La sociedad evolucionó en muchos aspectos, como
ser las redes sociales, la comunicación, el transporte, el lenguaje, la
ciencia, la medicina, etc. Pero uno de
los aspectos más importantes que definen el futuro de la sociedad, como la
Educación, se quedó estancado en la vieja idea de que, nosotros (los
alumnos) debemos ser educados para aprender el régimen y el ritmo que exigen
las fábricas. Considerando que cuanto más tiempo estemos dentro de la
institución, mejores trabajadores seremos en el futuro, aprenderemos más cosas
y recordaremos más información.
En mi opinión, considero que muchas veces los horarios escolares sobrepasan el tiempo
de capacidad de atención que puede brindar un adolescente. Se puede pensar
que anteriormente la capacidad de atención de un chico/a alcanzaba los 40
minutos y luego un recreo de 10 servía para que pudiera relajarse. Pero el
avance de la tecnología, a pesar de tener muchas cosas a favor, también tiene
muchas cosas en contra, como la disminución de la capacidad de atención de una
persona por el hecho de que exista la posibilidad de conectarse con la
información o comunicarse con cualquier persona al instante en cualquier lado.
En las horas de clase, si uno observa con atención, se advierte que al
comienzo, la mayoría de los alumnos prestamos atención, pero pasados 20 minutos
comenzamos a distraernos con los celulares, las tablets, etc. Esto sucede en su
mayoría en las clases que son más explicativas y poco interactivas, que no
permiten nuestra participación.
Más allá de
los horarios de cada módulo de clase; el horario general del colegio (como por
ejemplo ir desde las 7:40 hs a las 17:10 hs) no ayuda a que podamos aprender
más. Al
final del día uno se encuentra agotado, y no logra aprender casi nada en las
últimas materias, como tampoco se puede realizar trabajos en casa ese mismo
día. No tiene mucho sentido ir tantas
horas porque al fin y al cabo no se aprende más cuantas más horas vas al
colegio, y si encima pretenden que continuemos luego de las horas escolares
afianzando conocimientos con trabajos prácticos o tareas, es prácticamente
imposible que no nos estresemos o que tengamos tiempo de hacer actividades extracurriculares
que nos relajen.
También, en vez de considerar que aprendemos más
cuantas más cosas memorizamos, creo que (a pesar de que la materia no nos guste
por los temas que se ven) se puede
lograr cierto interés, aplicando un método que no se haga tedioso, como clases
en las que se realizan actividades en conjunto o debates, suelen ser más
dinámicas, logrando que no perdamos el hilo del tema. Con clases en las
cuales el profesor lo único que hace es leer un texto y hacer breves
aclaraciones de cada párrafo o pasar un power-point con diapositivas con
párrafos y párrafos explicando un tema con pocas imágenes, tendemos a
distraernos con cualquier cosa posible, porque no importa si el tema te gusta o
no, es aburrido.
Por otro lado, hay muchos temas que continúan enseñándose en la actualidad
considerados prácticamente inútiles ya que dejaron de utilizarse por la
evolución de la maquinaria o de la ciencia. Sé que el cambio del temario es un
proceso difícil de hacer, pero deberían comenzar a pensar en cambiarlo para
poder enfocar cada materia en los temas más importantes actualmente. Un ejemplo
claro es el análisis sintáctico o algunos temas de matemática y de las ciencias
sociales. La historia antigua es otro ejemplo. En los primeros años se enfocan
tanto en este tema que en los siguientes, cuando se empieza a estudiar historia
Argentina, no alcanzan la cantidad de clases para comprenderlo bien, y en vez
de aprender temas de la actualidad más útiles para que comprendamos el porqué
de ciertos conflictos, las acciones políticas que toman los dirigentes, etc.
Terminamos quedándonos con lo que ocurrió hace cientos de años que muchas veces
no tiene relevancia. En lo personal las materias sociales no son de mis
favoritas pero escuché hablar de una que
se llama “problemáticas contemporáneas” y por lo que me contaron, es más
interesante, te ayuda a comprender ciertas cosas que suceden en la actualidad y
poder formar tu propia manera de pensar sobre política y sociedad.
Un ejemplo
claro de lo que podría cambiarse son los libros de texto que se utilizan para
Literatura.
Me parece perfecto que incentiven a la lectura de distintos autores,
nacionales, de distintas temáticas, para que tengamos más cantidad de opciones.
Leer menos género fantástico y considerar el género policial, dramático, de
terror o histórico, ayuda a que aprendamos cosas nuevas o nos interesemos en
lugares que no conocíamos, pero creo que si
dieran para elegir entre varias opciones en vez de obligarnos a leer
determinados libros, que muchas veces no nos gustan, la lectura se haría más
interesante.
A partir de toda mi experiencia yo hice mi propia reflexión; ahora los
invito a que puedan hacer una ustedes mismos y compartirla (comentando este
post), para poder ayudar entre todos a
modernizar la “educación moderna”.
* Valentina Guede es alumna de la Escuela
Agropecuaria de la UBA, con mucho interés por estudiar ciencia y
tecnología de los alimentos en la misma Universidad.
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