusta pensar en los libros como una oportunidad para pensar con otros, para meternos en la cabeza y en los pensamientos del que escribe y encontrar ideas que no se me ocurrieron o no sé cómo poner en palabras. Los textos siempre funcionan como una puerta de entrada a un mundo infinito de preguntas, movimientos, búsquedas. Creo que la lectura es un motor creativo muy potente que permite transitar caminos a los que no llegaríamos por otros medios. No somos la misma persona antes que después de leer un libro… al leer se produce necesariamente una transformación y ya no hay vuelta atrás. Por supuesto que en algunos casos esa transformación es más profunda y radical que en otros, pero trato de que haya algún aspecto de lo que leo que me permita hacerme preguntas sobre mi propia práctica o sobre las ideas que subyacen a mis actividades en diversos ámbitos. Para quienes trabajamos en educación esta búsqueda permanente por el sentido de lo que hacemos se enriquece cotidianamente a partir de la construcción dialógica y la tarea compartida con colegas y alumnxs. Hay una dimensión política del ser docente que inevitablemente nos pide decisiones y nos llama a la acción. Aquí es donde algunas lecturas pueden operar no sólo como disparadores de ideas sino también como inspiración para impulsarnos hacia el trabajo con otros, un movimiento para acompañar y ser acompañadxs en la tarea cotidiana, un saber-hacer de artesanxs que se recrea en las palabras y en los hechos.



“La evaluación como oportunidad”, de Rebeca Anijovich y Graciela Cappelletti (2017).
Se trata de un libro profundamente inspirador escrito de manera clara y muy ameno para leer. En él, tanto Rebeca Anijovich como Graciela Cappelletti nos instan a repensar el lugar de la evaluación en cualquier nivel educativo en el que trabajemos. Me interesa particularmente la idea de oportunidad con que las autoras nos invitan a repensar la evaluación: oportunidad para que lxs alumnxs demuestren comprensión de maneras diversas y cercanas a sus modos de construir conocimiento; pero también oportunidad para que lxs docentes nos animemos a transitar caminos diferentes de los que circulamos en nuestra propia biografía escolar. Aquí el desafío (¡y la oportunidad!) consiste en desmenuzar y desandar la impronta que nos deja nuestra escolaridad, para ser otrxs junto a nuestrxs alumnxs, y dejarnos moldear por la experiencia colectiva junto con ellxs y lxs colegas que quieran sumarse. Todo esto por supuesto en el marco de una enseñanza que busca la equidad y el respeto por la heterogeneidad constitutiva de las personas. En contraste con otras corrientes de trabajo con diversidad que buscan incluir para uniformizar, las autoras proponen un tipo de enseñanza diferenciadora (más que diferenciada) que incluye para diversificar, para aprovechar pedagógicamente las diferencias entre los sujetos; por eso la evaluación es contemplada como oportunidad para todos y todas, docentes y alumnxs. 

“El paréntesis de Gutenberg”, de Alejandro Piscitelli (2010).
Este es un libro corto que ya tiene unos años pero cuyo profundo análisis de la cultura digital tanto dentro como fuera de la escuela sigue vigente. Alejandro Piscitelli nos lleva por los debates más actuales sobre el rol de la escuela y lxs maestrxs en un mundo que ha dejado de creer en los libros y en la autoridad del mundo letrado. Con la cultura digital volvemos a la polifonía y la lógica colectiva de la cultura oral; al igual que en la era preimpresa, nuevamente es válido reapropiarnos de textos ajenos, transformarlos y compartirlos con otros para que la rueda de variaciones y remezclas siga girando. Piscitelli nos recuerda que con los medios masivos mirábamos y escuchábamos, pero ahora con los medios post-masivos participamos, o al menos existen canales para hacerlo. La tesis del Paréntesis de Gutenberg fue formulada originalmente en la Universidad de Dinamarca del Sur, pero Piscitelli le da una vuelta de tuerca al conectarla con las prácticas sociales del momento actual y creo que su planteo es en extremo relevante porque como educadores no podemos estar ajenxs a los modos en que nuestrxs alumnxs se vinculan y aprenden en la cultura digital.
 
