El texto que a continuación Renata comparte (gentilmente) con
nosotr@s lo escribió para postularse a las Becas Instituto Balseiro 2015 para estudiantes secundarios (que
afortunadamente ganó) y que proponía a l@s estudiantes escribir un texto que
respondiera la pregunta “¿qué vas a ser
cuando seas grande?” de una manera original y creativa. Para este Blog, que
la acompañó en el proceso, es un placer publicar este texto que esperamos
encuentren tan intereante como lo encontramos nosotr@s y como lo encontraron
l@s evaluadores que la premiaron con la beca para participar de una pasantía de
una semana en sus instalaciones que incluye la realización de experimentos, la
visita a laboratorios y la asistencia a seminarios de investigación científica.
Ahora sí, el texto de Renata:
Existe un antiguo proverbio escrito en latín, “Una apis nulla apis”, que
significa “Una abeja sola no es abeja”,
frase que elegí como titulo ya que, resume en una oración las reflexiones
personales que desarrollaré a lo largo de este texto y aparte el hecho de que
este en latín hace que suene más relevante. Los filósofos, los científicos, los
sociólogos, y muchas otras figuras pensantes de la sociedad, a lo largo de la
historia, han dedicado mucho tiempo y algunos, inclusive, sus vidas enteras al
estudio de la educación. Ya uno de los primeros y más reconocidos filósofos, Aristóteles, hablaba de la educación y
decía “enseñar no es una función vital, porque no tiene el fin en sí misma; la
función vital es aprender”.
Para facilitar la transmisión de mis valores y
reflexiones con respecto a la educación, voy
a recurrir a remitir todo a una analogía de algo que como alumna de un colegio
agropecuario conozco mucho: las producciones. Más específicamente, voy a comparar el sistema educativo argentino con
una producción agrícola. Con esto no me refiero a que los estudiantes
tengamos las mismas cualidades de reflexión que un vegetal, por más que algunos
profesores digan que somos unos zapallos que no entendemos un rabanito; pero
sí, un sistema de producción agrario y el sistema educativo comparten
características muy parecidas.
Empecemos por donde suele empezar todo, el
principio. Uno nace ya en el sistema en el que es sembrado, limitándonos desde
los comienzos la libertad de elegir. Uno permanece bajo la protección de la
tierra en sus primeras etapas de vida porque somos pequeños, débiles y recién
nos estamos formando. Gracias a todos
los recursos intrínsecos que nos da el lugar donde nacemos podemos crecer lo
suficiente como para emerger a la superficie, y conocer por primera vez realmente
al vasto mundo que nos acompañará inevitablemente por el resto de nuestras
vidas. Ahora, ¿qué pasa si justo el suelo donde nací yo, no tiene los
nutrientes necesarios, no porque nuestra madre tierra no quiera dárnoslo por
supuesto, si no porque las condiciones externas no le dieron la posibilidad al
suelo para poder darnos los suficientes recursos? Un suelo con escasos nutrientes hace que emerjamos más lento, que nos
cueste más poder salir a la superficie, y encima cuando lo hacemos, vemos
que las otras plantas que sí nacieron en suelos ricos en nutrientes, ya
emergieron hace rato.
¿Por qué yo no crecí tanto como el resto? ¿Cuál fue
mi problema genético? Mi productor no para de señalar que soy menos productivo
que el resto, que estoy más atrasado, que no voy a dar la misma cantidad de
frutos que mis compañeros. ¿Para qué voy a dar frutos si nunca lo voy a hacer
como el resto? Total, yo soy más
chiquito, soy peor, menos inteligente, si los demás pudieron entonces yo
también tendría que haber podido. El problema de una planta que se
desarrolla de manera más lenta no es genético, es fenotípico. ¿Cómo puede
desarrollarse igual que el resto una planta que nació en un suelo carente de
nitrógeno? El profesor siempre va a estar orgulloso del alumno que crece más
rápido en la cantidad de tiempo que le da el sistema para poder cosecharlo. El
alumno que esta “retrasado”, cuyos frutos van a salir después que los del
resto, al productor no le sirve, sus superiores le compran la cosecha nada más
después de que la planta supero los seis años de primaria y siete años de
secundaria. Si para entonces no dió la cantidad de frutos que se esperaba, es
un completo fracaso productivo, es una planta que no sirve, es un alumno que no
está lo suficientemente capacitado para entrar al mercado.
