En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 10 de Septiembre de 2013:
Al
 iniciar la entrevista se advierte el posicionamiento de la docente en 
relación con sus objetivos, mucho más orientados a motivar e incentivar a
 l@s estudiantes en sus procesos de aprendizaje que a “darles 
respuestas”, mucho más cercano a la idea de “guiar”que a la idea de 
“enseñar”.
·¿Cuáles son tus objetivos cuando comenzás una cursada?
·Mi
 objetivo es ayudar a los estudiantes en su aprendizaje y ayudarlos a 
mostrar y defender sus propias opiniones. Soy docente de dos materias 
muy distintas: una básica (en los inicios de una carrera universitaria) y
 una aplicada (en realidad de dos materias que forman parte de una misma
 cátedra hacia finales de la misma carrera). En la materia básica, mi 
expectativa es poder movilizarlos de tal manera en que ellos mismos se 
superen. Muchas veces prefieren hacerme preguntas que responderlas ellos
 mismos, pensando, volviendo para atrás. Intento en general que ellos 
busquen sus propias respuestas, les comparto mi punto de vista que es 
que de nada les sirve que yo se las responda, prefiero guiarlos en esas 
respuestas para incentivar su auto-aprendizaje. En las materias 
aplicadas, mi expectativa es similar, apunto que se valgan por ellos 
mismos; que ellos enfrenten la situación real ahí, con el paciente, que 
decidan qué hacer con SU paciente, preguntando y repreguntando por qué, 
cuando no saben qué hacer, insisto en situarlos como si yo no estuviera 
ahí.
A
 la hora de pensar en la características que nos hacen mejores 
facilitadores de los aprendizajes, lo primero que aparece no es el 
conocimiento disciplinar, ni siquiera la formación pedagógica o docente 
sino cuestiones más “humanas”: la generosidad, la empatía, la capacidad 
de escucha, la observación crítica y, sobre todo, la propia capacidad de
 autodescubrise y estar abierto a aprender de y con l@s estudiantes.
·¿Qué características creés que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
·Creo
 que ante todo debe ser bondadoso, bondadoso al contar sus propias 
experiencias: contar la realidad de lo que le ocurrió a él cuando estaba
 del lado de los estudiantes, abrir el camino para poder escuchar cómo 
viven su “ser alumno”, en esta realidad de hoy. Este diálogo abre muchas
 posibilidades para el docente, posibilidades de adaptar la clase a los 
estudiantes que tiene en ese curso, ese día, ese año, en ese momento y 
no, adaptar la clase a su propia conveniencia. Sinceramente no creo que 
el “mejor docente” es quién más sabe, sino quién tiene algo para 
ofrecerle a los alumnos, quien puede ayudar a un cambio por minúsculo 
que parezca, un “algo” que motive al alumno a seguir, a “enfrentar” a 
los alumnos con su propio aprendizaje
·Es interesante lo que planteás, ¿qué otras características personales ayudan en este sentido?
·Otra
 característica clave, a mi entender, es que el docente sea observador. 
Observar al grupo de alumnos y buscar en la facies quién está ahí, 
compartiendo el tema del día y quién se quedó en la apertura de la clase
 o se quedó hace tres clases. Al observar al grupo, no sólo podemos 
recuperar entre todos alguna idea, sino también se puede lograr 
evidenciar fallas propias de la propia propuesta docente (en cualquier 
tipo de clase) y hacer ajustes en base a ese grupo, ese momento, ese 
tema. Una tercera característica que creo importante es mostrarse 
humano, sí, humano. Por supuesto que la idea de esta característica se 
entrelaza con las anteriores. Mi opinión de mostrarse humano la 
justifico desde el punto de vista que no creo que repitiéndoles a los 
alumnos lo que ellos mismos pueden conseguir en la bibliografía, 
mostrándoles cuánto sabe el docente, sea una manera de facilitarles su 
aprendizaje sino de lucirse ante ellos y nada más. La trayectoria 
formativa del docente puede verse enriquecida con distintos cursos, 
carreras o grupos de docentes pero el quehacer docente, el encontrarse a
 uno mismo, siendo uno mismo, encontrarse con cada grupo e intentar 
distintos estilos, distintas estrategias, es como uno busca responder a 
esta pregunta; como uno busca facilitar el aprendizaje de sus alumnos.
Para
 terminar, la docente ejemplifica el posicionamiento que vino 
describiendo a lo largo de la entrevista con algunas de sus propias 
prácticas y vuelve sobre la idea de un docente facilitador del 
meta-aprendizaje, de un docente que guía y motiva a l@s estudiantes en 
el descubrimiento de sus propios procesos cognitivos y de su propia 
capacidad de (trans)formarse, ubicando a “las preguntas” en un lugar 
relevante de esta construcción. El cierre muestra una idea emancipadora 
que no excluye (sino que necesita) de la presencia: “siempre vamos a 
estar ahí para ellos”.
·¿Cuáles
 de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más 
exitosas como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus 
estudiantes?
·Creo
 que dentro de mi práctica docente lo que más recalco es que pueden (y 
deben) valerse por ellos mismos. Que siempre que tengan una pregunta, se
 la hagan a ellos mismos primeros pero no una vez y de una sola manera, 
les planteo que la desmembren. En general, el alumno hace una pregunta 
al docente para que éste le conteste, ¿no? Pues mis “pobres” alumnos 
después de unas cuántas veces que me preguntan se dan cuenta que yo tan 
sólo les responderé con otra pregunta y otra y otra, hasta intentar 
encaminarlos a la respuesta de la pregunta original. Muchas veces ellos 
mismos después de dos-tres-cuatro preguntas mías, dicen “ahhh lo que te 
pregunté, entonces se responde así y asá”. Ellos mismos se responden! A 
lo que yo concluyo “ves? ¿Para qué me preguntás si ya sabías la 
respuesta?” Y todos terminamos riendo porque suelen contestar “Es más 
fácil que me lo respondas vos, profe”. Después de estos momentos también
 me gusta incentivarlos con una pregunta para pensar, una “de esas que 
no están en los libros”,invitando a que la respondan en grupo, que 
discutan, que defiendan puntos de vista. Creo que estas prácticas 
invitan a que vean que el aprendizaje depende más que nada de ellos 
mismos, que los docentes sólo podemos ayudarlos en ese camino, pero no 
hacerlo por ellos, aunque siempre vamos a estar ahí para ellos.
 
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