“rEDUvolution. Hacer la revolución en la educación”, de María Acaso (2013).
Creo que este libro es la versión educativa de “Destroza este diario”, de Keri Smith. En él María Acaso nos propone una serie de pasos y movimientos que nos permiten corrernos del modelo educativo clásico. La revolución en realidad es silenciosa y ocurre cuando las prácticas transformadoras se adhieren a los microsespacios en donde lxs docentes ejercemos nuestra tarea. Para Acaso la verdadera emancipación de lxs alumnxs ocurre cuando los docentes renunciamos al modelo transmisivo tradicional pero para eso primero hay que rastrearlo en nuestra biografía y desarmarlo, desactivarlo. Cada capítulo es una invitación para repensar nuestro lugar en el aula y recordar que aprender no es lo mismo que estudiar, que podemos dar clase ‘con la boca cerrada’, desde un lugar periférico, y que la evaluación, más que herramienta de medición, debe ser un medio para que el aprendizaje suceda.

“El año del desierto”, de Pedro Mairal (2005).
¿Qué pasaría si la gran ciudad que nos cobija comenzara a retroceder en el tiempo hasta convertirse de nuevo en el poblado vacío y precario que fue originalmente? ¿Cómo sobreviviríamos en un país devastado por la intemperie que pulveriza edificios, valores y vínculos sociales? El año del desierto nos ofrece un relato por momentos disparatado y por momentos trágico de la argentinidad en crisis permanente. A veces duele mucho ser argentinx. Además de un regalo muy preciado de mi colega y amiga Lucía De Gennaro, lo considero transformador porque frente al panorama de abandono que presenta y la extinción de las seguridades más básicas sigo creyendo que la educación es una herramienta esencial para mantener la esperanza, la chispa de que el mundo puede ser un poquito mejor a pesar de todo.

“Pedagogías de las diferencias”, de Carlos Skliar (2017).
Creo que Skliar además de pedagogo es un gran poeta y en este libro confluyen los dos talentos. Desde el interior mismo de la educación inclusiva se anima a desconfiar de las palabras y de las categorías con que se nombra lxs sujetxs y se hace referencia a los propósitos de la educación. Y nos hace una advertencia muy pertinente para quienes trabajamos dentro de enfoques inclusivos que consiste en tener cuidado con las trampas de la diferenciación para no prolongar las distancias que separan el “nosotros” del “ellos”. El principal riesgo de la inclusión es invisibilizar los conflictos y las tensiones que emergen en el escenario educativo y en el encuentro con la heterogeneidad. Por eso Skliar nos propone pensar en clave de alteridad, cuidado del otro, receptividad, atención y hospitalidad a fin de “generar espacios de libertad y de igualdad donde ir hacia el encuentro, escuchar, percibir, atender, permanecer y construir una formación acerca de lo común” (p. 46). Este libro es más bien un tratado sobre cómo ir al encuentro con la humanidad del otro, cómo sacarnos las máscaras que nos ponemos para habitar el sistema y acercarnos a colegas y alumnxs desde los afectos, desde la solidaridad, y compartiendo lo que somos realmente.

* Mariana Ferrarelli (@FerrarelliM) es licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA) y profesora de educación media. Se desempeña como facilitadora tecnológica en el colegio Barker y dicta cursos de formación docente en la Universidad de San Andrés y el Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD).

lunes, 27 de mayo de 2019

Un boomerang lleno de alegría, pasión y aprendizajes. Entrevista a Daniela Lin *



En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.


La siguiente entrada fue publicada el Martes 17 de Setiembre de 2013:



En su primera reflexión, Daniela resalta el valor formativo de la práctica docente en la (trans)formación integral del estudiante como persona y en la necesidad de que la formación universitaria incluya la mejor preparación para el mundo laboral.


  • Daniela, ¿Qué es para vos “ser docente”?
  • Para mí ser docente es transmitir los conocimientos de determinada disciplina, pero también es acompañar a los estudiantes en su crecimiento como persona. En el caso de los docentes universitarios, permitir que los estudiantes conozcan todos los campos de acción de su profesión y que puedan decidir a cuál de estos campos les gustaría dedicarse, así como ayudarlos dentro de lo posible en su inserción en el mundo laboral, ya que la mayoría empiezan la facultad sin haber trabajado nunca en ningún lugar, y muchos no conocen a otros profesionales de esa área que los ayuden a insertarse laboralmente.


