jueves, 31 de marzo de 2016

“Ser docente”: una profesión que no es para tod@s. Entrevista a Giuliana Tricerri *



Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 18 de Junio de 2013:

En su primera reflexión, Giuliana nos recuerda la relevancia de la tarea docente, haciendo foco en la (trans)formación de las personas más allá de las cuestiones disciplinares. Se anima, también, a caracterizar a “los mejores profesores” y es acá donde destaca la paciencia, la pasión por su disciplina (no tanto sus conocimientos como su pasión), el interés por los estudiantes y la educación en valores.

· Giuliana, ¿Qué es para vos “ser docente”?
· Yo creo que el ser docente es una profesión que no es para todos, hay que tener ciertas características diferentes a las demás personas para dedicarse a este trabajo (sobretodo tener paciencia). Un profesor tiene que encontrar el modo de dar ciertos contenidos de una materia específica, y así formar a otra persona, la cual tiene que aprender sobre ese tema, ya sea por gusto o por obligación; pero también en el proceso de aprendizaje le traspasa a sus alumnos valores y cuestiones diferentes que muchas veces son más importantes que un texto; estas “cosas” que a un alumno le llegan sin nombre, se quedan en nosotros y nos forman para un mejor futuro. Cuando digo cosas hablo de valores, formas de pensar, formas de estudiar, etc. Tengo que destacar que no es lo mismo un buen docente que un docente normal. El primero, en mi parecer, es una persona que no solo le transmite conocimientos sobre la materia a los alumnos; sino que los forma como personas; a lo largo del año, o del tiempo que lo tenga. Un buen docente se esmera para que sus alumnos puedan entender e interesarse en la materia, claro que no siempre ocurren los milagros pero por lo menos a un buen docente le gusta su materia, y quiere transmitir sus conocimientos. Los mejores profesores, son aquellos a los que les apasiona el tema que enseñan, eso es algo que se les nota y los transmiten hacia los que los escuchan. Lo anteriormente dicho influye mucho en la otra persona; o por lo menos a mí me pasa que si un docente está hablando de un tema que le gusta, y, sabe hacernos entender lo que esta “dando”, automáticamente la materia me resulta más interesante y menos pesada. Una persona pueda saber mucho sobre un tema, amar su profesión, pero no tienen la habilidad de “volcar” sus conocimientos, enseñárselos a los alumnos.

A la hora de pensar en las condiciones institucionales que facilitan su tarea de estudiante y sus aprendizajes, Giuliana, reflexionó entre otras cuestiones (como la entrega de las netbooks del programa Conectar Igualdad o las condiciones edilicias) acerca de la importancia del “trabajo de campo” (el hecho de que en este caso sea “en el campo”, es mera coincidencia), de la relevancia de poner en contexto los aprendizajes y de evitar la disociación entre teoría y práctica.

· ¿Qué condiciones institucionales facilitan tu tarea de estudiante y tus aprendizajes?
· Estudio en una escuela agropecuaria, el hecho de tener en el colegio la oportunidad de aplicar lo visto en las clases teóricas en “el campo” es un golazo, pones en práctica todo lo que viste antes en el aula y eso te re ayuda a entender las cosas, más si estabas estudiando algún tema en especial y te quedo una parte “en el aire” sin entender. En mi opinión, aprendo más cuando puedo ver lo que hago, que imaginándomelo. Por ejemplo entender las partes de una huerta, las sé ubicar, las sé diferenciar porque lo vivo día a día cuando salgo a trabajar en la huerta. Además es algo que me motiva; yo pienso a veces “Uh, que interesante eso, voy a leer más así cuando tengo que salir o estudiar ya la tengo clara”.

· Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
· “American History X” es una película que se basa en un adolecente que, el director del colegio, lo manda a realizar un trabajo sobre su hermano, quien era neonazi. La película está muy buena (no quiero contar el final ni ningún dato que revele alguna situación, así que mírenla!). Yo lo tomo como que se le da una oportunidad a alguien que otra gente, lo tenía visto como inservible, o malévolo. Además el chico se da cuenta de muchas cosas a lo largo de la película que lo hace crecer, cambiar y la verdad que me re gusto.

Cuando le preguntamos a esta excelente estudiante de secundaria por las características que hacen a l@s docentes mejores facilitadores de los aprendizajes, Giuliana retoma las conceptos que esbozó en la primera respuesta y deja en claro la importancia del vínculo que l@s docentes entablamos con l@s estudiantes, del compromiso que tenemos que ell@s y con nuestra tarea, de la formación continua y permanente de l@s docentes (no sólo en términos disciplinares sino pedagógicos) y del equilibrio entre prácticas probadas e innovaciones pedagógicas que resulten novedosas para l@s estudiantes y/o para l@s docentes.

· ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
· Yo creo que el docente tiene que saber dar una materia, de alguna manera que los alumnos no se dispersen y los mantenga “entretenidos” durante las horas de clase. Debe saber tratar con los chicos, tener paciencia a los errores, poder ayudar cuando alguien no comprende algún tema. El docente debe mantenerse constantemente actualizado con su trabajo, leer e informarse de los nuevos descubrimientos en su área, debe conocer que es lo que ocurre en la actualidad, seguir formándose para formar mejor a los alumnos. Esta bueno tener un profesor que ya tuvo a otros alumnos antes que nosotros, ya que más o menos tiene organizado su programa y sabe manejarse. Aunque también está bueno probar cosas nuevas, ir descubriendo y conociéndose entre alumnos y profesores. Yo creo que un docente tiene que comprometerse con su trabajo, a la vez que con sus alumnos; por ejemplo si nos mandan a leer cosas, o hacer tareas o trabajos, que los corrija. Hay algunos docentes que pasan meses y todavía no terminaron de corregir una tarea entregada, eso no está bueno, porque a mí me hace pensar que le da “fiaca” hacer su trabajo. Un buen docente también esta cuando un alumno lo necesita, puede que ya no sea su profesor, pero igual ayudarlo. También esta bueno que un profesor vincule las materias con temas que queremos estudiar en nuestro futuro. Plantear problemas, o situaciones con las cuales no podríamos enfrentar en un futuro no tan lejano.

· ¿Cuáles de las prácticas, herramientas, estrategias de tus docentes resultaron más exitosas como instrumentos facilitadores de tus aprendizajes?
· Lo que más me resulta, a la hora de aprender cosas nuevas para que se fijen nuevos conceptos es ponerlos a prueba. Como por ejemplo, con charlas que se relacionen con los temas que estamos viendo y con cosas que ocurren en la reaidad, poder asimilar dos conceptos, entenderlos y debatirlos. Escuchar que opinan los demás, ir tomando notas. También algo que a mí me resulta híper práctico, son los trabajos prácticos que incluyen materiales, por ejemplo el año pasado en biología tuvimos la oportunidad de trabajar en el laboratorio con un corazón de vaca, riñones, órganos para poder entender mejor el funcionamiento y la anatomía de los sistemas y aparatos en el cuerpo humano. Es mucho más práctico poder verlo con tus propios ojos, ir tocándolo, que intentar entender una imagen en un libro que no es igual a la realidad. También algo que me gusta mucho a mi es intentar recrear con instrumentos cotidianos, los temas que estamos viendo, claro que con una materia como puede ser historia no puedo usar este método. Pero nuevamente en biología, con un globo, una pajita una botella y plastilina tuvimos que recrear al sistema respiratorio. Estas cosas están buenas porque te hacen pensar y encontrar la forma de entender como sucede y que sucede dentro de nosotros. Esto se puede emplear en otras materias, con otros utensilios. En fin, poner en práctica lo aprendido, sin tener que ser un trabajo con nota o un examen, ayuda bastante a la hora de aprender. Y a veces no está pautado, sino que te das cuenta cuando vas hablando que aprendiste un montón de cosas nuevas.

Giuliana tiene (sólo) 16 años pero a lo largo de la entrevista nos dejó en claro lo mucho que podemos (y deberíamos) aprender de ella y de su generación que ya lleva muchos años dentro del sistema educativo y son capaces de criticarlo (con las mejores intenciones) y cuyas opiniones (y su participación) son absolutamente necesarias para producir una verdadera trasformación de la Educación. Paulo Freire dijo “Nadie educa a nadie, nadie se educa a sí mismo. Los hombres se educan entre sí mediatizados por el mundo”. En sintonía con esto y con todo lo que vino diciendo, de esta manera Giuliana cerró esta entrevista.

· Para terminar, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
· En mi parecer la educación, tendría que tener como objetivo la formación de una persona tanto de forma mental, como social y cultural. Esta persona tendría que poder pasar sus conocimientos y ayudar en la sociedad, devolviendo de alguna manera, lo que esta le dio. Educar también es transmitir valores de la vida, aplicarlos, corregir los errores que cometemos, ayudarnos entre los que estudiamos, no solo formar a una persona, sino que a todo un grupo. Otro objetivo es formar a una persona para que luego esta pueda tener un trabajo digno, estimulándola para que piense, razone y critique las cosas del día a día. Que sepa defenderse en la vida. Fomentar la comunicación y la interacción con otras personas. Establecer ciertas normas que luego seguirán siendo utilizadas el resto de nuestras vidas, el respeto por ejemplo.

* Giuliana Tricerri (@giulitricerri) es estudiante en la Escuela de Educación Técnico Profesional de nivel medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (también conocida como Escuela Agropecuaria). Aspirante a estudiar Veterinaria.


miércoles, 30 de marzo de 2016

Involucrarse en la (trans)formación de las personas. Entrevista a Carlos Blasi *



Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 11 de Junio de 2013:

Ya en su primera respuesta, Carlos deja en claro desde qué lugar habla y en qué lugar se ubica para practicar la docencia: en el lugar de una persona (incompleta) cuya tarea es acompañar a otra persona (también incompleta).

· Carlos, ¿Qué es para vos “ser docente” y cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?
· Ser docente es participar en la formación de una persona, como lo hace un padre, un familiar, un amigo. Mis objetivos se basan en orientar a los estudiantes para que ellos puedan hacerse del nuevo conocimiento, acompañarlos en ese trayecto, mostrarles mis limitaciones y que ellos descubran las suyas.

A la hora de hablar de las características de l@s docentes que nos hacen mejores facilitadores de los aprendizajes de nuestr@s estudiantes, Carlos relativiza (en concordancia con lo que muchas veces planteamos en este Blog) los conocimientos disciplinares o las aptitudes específicas del campo de estudio de la materia para darle un lugar de relevancia y centralidad al sentimiento, al compromiso, a la motivación y al vínculo humano.

· ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
· Antes se esperaba que el docente fuera el más destacado en su labor profesional y de investigación, el más antiguo, con más trayectoria, con más cargo institucional. Creo que todas estas cualidades complementan la labor docente pero no son las principales características a la hora de facilitar aprendizajes. Considero que las características personales son el principal motivo para poder cumplir con nuestra tarea. Quien quiera involucrarse en la formación de una persona, primero lo tiene que sentir como tal: tiene que estar convencido y comprometido con el reto diario, debe ser auténtico, debe ser transparente (con todo lo que implica este término), se le deben notar sus limitaciones, sus errores y sus aciertos, sus alegrías y sus tristezas, se debe entregar todo, sin prejuicios, sin máscaras, sin armaduras, sin hipocresía. Esto es básico y elemental para poder involucrarte con las personas, y poder cosechar frutos al final del día de labor docente.

Carlos nos recuerda el valor de la mejora constante de nuestra práctica, un eje que no debemos abandonar ya que es nuestra propia (trans)formación permanente la que nos hace mejores a la hora de realizar la tarea de facilitar la (trans)formación de nuestr@s estudiantes.

· Carlos, ¿Cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
· Mejorar todos los aspectos cualitativos de la educación, garantizando los parámetros más elevados, para conseguir resultados de aprendizajes reconocidos y mensurables; especialmente en lectura, escritura, matemática y competencias prácticas.

· Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
· Les recomendaría “Stand and deliver”. Esta película me hizo descubrir que lo que yo había elegido como trabajo en esta sociedad, era mi vocación.

Para terminar Carlos, que es un experimentado docente con una vasta formación en Ciencias de la Educación, nos propone repensar nuestras prácticas a partir de dos conceptos interesantes e importantes: los aprendizajes previos y las analogías. Los aprendizajes previos como estructurantes de la construcción (o como el propio Carlos dice: “re-estructuración” de los conocimientos previos a partir de los nuevos) y el uso de analogías, metáforas y ejemplos como elementos que facilitan los procesos neurocognitivos que hacen a esa “re-construcción”.

· ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
· A mí me sirve muchísimo trabajar desde la base de los conceptos sostén que darán apoyo a los nuevos aprendizajes sustentables; en los que la información recogida, o parte de ella, es apropiada como un nuevo conocimiento, aumentando la red de conocimientos previos. Esta construcción nueva es, simultáneamente, una reestructuración de la estructura cognitiva previamente existente, a través de la (re)significación de aquellos conceptos sostén que sirvieron de nexo para la incorporación del nuevo conocimiento. En base a esto, utilizo mucho en mis prácticas docentes las comparaciones analógicas. La utilización de las comparaciones en sus distintas modalidades (metáforas, símiles, etc.), compone una actividad espontánea a la hora de dar sentido a lo desconocido. El rito de “técnicas de abstracción” tales como analogías, imaginería, experimentos imaginarios y análisis de casos límite, han jugado un papel central en la construcción de nuevas representaciones científicas. Fijate que los “científicos” las emplean ordinariamente a la hora de elaborar y presentar sus teorías y constituyen un recurso habitual del lenguaje científico y cotidiano. Tal es así que mi padre espiritual docente es David Paul Ausubel.

* Carlos Blasi es docente e investigador en la Universidad de Buenos Aires. Es Profesor Nacional de Ciencias Naturales (J.V. González), Médico Veterinario (UBA), Docente Autorizado de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, Especialista en Docencia Universitaria y Magister en Docencia Universitaria (UTN). Se desempeña como profesor adjunto de Física Biológica en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA y como profesor asociado de Física General y Biológica en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UCA; es profesor secundario en la Escuela de Educación Técnico Profesional de nivel medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA) y en el Colegio Pestalozzi.


martes, 29 de marzo de 2016

¿Quién es “tutor” de quién?



Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 4 de Junio de 2013:

Hoy nos proponemos reflexionar sobre una práctica cada vez más común en los diferentes niveles de nuestra Educación: las tutorías.

Cada vez es más común escuchar hablar de tutores escolares, tutores académicos, tutores de becas, tutores virtuales y hasta los redundantes tutores de tutores. No es la intención de este texto describir ni criticar estas prácticas (que desde este Blog alentamos y valoramos) sino reflexionar sobre la relación que existe entre (uno de) los orígenes de la palabra “tutor” y (una de) las concepciones de la acción tutorial, al mismo tiempo que repensamos (una vez más) nuestra propia práctica docente.

Hace unos meses, en una práctica virtual en el marco de la acción tutorial, preguntamos a estudiantes de Escuela Media que empezaban a tener tutores, cuáles creían que eran las funciones de un tutor escolar. Un par de estudiantes respondieron que, como no tenían idea de qué era o qué hacía un tutor escolar, lo habían buscado en internet y les había aparecido la analogía con el “tutor”, que es esa vara o palo que se ata con una cinta o soga a las plantas endebles para que “las guíen” y las ayuden a “crecer derechas” y a “no apartarse del camino”.

