Se trata de
moverse con memoria (no nostalgia) y esperanza (no delirio), en una práctica
docente que se mueva entre huellas socio-históricas y horizontes emancipadores.
(Carlos Cullen)
Esta entrada (en dos partes para que no sea tan
larga) es una reformulación (intencionalmente “recortada” y editada para la
ocasión) de una actividad realizada para el curso “Los desafíos actuales de una educación transformadora: pensando con
Bourdieu hoy” (organizado por el Centro
Redes), que (a pesar de haber sido individual) está redactada en plural ya
que todo lo escrito es el producto de la interacción (profundamente transformadora)
con otr@s. Las ideas, las propuestas, las dudas, las relaciones y las (siempre
preliminares) conclusiones que aquí se exponen son en parte mías y en parte de
mis compañer@s, de l@s docentes, del coordinador del curso, de l@s autores de
los textos y, por supuesto, de Pierre Bourdieu.
A partir de nuestra propia trayectoria, de
nuestras (pre)ocupaciones, de la lectura de los textos, de la reflexión
colectiva y de los intercambios en los foros, y dejando de lado el pesimismo que por momentos nos invadió (que nos
llevó incluso a cuestionar lo que podríamos llamar “el lado reproductivista” de
Bourdieu), intentaremos ahora invitarnos
a pensar (en clave absolutamente propositiva) en la posibilidad de poner en
práctica una pedagogía racional (y emancipadora) en la Educación Superior
actual y en los sentidos (y los significados) que esta acción podría tener
en la trasformación de nuestras prácticas.
La
Educación Superior argentina, en
general, y la Universidad de Buenos
Aires (UBA), en particular, son claros ejemplos de “la reproducción” de la que tanto habló Pierre Bourdieu, en tanto contribuyen a la reproducción de la estructura de las
relaciones de clase, realizando en el tiempo “la reproducción de la
arbitrariedad cultural por la mediación de la producción del habitus, productor de prácticas
conformes a la arbitrariedad cultural” (Dukuen,
2014). El
sistema de Educación Superior (en el que much@s de nosotr@s tenemos la suerte
de desarrollar nuestra tarea docente) “funciona
según la lógica de la denegación ya
que hace lo que hace en las formas tendientes a demostrar que no lo hace” (Bourdieu y Saint Martin, 1998). Hay un interesante libro
del ex rector de la UBA, Guillermo Jaim
Etcheverri (“La tragedia educativa”) que ofrece cifras locales similares,
aunque ya un poco viejas (el libro es de 1999) pero que dan cuenta, al menos en
parte, de esta situación. Los docentes universitarios (muchos de ell@s profesionales
supuestamente “expert@s” en sus disciplinas pero con poca o deficiente
“formación docente”) terminan siendo “las primeras víctimas de las operaciones
que efectúan”, transformándose así en “mistificadores mistiticados” (Bourdieu y Saint Martin, 1998). De esta
manera y parafraseando a Bourdieu, las
Universidades (en tanto instituciones educativas), en general, y la UBA
(supuestamente “pública”, “inclusiva”, “no arancelada”, “de ingreso
irrestricto” y “para tod@s”), en particular, redoblan mediante su
funcionamiento la desigualdad de clase social frente a la cultura (en este
caso) académica.
Sin embargo,
(afortunadamente) siempre
existe lo que podríamos denominar “una
opción ética” que cada un@ de nosotr@s (como docentes universitari@s) podemos
tomar, individual o colectivamente, con la intención de ser agentes de cambio y
transformadores de la realidad. En este sentido sería interesante pensar en
una opción “superadora” de la “pedagogía racional” que Bourdieu y Passeron “propusieron” en “Los
Herederos” (aunque luego Bourdieu la haya relativizado en “La Reproducción”) y
que “debería basarse en el análisis de los
costos relativos de las diferentes formas de enseñanza (cursos, trabajos
prácticos, seminarios, grupos de estudio) y de los diversos tipos de acción
pedagógica del profesor (desde el simple consejo técnico hasta la dirección
efectiva de los trabajos de los estudiantes); debería tener en cuenta el
contenido de la enseñanza o los fines profesionales de la formación y,
considerando los diversos tipos de relaciones pedagógicas, no debería olvidar
su rendimiento diferente según el origen social de los estudiantes” (Bourdieu y Passeron, 1964). La propuesta
superadora de esta “pedagogía racional” sería una pedagogía que tenga en cuenta las teorías de Bourdieu (no de una
manera determinista sino descriptiva y analítica) y le incorpore cuestiones que
la transformen en una “pedagogía emancipadora”, que contemple la dimensión
ético política de la tarea docente y parta del “reconocimiento del deseo de
aprender y del poder de enseñar” (Cullen, 2003), de la aceptación del otro en
cuanto otro, sin reducirlo a la totalidad de nuestra mismidad (como proponen
Levinas y Derrida) y de la igualdad de las inteligencias (Jacotot/Ranciere),
reconfigurando el rol docente y transformándonos en agentes transformadores de la realidad y de
la sociedad.
La idea de esta entrada
o, mejor dicho, de la próxima parte de esta entrada es profundizar un poco estas
ideas, preguntarnos si una pedagogía racional (y emancipadora) es posible en la
Educación Superior actual e invitarnos (e invitarl@s) a transformarnos en
agentes de cambio en esa dirección. Es por eso que esta entrada (y es esta
invitación)…
Continuará…
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