En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 20 de Agosto de 2013:
Decirles que el juego es la forma natural
que tiene el niño/a de aprehender el mundo, construir su subjetividad y
saber quién es, es una de las maneras de transmitir que Jugar es esencial para el desarrollo integral del Ser Humano, lo cual no es una novedad, ya que Juego y Arte son tan viejos como la historia del Hombre1.
¿Cómo
es que a medida que crecemos, nuestras experiencias lúdicas se van
cristalizando, escondiéndose en los laberintos que pueblan la memoria y
vamos dejando que las responsabilidades de ser adultos nos quiten
frescura? ¿Por qué hemos dejado tiempos y espacios lúdicos
significativos atrás, no dándonos permisos para jugar, para recrear,
para inventar y multiplicar el permiso en Otros? ¿Cuál es el motivo por
el que desarrollamos nuestras profesiones con los sentidos dormidos
dando paso a la receta, la repetición, la imposibilidad de vivir tiempo
libre sin llenarlo de actividades dirigidas?
“El juego”, en general (sabemos que hay excepciones) es visto como el cuco de las prácticas docentes universitarias. Está ahí, pero nos aterroriza: lo banalizamos, desjerarquizamos; lo confundimos con algo poco serio, o que nos desautoriza... Nos parece que solo está bien para el jardín de infantes, nivel educativo en el que está permitido jugar, donde el juego es “el” lenguaje de comunicación.
El
diseño curricular para este nivel, propone los campos de experiencia a
partir de los cuales los docentes transferirán aprendizajes, estimula a
las prácticas creativas que incluyen la implementación de los lenguajes
expresivos tales como la expresión corporal, los juegos teatrales o la
música. También instruye acerca del juego/los juegos/lenguajes expresivos, como potenciadores de vínculos sanos y desarrolladores de la subjetividad del niño/a colocando
al docente en múltiples planos mediante la integración de todos los
derechos del niño, de los cuales, el Derecho a Jugar tiene el mismo
estatus que el de tener un nombre o una casa.
Ahora
bien, una tensión existente desde hace muchos años es la fractura que
se produce entre la salida del nivel inicial, el ingreso a la primaria y
todo su trayecto en relación a la organización, los tiempos y los
espacios que se le otorga al juego y los lenguajes expresivos una vez
que el niño/a ha finalizado su etapa en preescolar. A partir de allí y
aunque la currícula lo exprese “el Jugar x Jugar”, “los juegos” se van
angostando en las propuestas hasta quedar reducidos a la motivación para
aprender un contenido o los permisos en el recreo, dejando
de lado la importancia vital de instalar rupturas felices donde la
expresión singular de cada niño/a no quede encerrada solamente en “ser
alumno”.
Así
como no podemos pensar en un niño/a como una persona constituida por
compartimentos estancos que son estimulados de manera diferenciada por
cada una de las experiencias de contenidos a transferir, tampoco
es posible prescindir del desarrollo humano, creativo y saludable del
docente, como si docente y persona fueran cuestiones diferentes al
momento de planificar o dar la clase.
Cuando
revisamos nuestra propia práctica docente, nos preguntamos (¿nos
preguntamos?) al ver las distintas producciones y proyectos realizados a
través de los años, si estamos transfiriendo adecuadamente contenidos
y, en el mejor de los casos, si la metodología que utilizamos es la
propicia para la situación de enseñanza aprendizaje que estamos
generando.
La
pregunta, en general surge cuando hay un registro de la devolución del
Otro en relación a nuestras propuestas y es ahí cuando aparece lo
incómodo, aquello que nos muestra las zonas opacas de nuestras
prácticas, sin ánimo de develarse, luego de años y años de utilizar los
mismos recursos para las mismas actividades, porque es algo probado y
“da resultado”.
Quizás
podríamos seguir indagando y armando nuestros propios arboles de
respuestas posibles ante cada interrogante, por ejemplo, si tal
estrategia que utilizamos hace x cantidad de años nos da x resultado: ¿a
qué estamos llamando resultado? ¿a la comprobación escrita u oral de un
aprendizaje en situación de examen? ¿ese resultado tiene en cuenta el
punto de partida de cada persona? ¿está estructurado en base a las
expectativas para la materia? ¿Puedo hacer algo desde la propuesta para
que ese resultado se transforme? ¿ES EL RESULTADO ESPERADO POR QUIEN?
Continuará (la semana que viene)…
* Elsa B Aubert (Elsie)(@ebaubert) es Licenciada en Educación y Ludoeducadora. Actriz y Narradora Oral. Se desempeña actualmente en la Dirección de Programas de la Asociación Civil IPA Argentina, por el Derecho del niño/a a Jugar. Es Docente Formadora del Instituto IPD C-217 de la misma Asociación en Juego, Lenguajes expresivos, Pedagogía Lúdica y Alfabetización Integral. También se desempeña como tutora virtual en los cursos CITEP. Es fotógrafa aficionada con proyectos particulares en desarrollo.
1 Diversidad
de autores como Huizinga, Froebel, Montessori, Vigotsky o Bruner han
inspirado a quienes son algunos de mis referentes en el tema hoy día:
Francesco Tonucci, Patricia Sarlé, Chiqui Gonzalez, Raimundo Dinello,
Beatriz Caba, Gabriela Luján ytodos los profesionales de IPA Argentina con los cuales compartimos una misión, ideas y proyectos.
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