En este 2015 el Blog espera, una vez más,
incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes.
Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes
y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen
sobre “cómo aprendemos”. Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser
que much@s docentes creemos (con las
mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y
obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s
estudiantes aprendan. Sin embargo, no
tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para
aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias. Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de
tuerca a esta reflexión a partir de relatos,
en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s
estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos
aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez
más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente
escribió Daniela Fernández *.
Para empezar, Daniela
nos propone diferenciar “lo estudiado” de “lo aprendido” y relaciona los
aprendizajes con la motivación y el interés que los contenidos
“estudiados/aprendidos” generen en l@s estudiantes: “en la escuela y en la Universidad,
uno debe aprender determinados contenidos para poder pasar de grado, de año o
demás, es decir para ‘progresar’ en sus estudios. Pero, a mi entender, no se
aprende todo. Es decir, se puede estudiar un tema pero eso no lo considero como
aprendido. En general, los temas que me llaman la atención, los que me
representan un desafío, los que despiertan cierto interés en mí, son los que
aprendo”.
Cuando reflexiona sobre cómo aprende, Daniela
reivindica los errores como “fuentes” de aprendizaje y empieza a dejar en claro
algo sobre lo que volverá más adelante, que es la importancia de la manera en
que l@s docentes nos vinculamos con l@s estudiantes: “También considero que se aprende
mucho a través del error. Me parece que a través de los errores se aprenden
cosas tanto académicas como de la vida, lo importante es asumir el error y a
partir de ahí mejorar, y en lo posible, evitar repetirlo. Por ejemplo, en los
cálculos combinados y en las ecuaciones larguísimas, donde en el denominador
hay una suma o resta, me encantaba separarlos, hasta que la profesora, con un
tono medio gracioso, me dijo que eso estaba mal. A partir de eso, empecé a
realizarlos de manera correcta! La forma en que a uno le dicen ‘mirá eso está
mal’ es crucial, ya que puede despertar interés en mejorar o producir una
frustración en uno, que lo puede llevar a fallar en un futuro”.
Daniela vuelve sobre esta
cuestión del rol docente en la construcción de vínculos, en la construcción del
Otro y en la comunicación con esos “Otros” y plantea una opinión que va en
línea con la idea de “el deseo de aprender y el poder de enseñar”, que propone Carlos Cullen para reflexionar sobre el
vínculo pedagógico: “también, es muy importante, en el
momento del aprendizaje, la manera en que se enseña lo que se debe aprender. La
estimulación que pueden generar los docentes, es vital en este momento. El
considerarte ‘persona’ y no un ‘número’ marca una gran diferencia, ya que uno
se siente parte y la comunicación entre docentes y alumnos es mucho mejor. Por
otro lado, también uno como alumno, tiene que ir dispuesto a aprender, a querer
recibir esa información para luego interiorizarla, sabiendo que lo importante
no es tanto el ‘aprobar’ sino el entender, el aprehender esa información”.
A la hora de pensar, de manera comparativa, los
aprendizajes académicos y no académicos, Daniela
piensa en sus aprendizajes en la danza y pone el foco en diferenciar los modos
de evaluación y la exigencia (en contraposición a la constancia) que implica la
evaluación cuando se asocia con la acreditación teniendo una enorme implicancia
en la construcción de los aprendizajes: “en mi caso, desde los 6 años que
practico danzas. Por ejemplo para esta actividad, es vital la constancia para
aprender, para superarte cada día, para mejorar la técnica, la elongación, la
expresión, entre otras. Entonces a través de la repetición de secuencias, pasos
y movimientos se puede llegar a aprender a bailar. Creo que es muy importante,
tener diferentes profesores para poder tener mayor variedad, que te permitan
conocer diferentes estilos para luego generar uno propio. Ya que el baile, es
una forma de expresión, es algo muy personal. Uno aprende de los que ya saben
bailar, pero también uno aprende a bailar según las emociones por las que está
atravesando en ese momento, lo que permite también alcanzar un aprendizaje
propio, desde uno. Pero hay una gran diferencia entre los dos ‘tipos de
aprendizaje’. Por lo general, en la danza uno no siente la necesidad de ser
evaluado por sus aprendizajes, mientras sea tomada como un hobbie. En caso
contrario, la educación formal, exige que uno aprenda determinados contenidos,
que luego son evaluados”.
Finalmente, Daniela
nos deja una interesante reflexión (que le generó la propuesta de escribir este
texto) para seguir (re)pensado(nos) y repensando nuestras prácticas de
enseñanza y de aprendizaje: “al realizar estos textos, empecé a
reflexionar sobre la forma en la se educa y en la se aprende. Creo que es
importante poder generar una comunidad del aprendizaje, donde uno esté
estimulado por el docente a aprender, y por otro lado, que los alumnos
estimulen al docente para que de lo mejor de sí. Me parece que a través de los
vínculos, se puede aprender mejor, no solo los conocimientos que se deben
aprender, sino también cuestiones de la vida y de la convivencia en sociedad.
El docente debe tener presente que es un referente para algunos de sus alumnos,
por lo que debería educar a través de valores y no solo impartir contenido”.
* Daniela Fernández es estudiante de la Facultad
de Ciencias de Veterinarias de la UBA.
Forma parte de cátedra de Química
Biológica, empezó a trabajar hace muy poquito en un colegio dando clases y
le encanta bailar (como se habrán dado cuenta!).
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