En este 2020, el Blog #AsíFuimosAprendiendo mantiene esta
“sección” en la que referentes del campo educativo, docentes y estudiantes nos
invitan a leer 5 libros que les (trans)formaron, les conmovieron, les ayudaron
a repensar sus prácticas o que, por algún motivo, creen que estaría bueno que
otres docentes (y otres estudiantes) preocupades por “la Educación” y los
aprendizajes, los leamos.
En esta entrada es un placer publicar “los 5 libros para tu
(trans)formación” de Susana Underwood *.
“Cartas a quien pretende
enseñar”, de Paulo Freire (2002).
Es
el primer libro de Freire que tuve, y me lo regalaron tres estudiantes de la
facultad a las que ayudé con un trabajo. Hasta ese momento había leído ideas
sueltas o contadas por otres, pero esta fue mi oportunidad de zambullirme y
descubrir que algunas de las cosas que yo pensaba o hacía por intuición tenían un
sustento teórico en alguien como Freire. Les dejo uno de los tantos párrafos
que tengo subrayados, y que me costó mucho seleccionar para esta ocasión con
algunos agregados míos: “El aprendizaje del educador al educar se verifica en
la medida en que el educador humilde y abierto se encuentre permanentemente
disponible para repensar lo pensado, revisar sus posiciones; en que busca
involucrarse con la curiosidad del alumno y los diferentes caminos y senderos
que ella lo hace recorrer. Algunos de esos caminos y algunos de esos senderos
que a veces recorre la curiosidad casi virgen de los alumnos están cargados de
sugerencias, de preguntas que el educador nunca había percibido antes. Su
experiencia docente, si es bien percibida y bien vivida, va dejando claro que
requiere una capacitación permanente del educador. Capacitación que se basa en
el análisis crítico de su práctica”.
“Como una novela”, de Daniel
Pennac (2004).
Cuando
tenía 12 años “descubrí” que no iba a poder leer todo lo que se había escrito
en el mundo y me produjo una gran desazón. En la escuela primaria sacaba libros
de la biblioteca todo el tiempo y leía cosas que ni siquiera me interesaban
mucho (ay, “Espartaco”) pero el placer, el gusto estaba justamente en leer. Es
probable que en mi ingenuidad creyera que todos los libros del mundo estaban en
la biblioteca escolar. Es el día de hoy que si me preguntan qué es lo que más
me gusta hacer en la vida sigo respondiendo “leer”. El libro “Como una novela”
es una bella obra acerca de leer, e incluye los que llama “derechos
imprescriptibles del lector”, que les cuento a continuación:
- El derecho a no leer.
- El derecho a saltarse
páginas.
- El derecho a no
terminar un libro (último libro que leí entero aunque me resultaba
insoportable: “Noticias de un secuestro” de García Márquez, autor que amo,
pero no en ese libro).
- El derecho a releer.
- El derecho a leer
cualquier cosa.
- El derecho al
bovarismo (“enfermedad textualmente transmisible”, o la satisfacción
inmediata de nuestra sensaciones, nuestras emociones con la lectura).
- El derecho a leer en
cualquier parte.
- El derecho a picotear
(o a abrir un libro en cualquier lado porque sólo disponemos de un
momento).
- El derecho a leer en
voz alta.
- El derecho a
callarnos (o a no explicar por qué leemos algo).
Y
para terminar agrego algunos fragmentos entresacados sobre el tiempo de leer:
“El
tiempo de leer es siempre tiempo robado (de la misma manera que lo es el tiempo
de escribir o el tiempo de amar), ¿robado a qué? Digamos que al deber de vivir.
El tiempo de leer, como el tiempo de amar, dilatan el tiempo de vivir. La
lectura no tiene que ver con la organización del tiempo social; es, como el
amor, una manera de ser. La cuestión no es saber si tengo o no el tiempo de
leer (tiempo que por lo demás nadie me dará) sino si me ofrezco o no la
felicidad de ser lector. ¿Tiempo de leer? ¡Lo tengo en mi bolsillo!.
“Pedagogía de la igualdad.
Ensayos contra la educación excluyente”, de Pablo Gentili (2011).
Hace
ya unos 15 años que trabajo en temas de discapacidad, especialmente en los
vinculados con salvar los obstáculos que encentran les estudiantes con
discapacidad durante su recorrido universitario. En ese tiempo fui aprendiendo
que el enfoque no tenía que estar puesto en “la discapacidad” sino en “la
enseñanza”, que como docentes teníamos que reflexionar sobre nuestras prácticas
(y ahí se cuela Freire) para que incluyan a todes nuestres estudiantes, y que
la diversidad nos enriquece. Les comparto un único párrafo (con algunos
agregados míos) que me parece tremendamente poderoso. Pablo Gentili, hablando
de la educación, dice “el sistema escolar, partido y dividido, lejos de
democratizar su acceso, conduce a los sujetos por los circuitos que mejor se
adaptan a las marcas o los estigmas que definen el tamaño de sus derechos y oportunidades.
Todos tienen el mismo derecho a la educación, pero no todos tienen el mismo
derecho a la escuela, por lo que los resultados de los procesos de
escolarización son tan desiguales como las condiciones de vida de los grupos,
las clases, los estamentos o las castas que componen la sociedad o, en términos
más precisos, el mercado”.
“La pachamama y el humano”,
de Eugenio Zaffaroni (2011).
Hace
ya varios años que se habla del derecho al medio ambiente, tomando ideas de las
comunidades originarias. Algunos países como Bolivia y Ecuador lo han incluido
en sus constituciones, sosteniendo el paradigma del Buen Vivir. En este sentido
se sostiene la necesidad de entender la interculturalidad como algo que debe
desprenderse de las ideas del pensamiento dominante que plantea la “tolerancia”
de las culturas entre sí, y en cambio propone una interculturalidad crítica
para buscar una paridad entre subalternos y dominantes. Zaffaroni plantea que “sólo
remplazando el saber del dominus por el del frater podemos recuperar la
dignidad humana, que importa, en primer lugar, reconocernos entre los propios
humanos. La ecología constitucional, en el marco de la concepción que proviene
de nuestras culturas originarias, lejos de negar la dignidad humana la recupera
de su camino perdido. No se trata de un sueño regresivo a la vida primitiva
sino de actuar con nuestra tecnología pero conforme a las pautas éticas
originarias en su relación con todos los entes”.
“Filosofía (y) política en
la Universidad”, de Eduardo Rinesi (2015).
La
Universidad comenzó hace siglos como un espacio de privilegio destinado a la
formación de las elites. Si bien esa mirada sigue persistiendo en muchísimes
universitaries con el correr de los años se ha comenzado a entender la
Universidad como un nivel al que se tiene derecho. El politólogo y docente
Eduardo Rinesi es uno de los intelectuales que reflexiona sobre los desafíos y
responsabilidades actuales de las universidades en las sociedades locales y
regionales. Les comparto un párrafo sobre esta mirada de derechos: “estamos
sugiriendo que lo que hemos llamado ‘el derecho a la Universidad’ no es solo el
derecho de los jóvenes a estudiar y aprender y a recibirse en ella, sino el
derecho del pueblo a apropiarse de los beneficios del trabajo de esa institución
que sostiene y que le pertenece, lo que incluye por cierto su trabajo de investigación,
y estamos examinando la posibilidad de que uno de los modos de ejercicio de ese
derecho colectivo a la Universidad sea la co-construcción, entre las organizaciones
del pueblo y los equipos (y el gobierno) de las universidades, de la agenda de
esas investigaciones”.
*
Susana Underwood es Médica Veterinaria, Magister en Salud Animal y Especialista en Docencia Universitaria
con Orientación en Ciencias Veterinarias y Biológicas. También cursó una Maestría en Antropología Social y una
en Docencia Universitaria, aunque no
hizo las tesis. Es docente de la FCV-UBA desde 1992 y se ha desempeñado
como Subsecretaria de Promoción para la
Igualdad de Oportunidades (2007-2017) y
Secretaria de Bienestar
Estudiantil (desde 2018) en la FCV,
y como Coordinadora del Programa
Discapacidad y Universidad de la UBA
(2010-2018).
NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.
NdR: Esta entrada fue escrita (y editada) antes de la pandemia de covid-19, su publicación fue postergada por la situación sanitaria y, por eso, no hace referencias a la misma. Tal vez hoy sería escrita de otra forma y diría otras cosas.
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