Una de las novedades de este 2013 es la publicación de entrevistas realizadas a docentes y a estudiantes,
como insumos para la reflexión sobre
nuestras prácticas y sobre los aprendizajes. Las respuestas de docentes y
estudiantes, sujetos directamente involucrados en las prácticas sobre las
cuales nos proponemos reflexionar en este Blog resultan fundamentales para profundizar el grado de análisis. Claro
que podemos estar de acuerdo o no, claro que podemos disentir con determinadas
apreciaciones y reconocer en las
respuestas (y en las preguntas) posicionamientos pedagógicos e ideológicos
compartidos o no pero de cualquier manera, los relatos en primera persona son siempre insumos de gran valor para construir y (re)pensar nuestros propios posicionamientos.
En este caso es un placer publicar la entrevista que gentilmente respondió una docente universitaria que prefirió
mantenerse en el anonimato.
Al iniciar la entrevista se advierte el
posicionamiento de la docente en relación con sus objetivos, mucho más
orientados a motivar e incentivar a l@s estudiantes en sus procesos de
aprendizaje que a “darles respuestas”, mucho más cercano a la idea de “guiar”
que a la idea de “enseñar”.
·
¿Cuáles son tus objetivos
cuando comenzás una cursada?
·
Mi objetivo es ayudar a
los estudiantes en su aprendizaje y ayudarlos a mostrar y defender sus propias
opiniones. Soy docente de dos materias muy distintas: una básica (en los
inicios de una carrera universitaria) y una aplicada (en realidad de dos
materias que forman parte de una misma cátedra hacia finales de la misma
carrera). En la materia básica, mi expectativa es poder movilizarlos de tal
manera en que ellos mismos se superen. Muchas veces prefieren hacerme preguntas
que responderlas ellos mismos, pensando, volviendo para atrás. Intento en
general que ellos busquen sus propias respuestas, les comparto mi punto de
vista que es que de nada les sirve que yo se las responda, prefiero guiarlos en
esas respuestas para incentivar su auto-aprendizaje. En las materias aplicadas,
mi expectativa es similar, apunto que se valgan por ellos mismos; que ellos
enfrenten la situación real ahí, con el paciente, que decidan qué hacer con SU
paciente, preguntando y repreguntando por qué, cuando no saben qué hacer,
insisto en situarlos como si yo no estuviera ahí.
A la hora de pensar en la características que nos
hacen mejores facilitadores de los aprendizajes, lo primero que aparece no es
el conocimiento disciplinar, ni siquiera la formación pedagógica o docente sino
cuestiones más “humanas”: la generosidad, la empatía, la capacidad de escucha,
la observación crítica y, sobre todo, la propia capacidad de autodescubrise y
estar abierto a aprender de y con l@s estudiantes.
·
¿Qué características creés
que debería tener un docente para ser mejor como facilitador de los
aprendizajes de l@s estudiantes?
·
Creo que ante todo debe
ser bondadoso, bondadoso al contar sus propias experiencias: contar la realidad
de lo que le ocurrió a él cuando estaba del lado de los estudiantes, abrir el
camino para poder escuchar cómo viven su “ser alumno”, en esta realidad de hoy.
Este diálogo abre muchas posibilidades para el docente, posibilidades de
adaptar la clase a los estudiantes que tiene en ese curso, ese día, ese año, en
ese momento y no, adaptar la clase a su propia conveniencia. Sinceramente no
creo que el “mejor docente” es quién más sabe, sino quién tiene algo para
ofrecerle a los alumnos, quien puede ayudar a un cambio por minúsculo que
parezca, un “algo” que motive al alumno a seguir, a “enfrentar” a los alumnos
con su propio aprendizaje.
·
Es interesante lo que
planteás, ¿qué otras características personales ayudan en este sentido?
·
Otra característica clave,
a mi entender, es que el docente sea observador. Observar al grupo de alumnos y
buscar en la facies quién está ahí, compartiendo el tema del día y quién se
quedó en la apertura de la clase o se quedó hace tres clases. Al observar al grupo,
no sólo podemos recuperar entre todos alguna idea, sino también se puede lograr
evidenciar fallas propias de la propia propuesta docente (en cualquier tipo de
clase) y hacer ajustes en base a ese grupo, ese momento, ese tema. Una tercera
característica que creo importante es mostrarse humano, sí, humano. Por
supuesto que la idea de esta característica se entrelaza con las anteriores. Mi
opinión de mostrarse humano la justifico desde el punto de vista que no creo
que repitiéndoles a los alumnos lo que ellos mismos pueden conseguir en la
bibliografía, mostrándoles cuánto sabe el docente, sea una manera de facilitarles
su aprendizaje sino de lucirse ante ellos y nada más. La trayectoria formativa
del docente puede verse enriquecida con distintos cursos, carreras o grupos de
docentes pero el quehacer docente, el encontrarse a uno mismo, siendo uno mismo,
encontrarse con cada grupo e intentar distintos estilos, distintas estrategias,
es como uno busca responder a esta pregunta; como uno busca facilitar el
aprendizaje de sus alumnos.
Para terminar, la docente ejemplifica el
posicionamiento que vino describiendo a lo largo de la entrevista con algunas
de sus propias prácticas y vuelve sobre la idea de un docente facilitador del
meta-aprendizaje, de un docente que guía y motiva a l@s estudiantes en el
descubrimiento de sus propios procesos cognitivos y de su propia capacidad de
(trans)formarse, ubicando a “las preguntas” en un lugar relevante de esta
construcción. El cierre muestra una idea emancipadora que no excluye (sino que
necesita) de la presencia: “siempre vamos a estar ahí para ellos”.
·
¿Cuáles de tus propias prácticas,
herramientas o estrategias resultan más exitosas como instrumentos
facilitadores de los aprendizajes de tus estudiantes?
·
Creo que dentro de mi
práctica docente lo que más recalco es que pueden (y deben) valerse por ellos
mismos. Que siempre que tengan una pregunta, se la hagan a ellos mismos
primeros pero no una vez y de una sola manera, les planteo que la desmembren.
En general, el alumno hace una pregunta al docente para que éste le conteste,
¿no? Pues mis “pobres” alumnos después de unas cuántas veces que me preguntan
se dan cuenta que yo tan sólo les responderé con otra pregunta y otra y otra,
hasta intentar encaminarlos a la respuesta de la pregunta original. Muchas
veces ellos mismos después de dos-tres-cuatro preguntas mías, dicen “ahhh lo que
te pregunté, entonces se responde así y asá”. Ellos mismos se responden! A lo
que yo concluyo “ves? ¿Para qué me preguntás si ya sabías la respuesta?” Y
todos terminamos riendo porque suelen contestar “Es más fácil que me lo
respondas vos, profe”. Después de estos momentos también me gusta incentivarlos
con una pregunta para pensar, una “de esas que no están en los libros”,
invitando a que la respondan en grupo, que discutan, que defiendan puntos de
vista. Creo que estas prácticas invitan a que vean que el aprendizaje depende
más que nada de ellos mismos, que los docentes sólo podemos ayudarlos en ese
camino, pero no hacerlo por ellos, aunque siempre vamos a estar ahí para ellos.
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