En esta primera parte de
este nuevo año
escolar/académico en el que esperamos seguir
reflexionando, seguir discutiendo
y seguir (trans)formándonos como
docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más
significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una
de las entradas publicadas los años anteriores,
como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 8 de Octubre de 2013:
Desde el inicio, Guille deja en claro algunos de sus posicionamientos al ubicar al docente en el rol del facilitador pero va más allá y se ubica en un lugar de facilitador de una (trans)formación que no necesariamente tenga el “resultado esperado” ni llegue al mismo lugar del que él mismo partió: se trata de aceptar que “el otr@” pueda formarse (con nuestra ayuda) pero no en la dirección que nosotr@s imaginamos, se trata de “habilitar”una (trans)formación superadora, incluso de nuestras premisas. También resalta la importancia de la formación docente continua y de la evaluación de la tarea docente, no sólo como autoevaluación (dentro de los equipos docentes) sino por parte de l@s estudiantes, como forma de retroalimentar el análisis y la reflexión sobre la tarea.
- Guille, ¿Qué es, para vos, “ser docente”?
- Me gusta la idea del “docente facilitador”; un docente que permite acortar el camino hacia el objetivo pero no por dar a los estudiantes el alimento masticado y digerido, sino por permitirles acceder a rutas, algoritmos y criterios que nadie antes les había propuesto. No puedo considerarme docente si no facilito a mis estudiantes razonamientos y argumentos que a mí me costó horrores encontrar. Creo que nuestra felicidad es saber que podemos ayudar al estudiante a hacer ese click que a nosotros tanto nos costó, mostrarles ese medio vaso lleno para saciar la sed y llegar aun mas lejos de lo que nosotros hemos llegado. Si no estoy dispuesto a formar a otro para que sea mejor que yo (y a la vez diferente a mí), no debería dedicarme a enseñar.
- Si pudieras agregar, quitar o cambiar aspectos concretos de tu práctica docente diaria, ¿qué cambiarías y por qué?
- Eliminaría la “toma de asistencia” ya que es una formalidad que no justifica nada; estimularía la capacitación continua del docente para evitar el estancamiento; participaría del hospital a los estudiantes en etapas más iniciáticas de la carrera para que vean e incorporen conceptos de aplicación práctica durante el ciclo de formación común; incorporaría en cada cursada una evaluación de los estudiantes a los docentes, para tener también una visión del ida y vuelta que existe durante el proceso de formación, registrando qué casos, modalidad de enseñanza, temas o incluso qué profesores despertaron más entusiasmo y aceptación.
En la siguiente respuesta, Guille retoma la idea de “no limitar” las construcciones de aprendizajes que hagan nuestr@s estudiantes y pone el énfasis en las herramientas que les “enseñemos” (dicho aquí como sinónimo de “mostremos”) pero también en “mostrárselas” en un ámbito que les brinde la libertad necesaria para decidir usar o no esas herramientas, o para decidir usarlas de una manera diferente a la manera en que, hasta acá, las usamos “nosotr@s”.
- ¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
- Creo básicamente que un docente tiene que tener la entereza y la humildad necesaria para facilitarles a los estudiantes herramientas que los hagan mejores que uno. La docencia es dinamita, bien ejercida es bárbara, abre puertas, cabezas y construye cosas mejores, pero también puede ser malinterpretada o desvirtuada en el ejercicio del poder y de la autopreservación del mediocre. Si yo me capacito al máximo de mis posibilidades para luego pretender “clonarme” y formar droides que sólo ejecuten según mi criterio (bueno o malo) soy un pseudo-docente realmente peligroso que lejos de estimular el pensamiento crítico, favorece el adulamiento y empobrece el panorama.
Actualmente la Educación superior está incorporando (lentamente) el uso de tecnologías facilitadoras de los aprendizajes, como el uso de simuladores. Se trata de transformar las TICs (tecnologías de la información y la comunicación) en TACs (tecnologías del aprendizaje y la comunicación). Guille cuenta el éxito que tuvieron en la construcción y el uso de un simulador para el aprendizaje de las maniobras de RCP y las dificultades (como la necesidad de capacitación constante) que tiene la incorporación real de estas prácticas.
- ¿Cuáles de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
- Tuvimos una gran experiencia de aprendizaje facilitado mediante el uso de simuladores. Descubrimos con frustración que en ningún momento de la carrera aprendíamos a hacer RCP. Luego de imitar sin éxito las maniobras de las películas comenzamos a estudiar, capacitarnos y desarrollamos un maniquí para entrenar algunas maniobras de reanimación en el servicio. El efecto fue buenísimo y su uso nos permitió alcanzar un diagnóstico inicial de conocimientos previos, trabajar sobre el cómo y el por qué de cada procedimiento, y una vez comprendido, ponerlo en práctica y evaluar los progresos. Un resultado muy alentador. También es verdad, que para aprovecharlo al máximo el simulador debe ser utilizado con asiduidad. Eso es lo que mas nos cuesta, mantenernos en entrenamiento y capacitación constante.
- Si tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente, ¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
- Dos canciones de León Gieco: primero “Encuentros” (Por favor, Perdón y Gracias, 2005). Muestra de una manera muy palpable, el cambio inmenso y positivo que puede sufrir quien aprende. La segunda, “Soy un pobre agujero” (Pensar en Nada, 1981). Más allá de las interpretaciones por el contexto histórico, es un elogio a la contemplación de la simpleza. A todos y cada uno de los docentes que hoy recuerdo con una sonrisa, los recuerdo por cosas sencillas, actitudes, detalles, coherencia, gestos que marcaron la diferencia, sin importar especialmente el tema que me estaban enseñando sino el modo.
En la última respuesta, Guille no ahorra en críticas al sistema educativo o a la ya conocida concepción de Althusser de “la Escuela como aparato ideológico del Estado” pero tampoco ahorra en optimismo o esperanza al ubicarla, también, como un “lugar de resistencia”,fundamentalmente como posibilidad de luchar (nada más ni nada menos que) por la libertad y la felicidad.
- Guille, ¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la Educación?
- La educación formal e institucionalizada de la cultura occidental en el siglo XXI podría ser interpretada como una herramienta de autopreservación del sistema capitalista que formatea las cabezas con el manual del Juego de la Vida. Siendo más “naive”, creo que cuando pensamos en el sentido positivo de la educación buscamos transmitir o incorporar conceptos, actitudes y capacidades que nos hagan libres, conscientes, respetuosos, determinados y, en lo posible, felices.
*Guillermo Wiemeyer es Veterinario. Se desempeña como médico de planta con funciones docentesen los servicios de Enfermería, Emergencias e Internación del Hospital Escuela de Pequeños Animales (FCV-UBA) y como Veterinario del Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires. Se está especializando en Docencia Universitaria y al mismo tiempo es doctorando en Ciencias Veterinarias (UBA).
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