Una de las novedades de este 2013 es la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes,
como insumos para la reflexión sobre
nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y
estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las
cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro
que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas
apreciaciones y reconocer en las respuestas
(y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos compartidos o
no pero de cualquier manera, los relatos
en primera persona son siempre insumos
de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos.
En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió Guillermo Wiemeyer*.
Desde el inicio, Guille deja en claro algunos de
sus posicionamientos al ubicar al docente en el rol del facilitador pero va más
allá y se ubica en un lugar de facilitador de una (trans)formación que no
necesariamente tenga el “resultado esperado” ni llegue al mismo lugar del que
él mismo partió: se trata de aceptar que “el otr@” pueda formarse (con nuestra
ayuda) pero no en la dirección que nosotr@s imaginamos, se trata de “habilitar”
una (trans)formación superadora, incluso de nuestras premisas. También resalta
la importancia de la formación docente continua y de la evaluación de la tarea
docente, no sólo como autoevaluación (dentro de los equipos docentes) sino por
parte de l@s estudiantes, como forma de retroalimentar el análisis y la
reflexión sobre la tarea.
- Guille,
¿Qué es, para vos, “ser docente”?
- Me
gusta la idea del “docente facilitador”; un docente que permite acortar el
camino hacia el objetivo pero no por dar a los estudiantes el alimento
masticado y digerido, sino por permitirles acceder a rutas, algoritmos y
criterios que nadie antes les había propuesto. No puedo considerarme
docente si no facilito a mis estudiantes razonamientos y argumentos que a
mí me costó horrores encontrar. Creo que nuestra felicidad es saber que
podemos ayudar al estudiante a hacer ese click que a nosotros tanto nos
costó, mostrarles ese medio vaso lleno para saciar la sed y llegar aun mas
lejos de lo que nosotros hemos llegado. Si no estoy dispuesto a formar a
otro para que sea mejor que yo (y a la vez diferente a mí), no debería
dedicarme a enseñar.
- Si
pudieras agregar, quitar o cambiar aspectos concretos de tu práctica
docente diaria, ¿qué cambiarías y por qué?
- Eliminaría
la “toma de asistencia” ya que es una formalidad que no justifica nada;
estimularía la capacitación continua del docente para evitar el
estancamiento; participaría del hospital a los estudiantes en etapas más
iniciáticas de la carrera para que vean e incorporen conceptos de aplicación práctica durante
el ciclo de formación común; incorporaría en cada cursada una evaluación
de los estudiantes a los docentes, para tener también una visión del ida y
vuelta que existe durante el proceso de formación, registrando qué casos,
modalidad de enseñanza, temas o incluso qué profesores despertaron más
entusiasmo y aceptación.
En la siguiente respuesta, Guille retoma la idea
de “no limitar” las construcciones de aprendizajes que hagan nuestr@s
estudiantes y pone el énfasis en las herramientas que les “enseñemos” (dicho
aquí como sinónimo de “mostremos”) pero también en “mostrárselas” en un ámbito
que les brinde la libertad necesaria para decidir usar o no esas herramientas,
o para decidir usarlas de una manera diferente a la manera en que, hasta acá,
las usamos “nosotr@s”.
- ¿Qué
características creés que debería tener un docente para ser mejor como
facilitador de los aprendizajes de l@s estudiantes?
- Creo
básicamente que un docente tiene que tener la entereza y la humildad
necesaria para facilitarles a los estudiantes herramientas que los hagan
mejores que uno. La docencia es dinamita, bien ejercida es bárbara, abre
puertas, cabezas y construye cosas mejores, pero también puede ser
malinterpretada o desvirtuada en el ejercicio del poder y de la
autopreservación del mediocre. Si yo me capacito al máximo de mis
posibilidades para luego pretender “clonarme” y formar droides que sólo
ejecuten según mi criterio (bueno o malo) soy un pseudo-docente realmente
peligroso que lejos de estimular el pensamiento crítico, favorece el
adulamiento y empobrece el panorama.
Actualmente la Educación superior está
incorporando (lentamente) el uso de tecnologías facilitadoras de los
aprendizajes, como el uso de simuladores. Se trata de transformar las TICs (tecnologías
de la información y la comunicación) en TACs (tecnologías del aprendizaje y la
comunicación). Guille cuenta el éxito que tuvieron en la construcción y el uso
de un simulador para el aprendizaje de las maniobras de RCP y las dificultades
(como la necesidad de capacitación constante) que tiene la incorporación real
de estas prácticas.
- ¿Cuáles
de tus propias prácticas, herramientas o estrategias resultan más exitosas
como instrumentos facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
- Tuvimos
una gran experiencia de aprendizaje facilitado mediante el uso de
simuladores. Descubrimos con frustración que en ningún momento de la
carrera aprendíamos a hacer RCP. Luego de imitar sin éxito las maniobras
de las películas comenzamos a estudiar, capacitarnos y desarrollamos un
maniquí para entrenar algunas maniobras de reanimación en el servicio. El
efecto fue buenísimo y su uso nos permitió alcanzar un diagnóstico inicial
de conocimientos previos, trabajar sobre el cómo y el por qué de cada
procedimiento, y una vez comprendido, ponerlo en práctica y evaluar los
progresos. Un resultado muy alentador. También es verdad, que para
aprovecharlo al máximo el simulador debe ser utilizado con asiduidad. Eso
es lo que mas nos cuesta, mantenernos en entrenamiento y capacitación
constante.
- Si
tuvieras que recomendarle a otr@s docentes un libro, una canción o una
película que considerás “relevante” para mejorar nuestra práctica docente,
¿qué libro, canción o película nos recomendarías y por qué?
- Dos
canciones de León Gieco: primero “Encuentros” (Por favor, Perdón y
Gracias, 2005). Muestra de una manera muy palpable, el cambio inmenso y
positivo que puede sufrir quien aprende. La segunda, “Soy un pobre
agujero” (Pensar en Nada, 1981). Más allá de las interpretaciones por el
contexto histórico, es un elogio a la contemplación de la simpleza. A
todos y cada uno de los docentes que hoy recuerdo con una sonrisa, los
recuerdo por cosas sencillas, actitudes, detalles, coherencia, gestos que
marcaron la diferencia, sin importar especialmente el tema que me estaban
enseñando sino el modo.
En la última respuesta, Guille no ahorra en
críticas al sistema educativo o a la ya conocida concepción de Althusser de “la
Escuela como aparato ideológico del Estado” pero tampoco ahorra en optimismo o
esperanza al ubicarla, también, como un “lugar de resistencia”,
fundamentalmente como posibilidad de luchar (nada más ni nada menos que) por la
libertad y la felicidad.
- Guille,
¿Cuáles son y cuáles “deberían ser”, en tu opinión, los objetivos de la
Educación?
- La
educación formal e institucionalizada de la cultura occidental en el siglo
XXI podría ser interpretada como una herramienta de autopreservación del
sistema capitalista que formatea las cabezas con el manual del Juego de la
Vida. Siendo más “naive”, creo que cuando pensamos en el sentido positivo
de la educación buscamos transmitir o incorporar conceptos, actitudes y
capacidades que nos hagan libres, conscientes, respetuosos, determinados
y, en lo posible, felices.
*
Guillermo Wiemeyer es Veterinario. Se desempeña como médico de planta con funciones docentes
en los servicios de Enfermería, Emergencias e Internación del Hospital
Escuela de Pequeños Animales (FCV-UBA)
y como Veterinario del Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos
Aires. Se está especializando en Docencia Universitaria y al mismo tiempo
es doctorando en Ciencias Veterinarias (UBA).
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