En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 4 de Junio de 2013:
Hoy nos proponemos reflexionar sobre una práctica cada vez más común en los diferentes niveles de nuestra Educación: las tutorías.
Cada
vez es más común escuchar hablar de tutores escolares, tutores
académicos, tutores de becas, tutores virtuales y hasta los redundantes
tutores de tutores. No es la intención de este texto describir ni
criticar estas prácticas (que desde este Blog alentamos y valoramos)
sino reflexionar
sobre la relación que existe entre (uno de) los orígenes de la palabra
“tutor” y (una de) las concepciones de la acción tutorial, al mismo tiempo que repensamos (una vez más) nuestra propia práctica docente.
Hace unos meses, en una práctica virtual en el marco de la acción tutorial, preguntamos
a estudiantes de Escuela Media que empezaban a tener tutores, cuáles
creían que eran las funciones de un tutor escolar. Un par de estudiantes respondieron que, como no tenían idea de qué era o qué hacía un tutor escolar, lo habían buscado en internet y les
había aparecido la analogía con el “tutor”, que es esa vara o palo que
se ata con una cinta o soga a las plantas endebles para que “las guíen” y
las ayuden a “crecer derechas” y a “no apartarse del camino”.
Obviamente nuestra primera reacción ante la analogía no fue muy buena y
rápidamente tuvimos en claro que lo que nosotr@s entendemos por “acción
tutorial” dista mucho de algo así. Sin embargo, como no siempre estamos
del todo de acuerdo con lo que pensamos, elegimos (una vez más) darle
una vuelta de tuerca al asunto y (re)pensarlo a la luz de nuestras
trayectorias y nuestras prácticas docentes como una manera de (una vez
más) repensar estas últimas.
Después de analizarlo un poco, nos dimos cuenta de que no estaba tan mal la idea de un alguien que pudiera haberse apartado del camino y un otr@ que, en la acción tutorial, l@ ayude a volver a enderezarlo. Entendimos que no era del todo falso que existe la posibilidad de que alguien
que perdió el interés por lo que hace en el ámbito educativo lo
recupere con la ayuda de un otr@ que, en la acción tutorial, le recuerda
(desde su rol diferente) el sentido de la tarea. Nos pareció bastante lógico que al entablarse un vínculo entre estas personas, alguien
descubriera a ese otr@ que, en la acción tutorial, lo ayudara a
redescubrirse a sí mismo y le diera de vuelta un lugar y un sentido. También llegamos a la conclusión de que podía ser que alguien
estuviera estancado, frustrado, incapacitado para avanzar, adormecid@ y
que un otr@, en la acción tutorial, lo ayudara a volver a creer en sus
capacidades, a volver intentarlo, a avanzar y a (re)despertarse.
El
problema no era entonces la analogía o la comparación de la acción
tutorial con la idea de la vara y la planta endeble sino que el problema era (una vez más) el orden de las palabras o, mejor dicho en este caso, el orden de los sujetos de la acción tutorial.
Existen
much@s docentes que han perdido el interés por su tarea (si es que
alguna vez lo tuvieron), docentes que se han apartado del camino (si es
que alguna vez estuvieron en él), docentes que olvidaron el sentido de
su tarea (si es que en algún momento lo conocieron) pero afortunadamente
existen varias formas de luchar contra todo eso y una de ellas es la
acción tutorial.
Al emprender una acción tutorial (tarea que le deseamos y recomendamos a tod@s l@s docentes de todos los niveles) son l@s estudiantes l@s que nos sirven de “vara”, son l@s estudiantes l@s que nos devuelven o nos refuerzan el interés por nuestra tarea, son l@s estudiantes l@s que nos ayudan a volver al camino o a mantenernos en él, son l@s estudiantes l@s que nos recuerdan el sentido de nuestra tarea o nos ayudan a no olvidarlo.
La acción tutorial es una experiencia extraordinaria para (re)descubrir
a ese otr@, que nos ayuda a (re)descubrirnos a nosotr@s mismos, como
personas y como docentes.
Ojalá
tod@s l@s docentes, en especial aquell@s que por situaciones “del
ambiente” (“climáticas”, sociales, “hídricas”, familiares, “edáficas”,
personales, “eólicas”, etc…) necesitan de cierta “guía” o cierta ayuda,
tengan la suerte de ser parte de la acción tutorial y si no tienen esa
“suerte institucional”, recuerden
que nada les impide realizar su práctica docente ubicándose en un lugar
a medio camino entre “el profesor” y “el tutor”, aunque este último
sea, en realidad, una especie de “tutor tutoteado”.
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