Obviamente nuestra primera reacción ante la analogía no fue muy buena y rápidamente tuvimos en claro que lo que nosotr@s entendemos por “acción tutorial” dista mucho de algo así. Sin embargo, como no siempre estamos del todo de acuerdo con lo que pensamos, elegimos (una vez más) darle una vuelta de tuerca al asunto y (re)pensarlo a la luz de nuestras trayectorias y nuestras prácticas docentes como una manera de (una vez más) repensar estas últimas.

Después de analizarlo un poco, nos dimos cuenta de que no estaba tan mal la idea de un alguien que pudiera haberse apartado del camino y un otr@ que, en la acción tutorial, l@ ayude a volver a enderezarlo. Entendimos que no era del todo falso que existe la posibilidad de que alguien que perdió el interés por lo que hace en el ámbito educativo lo recupere con la ayuda de un otr@ que, en la acción tutorial, le recuerda (desde su rol diferente) el sentido de la tarea. Nos pareció bastante lógico que al entablarse un vínculo entre estas personas, alguien descubriera a ese otr@ que, en la acción tutorial, lo ayudara a redescubrirse a sí mismo y le diera de vuelta un lugar y un sentido. También llegamos a la conclusión de que podía ser que alguien estuviera estancado, frustrado, incapacitado para avanzar, adormecid@ y que un otr@, en la acción tutorial, lo ayudara a volver a creer en sus capacidades, a volver intentarlo, a avanzar y a (re)despertarse.

El problema no era entonces la analogía o la comparación de la acción tutorial con la idea de la vara y la planta endeble sino que el problema era (una vez más) el orden de las palabras o, mejor dicho en este caso, el orden de los sujetos de la acción tutorial.

Existen much@s docentes que han perdido el interés por su tarea (si es que alguna vez lo tuvieron), docentes que se han apartado del camino (si es que alguna vez estuvieron en él), docentes que olvidaron el sentido de su tarea (si es que en algún momento lo conocieron) pero afortunadamente existen varias formas de luchar contra todo eso y una de ellas es la acción tutorial.

Al emprender una acción tutorial (tarea que le deseamos y recomendamos a tod@s l@s docentes de todos los niveles) son l@s estudiantes l@s que nos sirven de “vara”, son l@s estudiantes l@s que nos devuelven o nos refuerzan el interés por nuestra tarea, son l@s estudiantes l@s que nos ayudan a volver al camino o a mantenernos en él, son l@s estudiantes l@s que nos recuerdan el sentido de nuestra tarea o nos ayudan a no olvidarlo. La acción tutorial es una experiencia extraordinaria para (re)descubrir a ese otr@, que nos ayuda a (re)descubrirnos a nosotr@s mismos, como personas y como docentes.

Ojalá tod@s l@s docentes, en especial aquell@s que por situaciones “del ambiente” (“climáticas”, sociales, “hídricas”, familiares, “edáficas”, personales, “eólicas”, etc…) necesitan de cierta “guía” o cierta ayuda, tengan la suerte de ser parte de la acción tutorial y si no tienen esa “suerte institucional”, recuerden que nada les impide realizar su práctica docente ubicándose en un lugar a medio camino entre “el profesor” y “el tutor”, aunque este último sea, en realidad, una especie de “tutor tutoteado”.


lunes, 28 de marzo de 2016

Si el objetivo no es claro, el destino es incierto. Por Sergio Morado *


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 28 de Mayo de 2013:
 
"No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige", Arthur Schopenhauer.

En cualquier emprendimiento que uno realice lo primero a plantearse es, sin duda, los objetivos. Esos objetivos deben adaptarse a los recursos con los que se cuenta, pero a menudo también suelen estar limitados por circunstancias externas. En determinados casos, los objetivos pueden ser establecidos en forma unipersonal y en otros por una discusión y puesta en común grupal. De cualquier forma, deberían ser el fruto de una profunda reflexión sobre el camino a seguir y ser respetados en cada acto de toma de decisiones posterior.

Los proyectos educativos que constituyen los cursos de las asignaturas universitarias parecen en ocasiones estar al margen de esos preceptos. Esto se debe, por un lado a que los objetivos propuestos en los programas no son revisados y puestos en discusión con asiduidad para determinar si se corresponden o no con los objetivos de la carrera y con lo que la sociedad demanda de los profesionales formados. Por otro lado, se debe también a que los docentes a cargo de las clases desconocen, en muchos casos, los objetivos de la asignatura en el marco de la carrera a la que pertenece.

La grave consecuencia de esa falta de claridad y comprensión de los objetivos es que los estudiantes suelen quedar sujetos a los objetivos propios de cada docente. Así, se terminan priorizando cuestiones u opiniones personales no sólo en el momento de la clase sino también en las instancias de evaluación. En ese contexto, es habitual observar cursos en los cuáles, si bien los contenidos de la asignatura no son soslayados, sí se desestima el desarrollo de las competencias y las actividades de relación o elaboración de conceptos necesarias para transformar a los estudiantes en profesionales. En esos cursos el estudiante universitario suele verse forzado a presenciar clases que avanzan como un barco a la deriva, en las cuales no hay una jerarquización de conceptos ni una integración de contenidos. Así mismo, no es poco común encontrar exámenes en los cuáles la prioridad no es evaluar los conceptos centrales de la asignatura o la capacidad de comprensión y relación, sino analizar la cantidad de contenidos acumulados por los estudiantes mediante preguntas que sean de fácil y rápida corrección para los docentes.

