Si bien es cierto que la Web 2.0 facilita la participación, la colaboración y las prácticas distribuidas así como la construcción colectiva de conocimiento, no es menos cierto que las aplicaciones de la Web 2.0 no fueron creadas con un fin educativo, aunque puedan enriquecer los procesos de enseñanza y potenciar los aprendizajes de l@s estudiantes. En ese sentido, como docentes que nos preocupamos por (y nos ocupamos de) reflexionar y mejorar nuestras prácticas docentes, cabe preguntarnos ¿Cuál es la perspectiva de trabajo pedagógico que es posible pensar a partir de estos recursos y procesos?
Por empezar debemos reconocer que nuestr@s estudiantes actuales tienen características, intereses, habilidades, inquietudes y motivaciones diferentes a las que tuvimos nosotr@s como estudiantes y que gran parte de eso se debe a la aparición y consolidación de las nuevas tecnologías digitales de la información y la comunicación (TICs) en nuestras sociedades. Es por eso que podemos (y debemos) incluirlas en nuestra prácticas. Primero, porque se trata de herramientas necesarias y útiles, y segundo porque pueden ayudarnos a que nuestr@s estudiantes “aprendan a aprender” y lo hagan de manera colaborativa. Se trata de transformar las TICs (tecnologías de la información y la comunicación) en las TACs (tecnologías del aprendizaje y el conocimiento).
Para ello es necesario trascender el determinismo tecnológico que asume que la mera inclusión de las TICs traerá aparejada una mejora en los procesos de enseñanza y preguntarse, como siempre debemos preguntarnos, por los procesos de aprendizaje que esperamos favorecer o facilitar en nuestr@s estudiantes, con nuestras estrategias didácticas. La recordada Edith Litwin reflexionaba en 2007: “en los estudios superiores queremos formar personas con alta capacidad de aprendizaje para que se hagan preguntas y construyan estrategias de respuestas a lo largo de toda la vida. Las TICs ayudan en el intercambio de preguntas y en la búsqueda de respuestas conjuntas”. ¿Quiénes “queremos formar” a esas personas? ¿Nosotros? ¿Nuestras autoridades? ¿El sistema educativo actual? ¿Nuestras Universidades?
Como siempre es una cuestión política. Aprender a usar las nuevas TICs y buscar la manera de transformarlas en TACs es sólo el (muy importante) primer paso. Después habrá que ver para qué las usamos. Porqué las podríamos usar para seguir haciendo lo mismo de siempre, o para innovar y construir conocimiento colectivo y facilitar el aprendizaje de estrategias que hagan a nuestr@s estudiantes sujetos críticos y autónomos a la hora de aprender. Claro que esto no es nada fácil, no se trata (solamente) de incorporar tal o cual estrategia en nuestras prácticas docentes, se trata de algo que Sir Ken Robinson describe en uno de sus clásicos videos: “Las reformas educativas no son suficientes (siempre estamos reformando la Educación), no tienen sentido, porque están “mejorando” un modelo obsoleto. No necesitamos “evolución” sino una “revolución” en la Educación”. Tal vez sea hora de empezar esa revolución!
en todo de acuerdo
ResponderEliminarnada mas sugerente, convocante y seductor que la idea de revolución, no?
Pablo concordando con lo que pusiste justo acabo de subir un material sencillo tomando unos chistes que encontré sobre el tema del error de confundir, que basta con la implementación de recursos tecnológicos en la clase para creer que se ha modernizado la forma de enseñar. A veces solo es como dice la frase bíblica “vino viejo en odres nuevos”
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