“La educación no cambia
el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo.” (Paulo Freire)
Probablemente no exista actividad o disciplina humana que no sea en esencia
paradójica. El ser humano en sí lo
es, siendo a la vez la especie más
civilizada y a la vez más barbárica de la naturaleza. La Educación, como una de las ramas más
características del pensamiento humano, no
podía ser ajena a ese principio.
Existe la creencia de que la Educación
permite a los individuos ser más libres y menos susceptibles a la imposición de
regímenes u opiniones que atentan contra sus propios derechos, intereses o
deseos. Sin embargo, la Educación
surgió como una herramienta más de dominación de los pueblos para mantener el
sistema imperante. Aún hoy suele observarse que el sistema educativo atenta
contra las capacidades individuales de muchos estudiantes y contra el
surgimiento de nuevas ideas.
El panorama que sigue observándose
actualmente en las aulas es el de un docente que transmite información a un
público más o menos atento, pero casi siempre silencioso. Ese docente, a su
vez, fue educado dentro de los mismos parámetros y está programado para
reproducir eficientemente el sistema como algo natural. En este contexto hay poco lugar para la participación y los
estudiantes suelen acostumbrarse a un rol dependiente y pasivo que les deja,
también, poco lugar para tomar
decisiones y para asumir la iniciativa. Ya no existen los métodos de
castigo físico aplicados hasta el siglo pasado, pero los estudiantes siguen
siendo en muchos casos sometidos mediante el aburrimiento. A su vez, la imposición de una visión funcional del
conocimiento los fuerza a la docilidad y la sumisión por la supuesta
ausencia de tiempo durante las clases para discutir temas ajenos a los
contenidos de las asignaturas.
Es sorprendente entonces, que en
el marco de este sistema educativo surjan ideas innovadoras que intentan
destronar los paradigmas aún reinantes y que ceden el rol protagónico a los
estudiantes. Seguramente los creadores de este sistema no hayan podido prever
el alcance de lo que la Educación, la lectura y la escritura despiertan en la
mente y el espíritu humanos. Así, lo que
surgió como la más eficiente herramienta de dominación puede transformarse en
el más poderoso recurso de emancipación de los individuos y en la semilla de la
propia destrucción del mundo actual.
* Sergio Morado (@SergioMorado1)
es docente/investigador en la cátedra de Química Biológica de la Facultad
de Ciencias Veterinarias de la Universidad
de Buenos Aires. Es un ferviente apasionado de la música y la literatura, y un gran admirador
del Emperador Napoleón.
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