Por estar en una etapa formativa, los estudiantes pueden confundir (los objetivos) y creer que el único objetivo consiste en incorporar los contenidos mínimos para aprobar las asignaturas. Los docentes no pueden caer en esa confusión. Es necesario que los docentes universitarios comprendamos que el objetivo principal de cada carrera es formar profesionales competentes y autónomos que tengan la capacidad para aplicar los conocimientos adquiridos, mantenerse actualizados y generar nuevos conocimientos. Ese objetivo debe tenerse en consideración en cada intervención educativa presencial o no presencial.

* Sergio Morado (@sergiomorado1) es docente-investigador en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, becario doctoral de CONICET y ferviente apasionado de la música y la literatura.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Imaginando un “espacio” de (trans)formación de sujetos. Entrevista a Carla Veloso *


 

Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 21 de Mayo de 2013:

En su primera reflexión, Carla, revela la centralidad que tiene, para ella, el rol del docente y la responsabilidad que l@s docentes tenemos por la enorme capacidad de decisión que, a priori, tenemos, más allá de que podamos luego socializarla. También hace referencia al poder “formativo” o (trans)formador del sujeto, que tiene (o debería tener) la Educación.

  • Carla, ¿Cuáles son tus objetivos/propósitos/expectativas de logros cuando comenzás una cursada?
  • Cuando comienzo una cursada, tengo más que nada expectativas a cerca del docente. Ya que éste es el responsable de dar las clases y hacerlas más o menos dinámicas. Los temas que hay que abarcar obligatoriamente son específicos, pero depende de él cómo llevar a cabo la clase. La Educación hoy tiene fines disciplinarios, cuando, en mi opinión, los fines deberían ser de carácter formativo del sujeto. De esta forma generar una igualdad en el desarrollo social y humano mediante la formación de un capital cultural donde se brindan herramientas de conocimiento.

A la hora de pensar en las características de l@s docentes, Carla no sólo nos recuerda la importancia de trabajar las herramientas y las estrategias que hacen al “aprender a aprender”, sino que trae una idea que han trabajado varios autores (como Daniel Prietto Castillo): la idea de que docentes y estudiantes somos coprotagonistas de la acción de dar sentido al mundo que habitamos para transformarlo, construyendo cotidianamente saberes y prácticas “desde la comunicación”.

  • Carla, ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
  • Creo que el profesor debe tener no solo una muy buena oratoria, sino que una capacidad para comunicarse y hacerse entender claramente. Creo que un docente debe formar al alumno no solo en su materia, sino ayudarlo a crear una metodología de estudio. Armar al alumno de herramientas para que puedan encontrar su propia forma de estudiar. Una estrategia que creo que facilitó mis aprendizajes, en reiteradas situaciones, fue la de dejar de lado el papel tradicional e impuesto de ser el docente, y provocar así una cercanía al estudiante, darle un lugar de expresión.

  • Si tuvieras que recomendarle a l@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar la práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
  • Recomendaría “Los niños del Cielo”, de Majid Majidi. Las películas que están bien logradas siempre tienen mucho por transmitir. No siempre hay que ver películas que abarquen una temática particular como podría ser “La Educación” para poder reflexionar a partir del ella a cerca del tema.

Como buena estudiante de arquitectura, Carla, reflexiona sobre un hecho para nada menor de nuestras prácticas docentes: el aula. Un espacio tan naturalizado y (lamentablemente) tan poco cuestionado, que debe necesariamente ser repensado en sintonía con los cambios y las mejoras que hagamos en las estrategias de enseñanza y en los procesos de aprendizaje de nuestr@s estudiantes, porque el espacio nos condiciona y debemos transformar el “espacio aúlico” en un lugar de aprendizaje.

  • Si tuvieras que hacer una propuesta de cambio concreto que pudiera aumentar el compromiso, la motivación y la participación tuya y de tus compañer@s, ¿qué propondrías y por qué?
  • Con respecto a mi experiencia, creo que la organización de los bancos en la clase tiene mucha influencia en los alumnos. También el espacio áulico tiene impacto en el alumno, cuando se piensa en la flexibilidad, movilidad, etc.

Para terminar, le pedimos a Carla que relate un episodio significativo de su experiencia como estudiante en relación a algún docente o a alguna práctica docente en particular y, no por casualidad, eligió un hecho lúdico, que implicó “pensar” e “imaginar” y que, tal vez justamente por eso, logró entusiasmar y motivar a l@s estudiantes.

  • Instantáneamente recordé un juego que había hecho mi profesora de Biología, donde nos juntábamos en grupo y teníamos que buscar diferentes características y diferencias de distintos tipos de plantas (que ella nos había dado fotos), y pensar el “para qué” de éstas. Recuerdo que nos incentivó mucho a pensar y a imaginar razones para los usos de dichas características. Y escuchar las ideas (algunas muy descabelladas) de nuestros compañeros. Elegí contar este episodio porque recuerdo que todos mis compañeros estaban entusiasmados imaginando posibles respuestas. Dos características que entorpecen, a mí criterio, el aprendizaje y la motivación del alumno son la falta de compromiso del docente con el grupo de alumnos y con su propia materia. Ser docente no es únicamente cumplir con un programa de estudio, sino poder transmitirlo a los alumnos. Eso no significa que a todos los alumnos les tenga que gustarla materia, pero sí que puedan comprenderla.

