Como les contamos la semana pasada, la palabra más
repetida a lo largo del Congreso Iberoamericano de Pedagogía no fue
“Educación”, ni fue “aprendizajes”, ni fue “docente”, ni fue “docencia”, ni fue
(aunque sorprenda) “pedagogía”. La
palabra más repetida fue: “innovación”. Como adelantamos en la entrega
anterior, alegramos de esto (ya que consideramos central la reflexión sobre las
innovaciones pedagógicas y su impacto en los aprendizajes) aunque confirma que
Congresos tan masivos y “generalistas” terminan sin profundizar los aspectos
supuestamente prioritarios y cayendo en relatos de experiencias (más o menos)
innovadoras e “investigaciones” (o, mejor dicho, reflexiones sin ningún rigor
científico) sobre esas experiencias supuestamente innovadoras.
Dos ideas aparecieron, abordadas desde diferentes
lugares, a lo largo de varias actividades, indicando que son cuestiones centrales del debate actual:
las innovaciones pedagógicas y la
necesidad de investigar sus efectos.
A los largo del Congreso quedó en evidencia la
preocupación por contar con resultados de investigaciones que motiven
innovaciones educativas, por implementar esas innovaciones y por investigar sus
efectos pero sobre todo, por construir, como sugirió Ramón López Martin (de España) “una
cultura de la innovación para que no quede en personas, a las que sus hij@s
llaman freakies”. En esta misma línea, Mariana
Maggio (de Argentina) expresó su preocupación porque “l@s que innovan son siempre l@s mism@s y no logramos construir la ola”
y agregó “hay algo de la didáctica
clásica que sigue siendo hegemónico: la secuencia lineal progresiva y el manejo
del tiempo”. En el panel “La innovación y el futuro de la Educación en
Iberoamérica”, Margarita Poggi (de
Argentina) abrió recordándonos que “América
Latina ha sido siempre muy rica en innovación pedagógica (como la ampliación de
la Educación obligatoria o la paridad de género en primaria y secundaria) pero
sigue habiendo problemas persistentes, como las grandes desigualdades y la
calidad y relevancia de los aprendizajes, aún luego de la reformas” y
agregó que “algunas innovaciones no
lograron permear en los sistemas educativos y, entonces, no solucionaron los
problemas”. A la hora de pensar las posibles causas de esto, Margarita Poggi categorizó tres
narrativas, la institución educativa en el centro del sistema (autonomía
escolar y descentralización), la calidad educativa (que hace foco en los
aprendizajes y en la profesionalización docente) y la inclusión (a la
diversidad y al multiculturalismo); y planteó el problema de que esas tres
narrativas “no llegaron a constituirse en
narrativas comunes que impliquen a los diversos actores educativos”.
En esa misma línea y luego de invitarnos a “contruir una cultura de la innovación para
que no quede en personas”, Ramón
López Martin propuso provocarnos algunas reflexiones “entre lo efímero del presente educativo y la incertidumbre de un
futuro pedagógico” y planteó los seis retos para las innovaciones del
futuro:
1. Deberían construir
ciudadanía (participativa, crítica y responsable).
2. Deberían reforzar la
convivencia (como competencia para interactuar con otr@s).
3. Deberían garantizar un
mínimo de bienestar social para tod@s.
4. Deberían apostar a una
cultura de la excelencia.
5. Deberían ganar el desafío
digital.
6. Deberían contar con reflexión
permanente.
En varias sesiones, paneles y simposios apareció
el tema de la investigación educativa, su rigor científico y la necesidad de
divulgar y compartir sus resultados. En su presentación, María Teresa Sirvent planteó tres desafíos vertebrales (epistemológicos,
metodológicos y didácticos), recuperó la centralidad de la “problematización” (como
práctica), intentó romper con la dicotomía de investigación cuantitativa/cualitativa
y reemplazarla por tres “modos de investigar” (el verificativo, el de
generación conceptual y el de praxis participativa) y nos invitó a “luchar contra una sociedad que acepta el
sometimiento y es refractaria a la idea de que todo ciudadano tiene el derecho
de problematizar cada vez más y cada vez mejor”. En el mismo simposio, Mabel Da Cunha (de Brasil) reflexionó
sobre la necesidad de investigar la práctica educativa ya que “los contextos emergentes interpelan a la
Universidad y la obligan a repensar sus prácticas” y agregó que “la práctica pedagógica debe ser
planificada, socialmente responsable, ejercida con una finalidad, con
vigilancia crítica e intencionalidad educativa”.
En el simposio “Aportes
del pensamiento de Rodolfo Kusch al campo de la Educación”, Pablo Ciffeli (de Argentina) y
Carlos Cullen (de Argentina) intentaron
invitarnos a “compartir con Kusch una preocupación: resistir a la colonización,
la de entonces y la de ahora”. Como aclaró Pablo
Ciffeli, si bien “Kusch no es un
filósofo de la Educación tiene referencias claras sobre la Educación, cuando
asimila el sistema formal de enseñanza con el dispositivo colonizador”.
Partiendo del concepto kuschiano de “geocultura”, Carlos Cullen revisó varias cuestiones del debate educativo actual,
parafraseó a Kusch diciendo que “la
Educación no se ve ni se toca pero pesa (porque está arraigada en el suelo)”
y nos recordó que la Educación no tiene que ver con un sujeto al que se le
impone una cultura sino que “la Educación
tiene que ver con una cultura que busca su sujeto”.
Desde este Blog celebramos y celebraremos la
reflexión sobre la práctica docente, sobre los aprendizajes y sobre la
Educación y alentamos a docentes de todos los niveles educativos a que
participen de todos los espacios de vínculo y comunicación posible. Estamos
convencid@s del valor de este tipo de encuentros en los que podemos compartir
experiencias, ideas y reflexiones, y enriquecer nuestros pensamientos (y
nuestras acciones) con los aportes de colegas de diferentes lugares y variadas
trayectorias. Sin embargo, y como reflexión última pero no final (de este
texto), estamos igual de convencid@s del
valor que también tiene la reflexión de cada docente en su práctica diaria, de
cada equipo docente y de cada institución, puertas adentro, que sin
necesidad de viajar cientos de kilómetros ni de participar de eventos de estas
características será la base para
fundamentar los cambios que nos conduzcan a una Educación más equitativa, a una
práctica docente más innovadora que esté a la altura de los tiempos que nos
tocan y a ser verdader@s facilitadores de aprendizajes
cada vez más significativos en estudiantes cada vez más autónomos.
Todavía tenemos un largo camino por recorrer y
mucho por reflexionar y mejorar ya que, como dijo Mariana Maggio al cerrar su provocadora y motivadora ponencia, “cada
estudiante que entra a la Universidad tiene un derecho: terminarla. Y much@s no
la están terminando”.