En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 28 de Agosto de 2012:
Este texto está en sintonía con el texto “Ah, pensamos hacerlo”, en el que planteamos la necesidad de agregarle algo fundamental a nuestro discurso: la acción! En esta entrada nos proponemos empezar a derribar el mito de que “el problema es generacional”.
Cuando decimos “el problema generacional” no nos referimos ni a la (actualmente famosa) brecha digital,
en relación a la incorporación de las (nuevas) tecnologías de la
información y la comunicación (TICs) en la Educación, ni a la “distancia” que (muchas veces) se observa entre l@s docentes y l@s estudiantes, en términos de intereses, de motivación y de construcción de sentido, de relevancia y de significación.
Cuando decimos (y sostenemos que) “el problema no es generacional” nos
referimos al problema que representan l@s docentes apátic@s,
desinteresados, tradicionalistas, poco preparad@s, poco motivad@s y poco
actualizad@s, que no tienen la menor intención de mejorar sus prácticas
docentes con el fin último (o primero) de favorecer los aprendizajes de
sus estudiantes ni de reflexionar sobre las mismas, para tomar mejores
(y más fundamentadas) decisiones docentes.
Cuando
un@ empieza a trabajar en la Educación Superior (en general como
Ayudante de Segunda) es, muchas veces, todavía estudiante de la Carrera y
cree que mucho
de lo que pasa (y de lo que no pasa) en las aulas, y fuera de ellas,
tiene que ver con que la mayoría de l@s docentes, y en particular l@s
docentes que toman decisiones, pertenecen a otra generación. Sin embargo, esto no es así...
Hace
ya algunos años cuando comenzamos la Carrera Docente, nos encontramos
con un nutrido grupo de docentes supuestamente “jóvenes de edad” e
imaginamos ingenuamente: cuando “nosotr@s” seamos mayoría “todo va a cambiar”. No hicieron falta ni siquiera algunas materias, bastaron algunas clases para confirmar lo peor: la edad no tienen nada que ver! En
esas aulas donde l@s docentes (supuestamente) nos preparábamos y nos
(trans)formábamos, se repetían las proporciones actuales y otra vez éramos minoría! Sí, en esas aulas llenas de docentes “jóvenes de edad” otra vez éramos minoría l@s
que creemos que la nuestra es una tarea de profunda transformación que
consiste en guiar y acompañar a nuestr@s estudiantes, como facilitadores
de sus aprendizajes, haciéndolos cada vez más autónomos y
significativos.
Es inútil pensar que las cosas van a cambiar sólo por un recambio generacional, ya que hay prácticas que están enquistadas en nuestro sistema educativo, que se reproducen generación tras generación. Y cuando la “formación docente”
(entendida ésta en su significado más formal, como las “Carreras
Docentes”, Especialidades en Docencia, Educación Continuada y otros
espacios formales de capacitación docente) es deficiente (como ocurre en no pocos casos), los dos factores que cobran mayor importancia en la toma de decisiones docentes son la propia trayectoria escolar (o educativa) y la cultura institucional de la comunidad educativa en la que el docente se inserta y no es difícil imaginar hacia donde se dirigen (o suelen dirigirse) estos dos factores.
Entonces,
seamos poc@s o much@s y seamos más o menos “jóvenes de edad”, no
debemos esperar ningún recambio generacional ni nada que se le parezca;
debemos trabajar ahora por la ruptura, por la mejora, por la innovación, por el cambio;
pero no el cambio por el cambio mismo, sino el cambio fundamentado en
la reflexión previa a la acción, durante la acción y posterior a la
acción pedagógica.
Ah… Pensamos hacerlo!!! Ah… Lo estamos haciendo!!!
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