En este 2023 el Blog espera, una vez más,
incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y el estudio.
Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes
y estudiantes), de los textos escritos en colaboración, los #CómoAprende, las
#MicroEntrevistas en video, #LoQueEl2020NosDejó, los #5Libros y los
#Parafraseando, entre otras “secciones”, queremos
incorporar textos que reflexionen sobre “cómo estudiamos”.
Es cierto que no
todes entendemos lo mismo por “estudio” y que este Blog tiene una posición
tomada al respecto, que no sólo no impedirá la expresión de voces en
direcciones contrarias, sino que las tomará como insumos para la discusión y la
reflexión y las pondrá en tensión con las teorías que sostienen nuestra
posición.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de
tuerca a esta reflexión a partir de relatos,
en primera persona, que den cuenta de cómo estudiamos o cómo estudian les
estudiantes (que, efectivamente, estudian), sin ningún objetivo más que la
propia reflexión, en una metáfora (y, tal vez, una reivindicación) del estudio
por el estudio mismo. En este caso la reflexión es a partir del relato que
gentilmente escribió Julieta Lara *.
Cuando reflexiona sobre cómo estudia, Julieta nos cuenta que “actualmente
estudio en el escritorio de mi hermano, me gusta mucho porque es bastante
amplio y me permite tener todos los apuntes, libros y lapiceras desparramadas,
facilitándome encontrar lo que necesito usar en el momento.”. Julieta rescata la importancia de tener
un espacio amplio donde disponer lo necesario para estudiar. Fernando Bárcena se ha interesado en el
“estudio” como espacio en su absoluta materialidad (esa materialidad que
requiere un “lugar” donde desparramar-se), porque considera que solamente en un
espacio así es posible mantener la quietud, la soledad, el silencio, y la
repetición de gestos que toda buena lectura y escritura parecen demandar.
Si bien el estudio es una experiencia que (nos)
acontece y en la que es difícil predecir “lo que va a pasar”, los “momentos de
estudio” se planifican, se organizan y (a veces) se disfrutan y, en ese
sentido, Julieta dice que: “para mí el estudio conforma gran parte de mi vida, es
una actividad que disfruto muchísimo de hacer y considero que implica mucha
investigación, ver de dónde me gusta leer sobre el tema, con quien intercambiar
conocimientos, cuántas horas le dedico, y todo eso implica un cierto grado de
prueba y error”. Sin embargo, el estudio también implica dificultad,
tropiezos y, a veces, frustración: “al principio
frustran mucho los errores, hasta que encuentro una forma en la que disfruto
estudiar cada tema”.
En las palabras anteriores
se advierte que, más allá de los “tropiezos” o de la dificultad que la
actividad de estudiar puede implicar, hay (o debería haber) cierto disfrute en
la misma. Si como escribió José Luis
Pardo, “la intimidad sólo es necesaria para
disfrutar la vida”, ¿será que el estudio (o el disfrutar
del estudio) también implica cierta intimidad?
Al relatar una “experiencia de estudio” que le
resultó significativa, Julieta
recuerda que: “el último final que prepare, lo hice
en conjunto con una amiga, empezamos leyendo el libro recomendado por la
cátedra desde cero y los apuntes o papers que proporcionaban, nos llevó
bastante tiempo teniendo en cuenta que veníamos de las vacaciones y no
estábamos muy motivadas que digamos, pero lo hicimos a nuestros tiempos sin
apurarnos, empezamos de a poquito y fuimos aumentando las horas diarias que le
dedicábamos al estudio. Después de haber terminado de leer todo lo teórico, me
instalé en su casa unas semanas y empezamos a repasar todo el contenido de la materia.
Nos despertábamos tipo siete de la mañana y hablábamos de los diferentes temas
hasta aproximadamente las doce del mediodía, y luego retomábamos a las cuatro
de la tarde hasta la noche. Me gustó mucho porque intercambiábamos
conocimientos, ella me explicaba los temas que se sabía mejor, y viceversa. En
su momento ambas sentíamos que no sabíamos nada, yo asumo que porque fue una
forma muy diferente de estudio a la que veníamos utilizando anteriormente, pero
en retrospectiva, me encantó la experiencia y me sirvió mucho como método de
estudio”.
Volviendo a la escena de estudio y a los objetos
que se encuentran en ella, Julieta “trae”
dos cuestiones que seguramente puedan suscitar cierta discusión o controversia,
como son la presencia de la computadora (y su uso, a veces, “omnipresente”) y
el “multitasking” o la (casi) necesidad, en su caso, de hacer “otra cosa”
mientras estudia: “los objetos que me acompañan en
el estudio son siempre mi compu, y mis fibrones. La compu, la verdad que la uso para todo,
casi siempre tengo los libros en digital y los leo y subrayo de ahí, también la
uso para poner música o algún stream de fondo, ya que me cuesta mucho
concentrarme en una única actividad, por lo que siempre tengo que estar
haciendo simultáneamente otra cosa, ya sea cantar, bailar, ver algún video o mimar
a mi perro”.
¿Se puede
estar estudiando y estar “haciendo otra cosa” al mismo tiempo? ¿Se puede
estudiar “de la computadora”? Algo es seguro: muches estudiantes pasan horas
frente a la computadora, leen en ella, buscan información en ella, utilizan
materiales digitales en ella, etc… Inés
Dussel plantea, sobre la relación entre les estudiantes y los objetos de
estudio, que “el uso continuado de medios
digitales está transformando esa relación, tanto porque se rompe una idea de
canon centralizado, como porque los espacios, tiempos y acciones que implica el
estudio entre pantallas organiza un vínculo diferente con los textos” y
agrega que “la materialidad del libro
impone una lógica de trabajo a través de las acciones de hojear, relacionar sus
elementos, tomar conciencia de la presencia de un hilo conductor mediante el
índice (aunque no se lea todo), cotejar los vínculos con otros aspectos no
incluidos en la consigna inicial que se haya dado en clase para la elaboración
de la tarea, y en su comprensión y traducción por parte del alumno”. ¿Será que “estudiar”, lo que se dice
“estudiar”, se estudia sólo “de” los libros? ¿Será que se estudia “con” la
computadora (haciendo otras cosas) pero “de” los libros?
* Julieta Lara (Instagram @juli_.lara) es
estudiante en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la
UBA, le dedica la mayoría de las
horas diarias a la facultad y a su hija perruna, en su poco tiempo
libre juega jueguitos y mira anime. Si fuera posible viviría a base de chocolate.
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