Bienvenid@s de vuelta al
Blog!
Mientras iniciamos un nuevo año
escolar/académico en el que esperamos seguir
reflexionando, seguir discutiendo
y seguir (trans)formándonos como
docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más
significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una
de las entradas publicadas los años anteriores,
como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 17 de Julio de 2012:
Y vos… ¿de qué lado estás?
Siguiendo con el tema de la esquizofrenia que planteamos en “Si el caballo razona se acabó la
equitación” y con el tema del fin último
(o primero) de la Educación, que empezamos a plantear en “No tan
distintos”, hoy nos proponemos analizarlo desde otra perspectiva. Carlos Skliar es investigador de Flacso
y CONICET y conductor del programa “Preferiría no hacerlo”, por FM La Tribu y
escribió -entre otros- libros “La
Educación [que] es del otro”, obra que recomiendo para tod@s los que
admiramos (y tratamos de actuar en consecuencia) a las teorías de Jacques Ranciere.
En el libro “La
Educación [que] es del otro”, Skliar termina con una muy interesante lista
de “Habría que pensar, quizás”, que
incluye –entre otros- el siguiente:
“Habría
que pensar, quizás” que la inclusión no es simplemente una contra-cara, en
cierto sistema de equivalencias, de la exclusión; en efecto debería tratarse de
un sistema político, lingüístico, cultural y educativo radicalmente diferente.
Dicho en otras palabras: el mismo sistema que excluye no puede ser el mismo
sistema que incluye o promete la inclusión, pues sino estaríamos frente a un
mecanismo que, simplemente, substituye la exclusión para continuar su secuencia
de control y orden sobre los otros. No está de más recordar aquí las reiteradas
formas de inclusión excluyente, esto es, de la separación producida a partir de
los efectos subjetivos del “estar adentro”.
Estas palabras de Skliar nos interpelan como el
autor lo hace en dos párrafos sobre los que quiero empezar a profundizar para
sumarlos como insumo y complejizar el análisis, que continuaré en sucesivos
envíos. En estos dos párrafos el autor
contrapone dos modelos –por así decirlo- de Educación:
El primero de ellos en que “La educación es el complemento del otro, completamiento puesto en el
futuro, a través de la imposición de una lógica de la explicación, donde (si)
hay normalidad, donde las diferencias son sólo los diferentes y donde siempre
es necesario cambiar la educación” Y el otro modelo en que “La educación es la incompletud nuestra, incompletud de
nuestro presente, a través de infinitas traducciones y conversaciones, donde no
hay normalidad, donde sólo hay diferencias, en un permanente proceso de
metamorfosis”.
Nos invito a repensar
nuestra práctica docente a la luz de estos dos modelos. Nuestros posicionamientos no son asépticos
y tienen consecuencias relevantes en los procesos de enseñanza y en los
procesos de aprendizaje. ¿Cuántas
veces advertimos sobre lo diferente que es pararse en el lugar de quien va a
“completar” a l@s otr@s, frente a la posibilidad de reconocer nuestras propias
“incompletudes”, como punto de partida de las estrategias docentes que
proponemos a nuestr@s estudiantes? ¿Cuántas veces el “completamiento” está
puesto (como un fin) en el futuro, en lugar de poner la “incompletud” (como un
proceso) en el presente? ¿Cuántas veces partimos de una supuesta “normalidad”
que guía nuestras acciones docentes, olvidando las diferencias y el enorme
valor pedagógico que tienen? ¿Cuántas veces escuchamos decir que “hay que
cambiar la Educación”? ¿Cuántas veces se impone la “lógica de la explicación”
por sobre la “lógica de las traducciones” (sobre la que voy a volver en otro
texto porque la considero una elección crítica y fundamental, que nos define
como docentes)?
En
fin, las preguntas que nos hago al reflexionar sobre los dos modelos,
antagónicos y (a propósito) extremistas, de Educación que plantea Carlos Skliar
son ¿A qué modelo parecen suscribir
nuestras acciones docentes? ¿De qué lado se ubican las estrategias que
planificamos y les proponemos a nuestr@s estudiantes? ¿Dónde nos paramos? ¿Por
qué nos paramos en ese lugar? ¿Qué consecuencias tiene nuestro posicionamiento
sobre lo que [no] aprenden nuestr@s estudiantes? En fin, como decía un
conocido conductor televisivo: “Y vos…
¿de qué lado estás?”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario