En esta primera parte de este nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 14 de Octubre de 2014:
La sociedad evolucionó en muchos aspectos, como ser las redes sociales, la comunicación, el transporte, el lenguaje, la ciencia, la medicina, etc. Pero uno de los aspectos más importantes que definen el futuro de la sociedad, como la Educación, se quedó estancado en la vieja idea de que, nosotros (los alumnos) debemos ser educados para aprender el régimen y el ritmo que exigen las fábricas. Considerando que cuanto más tiempo estemos dentro de la institución, mejores trabajadores seremos en el futuro, aprenderemos más cosas y recordaremos más información.
En mi opinión, considero que muchas veces los horarios escolares sobrepasan el tiempo de capacidad de atención que puede brindar un adolescente. Se puede pensar que anteriormente la capacidad de atención de un chico/a alcanzaba los 40 minutos y luego un recreo de 10 servía para que pudiera relajarse. Pero el avance de la tecnología, a pesar de tener muchas cosas a favor, también tiene muchas cosas en contra, como la disminución de la capacidad de atención de una persona por el hecho de que exista la posibilidad de conectarse con la información o comunicarse con cualquier persona al instante en cualquier lado. En las horas de clase, si uno observa con atención, se advierte que al comienzo, la mayoría de los alumnos prestamos atención, pero pasados 20 minutos comenzamos a distraernos con los celulares, las tablets, etc. Esto sucede en su mayoría en las clases que son más explicativas y poco interactivas, que no permiten nuestra participación.
Más allá de los horarios de cada módulo de clase; el horario general del colegio (como por ejemplo ir desde las 7:40 hs a las 17:10 hs) no ayuda a que podamos aprender más. Al final del día uno se encuentra agotado, y no logra aprender casi nada en las últimas materias, como tampoco se puede realizar trabajos en casa ese mismo día. No tiene mucho sentido ir tantas horas porque al fin y al cabo no se aprende más cuantas más horas vas al colegio, y si encima pretenden que continuemos luego de las horas escolares afianzando conocimientos con trabajos prácticos o tareas, es prácticamente imposible que no nos estresemos o que tengamos tiempo de hacer actividades extracurriculares que nos relajen.
También, en vez de considerar que aprendemos más cuantas más cosas memorizamos, creo que (a pesar de que la materia no nos guste por los temas que se ven) se puede lograr cierto interés, aplicando un método que no se haga tedioso, como clases en las que se realizan actividades en conjunto o debates, suelen ser más dinámicas, logrando que no perdamos el hilo del tema. Con clases en las cuales el profesor lo único que hace es leer un texto y hacer breves aclaraciones de cada párrafo o pasar un power-point con diapositivas con párrafos y párrafos explicando un tema con pocas imágenes, tendemos a distraernos con cualquier cosa posible, porque no importa si el tema te gusta o no, es aburrido.
Por otro lado, hay muchos temas que continúan enseñándose en la actualidad considerados prácticamente inútiles ya que dejaron de utilizarse por la evolución de la maquinaria o de la ciencia. Sé que el cambio del temario es un proceso difícil de hacer, pero deberían comenzar a pensar en cambiarlo para poder enfocar cada materia en los temas más importantes actualmente. Un ejemplo claro es el análisis sintáctico o algunos temas de matemática y de las ciencias sociales. La historia antigua es otro ejemplo. En los primeros años se enfocan tanto en este tema que en los siguientes, cuando se empieza a estudiar historia Argentina, no alcanzan la cantidad de clases para comprenderlo bien, y en vez de aprender temas de la actualidad más útiles para que comprendamos el porqué de ciertos conflictos, las acciones políticas que toman los dirigentes, etc. Terminamos quedándonos con lo que ocurrió hace cientos de años que muchas veces no tiene relevancia. En lo personal las materias sociales no son de mis favoritas pero escuché hablar de una que se llama “problemáticas contemporáneas” y por lo que me contaron, es más interesante, te ayuda a comprender ciertas cosas que suceden en la actualidad y poder formar tu propia manera de pensar sobre política y sociedad.
Un ejemplo claro de lo que podría cambiarse son los libros de texto que se utilizan para Literatura. Me parece perfecto que incentiven a la lectura de distintos autores, nacionales, de distintas temáticas, para que tengamos más cantidad de opciones. Leer menos género fantástico y considerar el género policial, dramático, de terror o histórico, ayuda a que aprendamos cosas nuevas o nos interesemos en lugares que no conocíamos, pero creo que si dieran para elegir entre varias opciones en vez de obligarnos a leer determinados libros, que muchas veces no nos gustan, la lectura se haría más interesante.
A partir de toda mi experiencia yo hice mi propia reflexión; ahora los invito a que puedan hacer una ustedes mismos y compartirla (comentando este post), para poder ayudar entre todos a modernizar la “educación moderna”.
* Valentina Guede es alumna de la Escuela Agropecuaria de la UBA, con mucho interés por estudiar ciencia y tecnología de los alimentos en la misma Universidad.