martes, 29 de septiembre de 2020

Rascarse donde no se aprende (o Enseñar donde no pica).



Como docentes nos preocupan (y nos ocupan) muchas cosas y eso está muy bien. En esta entrada queremos invitarnos a reflexionar (un poco) sobre qué (no) nos preocupa y qué (no) nos debería, tal vez, preocupar. Y queremos hacerlo en forma de preguntas, queremos rascarnos donde no pica.

Para hacerlo de un modo bien amplio, al menos al principio, al menos hasta disparar algo, al menos hasta que “pique” y/o nos rasquemos (pique o no), algunas preguntas/preocupaciones/cuestiones podrían ser: “qué” enseñar, “cómo” enseñar, “para qué” enseñar y “desde dónde” enseñar. Claro que hay muchas otras preguntas/preocupaciones/cuestiones pero para que esta entrada no sea tan larga hagamos (por ahora) el “ejercicio” de repensar éstas. Incluso el “ejercicio” podría ser “ordenarlas” según su importancia o según cuánto nos preocupan y nos ocupan. Sí, ya sé, que todas (en mayor o menor medida) son importantes y nos preocupan (y ocupan) pero el “ejercicio” podría ser preguntarnos, como decíamos al principio, cuáles nos preocupan más (o menos) y por qué y cuáles deberían preocuparnos más (o menos) y por qué.

Está perfecto que haya quienes se preocupan por (y se ocupan del) “qué” enseñar (y del “qué” aprender) y, en parte, entendemos (y compartimos) esa preocupación ya que la Educación se trata de “enseñar” y para eso tiene que haber un “algo” para enseñar, para “mostrar”. El tema es que ese “algo” es el mundo (ese mundo del que habla Hannah Arendt en ese corto pero bellísimo texto) pero ese mundo incluye muchas cosas y, en esa práctica de “dar a leer, dar a escribir y dar a pensar” casi que cualquier “qué” del mundo podría ser un buen pre-texto y servir para enseñar a “poner atención” y a “estudiar” (que no es memorizar) y por eso ese “qué” nos preocupa poco. No quiere decir que no nos importe, eh, nos importa y mucho, pero nos preocupa poco.

Hay quienes muestran una gran preocupación por (y se ocupan del) “cómo” enseñar (y “cómo” aprender) y también es entendible ya que hay un “saber” que le es propio a nuestra práctica y ya que la pedagogía es fundamental en esto de democratizar, no sólo el acceso y la permanencia de les estudiantes en las instituciones educativas, sino también de inventar dispositivos para que, efectivamente, aprendan y para que ese “enseñar” sea, efectivamente, para todes (y para cualquiera) y, justamente por eso, ese “cómo” nos preocupa algo.

Es más raro de encontrar pero también hay quienes se preocupan por (y se ocupan del) “para qué” enseñar (y “para qué” aprender) y eso nos gusta más ya que en esa pregunta/preocupación/cuestión empieza a aparecer algo más filosófico, algo que tiene más que ver con (re)pensar(nos) y (re)pensar nuestras prácticas, algo que nos lleva de nuevo a Hannah Arendt y a la idea de ese “doble amor” del que ya hablamos en otra entrada y, entre otras cosas, por eso, ese “para qué” nos preocupa mucho.

Y, finalmente, están quienes se preocupan por (y se ocupan del) “desde dónde” enseñar (y “desde dónde” aprender) y ahí tenemos una gran coincidencia ya que nos parece fundamental reflexionar sobre la posición (y el posicionamiento) desde dónde realizamos la tarea docente, desde dónde enseñamos y desde dónde nos pensamos como docentes. Probablemente esta pregunta “incluya” a la anteriores ya que, como nos enseñó Jacques Ranciere en “El maestro ignorante”, no son los contenidos ni las metodologías sino los principios (que subyacen lo que hacemos) los que definen a una práctica como emancipadora o embrutecedora. Siguiendo esa lógica, ese “desde dónde” nos preocupa muchísimo.

Es decir que, por ahora, provisoriamente (y siempre en revisión), a algunes nos preocupa poco “qué” enseñar (y “qué” aprender), algo “cómo” enseñar (y “cómo” aprender), mucho “para qué” enseñar (y “para qué” aprender) y muchísimo “desde dónde” enseñar (y “desde dónde” aprender). Pero habrá que ver qué les ocurre a ustedes.

Es probable que no tenga mucho sentido intentar “ordenar” estas (y otras) preguntas/preocupaciones/cuestiones en función de cuánto nos preocupan (o cuánto deberían preocuparnos) y es probable que nos estemos rascando dónde no pica pero dice el (re)conocido filósofo Darío Sztajnszrajber que la Filosofía es algo así como “rascarse donde no pica” y todes sabemos que si nos rascamos donde no pica, empieza a picar. En Educación también hay algo de eso y, tal vez por eso, la Filosofía de la Educación es una constante invitación a pensar, a leer, a escribir, a preguntar(se), a rascarse donde no pica.

No tenemos muchas respuestas, elegimos (en esta entrada) proponernos reflexionar (un poco) con preguntas como una manera de rascarnos donde no pica porque si la filosofía se trata, entre otras cosas, de “rascarse donde no pica”, tal vez la Educación se trate, entre otras cosas, de enseñar donde no se aprende y todes sabemos que si (se) enseña donde no (se) aprende, (se) empieza a aprender.


NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.

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