* Carla Veloso es estudiante de Arquitectura en la FADU (Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo). Es ayudante en la Universidad de Buenos Aires y se desempeña como voluntaria en el Área de Apoyo Escolar y Acompañamiento Educativo del Programa Integral de Acción Comunitaria en Barrios Vulnerables (PIACBV) de la Secretaría de Extensión de la UBA.


martes, 22 de marzo de 2016

Rompiendo, desde adentro, las estructuras del paradigma. Entrevista a Miguel Huguet *



Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 14 de Mayo de 2013:

Al comienzo de la entrevista, Miguel propone responsabilidades compartidas por docentes y estudiantes y pone de manifiesto el valor (pedagógico) de la duda y la relevancia del planteo de preguntas y de la búsqueda de respuestas.

·Miguel, ¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?

·Los objetivos que yo tengo cuando comienzo una cursada son aquellos que me ayudan a que los alumnos entiendan la materia. Decir que los alumnos entiendan suena a que la responsabilidad de ese entendimiento recae en el alumno, pero no. En mi caso espero que salgan de la cursada (y de la materia) con algunas dudas claras y concretas. Las materias que yo dicto (Genética Básica y Virología Animal) son materias netamente básicas y que tienen un fuerte componente molecular y eso genera muchas incógnitas en los alumnos. Mis propósitos apuntan a que se planteen esas incógnitas y después buscar las maneras de contestarlas.

A la hora de hablar de prácticas, herramientas o estrategias, surge un concepto central de la práctica docente: el (buen) humor. Miguel también reflexiona sobre uno de los recursos más efectivos para motivar a l@s estudiantes y captar su atención: el uso de objetos concretos y reales (como una cuerda) que sirvan para tratar de “ver” lo que estamos diciendo.

·¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?

·Creo que dentro de mi práctica docente mi estrategia más exitosa es el uso del humor. Son medio payaso y logro que los alumnos presten atención por medio del humor. Yo sé que es un arma de doble filo porque puede desviarse la atención del alumno a la gracia y no a la información que planteo desde el humor. A la hora de explicar algún tema abstracto de genética trato de representarlo en el frente con la colaboración de los alumnos, por ejemplo: la explicación del superenrollamiento positivo de la doble hélice de DNA. Solía llevar al aula una cuerda y generaba una representación de las distintas enzimas y proteínas involucradas en el evento. Para ello, utilizaba alumnos en el papel de las enzimas y les preguntaba qué función tendrían en el evento (no sé, topoisomerasas, helicasa, etc.). De esa manera trataba de fijar los conceptos.

Uno de los aspectos que suele preocupar a los docentes es la relación y la proporción docentes/estudiantes y estas dos, a veces, van de la mano. Aunque no siempre es así, mejores proporciones docentes/estudiantes deberían facilitarnos el trabajo de construir mejores relaciones docentes/estudiantes (saliendo de lo que Miguel llama “un esquema muy chato y aburrido”) y logar así un vínculo basado en la confianza.

·Miguel, si pudieras agregar, quitar o cambiar aspectos concretos de tu práctica docente diaria, ¿qué cambiarías?

·Cambiaría la cantidad de alumnos por docente, no se llega a conocer a los alumnos y los alumnos no llegan a entrar en confianza (bien entendida) con el docente para bajar la guardia y relacionarse en forma concreta y relajada. La relación docente alumno es desigual, ellos esperan que nosotros le “demos” la información y nosotros esperamos que ellos la “tomen” y la “incorporen” y hasta la quieran en algunos casos. Bueno, ese esquema es muy chato y aburrido. Si pudiésemos charlar más y repetir menos información estaríamos generando una mejor transferencia de conocimiento.

·Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?

·No estoy muy seguro, pero considero que no dar las cosas por obvias mejoraría mucho nuestra práctica docente. En este sentido, alguna novela de intrigas de Chesterton, o Conan Doyle estarían bien. Tal vez, “El club de los negocios raros” de Chesterton. El humor, como ya dije, es un componente importante en mi actividad docente por lo que este tipo de novelas de sutil humor inglés pueden ayudar. Por otro lado, no dar por sentado o dar por obvio las cosas es un punto importante de la actividad docente, una película inteligente en ese aspecto puede ser “Los sospechosos de siempre”.

Para terminar, Miguel propone una idea más que interesante, que tiene que ver con trabajar dentro de un paradigma para romper sus propias estructuras. Un concepto que trabajamos varias veces en este Blog, con ejemplos como la trilogía de Matrix o la contracultura que hacen ciertos medios emergentes de comunicación. Esta cuestión tan clásica en las discusiones sobre Educación de la (deseable) tensión entre “lo que se conserva”, “lo que se destruye” y “lo que se transforma”.

·Miguel, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?

·El objetivo de la Educación es la formación de los individuos dentro del paradigma en el que viven en el momento en que son educados, y eso está bien, pero creo que“debería ser” favorecer el pensamiento crítico y la imaginación. Dicho pensamiento crítico, inevitablemente, también está dentro del paradigma. Romper esas estructuras a las que llamamos paradigma es fruto de la educación.

