En el año 2018 me pasó que varios de los libros que leía o había leído
repetían en algún momento una frase muy famosa (entre les que disfrutamos la
lectura de libros o textos de filosofía de la Educación) y, evidentemente, muy
citada (entre les que disfrutan la escritura de libros o textos de filosofía de
la Educación) en la que Hannah Arendt
nos interpela a partir de una cierta idea sobre “la Educación”, una cierta idea
sobre “los niños”, una cierta idea sobre “la Vida” y una cierta idea sobre “el
mundo”. En su momento sentí, ante la
recurrente "aparición" de la frase en mis lecturas, la necesidad de
compartirla con otres y escribí una entrada ("Hannah Arendt, el mundo, la Vida,
los niños y la Educación") en este Blog como una manera de
compartir la frase. Dos años después me
pasó algo parecido con otra frase y acá estoy, de nuevo, con la necesidad de
compartirla. Entre fines de 2019 y lo que va de este 2020 tuve la suerte de poder de leer una decena
de libros sobre Educación, sobre aprendizajes o sobre cuestiones relacionadas
con la tarea docente.
Es bastante común entre les que disfrutamos la lectura de textos sobre
una temática específica que, mientras leemos dos o tres libros, nos encontremos
con que en capítulos diferentes, autores diferentes, hablando de temas
diferentes, hacen referencia a una misma cuestión, nos “llevan” a un mismo
lugar o nos hacen pensar en una misma idea, pero lo que me ocurrió (nuevamente,
como en 2018) fue (aún) más extraño o particular.
Varios de los libros que tuve
la suerte de leer entre fines de 2019 y lo que va de este año citaban en algún
lugar una misma frase de Italo Calvino. Algunos
la utilizaban debajo del título de algún capítulo antes de comenzarlo, otros la
elegían para abrir una serie de ideas, otros la incluían como fundamento de
alguna argumentación y otros la citaban para (intentar) cerrar un
posicionamiento.
Se trata, al igual que la frase
de Hannah Arendt, de una frase muy famosa (entre
les que disfrutamos la lectura de libros o textos sobre Educación pero también
entre quienes disfrutan la lectura de clásicos de la literatura universal) y, evidentemente, muy citada (entre les
que disfrutan la escritura de libros o textos sobre Educación pero también
entre quienes disfrutan la escritura de clásicos de la literatura universal) en la que Italo Calvino nos interpela a
partir de una cierta idea sobre “el infierno”, una cierta idea sobre “la
atención”, una cierta idea sobre “el aprendizaje”, una cierta idea sobre cómo
“evitar el sufrimiento” y, si me permiten (aunque no lo haga de manera
explícita), una cierta idea sobre “la
Educación”.
Empiezo por aclarar que la frase
forma parte de un libro increíble que Constanza
Miscione recomendó en este Blog en sus #5Libros
("El acto pedagógico como ese acto
misterioso que, considerando a les estudiantes sujetos de pleno derecho y
constructores de su propia experiencia de aprendizaje, busca crear, inventar y
salirse del libreto. “Los 5 libros para tu (trans)formación” de Constanza
Miscione"), que se llama
"Las Ciudades Invisibles" y con el que muches tenemos una
relación (casi) mágica. En lo personal, y sólo por citar dos ejemplos (entre
varios), hace algunos años Mariana
Ferrarelli (quien varias veces colaboró con este Blog) me invitó a participar del proyecto transmedia en educación "Ciudades Visibles",
en el que participé escribiendo un texto
sobre la ciudad de Raisa ("Raísa y 'la Educación': de Ciudades,
Filosofías y Otredades") y, en el curso de Química Biológica del primer cuatrimestre del 2019
(que se encuentra en las redes con el hashtag #QB2B2019) el libro y sus
ciudades nos acompañaron a lo largo de toda la cursada con lecturas y
reflexiones que, clase a clase, hacían les estudiantes y les docentes.
Pero volvamos a la frase, es una frase que por su simpleza y su potencia
siempre conmueve, emociona, moviliza y que, incluso para les que ya la leímos
muchas veces, cada nueva lectura nos invita a relerla (una vez más), a
repensarla, a repensarnos a nosotres mismes y a repensar nuestra propia
práctica docente. No es una frase
"sobre" la Educación, ni sobre los aprendizajes ni sobre la tarea
docente pero le cabe perfectamente a ese intento, que desde este Blog
propiciamos tanto, de reflexionar sobre
la Educación, sobre los aprendizajes y sobre la tarea docente.
Como estoy bastante seguro de que la mayoría de les lectores de #AsíFuimosAprendiendo no están
(todavía) entre les que disfrutamos la lectura de libros o textos de filosofía
de la Educación (aunque sí pueden ser lecteres de clásicos de la literatura universal),
ni son (todavía) de les que disfrutan la escritura de libros o textos de
filosofía de la Educación (o clásicos de la literatura universal), me pareció (otra vez) una buena idea,
después de leerla y releerla tantas veces en estos meses, compartir con ustedes esta frase con la que Italo Calvino cierra su
maravilloso libro “Las Ciudades Invisbles” (1972) y que dice así:
"El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquél
que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos
estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para
muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo
más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y
saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo
durar, y darle espacio."
Nada. Eso. Nada más. Ni nada menos. Italo
Calvino. Una cierta idea sobre “el infierno”, una cierta idea sobre “la
atención”, una cierta idea sobre “el aprendizaje” y una cierta idea sobre cómo
“evitar el sufrimiento”. Y, si me permiten, una cierta idea sobre “la
Educación”.
NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.
NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.
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