lunes, 1 de febrero de 2016

Estas líneas no alcanzan.


Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.

La siguiente entrada fue publicada el Martes 22 de Mayo de 2012:

Hace un par de semanas en una charla sobre el rendimiento de l@s estudiantes en los exámenes parciales, una docente de la cátedra en la que trabajo dijo, respecto a la “no respuesta” de un estudiante a una pregunta del parcial, una frase más que conocida por todos: ¿Cómo no la sabía, si en clase yo la dí?

¿Qué es lo que dio? ¿Qué querrá decir “yo la di”? ¿Qué envolvió la respuesta de alguna manera y se las dio a los estudiantes de alguna forma material? ¿Que la docente dijo la respuesta en una clase, un par de semanas antes del examen? ¿Qué no sólo dijo “la respuesta”, sino que dijo que era importante? ¿Qué dedico un rato de su preciado tiempo de clase a hablar sobre el tema, a exponerlo, a mostrarles a l@s estudiantes lo mucho que sabe del tema, lo mucho que leyó, lo mucho que estudió, lo mucho que preparó la clase?

¿Alguien puede creer que por el hecho de que el docente “diga” (o exponga o presente) un concepto, una idea o un tema en una clase (por más maravillosamente expuesto que esté) l@s estudiantes ya “lo saben”? Yo no!

Y no lo creo así porque estoy convencido de que cuando hablamos de constructivismo (con sus variantes), de aprendizaje significativo, de innovación didáctica y reconstrucción de nuestra práctica docente, no nos referimos a conceptos abstractos ni a frases hechas que suenan bien sino a posibilidades reales de (trans)formarnos como docentes, de cambiar la lógica del trabajo en el aula (y fuera de ella) y de poner las estrategias didácticas y el proceso de enseñanza al servicio de l@s estudiantes y de sus procesos de aprendizaje.

Como no creo que alguien sepa algo sólo porque yo se lo dije, de ninguna manera creería que por el sólo hecho de haber escrito estas líneas, todo aquel que las lee “ya las sabe”, ni mucho menos que las comparte pero sí creo (y me encantaría) que puedan ser instrumentos para que cada uno (re)piense sus acciones (y decisiones) docentes y, en base a su propia experiencia y a su propia trayectoria, le otorgue significados personales y construya sus propias ideas y sus propios conocimientos.

No es tan difícil, no?

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