* Miguel Javier Huguet es Veterinario, egresado de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA el siglo pasado. Es Magister en Biotecnología y doctorando de la UBA y se encuentra cursando el segundo año de la Especialidad en Docencia Universitaria. Se desempeña como docente de las materias Genética Básica (desde 1994) y Virología Animal (desde 2008). En ambas cátedras también participa en diferentes proyectos de investigación. También es tutor académico de alumnos de primer año de la carrera de Veterinaria (UBA).


lunes, 21 de marzo de 2016

Que la tortilla se vuelva.


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 7 de Mayo de 2013:

Hoy les proponemos (re) pensar un poco cuatro o cinco términos que son de gran importancia en nuestra tarea y que usamos, a veces, (casi) sin pensar: “evaluar”, “aprendizajes”, “planificar”, “enseñanza” y “reflexionar”.

¿Cómo? ¿No es eso lo que el Blog propone hace ya más de un año? Sí, pero hoy lo vamos a hacer de otra manera, digamos “desde otro lugar” o, mejor dicho, poniendo las palabras en otro lugar, en otro orden. Aún así suena a una tarea titánica pero esta idea de cambiar el orden de las palabras tiene que ver con un recorte bastante particular que acota (en mucho) el análisis y lo convierte en, digamos, posible.

Es por eso que en este texto no vamos a definir los términos “evaluación”, ni “aprendizajes”, ni “planificación”, ni “enseñanza”. Ni siquiera vamos a profundizar en lo relevante que resulta, en nuestras prácticas docentes, el posicionamiento que tengamos sobre esos términos. La idea es, simplemente (pero de una manera no tan simple), invertir el orden en que esas palabras suelen aparecer y ver qué pasa.

Antes de ver cómo podríamos “re-ordenarlas” para el ejercicio que queremos proponerles en esta oportunidad, l@s invitamos a pensar cómo suelen aparecer “ordenadas” o combinadas estas cuatro palabras. Lo más habitual o lo más fácil pareciera ser juntar “evaluación” con “aprendizajes” y “planificación” con “enseñanza”. Veamos.

Se ha escrito muchísimo sobre “evaluación de los aprendizajes” y está muy bien. Tod@s coincidimos (aunque no siempre en los cómo, los cuándo, los dónde, los porqué o los para qué) en que “evaluar los aprendizajes” de nuestr@s estudiantes es una de nuestras tareas docentes y, por cierto, una muy importante. También es probable que tod@s coincidamos (aunque no siempre en los cómo, los cuándo, los dónde, los porqué o los para qué) en lo relevante que resulta (tratar de) “planificar la enseñanza” y reflexionar sobre ella.

Sobre estas dos tareas se ha hablado y escrito mucho, incluso desde este lugar hemos analizado (o intentado analizar), en alguna ocasión, aspectos relacionados con las mismas. Ahora, ¿qué pasaría si cambiamos el orden de las palabras? Entonces tendríamos que preguntarnos por dos (nuevas) tareas bien distintas y (al menos) tan importantes como las anteriores: “evaluar la enseñanza” y (tratar de) “planificar los aprendizajes” y reflexionar sobre ellos.

Como cambia el sentido, no?

En esta (nueva) manera de pensar (y de actuar) tendríamos que imaginar (y utilizar) estrategias para “evaluar” nuestros objetivos, nuestras prácticas, nuestras propuestas; así como su relevancia, su pertinencia, su eficacia y, si fuera necesario, tendríamos que utilizar los resultados de esa evaluación para tomar decisiones fundamentadas de mejoras y cambios. Del mismo modo, deberíamos intentar planificar qué, cómo, cuándo y dónde aprenden nuestr@s estudiantes; lo que es, evidentemente, muy difícil y nos veríamos obligados a reflexionar sobre lo que real y efectivamente aprendan y a analizar las diferencias con lo que planificamos o esperábamos.

¿Es más trabajo? Sí. ¿Es más complejo? Sí. ¿Lleva más tiempo? Sí. ¿No podemos “copiar y pegar” de una planificación vieja o de “la prueba del año pasado”? No. Pero puede sernos de gran ayuda para mejorar nuestras prácticas y ser cada vez más facilitadores de aprendizajes, cada vez más significativos, en nuestr@s estudiantes, cada vez más autónomos.

L@s invitamos, entonces, a invertir la lógica: evaluar la enseñanza y (tratar de) planificar los aprendizajes y reflexionar sobre éstos.

viernes, 18 de marzo de 2016

La lupa en el docente: La evaluación. Por Matías Tellado*


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 30 de Abril de 2013:

La evaluación es un aspecto de nuestra tarea docente que se puede abordar desde muchas ópticas, en este caso opté por enfocarme en la evaluación de acreditación o evaluación final de una asignatura universitaria, poniendo énfasis en el rol docente y asumiendo que independientemente del marco formal de la evaluación, resulta interesante y necesario reflexionar sobre los aspectos sociales de la instancia de evaluación.

¿Evaluamos con el programa de la asignatura o evaluamos con un criterio personal basado en los contenidos? Aún si el programa fuera deficiente, ¿debería ser tenido en cuenta o podemos tomar la evaluación como algo más informal? ¿Qué le preguntamos a un estudiante, cuál es el fin de la pregunta? ¿Qué es lo que queremos evaluar? ¿Cómo resolvemos los conflictos que se suscitan en el examen? ¿Qué pasaría si sospechamos que la respuesta fue aprendida memorísticamente o el razonamiento fue trasladado de un libro o de la clase en forma literal? ¿Nos alcanza? ¿Sería problema del estudiante, del docente o es problema de la pregunta?

