En esta primera parte de
este nuevo año
escolar/académico en el que esperamos seguir
reflexionando, seguir discutiendo
y seguir (trans)formándonos como
docentes (cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más
significativos en nuestr@s estudiantes (cada vez) más autónomos; nos invitamos a releer, cada día, una
de las entradas publicadas los años anteriores,
como forma de volver a “ponernos” en tema. Para l@s que no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para los que
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 23 de Agosto de 2016:
En este 2016 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes.
 Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a 
docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”. 
Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser que much@s
 docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser 
facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en 
consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes,
 con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada
 vez más significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más 
autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que 
gentilmente escribió María del Rosario (Rochi) Staiger*.
Para empezar, Rochinos
 cuenta que (consciente o inconscientemente) sigue una serie de “pasos” 
que tienen más que ver con los estados de ánimo y con lo “motivacional” 
que con lo académico y resalta la ayuda que puede recibir no sólo de l@s
 docentes sino de sus propios compañer@s: “al
 pensar cómo aprendo, me di cuenta de que generalmente sigo una serie de
 pasos, y siempre en el mismo orden: me desespero, me pregunto cómo 
alguien puede entender algo tan“difícil”, envidio a la gente que no está
 en mi lugar en ese momento, me pregunto por qué elegí estudiar algo tan
 complicado y termino entrando en el paso siguiente. Recuerdo por qué 
elegí esta carrera y hago una sesión de autocumplidos (como “soy muy 
capaz”) y vuelvo a mirar lo que tengo que aprender y trato de 
encontrarle la vuelta. Luego, pienso ‘si otros pudieron, yo 
también’,googleo lo que no entiendo, les hago preguntas a mis compañeros
 y a mis profesores y generalmente me brindan la ayuda que necesito”. 
Cuando reflexiona sobre sus aprendizajes “no académicas”, Rochi
 reivindica una figura que nos puede ayudar a pensar (de nuevo) el rol 
docente en los aprendizajes escolares o académicos, la figura de alguien
 que nos ayude a levantarnos si nos caemos, alguien que nos recuerde que
 podemos, alguien que confíe en nosotros y nos “obligue” a confiar en 
nosotr@s mism@s: “aprendo
 con el con el famoso ‘persevera y triunfarás’. Como cuando aprendí a 
andar en bicicleta, me habré caído unas veinte veces, pero mi papá 
siempre me decía que vuelva a intentarlo, que si él puede yo también 
puedo. Aprendía de cada error que cometía e intentaba no volver a 
repetirlo, y así perfeccionaba mi técnica hasta que finalmente empecé a 
andar sola”. 
Rochi
 vuelve a reflexionar sobre la manera en que aprende contenidos 
académicos y agrega dos cuestiones que nos parecen fundamentales en el 
proceso de aprendizaje, la búsqueda de un sentido de lo que se aprende 
(de manera tal que esos aprendizajes se carguen de significación) y el 
valor de “contar lo aprendido”, si es posible a alguien que no entiende 
nada del tema: “yendo
 por partes, trato de encontrarle sentido a lo que estoy estudiando para
 no aprenderlo de memoria. Todo tiene una lógica, sobretodo los procesos
 como los bioquímicos. Después de entender y aprender lo que tengo que 
estudiar, anoto lo que aprendí con mis palabras y se lo explico a 
alguien que no tenga idea de lo que se trata el tema. Mi profesora de 
Química del colegio decía que realmente entendiste algo cuando podés 
explicárselo a alguien que no entiende nada del tema”. En la misma línea que la profesora de Química de Rochi,Albert Einstein decía que “No entiendes realmente algo a menos que seas capaz de explicárselo a tu abuela”. 
Finalmente, Rochinos
 deja un interesante pensamiento, que vuelve sobre la idea de la 
confianza en un@ mism@, de alguien (un familiar, un docente, un 
compañer@) que confíe en nosotr@s y de lo naturalizadas que están 
algunas cuestiones que hacen que al reflexionar sobre ellas nos parezcan
 “increíbles”: “Escribiendo
 esto me di cuenta de que mi papá me pegó mi clásico ‘si otro pudo, por 
qué yo no?’. Ahora siento un poco más de presión, pero los pasos siempre
 fueron los mismos. Desde chicos nos van enseñando a aprender y a no 
rendirnos ante situaciones difíciles y frustrantes. Es increíble”.
* María del Rosario Staiger (Rochi)es estudiante de Veterinaria en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA, y se encuentra actualmente en segundo año. La gente siempre le pregunta cómo hace para comer comida chatarra tres veces por semana y seguir estando por debajo del peso normal. Ella responde que es porque utiliza mucha energía para poder tolerar esa pregunta. Tiene cuatro hermanas y sus padres siguen sin poder creerlo. Está de novia y sigue esperando su carta de Hogwarts.
 
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