¿Qué pensaría la sociedad (por no decir
“la gente”) de una Escuela secundaria en la que ningún estudiante de ningún año
se llevara jamás ninguna materia a Diciembre? ¿Qué pensarían l@s propi@s
docentes de esa Escuela, las propias autoridades, l@s propi@s estudiantes y sus
familias?
¿Qué pensaría la comunidad académica de
una Facultad (de una Universidad) en la que ningún estudiante de ningún año
desaprobara jamás el examen final de ninguna materia de la carrera? ¿Qué
pensarían l@s propi@s docentes de esa Facultad, las propias autoridades, l@s
propi@s estudiantes y sus familias?
L@s dejamos pensar un rato y seguimos…
¿Lo pensaron? ¿Qué creen que pensarían
esos actores? ¿Qué pensarían ustedes mism@s? ¿Qué sentirían?
L@s dejamos, como diría el genial (y
extrañado) Eduardo Galeano,
“sentipensar” un poco más y seguimos…
¿Lo pensaron? ¿Qué pensarían ustedes
mism@s? ¿Qué sentirían?
En serio. Si quieren detengan aquí la lectura,
dénse un tiempo para pensar (y tal vez escribir) y retomen la lectura en otro
momento. Como cuando Adrián Paenza
nos propone a mitad de sus notas en Página
12 que no avancemos en la lectura, que pensemos, que no leamos la
“solución”, que nos demos (el tiempo y) la oportunidad de pensar.
En este caso, lo que sigue no implica ningún tipo
de “solución” pero aún así ensaya, no una respuesta pero sí, una manera de
pensar la pregunta, por eso insistimos en que lo piensen a ver qué sale.
Ahora
sí… ¿Qué pensaría la sociedad (por no decir “la gente”) de una Escuela
secundaria en la que ningún estudiante de ningún año se llevara jamás ninguna
materia a Diciembre? ¿Qué pensarían l@s propi@s docentes de esa Escuela, las
propias autoridades, l@s propi@s estudiantes y sus familias? ¿Qué pensaría la comunidad
académica de una Facultad (de una Universidad) en la que ningún estudiante de
ningún año desaprobara jamás el examen final de ninguna materia de la carrera?
¿Qué pensarían l@s propi@s docentes de esa Facultad, las propias autoridades,
l@s propi@s estudiantes y sus familias?
Dice Philippe
Meirieu que “el
objetivo de las escuelas democráticas, como la escuela argentina, es hacer
acceder, no a una parte de los alumnos, sino a la totalidad de los alumnos a
una ciudadanía lúcida” y agrega que, como eso significa que su
principio de funcionamiento no es más el de la selección sino la formación de
todos, esto “plantea
una verdadera dificultad psicológica y política para los docentes”
ya que “vivimos
con el recuerdo de un sistema donde el fracaso de una parte de los alumnos es
una suerte de garantía del éxito de los otros”. El reconocido
pensador francés agrega que “las democracias son ambivalentes respecto a sus escuelas
porque quieren a la vez que todos los alumnos aprueben pero cuando todos
aprueban sospechan a las escuelas de ser demagógicas y de no asumir claramente
su función de selección y de preparación para las funciones sociales”.
De nuevo, por si pasó desapercibido en la lectura
de las palabras de Meirieu: “el fracaso de una
parte de los alumnos es una suerte de garantía del éxito de los otros”. Terrible,
¿no?
¿No se supone que una de las funciones de las
instituciones educativas (tal vez la menos importante pero, seguramente, la más
valorada y reclamada por propios y extraños) y uno de los objetivos de los
docentes (tal vez el menos importante pero, seguramente, el más valorado y
reclamado por propios y extraños) es lograr que l@s estudiantes “aprendan” los
contenidos de los programas de sus materias?
Y, ¿no se supone que si las instituciones educativas
(y sus docentes) realizaran (relativamente) bien esa tarea y l@s estudiantes
(efectivamente) aprendieran deberían luego, sin mayores problemas, aprobar
todas las evaluaciones (medianamente honestas) que tengan por objetivo
demostrar que l@s estudiantes aprendieron lo que (de haber ocurrido todo lo
anterior) efectivamente “aprendieron”?
Y ahora, ¿qué
pensarían de una Escuela secundaria en la que ningún estudiante de ningún año
se llevara jamás ninguna materia a Diciembre? ¿Qué pensarían de una Facultad
(de una Universidad) en la que ningún estudiante de ningún año desaprobara
jamás el examen final de ninguna materia de la carrera?
Es verdad, existe una noción generalizada de que tiene menos valor lo que cualquiera puede tener que lo que no. Probablemente originada a partir del sentido común, el cual puede ser un arma de doble filo si nos quedamos en la superficialidad de las problemáticas y situaciones cotidianas de la vida, sin profundizar en las mismas como se debería. Sin duda, el primer instinto de gran cantidad de personas sería como dice Meirieu.
ResponderEliminar¿Qué pensaría? Pensaría que el solo hecho de que las personas que estudian en una institución tengan un buen desempeño, no es dato suficiente para analizar la calidad educativa de la misma. Para eso hay que tener muchas otras cosas en cuenta, desde el contenido de la currícula, hasta el desarrollo del estudiante como un miembro de la sociedad con criterios propios; pensante, por sobre todas las cosas.
Buen material para pensar, gracias por compartir!
Gracias Franco por tu comentario... Interesante aporte. Dejame decirte que el "sentido común" no es un "arma de doble filo" es un arma de un sólo filo y ese filo siempre corta lo nuevo, lo disruptivo, lo que amenace al poder, lo que no vaya en el sentido del status quo. El "sentido común" es construido (y sostenido) por quienes tienen el poder para seguir teniéndolo. Hay que destruir y deconstruir el "sentido compun"...
ResponderEliminarNos seguimos (re)pensando...
Salu2!
Pablo