martes, 2 de noviembre de 2021

Lo que el 2020 nos dejó: “Experiencias colectivas y escenas de enseñanza nunca antes pensadas nos permitieron sostener el vínculo pedagógico prescindiendo de la presencia física, con sentimiento y amorosidad”. Por Constanza Miscione *

 

Hace tiempo que intento escribir sobre el 2020 y las vivencias docentes vinculadas. Creo que nos llevará tiempo pensar los acontecimientos, volver sobre lo vivido, interrogar las experiencias docentes para aprender, enriquecer, capitalizar... Y la experiencia de la que hablo es la experiencia que Jorge Larrosa nombra como aquello del ámbito de lo común, de lo cotidiano y que por alguna razón se destaca, se vuelve excepcional. La pandemia vino a destacar situaciones que ya venían pasando, reveló una desigualdad que ya existía y durante este tiempo la escuela adquirió una presencia social y cultural que ya venía sucediendo pero en estos tiempos se acrecentó.

Nos hemos visto en escenas de enseñanza nunca antes pensadas, buscamos variadas maneras de llegar a las, los y les estudiantes. Hemos experimentado el uso de herramientas que antes no conocíamos o desestimábamos. Nos ha interpelado profundamente la necesidad de cautivar, convocar, conquistar a nuestras/os/es estudiantes al vínculo pedagógico. En cuarentena se complicó vincularnos, nos sentimos desafiados en nuestras formas de enseñar y aprender. Y tomo las palabras de Andrea Alliaud cuando expresa que logramos vincularnos prescindiendo de la presencia física con sentimiento, con amorosidad. Antes los vínculos estaban asegurados y sostenidos institucionalmente, en presencia física y con el lazo institucional del edificio de la escuela. En cuarentena los docentes hicimos escuela sin el edificio, sin el encuentro físico. Aprendimos que esos vínculos pueden ser creados, convocados, generados, sostenidos y renovados desde quehaceres cotidianos como responder consultas por whatsapp, llamar a la familia de algún, alguna, algune estudiante distante.

En mi práctica como docente de nivel medio, el desafío de este tiempo estuvo marcado por la búsqueda de caminos de enseñanza aprendizaje que convoquen a mis estudiantes, estuvo centrado en cómo presentar o preparar los contenidos, cómo convocar en este escenario nuevo y diverso. La no presencialidad en el aula y los distintos accesos a las tecnologías de mis estudiantes me llevaron a armar múltiples formas de prácticas de enseñanza. En mi práctica en formación docente, el foco fue acompañar a profesores y profesoras que buscaban capacitación para la emergencia para ellos pensar en cómo convocar a sus estudiantes. En ambos espacios se hizo necesario aceptar la incertidumbre, buscar nuevos caminos para convocar, acompañar y hasta en algunos casos sostener. Y se hizo más fácil cuando el esfuerzo fue colectivo. La experiencia siempre se enriquece cuando se encuentra con otrxs. Otrx para contarle, otrx que nos inspire. Y en estos tiempos fueron las experiencias colectivas y solidarias las que nos fortalecieron, creando juntxs, contando experiencias, cooperando. El desafío está en capitalizar colectivamente lo vivido, ojalá nos demos ese tiempo.

 

* Constanza Miscione (@constanzamisc) es Licenciada en Psicología (UBA) con especialidad en Educación. Se desempeña como docente en colegios de nivel medio, asesora pedagógica digital en GCBA y formación docente en Escuela de Maestros (CABA), INFoD y OEI.

 

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