En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 24 de Septiembre de 2013:
Nuestra Universidad tiene, actualmente, uno de sus mayores retos: la inclusión (real) de personas con discapacidad.La Educación constituye un elemento esencial para el desarrollo y la realización personal y social de los ciudadanos. Esto que para cualquier persona resulta básico y fundamental, para las que tienen algún tipo de discapacidad adquiere aún mayor relevancia, porque tienen en mayor o menor medida, necesidades especificas para poder participar en igualdad de condiciones que el resto de los estudiantes. Esas necesidades no solo se limitan a ayudas compensatorias o limitación de barreras arquitectónicas, sino también la necesidad de colaboración y buena predisposición de los docentes para garantizar una buena enseñanza.
Las personas con discapacidad siempre tenemos miedo: miedo a no ser aceptados, miedo a la discriminación, miedo a no poder seguir el ritmo del resto de nuestros compañeros, miedo a expresar nuestras dificultades, miedo a buscar ayuda. Muchas veces la falta de confianza hace que ocultemos nuestros miedos y entremos en una etapa de desventaja en la que no podemos expresar nuestro máximo potencial como estudiantes, como personas o como profesionales que recae en el abandono de los estudios y la frustración.
La falta de formación docente en materia de discapacidad hace muchas veces que los docentes no sepan como desempeñarse frente a un alumno discapacitado y eso sumado a los miedos, la vergüenza y la falta de confianza abre mucho más la brecha de la idea de integración y participación y dificulta el logro de la meta de obtener el título que tanto anhelamos.
Como estudiante hipoacúsica tuve que superar muchas trabas en el curso de mi carrera en la UBA por lo que ahora integro un programa de creación de nuevas propuestas y difusión de nuestra realidad. En el marco de este programa, se elaboran encuestas para los estudiante, se realizan pruebas pilotos de clases adaptadas para la presencia de personas con discapacidad en diferentes materias, se proponen mejoras edilicias y de accesibilidad física y se trabaja sobre el tema en materias de la carrera docente, entre otras muchas actividades.
Las personas con dificultades auditivas nos vemos limitados en clases dictadas normalmente en las Universidades porque necesitamos algunos requisitos especiales para poder aprovecharlas ya que muchos nos valemos de la lectura labial para comunicarnos. Necesitamos que nos hablen claro y siempre de frente, que haya luz clara y no nos apaguen las luces, que nos repitan los conceptos básicos, que nos brinden material anticipado para ponernos al día ya que muchas veces el recurso de la lectura labial no es suficiente para seguir el dictado de las clases, hay hilos y conceptos que siempre se nos pierden. No podemos tomar apuntes al mismo tiempo que estar atentos al profesor. Este apoyo educativo nos permite a las personas hipoacúsicas y aquellas no oyentes desarrollar nuestras aptitudes y lograr las mismas oportunidades de desarrollo profesional que el oyente. Eso no significa que nos faciliten el aprobar la materia, simplemente que nos brinden las herramientas, la confianza y la posibilidad de integración y lo más importante la comunicación.
Las discapacidades pueden ser muchas, y muy variadas, dentro de las categorías de visuales, auditivas, motoras, viscerales, etc. Por ejemplo, dentro de la sordera tenemos diferentes grados: leve, moderada, profunda, total, unilateral, bilateral, progresiva, no progresiva y muchas clasificaciones mas. Y los medios de comunicación difieren: lengua de señas, lectura labial solamente, o bien complementada con audífonos o implante coclear.
Por todo esto, garantizar y poner en acto el derecho a la Educación de las personas con discapacidad requiere de una nueva formación docente que posibilite la comprensión y la intervención activa ante situaciones que demanden nuevas estrategias pedagógicas. Para facilitar el ejercicio de la actividad inclusiva es importante que los docentes nos pregunten qué necesitamos, cómo pueden brindarnos una mejor enseñanza, qué propuestas tenemos en base a nuestras experiencias, qué cosas se pueden mejorar a nivel académico y qué herramientas se pueden implementar para que la Educación universitaria sea en igualdad de oportunidades para todos.
¿Estamos l@s docentes (y la comunidad universitaria en general) dispuestos a integrar e incluir reamente a las personas con discapacidades, con la capacitación y el cambio de mentalidad que esto significa y con la decisión que esto implica, de realizar cambios concretos en nuestras concepciones y en nuestras prácticas aúlicas?
*Ximena Etchenique presenta hipoacusia perceptiva profunda bilateral. Es Veterinaria egresada de la Facultad de Ciencias Veterinarias de laUniversidad de Buenos Aires (UBA). Se desempeña como Veterinaria clínica en pequeños y grandes animales. Colabora en la Subsecretaria de Promoción para la Igualdad de Oportunidades de la Facultad de Ciencias Veterinarias (UBA).
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