¿Qué pasaría si todos fuéramos
parte de una ficción infinita?
(Noone Flano)
“Libro de ciencia olvidada XI"
(1940)
(1940)
¿Cuánto es
uno más uno? La respuesta es, sin sorpresa, muy fácil y obvia. Hasta que leí a
Borges.
Entonces lo obvio dejo de serlo para convertirse en algo extraño y fantástico. Quizás
sea una exageración plantearlo así, pero me atrevo a decir que no. Es una
redundancia decir quién es y qué hizo tremendo escritor. Sin embargo hay que repasar por qué Borges es el mejor de
todos, y por qué su obra es sumamente importante en la escuela. Para eso
debemos hacer algunas precisiones.
Borges
escribe ficciones.
Se especializa en cuentos de género “fantástico”. Acá vale aclarar que en
realidad no es apropiado el término, porque lo que él hace es “ficción especulativa”. No es el tipo de cuento
de fantasmas, brujas o humanoides. Su carácter innovador se hace presente, con grandes influencias de Macedonio
Fernández, y logra colocar al cuento en otro terreno. No se trata de ver cómo está la realidad en la ficción, como una novela
representa su contexto, mas bien, al contrario, se debe buscar cómo está la
ficción en la realidad, cómo actúa, dónde la buscamos. Por eso escribe
“ficción”, porque es un espacio indeterminado, no es ni verdadera ni falsa, no
es comprobable pero a la vez sí.
Esa incertidumbre es la que genera Borges en sus cuentos. La sospecha y la
duda de que la realidad a veces no se explica, no se entiende o que a veces es
imposible. Muchos de mis compañeros me han dicho que no entienden sus cuentos.
Que escribe difícil, porque es profundamente lógico o no escribe para un sector
popular (por eso, en el deporte nacional argentino, las comparaciones, gana por
ese lado Cortázar). Borges no
escribe complicado, al contrario concentra la prosa. Es un perfeccionista en el arte de la palabra. Como su compañero,
de interminables comparaciones, dijo alguna vez: “si tienes alguna cosa que decir y no lo dices con el exacto y preciso
lenguaje en la que tiene que ser dicha. Entonces de alguna manera no lo dices o
lo dices mal” (Cortázar; entrevista “A fondo”, Canal Encuentro). Borges
aspira a la perfección de las palabras, tiene que ser preciso con lo que
escribe porque es con ellas que logra una ruptura o (pido disculpas si este
término está mal establecido) un principio de indeterminación. Genera una duda, una vacilación, un
desequilibrio sobre la realidad a través de la lengua, o mejor dicho utilizando
todas las posibilidades del lenguaje. Lo hace implosionar. De alguna
manera, Borges pelea contra un
positivismo depredador que tiene su cueva en la escuela. Y lo hace con el juego
de la ficción y con el sentido que tienen las palabras. Él sabe muy bien qué se
pone en juego cuando se habla de sentidos o semántica. Por eso necesita ser
minucioso. El cuento se transforma en
juego.
Pero, ¿qué pasaría si fuera así? Si Borges escribe de forma críptica y solo
para “entendidos”. Si ese fuera el caso, lo que se generaría es algo similar y profundamente importante, que la escuela
debe aprovechar: el ejercicio por la pregunta. Tener una duda, una
pregunta, es necesario para el aprendizaje o al menos para encararlo. No es el apuro por una respuesta, lo que se
busca. No, el mundo exagera y desborda de respuestas que están todo el día al
alcance de la mano. Hoy hacen falta preguntas. La escuela debe recuperar ese
ejercicio filosófico griego, metafísico, cosas que claramente están en
cualquier cuento de Borges. Quizás haya más filosofía en el Aleph que en tres años de carrera en la
Facultad de Filosofía y Letras.
Entonces leer sus cuentos es un juego, un
ejercicio de la imaginación que es un caos y es un orden. Uno puede desencantar
la realidad que tan bien estructuramos; sabemos que las cosas tienen colores,
leer su literatura nos permite reflexionar que quizás los colores sean cosas,
que vemos colores y no objetos. Que las
cosas no son lo que son sino lo que somos. Eso es más fantástico que la
creencia de brujas o hadas. La posibilidad de múltiples universos paralelos que
se cruzan.
Estamos
educados para ser lógicos, y analíticos. Claramente es un asesinato a la
creatividad, a la asociación libre, al juego como forma del conocimiento. Luego resulta muy difícil
salir de esa zona confort que es la realidad perfectamente explicada y cuadrada
a la que nos aferramos. Quizás ahí resida el hecho que nos cuesta mucho ser
creativos, pero Borges se presenta
como una solución y no como un problema. Sus
obras transforman a la realidad solida en algo líquido, se puede ver como es
frágil aquello que entendemos como obvio, rígido. Esto es un trabajo de un
hombre que vio en más que una realidad, vio sus rajaduras, ahí es donde se
esconde lo imaginario o lo ficticio.
Se puede entender nuestra realidad de manera
lógica y ejercitar la imaginación con cualquier texto de Borges, pero no se trata de establecer una preponderancia en alguna
de estas ideas sobre la otra, solo debe tenerse en cuenta que Borges no debe ser tabú, es un remedio para
un mundo dialectico y deductivo. Aunque siendo más amplios, la literatura
fantástica, que tuvo su esplendor en nuestro país con grandes referentes, debe
explotarse mucho más para generar aunque sea un titubeo, una perplejidad, un
problema o (también por qué no) una sospecha pero que no deba solucionarse ya,
a un clic.
Cuando
tenemos una duda, nuestra relación con el saber es cara a cara. El docente debe
aprovechar eso. Desestabilizar con la ficción aquello que es obvio y
redundante.
Cuando lo comprendí, cuando empecé a tener dudas, pude ver que cuando a una gota de agua se le agrega
otra, forma una sola gota de agua y no dos.
Lo
fantástico está en la lluvia, en aquello que merece ser pensando por unos
segundos y que jamás nos dimos cuenta. Ahí hay un saber que juega a ser fantasma,
y se esconde en los universos más chiquitos, así como cada libro esconde el
suyo. Hay que buscarlo.
*
Fabián Chazarreta (@Faby_aleph) fue uno
de los amigos y soldado de los
“infernales” de Güemes. Ayudó en el cruce
de los andes y participó de la guerra
gaucha. Hace cuatro vidas dejó de
serlo. En una de sus vidas paralelas sabe que existe un jugador que la pasa
mal, que sabe que ese no es su lugar pero entiende por qué tomó esa decisión el
día que se apartó de mí. Está jugando en Europa. Actualmente Fabián es estudiante de Letras en el Instituto
Superior de Formación Docente y Técnica Nº83 (Quilmes) Es orgulloso ex graduado de la casa de “Slytherin” en Hogwarts. Profesor,
primero; de lengua y literatura,
después. Da clases en ESB Nº55
(Claypole). Filosofo barato, Sartreano
con pequeñas fiebres de Nietzsche. Lector de pocos libros, muchas veces. Voluntario en el equipo de Apoyo Escolar y Acompañamiento Educativo
de la UBA (actividad que “me cambió
la vida. Gracias!”). Humilde especialista
en literatura fantástica. Un
optimista trabajando de encubierto en las filas de los pesimistas. Un
héroe: su Papá (arquitecto en su camino literario y como profesor). Ejemplos: sus
abuelos. Futuro licenciado en literatura fantástica hispanoamericana, Ciencias
de la educación, escritor y profesor de filosofía. Quizás se mude a Salta para transformarse la vida con un proyecto como
el voluntariado.
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