En este nuevo año escolar/académico en el
que esperamos seguir reflexionando, seguir discutiendo y seguir (trans)formándonos como docentes
(cada vez) más facilitadores de aprendizajes (cada vez) más significativos en
nuestres estudiantes (cada vez) más autónomes; tendremos una entrada nueva el último Martes de cada mes y, para no
aburrirnos entre una y otra, nos
invitamos a (re)leer, cada día, una de las
entradas publicadas los años anteriores. Para quienes no las leyeron, éstas
podrán ser un (nuevo) disparador para la reflexión y el análisis y para quienes
sí, es probable que las (re)pensemos desde otro lugar y nos inviten a,
(nuevamente) pero de otra manera, reflexionar sobre nuestras prácticas y los
aprendizajes.
La siguiente entrada fue publicada el Martes 17 de Junio de 2014:
En este 2014 el Blog espera, una vez más, incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes. Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos incorporar textos que reflexionen sobre “cómo aprendemos”.
Como dijimos en una entrada anterior, pareciera ser que much@s docentes creemos (con las mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s estudiantes aprendan.
Sin embargo, no tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender los contenidos (disciplinares, actitudinales y de procedimientos) de nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de tuerca a esta reflexión a partir de relatos, en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes, con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más significativos) en nuestr@s estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Agostina Chloé Petrinelli *.
Cuando Agos reflexiona sobre cómo aprende contenidos académicos empieza recordándonos que no se estudian (ni se aprenden) igual contenidos disciplinares diferentes: “Desde mi experiencia puedo decir que las materias que eran para ‘leer’ que no me resultaban nada fáciles en el secundario no me costaba entenderlas en la Facultad; pero las exactas fueron al revés. Quizá porque ya no era algo mecánico sino que todo se basaba en gráficos, ecuaciones y en la lógica”. Agos recuerda algo que l@s docentes no debemos dejar de tener en cuenta que es el cambio que significó el “paso” de la Escuela secundaria a la Universidad: “Llegar a la Universidad fue un paso abismal entre el colegio secundario y la universidad. Yo hice el CBC para Licenciatura en Biología, que difiere sólo en una materia con respecto a la carrera de Veterinaria, y debo decir que me costó muchísimo”. En este sentido, agrega, “Para aprobar las materias tuve que adquirir un ritmo que no tenía. En el CBC mi única receta fue sentarme a leer todos los días y repetir las cosas en forma oral. Mi aprendizaje no se basa sólo en leer, sino leer en voz alta en forma detenida y si no lo entiendo volverlo a repetir. La clave para todo es sentarse y estudiar, pero también depende de la voluntad, interés yla manera en que te tomes la materia”.
En las palabras anteriores se advierte el valor que tienen para Agos las la lectura, la repetición, la “oralidad”, la voluntad y el interés. ¿Cuántas de nuestras propuestas didácticas o de las actividades que (habitualmente) les proponemos a nuestr@s estudiantes involucran la utilización de éstas u otras herramientas facilitadoras de los aprendizajes?
Poniendo el eje en materias de las ciencias exactas, Agos plantea la cuestión de la ejercitación y algo central: la utilización de ejemplos y de ideas de la “Vida diaria”, de la “realidad”, para aprender nuevos conceptos: “Para poder entender estas materias de ‘lógica’ yo me sentaba todos los días y hacía ejercicios, cosa que no me agrada mucho. Algunas materias me resultaron llevaderas pero otras yo sabía que me iban a costar un poco más como Química y Física que eran “mi karma”. Física la preparé con un amigo que me la explicaba con ejemplos prácticos: me hacia tirar un papel pensarlo de una manera más real. Depende mucho de cada persona como entender cada materia”. En medio de su reflexión sobre estas cuestiones, Agos dice una frase cargada de sentido y de significación pero a la vez de interrogantes: “El aprendizaje no es fácil, pero cuando entendés el tema, todo fluye”. Está claro que nos hay nada que motive más a los estudiantes para aprender que aprender, pero la pregunta es cómo iniciar ese “círculo virtuoso” o cómo facilitarlo.
