Bienvenid@s de vuelta al
Blog!
Mientras iniciamos un nuevo año
escolar/académico en el que esperamos seguir
reflexionando, seguir discutiendo
y seguir (trans)formándonos como
docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más
significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una
de las entradas publicadas los años anteriores,
como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 6 de Noviembre de 2012:
Todavía somos
investigadores-docentes, todavía queremos investigar la docencia!
Hace unos meses, publicamos una entrada que se llamó “Somos investigadores-docentes, queremos investigar la docencia”, que por algún motivo resultó ser, por lejos, la entrada más leída y más elogiada del Blog, aún más que las (muy valoradas) entradas en las que nos criticamos a nosotr@s mismos, por esa cosa que tenemos l@s docentes de hacer autocrítica y “flagelarnos” de una manera que sorprendería a l@s profesionales de cualquier otra rama (¿Notaron que en los Congresos de otras profesiones se juntan para “contarse” lo que les sale bien y felicitarse y en los Congresos de Educación nos juntamos a hacer autocrítica y decir, desde la Educación y como educadores, que la Educación no sirve?).
Bueno, lo cierto es que por algún motivo la entrada que reflexiona sobre la manera en que “disociamos” nuestros roles (docente e investigador) tuvo aún más repercusión que el resto y creemos que esto tiene que ver con que no sólo estamos haciendo autocrítica sino que estamos describiendo una situación que resulta ser más común que lo que pensamos.
La pregunta es ¿qué podemos hacer para cambiar esa situación?
Por supuesto que no tenemos respuestas pero sí ideas o disparadores para la reflexión que puedan ayudarnos a pensar maneras de abordar la problemática. Sabemos que es muy difícil (aunque sería deseable) que en las cátedras se realicen, además de las investigaciones disciplinares específicas, investigaciones cuyo objeto de estudio fueran los aprendizajes de las materias en cuestión, por el tiempo que esto supone y por la falta de experiencia de la mayoría de l@s docentes en este tipo de investigaciones. Tod@s sabemos que ya bastante difícil es, a veces, conciliar los tiempos de cursada, de investigación (disciplinar), de tareas de extensión (l@s que tenemos la suerte de desarrollarlas), con los concursos, los cursos, las presentaciones a Congresos, y todas las demás actividades que realizamos habitualmente en nuestras cátedras.
Por eso se nos ocurre que más que iniciar actividades (formales) de investigación educativa en las cátedras (algo que creemos más que deseable pero que tiene además de las complicaciones de tiempo mencionadas, los “obstáculos institucionales”), sería interesante plantear un primer acercamiento a la solución del problema de la “disociación” docente/investigador como un cambio de actitud, de mentalidad, de posicionamiento primero individual, luego en el pequeño grupo o equipo docente y, finalmente, en las cátedras.
Empezar por reflexionar (colectivamente) sobre nuestras prácticas docentes con la “mentalidad del investigador”, cuestionándolas, dudando de ellas, re-planteándonos objetivos, leyendo más bibliografía que la específica del tema de la materia, tratando de mantenernos “pedagógicamente” actualizados (por ejemplo, en términos de teorías del aprendizaje), contactándonos con otr@s docentes que tengan problemáticas (y/o soluciones) similares o diferentes a las nuestras, planteándonos hipótesis sobre lo que ocurre dentro del aula o fuera de ella, diseñando instrumentos para validar o refutar esas hipótesis, pidiendo ayuda, cambiando las estrategias cuando éstas no cumplen (de la mejor manera posible) con los objetivos planteados, discutiendo dentro del equipo sobre nuestros resultados, publicando (si fuera posible y, al menos, como “relato de experiencia pedagógica”) nuestros resultados o presentándolos en Seminarios Internos, Congresos o Jornadas.
Es decir, empezar por considerar nuestra tarea docente y los procesos de enseñanza y aprendizaje como “problemas” u objetos de estudio y abordarlos sin olvidarnos ni dejar de lado la manera (que tenemos como investigadores) de acercarnos a las situaciones problemáticas para empezar a resolverlas.
Ser investigadores-docentes, que “investigamos” nuestras propias prácticas docentes para mejorarlas!
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