Estas preguntas deberíamos hacérnoslas los docentes antes de asumir la tarea de evaluación, de forma tal de tener una idea de antemano del enfoque y estilo del examen del que vamos a participar. A veces, damos por sentado que los estudiantes se han preparado, durante el desarrollo de la asignatura, para el estilo de evaluación más allá del contenido.

Algunos docentes, tratamos de tener un esquema mental general de la situación de examen, de forma tal de ponderar por un lado los requerimientos de la estructura pedagógica de la cátedra y por otro lado nuestras convicciones personales. Más allá de esto consideramos también el enfoque que tuvo la enseñanza que se brindó a los estudiantes durante el curso. De éste complejo análisis surge tan solo una calificación numérica de los aprendizajes de los estudiantes. Solo eso. Es un proceso complejo, social, humano, profesional y emocional del que paradójicamente se desprende una calificación numérica.

Teniendo en cuenta esta situación, el objetivo principal de los docentes en la evaluación es calificar numéricamente la instancia de examen, como una representación de los aprendizajes del estudiante en el área evaluada. Esto dejaría de lado todo lo que incurra en sesgar esa representación ya sea por no ser considerado un aprendizaje, o por no pertenecer al área en cuestión.

Como todos los docentes que cuestionan y reflexionan sobre su tarea, hemos experimentado situaciones en algunos casos incómodas, que surgen durante un examen y que nos hacen cambiar el estilo, o el enfoque del examen. Por ejemplo la situación en la que aún luego de hacer 20 preguntas; uno, como docente, no puede ser capaz de colocar una nota que represente los verdaderos aprendizajes del estudiante, o la situación en la que uno se da cuenta que el estudiante adquirió los aprendizajes pero no le resulta posible avanzar en un tema, o le cuesta mucho expresarse, o que siempre contesta las preguntas acercándose al concepto pero nunca, a nuestro juicio, de forma exacta. Los docentes somos responsables de esto ya que se empieza a hacer difícil preguntar,  las preguntas pierden calidad y las respuestas son temerosas, los estudiantes piensan con mucha angustia, contestan de forma apresurada, intentando finalizar el examen lo más pronto posible, no discuten, caen en silencios que los angustian aún más y se establece en la mente del docente (y del estudiante) una situación dicotómica entre aprueba o desaprueba, eso nos deja ciegos de objetivos, se pierde el buen gusto, el agrado, se pierde la paciencia, el clima se incomoda y molesta a todos. Se pasa rápidamente al rol de “detector de errores”, de forma que la decisión termina siendo por un acúmulo de errores o aciertos. Esto pasa. Es triste pero en esta situación, en la que el juicio se pierde se nota aún más la asimetría entre el docente y el estudiante, y es aquí donde se suele caer en una puja en la cual el estudiante no tiene en ningún caso la última palabra.

Mi propuesta es no llegar nunca a esta instancia, hay que tener un “plan b” para no someter al estudiante a esta situación. Según el caso, por ejemplo un examen más diagramado y ordenado podría ayudar al estudiante a ubicarse en los temas, antes de establecer vínculos entre ellos, de hecho tanto los libros como nuestras estructuras mentales tienen un orden, y mezclar, integrar y desenvolverse con soltura en el desorden no hacen a la calificación que debemos realizar como docentes. Decir en voz alta y con soltura el abecedario al revés es una virtud de pocos y esto no denota ningún rasgo de integración, vinculación o inteligencia para mí valorable. En otros casos tal vez sea factible un examen más relajado, mas dialogado, sin preguntas y respuestas tan directas, asemejándose a una charla de expertos, donde el tema está dado por la asignatura misma, y los expertos resultan ser el docente y el estudiante. Funcionaría con algunos estudiantes que dispongan del carácter, la seguridad y el conocimiento para poder adoptar sin presión este rol más activo.

Tener en cuenta que el rol docente nos pone en una posición asimétrica, que debe ser tomada con sumo respeto y responsabilidad. Un docente puede sin vacilar desaprobar a un estudiante que no lo merece y puede generar un daño personal muy significativo en un individuo si en un examen se actuara de forma injusta o cruel. Debemos acordarnos que los estudiantes son nuestra razón de ser, si un docente sintiera recelo, molestia, incomodidad, ira o fastidio, debería separarse del equipo y solo ocuparse de tareas “objetivas”, que tengan un rol “no social”. Debe ser valiente y reconocer que puede estar siendo injusto.

Invito a los docentes a que reflexionemos sobre la forma, la estrategia y la actitud en el examen. Tomémonos un tiempo para revisar nuestro rol y nuestra responsabilidad. No nos olvidemos que nos toca la compleja tarea de calificar numéricamente un examen que resulta ser un evento social y que lamentablemente, en nuestro sistema de acreditación universitaria, esa nota será la única representación de los aprendizajes.

* Matías Tellado es Veterinario y docente de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA. Descubre día a día una gran pasión por la docencia y la oncología. Siempre elije el camino más complejo para evitar el aburrimiento. Lo caracteriza el buen humor. Lo encontrás en www.vetoncologia.com