A la hora de pensar en las características que hacen a l@s docentes mejores facilitadores de los aprendizajes de sus estudiantes, Daniela reflexiona sobre cuestiones como la experiencia, la capacidad de formar grupos de trabajo interdisciplinarios (algo que suele ser sumamente difícil pero que sería sin dudas más que útil), la motivación y la capacitación continua de l@s docentes.

  • ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Creo que un docente debería tener experiencia en el área de la materia. Por ejemplo, un docente de Semiología debería dedicarse a la clínica y un docente de Nutrición debería trabajar con grandes animales (porque en nuestra facultad esa materia está muy orientada a la producción). Además, en materias que son más específicas de otras carreras, me gustaría que el equipo docente fuera interdisciplinario: integrado por profesionales de las carreras a las que corresponde la materia (Química, Física, Agronomía, etc…) porque podrían profundizar más en ciertos temas, y también por veterinarios que darían un enfoque aplicado a la carrera. Hablando con estudiantes de otras carreras, surge que en muchas facultades los docentes son egresados de la misma facultad en la que dictan clases, y por eso muchas veces saben únicamente los temas correspondientes al programa de la materia y no pueden resolver muchas de las dudas o inquietudes que surgen en los estudiantes. De todas maneras en estos casos está en cada uno de estos docentes buscar información sobre estos temas, capacitarse, intercambiar opiniones con otros profesionales y con docentes de otras facultades, para enriquecer sus clases lo máximo posible.


  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Estuve pensando mucho esta respuesta y, si bien no lo considero “relevante” para mejorar la práctica docente, se me ocurrió la canción “Como boomerang”, de Juan Carlos Baglietto. Elegí esta canción porque me parece que un docente que realmente ama la docencia, espera dar lo mejor de sí mismo para sus estudiantes, para que aprendan todo lo que puedan y para que lo apliquen en las situaciones que les surjan en el futuro (“A vos te presto mi corazón, llevalo por otros mundos y otras distancias y otros amores, llevátelo. A vos te doy mi mejor canción llevala para tu vida…”) y porque en mi experiencia con mis docentes, muchos de ellos estuvieron abiertos a que los ex-alumnos los volviéramos a buscar para consultar dudas, o para contarles alguna situación relacionada con lo que aprendimos con ellos, o simplemente para saludar, así como también muchos de ellos se ocupan de mandarnos mensajes a los ex-alumnos para preguntarnos cómo estamos y ofrecernos su ayuda (“Yo la esperaré despierto otra vez cuando ella quiera volver trayéndome nuevas historias para contar”). Estoy acostumbrada de toda la vida a tener una relación bastante horizontal con mis docentes y creo que eso facilitó mi aprendizaje. Para terminar con esta respuesta me gustaría repetir algo que nos dijo una vez un gran profesor ya jubilado a sus ex-alumnos, después de varios años de egresados: “el saber no es algo solemne y arduo, el saber también es alegría”. Porque estoy convencida de que con alegría durante el aprendizaje, todos aprendemos mucho mejor y buscamos aplicar esos conocimientos con pasión.


Cerrando la entrevista, Daniela vuelve sobre algunos aspectos centrales de la tarea docente y de los aprendizajes: la importancia de un ambiente alegre donde “la pasemos bien”, el cariño y el afecto, el buen clima grupal, el acompañamiento, la relación con otr@s, la motivación y el estímulo para aprender, la (trans)formación personal y profesional, la autonomía y la relevancia de la formación práctica.


  • ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
  • Básicamente cuando uno la pasa bien en clase y hay una buena relación con los docentes, aprende mejor. Siempre lo pensé y hace unos meses leí que se está estudiado que esto ocurre. Esta semana, estudiando para la facultad, busqué mis apuntes de materias de años anteriores para repasar algún tema y me di cuenta de que cuando la pasaba mejor en una materia, mis apuntes eran mucho más prolijos y completos que en las materias en las que no había tan buen clima grupal. En este tema se podría diferenciar el caso de los docentes de secundaria del caso de los docentes universitarios. Los estudiantes de secundaria tienen una variedad de materias que probablemente no les gusten y está en el docente estimularlos para que se interesen por determinado tema. También puede pasar que los estudiantes se encariñen con algún docente porque los acompaña en su crecimiento y el cariño al docente provoque que estas personas estudien con más ganas determinadas materias; o por el contrario, el rechazo por un docente se refleja en el rechazo hacia la materia que dicta esta persona. Como ejemplo, me acuerdo que el primer día de clases de inglés de 3° año, Pat, la profesora, nos preguntó si nos gustaba su materia. Como a mí no me gustaba, no contesté. Se dio cuenta de que no le había contestado, entonces me preguntó específicamente a mí y cuando le dije que no, me contestó “este año te va a gustar”. Al principio no le creí, pero después sus clases fueron muy entretenidas y su relación con nosotros era casi de amistad. A lo largo del año, Pat nos fue conociendo y fue viendo qué temas le interesaban a cada uno, y a todos nos “enganchaba” desde un tema que nos gustaba, por ejemplo a mí siempre me incentivó para que aprendiera más sobre animales. Con el paso del tiempo me di cuenta de que nunca aprendí tanto inglés como ese año. Algo parecido me pasó en la facultad: un docente casi todas las semanas me mandaba a buscar información sobre algún animal autóctono, para relacionarlo con su materia. Así pude integrar conceptos de distintas unidades de la materia, relacionándolos con un tema de mi interés y además se generó un buen clima grupal, lo cual hacía que yo estudiara la materia con más ganas y así me resultó muy fácil aprobar los parciales, a pesar del poco tiempo que tenía para estudiar.


  • Para terminar, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
  • Como dije anteriormente, creo que los objetivos de la educación dependen del nivel del que se trate. En el caso de que se trabaje con menores de edad creo que es importante acompañarlos en su crecimiento, marcarles aspectos de su comportamiento que podrían afectar su relación con sus pares, estimularlos para que aprendan sobre temas que les interesan. En el caso de la educación universitaria el principal objetivo es formar profesionales, por lo tanto creo que la exigencia tiene que ser máxima (especialmente en carreras en las que directa o indirectamente el mal desempeño del profesional puede afectar a la salud de los demás o al medioambiente) y hay que estimular a los estudiantes para que busquen     información por su cuenta, para que se informen sobre los ámbitos en los que se van a desarrollar como profesionales y, en el caso de materias más prácticas que teóricas, hay que enseñar bien las maniobras necesarias, por ejemplo para intubar o para poner un catéter. No alcanza con realizar una maniobra dos veces en un día o en un cuatrimestre, creo que ese tipo de cosas hay que practicarlas durante varios meses para poder realizarlas con éxito una vez recibidos.

*Daniela Lin es estudiante de Veterinaria en la UBA. Actualmente está cursando cuarto año y se desempeña como concurrente en las cátedras de QuímicaBiológica y de Semiología de esta Facultad.


viernes, 24 de mayo de 2019

Encontrase (humano) con cada grupo. Entrevista anónina.



En este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no aburrirnos entre una y otra, nos invitamos a (re)leer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.


La siguiente entrada fue publicada el Martes 10 de Septiembre de 2013:


Al iniciar la entrevista se advierte el posicionamiento de la docente en relación con sus objetivos, mucho más orientados a motivar e incentivar a l@s estudiantes en sus procesos de aprendizaje que a “darles respuestas”, mucho más cercano a la idea de “guiar”que a la idea de “enseñar”.


·¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?

·Mi objetivo es ayudar a los estudiantes en su aprendizaje y ayudarlos a mostrar y defender sus propias opiniones. Soy docente de dos materias muy distintas: una básica (en los inicios de una carrera universitaria) y una aplicada (en realidad de dos materias que forman parte de una misma cátedra hacia finales de la misma carrera). En la materia básica, mi expectativa es poder movilizarlos de tal manera en que ellos mismos se superen. Muchas veces prefieren hacerme preguntas que responderlas ellos mismos, pensando, volviendo para atrás. Intento en general que ellos busquen sus propias respuestas, les comparto mi punto de vista que es que de nada les sirve que yo se las responda, prefiero guiarlos en esas respuestas para incentivar su auto-aprendizaje. En las materias aplicadas, mi expectativa es similar, apunto que se valgan por ellos mismos; que ellos enfrenten la situación real ahí, con el paciente, que decidan qué hacer con SU paciente, preguntando y repreguntando por qué, cuando no saben qué hacer, insisto en situarlos como si yo no estuviera ahí.


