Desde 2014 el Blog viene publicando textos que reflexionen sobre “cómo
aprendemos”. Como dijimos en varias entradas anteriores pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores
intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o
creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s
estudiantes aprendan.
Sin embargo, no
tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para
aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender los contenidos
(disciplinares, actitudinales y de procedimientos) de nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de
tuerca a esta reflexión a partir de relatos,
en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s
estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos
aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez
más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente
escribió Yael Candel *.
Cuando Yael
reflexiona sobre cómo aprende contenidos
escolares o académicos nos cuenta que “lo que
hacía y hago básicamente es leer a
consciencia y con mucha concentración la bibliografía correspondiente y, a
su vez, me fijo en lo visto en clase y tomo aquello como los puntos más
importantes en los cuales me tengo que focalizar para, de esta manera, armarme un resumen desarrollando más estos temas
con la bibliografía. Luego, leo
varias veces los resúmenes hasta fijar las ideas y conceptos”. Yael rescata el valor que tiene expresar oralmente lo que se está
aprendiendo (ese “contárselo a alguien”) independientemente de que la
evaluación sea oral o escrita y agrega: “Me sirve
mucho contarle a alguna persona
oralmente lo que sé, sea el examen escrito u oral, como una manera de
seguir fijando conocimientos y también para saber yo misma cuánto sé. Me cuesta
un poco estudiar en grupo con otros compañeros porque cada uno tiene distintos
tiempos de estudio y distintas obligaciones y horarios, pero las veces que lo
hice me sirvió mucho”.
En las palabras anteriores se advierte el valor
que tienen para Yael las
exposiciones orales y los procesos cognitivos que se ponen en juego cuando
intentamos “contar” a otr@s los que están siendo aprendidos. ¿Cuántas de nuestras propuestas didácticas o
de las actividades que (habitualmente) les proponemos a nuestr@s estudiantes
involucran la utilización de éstas u otras herramientas facilitadoras de los
aprendizajes? Y ya que estamos en “tono preguntón”, ¿Se dieron cuenta que en su relato en ningún momento habla de l@s
docentes (ni de las prácticas de enseñanza) cuando cuenta “cómo aprende”?
A la hora de pensar en otros tipos de
aprendizajes, Yael considera central
“la repetición” y ahora sí aparece la figura de un “Otro” que sirve como guía
o como referencia: “para aprender algo no
escolar ni académico creo que lo más importante para mí es la repetición, la imitación y la corrección. La primera vez que me
dicen cómo usar tal programa o tal objeto, claramente no lo aprendo y tengo que
estar preguntando todo el tiempo sobre distintos aspectos de su uso a la
persona que me está enseñando. La segunda vez también y así varias veces hasta
que la repetición sucesiva de la actividad hace que la aprenda y lo pueda hacer
yo sola sin la ayuda de otras personas. En este proceso de aprendizaje también
me es útil ver cómo las otras personas
hacen aquello que estoy aprendiendo, como para tener a esa persona de referencia,
y también está bueno que me corrijan si estoy haciendo algo mal”.
A la hora de pensar, de manera comparativa, los
aprendizajes “académicos” y “no académicos”, Yael vuelve sobre las mismas dos cuestiones: la repetición y el rol que juegan “los otr@s”. Es interesante leer
sus reflexiones ya que si bien en el tema de la repetición encuentra más
similitudes que diferencias, en al analizar la participación del Otro (¿el
docente?) encuentra más diferencias que similitudes: “comparando
los dos tipos de aprendizaje puedo ver que la
repetición es un aspecto que se repite en ambos; en los aprendizajes
académicos aparece cuando me refiero a leer varias veces los resúmenes hasta
fijar los conocimientos y en los no académicos, cuando me refiero a repetir una
y otra vez la actividad hasta finalmente incorporarla por completo. En cuanto a
la intervención del otro, en los no
académicos se ve claramente que es otra persona la que me enseña a usar el
determinado elemento o a hacer determinada actividad, pero en los aprendizajes académicos el aprendizaje es exclusiva
responsabilidad mía y el otro está presente como una especie de ayuda para
que yo pueda evaluar cuánto sé, aunque al estudiar con otros compañeros o al
consultarles alguna duda uno también está aprendiendo pero siempre con mayor
independencia”.
Finalmente, Yael
nos deja su propia concepción de
esta palabra, esta idea, este concepto que tanto nos cuesta entender pero que
tanto queremos facilitar y analiza el valor que tiene reflexionar sobre cómo
aprendemos: “al pensar sobre estas cuestiones de
cómo aprendemos, uno se pone a pensar
cosas que quizás nunca antes se había cuestionado. La forma que yo tengo
para estudiar está ya incorporada en mí y cuesta a veces ponerme a pensar en si
me sirve lo que estoy haciendo o si hay otras opciones que puedo tomar y que me
servirían mucho más. Pero creo que es beneficioso evaluar estas cosas en algún
momento, ya que uno quizás arrastra costumbres que tiene de hace años, de
cuando estaba en la escuela, pero a medida que uno crece y las
responsabilidades académicas se van complejizando quizás es bueno cambiar ciertos métodos de aprendizaje”.
* Yael Candel (Facebook.com/yael.candel)
es estudiante de Veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Es periodista y tía. Ama a
sus amigos y a su familia, y le encanta bailar y viajar. Sueña con ser mamá
y veterinaria.
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