En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 25 de Junio de 2013:
En los últimos años, la integración de las TIC a las aulas se ha convertido en un tema de profundos debates.
Si bien no pidieron permiso para ingresar en nuestra vida cotidiana
podríamos pensar si ha ocurrido lo mismo en nuestras aulas y prácticas
docentes.
La posibilidad de acceso de los docentes y jóvenes de todo el país a las netbooks, a partir del Programa Conectar Igualdad del Ministerio de Educación, promovió la integración de las TIC apuntando a una política que pretende garantizar el derecho a la educación en el marco de un proyecto más democratizador.
Si
bien estos cambios permitieron avances en el camino de su integración
debemos preguntarnos si incorporarlas como una herramienta más en las
escuelas y en las aulas es garantía de un mejor aprendizaje. Puesto que
no se trata, citando a César Coll, de
“utilizar las TIC para hacer lo mismo pero mejor, con mayor rapidez y
comodidad o incluso con mayor eficacia, sino para hacer cosas
diferentes, para poner en marcha procesos de aprendizaje y de enseñanza
que no serían posibles en ausencia de las TIC” (Coll, 2009).
Considero
que un buen proceso de integración curricular de las TIC en las
escuelas requiere mucho más que el equipamiento y la infraestructura
adecuados. Proyectos para ”vender” o para “mostrar” pero que carecen de
planificación, desarrollo de estrategias didácticas y una verdadera
comprensión de las necesidades de aprendizaje de los alumnos no es lo
que busco cuando pretendo lograr aprendizajes significativos.
Cada
docente implementa un modo de integración diferente, en función de la
disciplina o contenido curricular que dicta, de sus conocimientos
pedagógicos así como del manejo que tenga de las TIC. Cada docente es producto de su propia historia y todo esto pesa a la hora de pensar estrategias de implementación. Entonces, surgen múltiples preguntas: ¿para
qué aplicarlas? ¿cuándo aplicarlas? ¿cómo hacerlo? ¿potenciarán los
aprendizajes de los alumnos? ¿enriquecerán nuestras prácticas docentes? Frente a tantas incógnitas surge, en muchas oportunidades, el desconcierto y la inacción.
La peor respuesta es el inmovilismo.
El docente puede ser el motor de cambio, el facilitador y orientador de
aprendizajes que posibiliten tratamientos individuales y ritmos
diferentes en el progreso de cada estudiante; abriendo el aula más allá
de los límites de la escuela.
Estamos insertos en una sociedad compleja y dinámica. La multipolaridad en la generación de conocimiento requierede habilidades o destrezas asociadas al trabajo colaborativo que permitan la creación conjunta del mismo. Transitamos entonces, según Dolor Reig, de una sociedad “extendida” hacia una sociedad de la “participación”. La
democratización del conocimiento requiere de participación y toma de
decisiones para transformar la cultura y la sociedad usando tecnologías.
¿Estamos dispuestos a aceptar el desafío?
* María Isabel Clemente es profesora de Historia, egresada del “Instituto Superior del Profesorado Dr. Joaquín V. González”. Se desempeña como especialista docente en el SEAD (Servicio de Educación a Distancia) del Ministerio de Educación de la Nación, en la cátedra de Historia de los Procesos Mundiales del Departamento de Geografía en el ISP Dr. Joaquín V. González y en la Escuela de Educación Técnico Profesional de nivel medio en Producción Agropecuaria y Agroalimentaria (UBA) como docente y referente TIC. Es coautora de varios libros de texto de nivel medio.
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