sábado, 17 de marzo de 2018

La integración de las TIC al aula. Por Isabel Clemente *

Bienvenid@s de vuelta al Blog! Mientras iniciamos un nuevo año escolar/académico en el que esperamos seguir reflexionandoseguir discutiendo seguir (trans)formándonos como docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una de las entradas publicadas los años anteriores, como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a, (nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los aprendizajes.


La siguiente entrada fue publicada el Martes 25 de Junio de 2013:


En los últimos años, la integración de las TIC a las aulas se ha convertido en un tema de profundos debates. Si bien no pidieron permiso para ingresar en nuestra vida cotidiana podríamos pensar si ha ocurrido lo mismo en nuestras aulas y prácticas docentes.

La posibilidad de acceso de los docentes y jóvenes de todo el país a las netbooks, a partir del Programa Conectar Igualdad del Ministerio de Educación, promovió la integración de las TIC apuntando a una política que pretende garantizar el derecho a la educación en el marco de un proyecto más democratizador.

Si bien estos cambios permitieron avances en el camino de su integración debemos preguntarnos si incorporarlas como una herramienta más en las escuelas y en las aulas es garantía de un mejor aprendizaje. Puesto que no se trata, citando a César Collde “utilizar las TIC para hacer lo mismo pero mejor, con mayor rapidez y comodidad o incluso con mayor eficacia, sino para hacer cosas diferentes, para poner en marcha procesos de aprendizaje y de enseñanza que no serían posibles en ausencia de las TIC” (Coll, 2009).

Considero que un buen proceso de integración curricular de las TIC en las escuelas requiere mucho más que el equipamiento y la infraestructura adecuados. Proyectos para ”vender” o para “mostrar” pero que carecen de planificación, desarrollo de estrategias didácticas y una verdadera comprensión de las necesidades de aprendizaje de los alumnos no es lo que busco cuando pretendo lograr aprendizajes significativos.

Cada docente implementa un modo de integración diferente, en función de la disciplina o contenido curricular que dicta, de sus conocimientos pedagógicos así como del manejo que tenga de las TIC. Cada docente es producto de su propia historia y todo esto pesa a la hora de pensar estrategias de implementación. Entonces, surgen múltiples preguntas: ¿para qué aplicarlas? ¿cuándo aplicarlas? ¿cómo hacerlo? ¿potenciarán los aprendizajes de los alumnos? ¿enriquecerán nuestras prácticas docentes? Frente a tantas incógnitas surge, en muchas oportunidades, el desconcierto y la inacción.

La peor respuesta es el inmovilismo. El docente puede ser el motor de cambio, el facilitador y orientador de aprendizajes que posibiliten tratamientos individuales y ritmos diferentes en el progreso de cada estudiante; abriendo el aula más allá de los límites de la escuela.

Estamos insertos en una sociedad compleja y dinámica. La multipolaridad en la generación de conocimiento requierede habilidades o destrezas asociadas al trabajo colaborativo que permitan la creación conjunta del mismo. Transitamos entonces, según Dolor Reig, de una sociedad “extendida” hacia una sociedad de la “participación”. La democratización del conocimiento requiere de participación y toma de decisiones para transformar la cultura y la sociedad usando tecnologías. ¿Estamos dispuestos a aceptar el desafío?

* María Isabel Clemente es profesora de Historia, egresada del “Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González”. Se desempeña como especialista docente en el SEAD (Servicio de Educación a Distancia) del Ministerio de Educación de la Nación, en la cátedra de Historia de los Procesos Mundiales del Departamento de Geografía en el ISP Dr. Joaquín V. González y en la Escuela de Educación Técnico Profesional de nivel medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA) como docente y referente TIC. Es coautora de varios libros de texto de nivel medio.

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