En este 2016 el Blog espera, una vez más,
incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes.
Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes
y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen
sobre “cómo aprendemos”.
Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser
que much@s docentes creemos (con las
mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y
obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s
estudiantes aprendan.
Sin embargo, no
tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para
aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de
tuerca a esta reflexión a partir de relatos,
en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s
estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos
aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez
más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente
escribió Giuliana Pagni *.
Para empezar, Giuli
hace referencia a algo que, desde este Blog, venimos sosteniendo hace rato y es
que no se aprenden de la misma manera contenidos distintos y que las
estrategias de aprendizaje (y por ende, las estrategias docentes) deben ser
contextualizadas en el tipo de contenidos a aprender. También, como ocurriera
en varias otras entrevistas o reflexiones sobre cómo aprendemos, Giuli nos recuerda el valor de “contar
lo aprendido”, ya sea a un compañer@ o a alguien que no entiende nada del tema:
“en la escuela y en la universidad, los contenidos
disciplinares los aprendí de diversas formas porque en mi opinión cada tema y/o
materia se estudia a su manera. Por ejemplo las fracciones o ejercicios de estadística,
es decir, materias más ‘prácticas’ las aprendí con mucha ejercitación. Me
sentaba a hacer ejercicios y cuando no me salían, intentaba, borraba y re-hacía
hasta que salían. No hay tal satisfacción personal como la que sentís cuando te
sale algo luego de intentarlo tanto. Para temas más teóricos, a mi me sirve
mucho escribir, hacer mis resúmenes, subrayar, resaltar con muchos colores y
realizar dibujos cuando el tema lo amerita. Hay personas que pueden estudiar de
lo que escribió otra persona, no digo que esté mal, pero esa persona
responsable de ese resumen leyó y estudió datos que capaz no puso en el papel
pero sí quedaron en su mente, entonces si alguien más lee de ahí se priva de
detalles. A veces puedo usar otro resumen para ver hacia donde apuntan los
temas, pero luego termino leyendo y haciendo el mío, capaz complementándolo con
ese de otra persona. Para estos temas me sirve mucho sentarme frente a los
apuntes, resúmenes, dibujos, cuadros, estudiarlo sola y después poder
contárselo a alguien, más allá de si la otra persona entiende de lo que hablo o
no, el hecho mismo de poder contarlo sirve para fijarlo en la mente. Aclaro el
tema de si la otra persona entiende o no, porque cuando no me encuentro junto
con algún compañero que esté estudiando lo mismo que yo, le pido a algún
familiar si me quiere/puede escuchar. A esta altura me han escuchado hablar de
diversos temas, han visto que puedo explicarlos con naturalidad o con
dificultad, pelearme con los textos; hasta me han visto llorar cuando no puedo
o cuando me saturo pero finalmente me han visto llegar a la meta”.
Cuando reflexiona sobre sus aprendizajes “no
académicas”, Giuli reivindica “la
práctica”, el valor del “aprender a aprender” y la importancia de “l@s otr@s”
(padres, familiares, amig@s, internet) como guía o ayuda en los procesos de
aprendizaje: “para cosas de la vida misma también
creo que la práctica lo es todo. Para aprender a andar en bici o en rollers,
primero me tuve que caer algunas veces, pero con la práctica pude lograrlo. Mi
personalidad, terca a veces, obstinada y auto-exigente, me lleva a ‘aprender o
aprender’ lo que quiero aprender. También creo que en cosas simples a medida
que vamos creciendo imitamos al resto, porque si alguien más lo está haciendo,
debe estar bien (o eso creemos). Aprendí de mis padres, ellos me educaron e
hicieron que sea como soy hoy. Ellos me escuchan y me ‘dan un empujón’ cuando
lo necesito, me hacen tener los pies en la tierra y no perderme, me guían.
Aprendí de mis amigos de la infancia y actuales, a jugar cuando era más chica,
a compartir, a crecer. Por otro lado, para aprender a usar programas de
computación, aplicaciones del celular o aparatos tecnológicos investigo en
Internet, le pregunto a alguien que sepa más que yo sobre el tema o simplemente
experimento sola”.
Giuli vuelve a reflexionar
sobre sus aprendizajes y, como si hubiera leído “El maestro ignorante” (de
Jacques Ranciere) o algún texto de Carlos Cullen (ambos referentes
indiscutibles de este Blog), parece tomar del genial Jacotot la idea de “una relación entre voluntades más que entre
inteligencias” y del filósofo santafesino la idea de “el poder de enseñar y el deseo de aprender”: “también influye de manera significante la persona que se
para en frente de la clase. Yo creo firmemente que la voluntad del profesor al
enseñar hace a la voluntad del alumno a la hora de aprender. No cualquiera
aprende pero tampoco cualquiera enseña, un profesor, vendría a ser como una
carta de presentación de la materia y (no siempre) éste genera la simpatía o
apatía por la misma. También puede pasar al revés, es decir, que el docente te
brinde los conocimientos, las claves de cómo estudiar un tema o sus diversos
experimentos a la hora de enseñar y simplemente al alumno no le interese la
técnica del docente, no esté de acuerdo o no comparta ciertas formas. Es
difícil que dos personas coincidan siempre pero si uno quiere enseñar (y que la
otra persona aprenda) y otra persona quiere aprender, todo se puede lograr”.
Finalmente, Giuli
nos deja una interesante reflexión sobre la relación que existe entre el
aprendizaje y el crecimiento personal, y cierra con parte de la letra de una
canción de “Las Pastillas Del Abuelo”, que también apunta a los mismo: “el hecho de pensar y escribir sobre estas cuestiones me
hizo recordar y darme cuenta de cómo fui creciendo en lo académico y en lo
personal, cómo enfrenté y enfrento ciertos temas. Noto cómo presto atención,
escucho y hasta admiro a la gente que colabora con que uno aprenda, esa gente
que comparte su conocimiento y se esmera hasta el hartazgo para que la otra
persona aprenda igual o más que ellos. Por último, noto cómo superé y sigo
superando ciertas metas personales. Una canción que me gusta hace referencia a
que ‘para crecer también hay que aprender, de otra forma sólo es envejecer’”.
* Giuliana Pagni (@Giulianapagni) es estudiante de Veterinaria en la Universidad
de Buenos Aires (UBA). A su vez, es amante
de los caballos, del mate, de los libros y de la música.
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