En esta primera parte de
este nuevo año
escolar/académico en el que esperamos seguir
reflexionando, seguir discutiendo
y seguir (trans)formándonos como
docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más
significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una
de las entradas publicadas los años anteriores,
como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 18 de Julio de 2017:
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender los contenidos (disciplinares, actitudinales y de procedimientos) de nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Yael Candel *.
Cuando Yael reflexiona sobre cómo aprende contenidos escolares o académicos nos cuenta que “lo que hacía y hago básicamente es leer a consciencia y con mucha concentración la bibliografía correspondiente y, a su vez, me fijo en lo visto en clase y tomo aquello como los puntos más importantes en los cuales me tengo que focalizar para, de esta manera, armarme un resumen desarrollando más estos temas con la bibliografía. Luego, leo varias veces los resúmenes hasta fijar las ideas y conceptos”. Yael rescata el valor que tiene expresar oralmente lo que se está aprendiendo (ese “contárselo a alguien”) independientemente de que la evaluación sea oral o escrita y agrega: “Me sirve mucho contarle a alguna persona oralmente lo que sé, sea el examen escrito u oral, como una manera de seguir fijando conocimientos y también para saber yo misma cuánto sé. Me cuesta un poco estudiar en grupo con otros compañeros porque cada uno tiene distintos tiempos de estudio y distintas obligaciones y horarios, pero las veces que lo hice me sirvió mucho”.
En las palabras anteriores se advierte el valor que tienen para Yael las exposiciones orales y los procesos cognitivos que se ponen en juego cuando intentamos “contar” a otr@s los que están siendo aprendidos. ¿Cuántas de nuestras propuestas didácticas o de las actividades que (habitualmente) les proponemos a nuestr@s estudiantes involucran la utilización de éstas u otras herramientas facilitadoras de los aprendizajes? Y ya que estamos en “tono preguntón”, ¿Se dieron cuenta que en su relato en ningún momento habla de l@s docentes (ni de las prácticas de enseñanza) cuando cuenta “cómo aprende”?
A la hora de pensar en otros tipos de aprendizajes, Yael considera central “la repetición” y ahora sí aparece la figura de un “Otro” que sirve como guía o como referencia: “para aprender algo no escolar ni académico creo que lo más importante para mí es la repetición, la imitación y la corrección. La primera vez que me dicen cómo usar tal programa o tal objeto, claramente no lo aprendo y tengo que estar preguntando todo el tiempo sobre distintos aspectos de su uso a la persona que me está enseñando. La segunda vez también y así varias veces hasta que la repetición sucesiva de la actividad hace que la aprenda y lo pueda hacer yo sola sin la ayuda de otras personas. En este proceso de aprendizaje también me es útil ver cómo las otras personas hacen aquello que estoy aprendiendo, como para tener a esa persona de referencia, y también está bueno que me corrijan si estoy haciendo algo mal”.
A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes “académicos” y “no académicos”, Yael vuelve sobre las mismas dos cuestiones: la repetición y el rol que juegan “los otr@s”. Es interesante leer sus reflexiones ya que si bien en el tema de la repetición encuentra más similitudes que diferencias, en al analizar la participación del Otro (¿el docente?) encuentra más diferencias que similitudes: “comparando los dos tipos de aprendizaje puedo ver que la repetición es un aspecto que se repite en ambos; en los aprendizajes académicos aparece cuando me refiero a leer varias veces los resúmenes hasta fijar los conocimientos y en los no académicos, cuando me refiero a repetir una y otra vez la actividad hasta finalmente incorporarla por completo. En cuanto a la intervención del otro, en los no académicos se ve claramente que es otra persona la que me enseña a usar el determinado elemento o a hacer determinada actividad, pero en los aprendizajes académicos el aprendizaje es exclusiva responsabilidad mía y el otro está presente como una especie de ayuda para que yo pueda evaluar cuánto sé, aunque al estudiar con otros compañeros o al consultarles alguna duda uno también está aprendiendo pero siempre con mayor independencia”.
Finalmente, Yael nos deja su propia concepción de esta palabra, esta idea, este concepto que tanto nos cuesta entender pero que tanto queremos facilitar y analiza el valor que tiene reflexionar sobre cómo aprendemos: “al pensar sobre estas cuestiones de cómo aprendemos, uno se pone a pensar cosas que quizás nunca antes se había cuestionado. La forma que yo tengo para estudiar está ya incorporada en mí y cuesta a veces ponerme a pensar en si me sirve lo que estoy haciendo o si hay otras opciones que puedo tomar y que me servirían mucho más. Pero creo que es beneficioso evaluar estas cosas en algún momento, ya que uno quizás arrastra costumbres que tiene de hace años, de cuando estaba en la escuela, pero a medida que uno crece y las responsabilidades académicas se van complejizando quizás es bueno cambiar ciertos métodos de aprendizaje”.
* Yael Candel (Facebook.com/yael.candel) es estudiante de Veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires. Es periodista y tía. Ama a sus amigos y a su familia, y le encanta bailar y viajar. Sueña con ser mamá y veterinaria.
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