¿Y entonces por qué no abonan al estudiante que le
cuesta desarrollarse más que al resto? “Y, mirá, el abono está caro, fertilizar
requiere mucho tiempo, de un seguimiento del estudiante, a mi como productor no
me es rentable invertirle tanto tiempo en un solo individuo, aparte a mi me
pagan por cantidad no por cualidad, los estudiantes se venden por kilos, por
toneladas”. La mayoría de los profesores, para que el sistema les de mas
dinero, trabajan en varios cultivos, lo que les da menos tiempo para cuidar a
cada uno, total lo que importa es lograr que las plantas entren al mercado para
que después ellas mismas mantengan o aumenten el valor al que se las vendió.
Obviamente las plantas más inteligentes van a la universidad y entran con un valor
agregado mayor al mercado, donde quienes los contratan siempre van a exigir que
les den sus frutos mas nutritivos.
¿Qué pasa cuando en nuestros cultivos salen ideas
que no les sirven? A los profesores se
les enseñó toda la vida que a la maleza había que eliminarla, todo lo que no
sea el cultivo específico que están produciendo, compite con la formación que
necesitan darle a los estudiantes, y por consecuencia deben ser eliminados.
Entonces, ¿a qué se llama un mal alumno? ¿un mal alumno nace o se hace? Rousseau decía muy sabiamente “El
hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe”. No nacemos malos alumnos, nos hacemos malos alumnos. Pero, ¿para qué sirve un mal alumno? ¿a quién le
sirve? Lamentablemente, al resto de los alumnos.
Para que un productor califique a un alumno como
productivo, sí o sí lo está comparando con el resto de su cultivo. Cuantas
veces he escuchada que un alumno sabe más y otro menos. El conocimiento no es cuantitativo! Es mentira que nuestras notas nos califican, las notas son un método
del sistema para clasificarnos, no calificarnos. Los que dieron más frutos
son los arboles diez y nueve, los árboles tres y dos terminados los doce años
de enseñanza primaria y secundaria no rindieron los frutos suficientes, son los
arboles inservibles. Si yo soy un alumno tres, no puedo entrar al mercado con
el mismo valor que el resto, para que voy a hacer un terciario si como mucho
voy a llegar a valer cuatro o cinco, hay otras plantas que están muchísimo mas
adelantadas que yo, mejor me dedico a permanecer así como estoy en el sistema,
es más fácil y requiere menos esfuerzo.
El que le pone un valor a los frutos que nosotros
damos es el mercado, el sistema, si mi producción de conocimientos matemáticos
fue evaluada como ineficiente, por más de que me encante producir frutos (que
según el sistema, es necesario que yo sepa sí o sí matemática para poder
madurarlos) ni loca sigo una carrera que requiera matemática, aunque me guste,
a mi me dijeron que no era mi potencial, y si quiero llegar a la altura del
resto no puedo perder tiempo en algo que no es mi potencial, a mi me conviene
producir los frutos a los que el mercado les da un valor agregado mayor, ahí si
que voy a ser un árbol productivo.
¿Cuál es la mejor planta? Es aquella que crece más,
en menos tiempo y con la menor cantidad de recursos posible. Porque los
recursos salen plata, y los ciclos productivos hay que cumplirlos, si no la
producción no es rentable, no le sirve al sistema, y algo que no le sirve al
sistema es inútil, como nosotros los malos alumnos. Cuando nuestra tía Olga,
nos diga que una planta para que crezca fuerte y sana le tenemos que dar amor,
no tenemos que llevar la mirada al techo y tratarla de loca, es verdad, nosotros las plantas necesitamos amor,
contención y paciencia para poder crecer. Por favor, no tiendan a
masificarnos, no tiendan a clasificarnos, somos individuos, no 1200 hectáreas
de soja.
Es por eso que
cuando sea grande quiero ser yo. Ni el kilogramo número mil doscientos
cosechado en julio ni el DNI 40830147, simplemente yo, Renata Di Tullio.
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Renata Di Tullio (@) es estudiante del colegio agropecuario y agroalimentario de la
UBA, juega a la pelota desde que sus pies tienen uso de razon y se considera un
padawan de la ciencia.