Mis aprendizajes más
significativos fueron que sin amor no hay nada que pueda hacerse en un contexto
de crisis y con tanta incertidumbre por delante. Y cuando me refiero al amor,
quiero no sonar naif con la palabra en sí, sino transmitir la necesidad de
sentir pasión y querer mucho la profesión docente que une ejerce todos los días
y que la elige aún más después de este 2020. Amor al vínculo pedagógico que
implica el aula y el proceso de enseñanza y aprendizaje, amor, respeto y
compromiso por tus pares. En ese 2020 aprendí más el sentido de la contención,
del trabajo colaborativo con otres, la importancia de la escucha y de parar la
pelota para contextualizar e identificar qué es necesario y qué podemos hacer
junto a quiénes. Si bien fue un año raro y difícil, fue también muy desafiante,
porque no podíamos como educadores quedarnos sentados esperando que el tiempo
pase, la demanda, la planificación, la necesidad del encuentro fue constante e
inmediato. Mi sentipensamiento fue "lo inédito viable", tomado de Freire
y de una compañera educadora de toda la vida. Hicimos viable lo inédito, y
fuimos parte de un mundo de sensaciones pedagógicas, de subir y bajar, de
emocionarnos y extrañar, y a la vez darnos cuenta que estábamos en el camino
correcto, porque las retribuciones y los mensajes de fuerza entre colegas, en
espacios de formación fueron muchos y me (nos) motivaron a seguir y ponerle el
cuerpo a una situación muy compleja, que por momentos se puso muy cuesta
arriba. Valoro mucho no haberme (nos) detenido en lo que sentíamos podíamos
sumar y encontrar las herramientas para hacerlo en la práctica misma, en el
prueba y error. No buscar el resultado perfecto, sino encontrar o generar los
espacios desde la virtualidad que sean funcionales a un contexto donde no solo
la educación estaba en crisis. En mi profesión como docente y en mi trabajo
dentro de Wikimedia Argentina, fue aprender de un día para el otro, y seguir
aprendiendo en el proceso, cómo organizar zooms con más de 500 personas, poder
comunicar y acompañar en un proceso de muchas preguntas y casi ninguna solución
salvadora. Fue una praxis pedagógica en constante sintonía con otres. No
existió la herramienta o propuesta didáctica perfecta que nos haya salvado,
sino que existieron los espacios de encuentros y formación urgentes y
necesarios que nos permitieron a nosotres como docentes encontrar algunas
respuestas para sostener la escolaridad en contexto de virtualidad total, y
tener a mano voces y recursos que nos permitan ajustarlo de forma situada. También
considero que muches nos animamos a ir más allá de lo establecido y poder
encarar proyectos de trabajo y experiencias, que si no hubiesen surgido en este
contexto, quizás todavía estaríamos esperando el momento ideal para hacerlo.
Creo que tener más conciencia sobre nuestro rol como productores y creadores de contenido en internet llegó para quedarse. El manejo abrupto de millones de aplicaciones para comunicarnos y generar recursos, si bien fue abrumador, también implicó un proceso necesario para todes de alfabetización digital, que no solo implicó el uso de la herramienta en sí, sino el uso crítico de las mismas, adentrarnos a debatir sobre protección de datos, leyes de copyright y seguridad en internet. Todas estas cuestiones estuvieron muy presentes en los espacios docentes que al menos yo habito, y permitieron profundizar debates y abrir otras experiencias de uso de materiales y recursos digitales, y desde mi perspectiva nos permitieron estar más activos en el espacio público que hoy en día implica internet: habitarlo más críticamente y pensarlo también desde una perspectiva pedagógica en nuestra práctica docente y con les estudiantes.
Si tengo que pensar en un contexto híbrido, reservaría los momentos presenciales para profundizar con mis estudiantes en el contenido que requiere mayor trabajo de análisis crítico, de debate y puesta en común de enfoques y perspectivas. También aprovecharía esos espacios para generar instancias colectivas y participativas de trabajo que permitan interactuar con les otres, que luego puedan sostenerse en las instancias virtuales. Establecería un diálogo entre lo presencial y lo virtual, para aprovechar en lo presencial actividades de expresión y contención entre pares. Más teniendo en cuenta si esta bimodalidad sería porque aún atravesamos una situación de pandemia o crisis sanitaria, que también demanda un acompañamiento emocional específico.
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Luisina Ferrante (@luli_ferrante)
profesora de Historia (Facultad de
Filosofía y Letras, UBA), Magister en Derechos Humanos y Políticas Sociales (CEDEHU, Universidad Nacional
de San Martín). Tiene un Diploma en
Educación y Nuevas Tecnologías (PENT-FLACSO)
y es Doctoranda en Educación y Sociedad en la Universidad de Barcelona. Trabajó en Sitios de Memoria en las áreas
específicas de educación y fue integrante
del Equipo de Investigación y Relevamiento
de la Dirección de Derechos Humanos y
Derecho Internacional Humanitario del Ministerio
de Defensa de la Nación, relevando especialmente documentación vinculada al
desarrollo del conflicto bélico del
Atlántico Sur. Es la Coordinadora
del Programa de Educación y Derechos Humanos de Wikimedia Argentina y también es profesora de Historia en
escuelas de jóvenes y adultos en la Ciudad
de Buenos Aires. Ama jugar al fútbol,
el rock nacional, los Beatles y River Plate!