Poniendo como ejemplo una de las materias que cursó (y recursó) recientemente, Agos incorpora dos o tres cuestiones más a la reflexión: el rol de los docentes como facilitadores de los aprendizajes, la utilización de esquemas, la lectura previa, la realización de cuestionarios guía, la organización y el aprendizaje que se inicia con cierta memorización y sigue con procesos neurocognitivos más complejos, al decir que aprender “No solo depende de tu voluntad sino de cómo te explican los profesores. En mi caso y en especial la primera experiencia en Química Biológica, la recurse porque no la entendía. La organización es factor clave. En mi segunda experiencia los profesores me guiaron de tal forma que me hicieron ver la materia de otra manera. Estudiar con los esquemas es fundamental, yo tengo mucha memoria visual y sé que es la forma de acordarme de todo, entonces los colores en los esquemas a veces te salvan porque te ayuda a acordarte de toda una vía. Al principio para acordarse es cuestión de memorizar y cuando te la sabés, podés entender el ‘porque’ le ponen ese nombre a cada enzima, etc. En mi opinión no hay nada mejor que los profesores que te estén encima y te ayuden, te brinden confianza, en síntesis crear un buen clima de trabajo. Lo otro que me sirvió mucho para entenderla es leer antes de clase, entonces lo que leíste te va a sonar, te lo explican y después lo repasas con los cuestionarios guía”. Nótese que no hizo referencia a los conocimientos disciplinares de l@s docentes, ni siquiera a su capacidad de exposición sino al hecho de que “te estén encima”, “te guían”, “te hacen ver las cosas de otra manera” y “te brinden confianza”. Esa confianza es un aspecto central de la tarea de facilitar aprendizajes.
A la hora de pensar, de manera comparativa, los aprendizajes académicos y los no académicos, Agos nos deja dos reflexiones que no debemos dejar pasar que tienen que ver con el valor de la práctica (de la observación, la imitación, la repetición, el error y el volver a intentarlo) y con la diversión, el disfrute y la pasión como motores para aprender lo que queremos aprender: “En mi caso me gusta el deporte, para mi es diversión y amo la competencia. Cuando uno aprende un deporte es simplemente observar e imitar, fallar, pararse y volverlo a intentar, así constantemente. Es a prueba y error, vos intentás ver todo desde otro punto de vista, se desarrollan tus reflejos, fuerza, exactitud, esto se adquiere con la práctica, constantemente haces lo que no te sale o mejoras”. En este sentido, Agos encuentra una relación entre los aprendizajes académicos y aquellos que ocurren en otros ámbitos que puede ayudarnos a (re)pensar las maneras en que intentamos facilitar los primeros: “Yo soy muy práctica, me gusta aprender tocando, observando y me pasó lo mismo con Anatomía. Si la clase es solo teoría, power point, no me sirve. Si se puede, tiene que tener de todo un poco: teoría + práctica. Yo no sirvo para estudiar de memoria, cuando razonás, todo cambia. Me gusta ver que lo que estudio es por algo, no quiero pensar que es una materia más que no lo voy a aplicar en nada”.
Finalmente, Agos resume su estrategia cargada de observación, de repetición, de razonamientos, de intereses y compara con un juego al acto de aprender, como si fuera algo lúdico, simple, divertido, este concepto que tanto nos cuesta entender pero que tanto queremos facilitar: “Mi estrategia sería observar si es posible con imágenes, luego entenderlo, repetirlo hasta que me salga. Trato de buscar cosas en la vida que me gusten, para que me quede en la cabeza. Por ejemplo: si yo tengo un león que está comiendo solo proteínas ¿qué vías metabólicas estarían activas?, me gusta ponerme como ejemplo a los animales que me interesan más. Siempre me pasó, incluso fuera de la carrera, que no me suena igual un perro que un león por ejemplo, se despierta algo en mí que hace que recuerde más las cosas. Es una comparación constante, me gusta saber el porqué de algunas cosas, encontrar diferencias y similitudes; es como un juego”.
* Agostina Chloé Petrinelli (@ChloeAgos) es estudiante de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires. Tiene 21 años, le gusta el deporte y la fotografía. Está en busca de trabajo, es apasionada de los animales exóticos y de su comportamiento. La práctica, la observación y el contacto son su mejor método para aprender.
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