En mi opinión, la
pandemia fue una cuesta dura de escalar, que, sin embargo, en un recoveco de
sus intrincados senderos, nos regaló un nuevo punto panorámico desde donde
mirar la educación. Este punto panorámico habilitó una nueva perspectiva desde
donde poder descubrir aquellos elementos del paisaje educativo que brillan a lo
lejos, en contraste con sus lugares sombríos, y poder avistar nuevos
territorios donde aún queda mucho por construir. A nivel social, permitió
divisar los claroscuros de la disparidad y puso de manifiesto la necesidad de
continuar con planes que garanticen igualdad de oportunidades asegurando
dispositivos y conectividad. Desde esta nueva vista, la escuela como
institución se vio revalorizada. Más que nunca antes, se llegó a la certeza de que su función es
irremplazable no sólo en lo pedagógico, sino también en el rol que cumple en la
sociabilidad, la protección de derechos o el acompañamiento a las trayectorias.
Asimismo, en muchos casos, esta revalorización vino de la mano de un
reconocimiento y una puesta en valor de la especificidad del saber docente. Fue
un momento en que en los hogares resonó una y otra vez la frase: “Yo no sé cómo
explicarle esto. No soy docente”. Hasta ofreció una nueva perspectiva a los/as
estudiantes, que pudieron mirar la escuela con ojos nuevos, valorar lo que allí
sucede, recuperar el deseo de aprender, de compartir y de conversar con sus
pares y docentes.
Ese punto panorámico también nos develó una nueva vista a los/as educadores y el cambio de perspectiva implicó algunos aprendizajes valiosos que seguro nos quedarán. Creo que fue un tiempo para cuestionarnos sobre el sentido de lo que hacíamos, revaluar algunas prácticas que conservábamos por inercia y experimentar formas nuevas de enseñar, de evaluar y de acompañar. Aprendimos a estar presentes incluso en la distancia, a priorizar, a convocar desde una propuesta significativa, a poner todos nuestros esfuerzos en despertar el interés y el deseo de aprender de nuestros estudiantes, a prestar especial atención a la heterogeneidad de nuestros cursos; a sostenernos y apoyarnos entre colegas. Siempre fue importante motivar a nuestros/as estudiantes, tener en cuenta sus contextos y sus situaciones personales y adecuar nuestras propuestas a ellos, pero la pandemia convirtió estos objetivos en condiciones sine qua non. Si no les ofrecíamos una propuesta convocante, adaptable, y posible, los/as perdíamos. Ojalá estas sean las claves que sigan marcando el norte de nuestras clases postpandemia, para que no olvidemos ganarnos a nuestros/as alumnos/as y comprenderlos/as en sus diferentes realidades, por más que sus cuerpos vuelvan a poblar el espacio uniformador del aula física.
Creo que nos dirigimos inexorablemente hacia un futuro educativo en donde, más allá de la crisis sanitaria, crecerá la oferta de estudios terciarios y universitarios de grado y posgrado en modalidad híbrida, y me preocupa que este escenario pueda intensificar las brechas si no está acompañado de políticas públicas que aseguren dispositivos, conectividad e igualdad de oportunidades. Frente a este panorama, y suponiendo un estado presente para asegurar las condiciones, confieso que me entusiasma incluso imaginar una escuela que desde los últimos años del nivel medio ofrezca espacios de aprendizaje híbridos que preparen a los/as estudiantes para un mundo en donde lo analógico y lo digital se entraman cada vez más.
* María Monserrat Pose (@monserrat_pose) es Maestranda en Tecnología Educativa de la UBA, Especialista en Educación y Nuevas Tecnologías del PENT de FLACSO, Licenciada en Letras (UBA) y profesora de Inglés por el ISLV “Juan Ramón Fernández”. Se desempeña como tutora en la Diplomatura en Educación y Nuevas Tecnologías en el PENT de FLACSO y es miembro del equipo de investigación de la misma casa de estudios en el proyecto App2Five. Es profesora de Tecnologías de la Enseñanza en UdeSA y Coordinadora de Tutores en INFoD. Es docente de Lengua y Literatura Inglesa y dicta capacitaciones y seminarios relacionados con Tecnología Educativa en diversas instituciones.En sus ratos libres, le gusta leer literatura y cultivar suculentas.
Muchas gracias por compartir. El texto es una invitación a volver a pensar nuestras prácticas de enseñanza y a valorar los intercambios de experiencias entre colegas para pensar cómo seguir de ahora en más.
ResponderEliminarGracias a vos por el comentario, Ivana... Es así, tal cula lo decís... Salu2!
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