Bienvenid@s de vuelta al
Blog!
Mientras iniciamos un nuevo año
escolar/académico en el que esperamos seguir
reflexionando, seguir discutiendo
y seguir (trans)formándonos como
docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más
significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una
de las entradas publicadas los años anteriores,
como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 22 de Mayo de 2012:
Estas líneas no alcanzan!
Hace un par de semanas en una charla sobre el
rendimiento de l@s estudiantes en los exámenes parciales, una docente de la
cátedra en la que trabajo dijo, respecto a la “no respuesta” de un estudiante a
una pregunta del parcial, una frase más que conocida por todos: ¿Cómo no la sabía, si en clase yo la dí?
¿Qué es lo que dio? ¿Qué querrá decir “yo la di”? ¿Qué envolvió la respuesta de alguna
manera y se las dio a los estudiantes de alguna forma material? ¿Que la docente
dijo la respuesta en una clase, un par de semanas antes del examen? ¿Qué no
sólo dijo “la respuesta”, sino que dijo que era importante? ¿Qué dedico un rato de su preciado tiempo
de clase a hablar sobre el tema, a exponerlo, a mostrarles a l@s estudiantes lo
mucho que sabe del tema, lo mucho que leyó, lo mucho que estudió, lo mucho que
preparó la clase?
¿Alguien puede creer que por el hecho de que el
docente “diga” (o exponga o presente) un concepto, una idea o un tema en una
clase (por más maravillosamente expuesto que esté) l@s estudiantes ya “lo
saben”? Yo no!
Y no lo creo así porque estoy convencido de que
cuando hablamos de constructivismo
(con sus variantes), de aprendizaje
significativo, de innovación
didáctica y reconstrucción de
nuestra práctica docente, no nos referimos a conceptos abstractos ni a
frases hechas que suenan bien sino a posibilidades reales de (trans)formarnos
como docentes, de cambiar la lógica del trabajo en el aula (y fuera de ella) y
de poner las estrategias didácticas y el proceso de enseñanza al servicio de
l@s estudiantes y de sus procesos de aprendizaje.
Como no creo que alguien sepa algo sólo porque yo
se lo dije, de ninguna manera creería que por el sólo hecho de haber escrito
estas líneas, todo aquel que las lee “ya las sabe”, ni mucho menos que las
comparte pero sí creo (y me encantaría) que puedan ser instrumentos para que
cada uno (re)piense sus acciones (y decisiones) docentes y, en base a su propia
experiencia y a su propia trayectoria, le otorgue significados personales y construya
sus propias ideas y sus propios conocimientos.
No es tan
difícil, no?
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