A la hora de pensar en la características que nos hacen mejores facilitadores de los aprendizajes, lo primero que aparece no es el conocimiento disciplinar, ni siquiera la formación pedagógica o docente sino cuestiones más “humanas”: la generosidad, la empatía, la capacidad de escucha, la observación crítica y, sobre todo, la propia capacidad de autodescubrise y estar abierto a aprender de y con l@s estudiantes.

·¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
·Creo que ante todo debe ser bondadoso, bondadoso al contar sus propias experiencias: contar la realidad de lo que le ocurrió a él cuando estaba del lado de los estudiantes, abrir el camino para poder escuchar cómo viven su “ser alumno”, en esta realidad de hoy. Este diálogo abre muchas posibilidades para el docente, posibilidades de adaptar la clase a los estudiantes que tiene en ese curso, ese día, ese año, en ese momento y no, adaptar la clase a su propia conveniencia. Sinceramente no creo que el “mejor docente” es quién más sabe, sino quién tiene algo para ofrecerle a los alumnos, quien puede ayudar a un cambio por minúsculo que parezca, un “algo” que motive al alumno a seguir, a “enfrentar” a los alumnos con su propio aprendizaje

·Es interesante lo que planteás, ¿qué otras características personales ayudan en este sentido?
·Otra característica clave, a mi entender, es que el docente sea observador. Observar al grupo de alumnos y buscar en la facies quién está ahí, compartiendo el tema del día y quién se quedó en la apertura de la clase o se quedó hace tres clases. Al observar al grupo, no sólo podemos recuperar entre todos alguna idea, sino también se puede lograr evidenciar fallas propias de la propia propuesta docente (en cualquier tipo de clase) y hacer ajustes en base a ese grupo, ese momento, ese tema. Una tercera característica que creo importante es mostrarse humano, sí, humano. Por supuesto que la idea de esta característica se entrelaza con las anteriores. Mi opinión de mostrarse humano la justifico desde el punto de vista que no creo que repitiéndoles a los alumnos lo que ellos mismos pueden conseguir en la bibliografía, mostrándoles cuánto sabe el docente, sea una manera de facilitarles su aprendizaje sino de lucirse ante ellos y nada más. La trayectoria formativa del docente puede verse enriquecida con distintos cursos, carreras o grupos de docentes pero el quehacer docente, el encontrarse a uno mismo, siendo uno mismo, encontrarse con cada grupo e intentar distintos estilos, distintas estrategias, es como uno busca responder a esta pregunta; como uno busca facilitar el aprendizaje de sus alumnos.

Para terminar, la docente ejemplifica el posicionamiento que vino describiendo a lo largo de la entrevista con algunas de sus propias prácticas y vuelve sobre la idea de un docente facilitador del meta-aprendizaje, de un docente que guía y motiva a l@s estudiantes en el descubrimiento de sus propios procesos cognitivos y de su propia capacidad de (trans)formarse, ubicando a “las preguntas” en un lugar relevante de esta construcción. El cierre muestra una idea emancipadora que no excluye (sino que necesita) de la presencia: “siempre vamos a estar ahí para ellos”.

·¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
·Creo que dentro de mi práctica docente lo que más recalco es que pueden (y deben) valerse por ellos mismos. Que siempre que tengan una pregunta, se la hagan a ellos mismos primeros pero no una vez y de una sola manera, les planteo que la desmembren. En general, el alumno hace una pregunta al docente para que éste le conteste, ¿no? Pues mis “pobres” alumnos después de unas cuántas veces que me preguntan se dan cuenta que yo tan sólo les responderé con otra pregunta y otra y otra, hasta intentar encaminarlos a la respuesta de la pregunta original. Muchas veces ellos mismos después de dos-tres-cuatro preguntas mías, dicen “ahhh lo que te pregunté, entonces se responde así y asá”. Ellos mismos se responden! A lo que yo concluyo “ves? ¿Para qué me preguntás si ya sabías la respuesta?” Y todos terminamos riendo porque suelen contestar “Es más fácil que me lo respondas vos, profe”. Después de estos momentos también me gusta incentivarlos con una pregunta para pensar, una “de esas que no están en los libros”,invitando a que la respondan en grupo, que discutan, que defiendan puntos de vista. Creo que estas prácticas invitan a que vean que el aprendizaje depende más que nada de ellos mismos, que los docentes sólo podemos ayudarlos en ese camino, pero no hacerlo por ellos, aunque siempre vamos a estar ahí para ellos.