Los días 18, 19 y 20 de Octubre se llevó a cabo en
la ciudad de Río Grande, provincia
de Tierra del Fuego, el Primer Congreso Internacional “Educación e
Inclusión Desde el Sur”, organizado por la Secretaría de Promoción Social del Municipio de Río Grande, la Universidad Salesiana (UNISAL) y el
Ministerio de Educación de la Nación,
que lo declaró de interés nacional.
A priori la idea del Congreso, las actividades
propuestas y la presentación de conferencistas de la talla de Philippe Meirieu, Carlos Skliar, Flavia
Teriggi, Graciela Morgade, Isabelino Siede, Gabriel Brener, Graciela Favilli o Gustavo
Galli (entre otres), nos permitían imaginar un escenario fértil para la (trans)formación individual y colectiva,
sobre la que tanto insistimos desde este (intento de) espacio de comunicación.
También nos
entusiasmaban las propuestas del evento, “generar un espacio de producción de conocimiento pedagógico que
recupere experiencias educativas escolares favoreciendo procesos de inclusión y
enseñanza democráticas en las instituciones educativas” y “configurar un espacio de trabajo de
recuperación y valorización de experiencias pedagógicas significativas que se
animen a practicar caminos emancipatorios, donde el acto de educar reafirme la
condición de sujetos de derechos, de protagonistas que se apropian de sus
caminos y destinos, como un modo fascinante de defender nuestra soberanía
pedagógica”, y las actividades del
precongreso que se fueron realizando durante todo el año, como las
presentaciones:
"La Democratización del Conocimiento",
a cargo de la Dra. Patricia Sadovsky.
"De quién es el problema de la inclusión",
a cargo de Sebastián Urquiza.
"La vida en común en las instituciones
educativas: construyendo comunidad", a cargo del Mg. Daniel Korinfeld.
"La evaluación: desafío para la inclusión con
calidad", a cargo de la Lic.
Graciela Favilli.
“Los docentes en la encrucijada: repensar la
formación en tiempos de desorientaciones”, a cargo de Verónica Piovani.
“Educación y tecnologías: los desafíos de los
escenarios contemporáneos”, a cargo de la Dra. Mariana Maggio.
“Una historia pedagógica de derechos”, a
cargo del Prof. Alberto Sileoni.
El objetivo de esta entrada (en dos partes para
que no sea tan larga) es contarles algunas ideas (por supuesto sesgadas y
recortadas según nuestros intereses, nuestras trayectorias y nuestros
posicionamientos) sobre las que se reflexionó en (por razones obvias) sólo
algunas de las muchas actividades (conferencias, cine debate, conversatorio de
cierre y múltiples mesas de comunicaciones orales) que, agrupadas en ejes organizadores,
ocurrían simultáneamente en varios espacios de la Ciudad de Río Grande, como el gimnasio y el auditorio del Colegio Don Bosco, la Casa de la Cultura y el Museo Virginia Choquintel.
Lo primero es un necesario y merecido elogio a la organización del evento, a Gustavo Galli, Gabriel Brener y los equipos
de la Secretaría de Promoción Social
y la Secretaría de Educación del
municipio de Río Grande. Es muy
complejo organizar un congreso de esta naturaleza, con más de 2500 inscriptes,
con invitades nacionales e internacionales y todo (tiempos, espacios, momentos, actividades) salió perfectamente
y tal como había sido planeado. Hasta el imprevisto de la imposibilidad de
venir de un invitado internacional fue solucionado y sobrellevado con una idea
(el conversatorio de cierre) que reforzó (y sostuvo desde la propia práctica)
alguna de las cuestiones abordadas en el evento, como la invención de
dispositivos en función de problemas reales que, coherentes con nuestros
posicionamientos ideológicos, pedagógicos y políticos, acepten tomar riesgos y “alterar”
(en el mejor sentido de la palabra) lo pensado.
Respecto a las presentaciones de las mesas de comunicaciones orales (que ocuparon
la tarde del segundo día), es tan importante valorar la valentía de les docentes que se animaron a presentar sus
trabajos (y el esfuerzo que esto supuso) como reconocer en ellos la falta de (real) sistematización de las
experiencias (y la consecuente falta de producción de saber pedagógico a
partir de las mismas) y, lamentablemente, (y en no pocos casos) plantear
también alguna duda sobre el valor de
las propias experiencias relatadas y los supuestos que las subyacen. Eso
sí, más allá de estas (constructivas) críticas es interesante destacar que el propio dispositivo (de trabajo previa,
de lectura por parte de les especialistas, de preparación de las exposiciones y
de comentarios luego de las ponencias) representó un claro ejemplo del “cómo”
de una de las cuestiones que se plantearon en el congreso respecto a posibles (nuevas) maneras de vincular a les
docentes y a les especialistes en la producción de saber pedagógico a
partir de experiencias concretas de trabajo en las aulas.
También es interesante romper un poco con esa lógica de docentes que nos juntamos en Congresos
de Educación a reflexionar sobre “lo mal que está la Educación” y sobre esa
idea de la Educación eternamente “en crisis”. En la mayoría de los
Congresos de las demás disciplinas se juntan para mostrar sus éxitos (y sus
logros) y ni se les ocurriría presentar todas las experiencias que no
resultaron como esperaban. Si bien tenemos nuestros reparos sobre el hecho de
pensar en la Educación como la causa y la solución (vaya paradoja) de todos los
problemas de la sociedad y a pesar de ver con buenos ojos nuestra “clásica
autocrítica docente” (y la consecuente, transformación y mejora continua y
constante), celebramos que en estos encuentros también nos hagamos lugar para reflexionar sobre los supuestos que
subyacen nuestras prácticas docentes y para (a partir de experiencias reales)
problematizarla, reivindicando aquello que la Educación sí puede hacer y de
hecho, en muchos casos, hace.
Un párrafo aparte merece la película “Escuela Trashumante” (de Alejandro Vagnenkos), que
disfrutamos en la noche del primer día, seguida de un momento de comentarios
del director y de uno de sus protagonistas, Orlando “Nano” Balbo. La película vista en esa Ciudad, en ese
contexto, luego de escuchar a Philippe
Meirieu y con tantes docentes en el lugar, se resignificó y emocionó desde
otro lugar (o, mejor dicho, desde un lugar Otro) y fue una linda y artística manera de empezar a poner en cuestión varios
de los temas sobre los que se conversaría, luego en el congreso, como la inclusión, la diversidad, la pedagogía
“alterada” y la “invención del
hacer”, entre otros.
Ahora sí, empezamos a meternos con las reflexiones
más interesantes o más “radiales”, en términos de haber sido abordadas en
varios espacios desde diferentes lugares, indicando que son cuestiones centrales del debate actual.
La palabra más repetida a lo largo del Primer
Congreso Internacional “Educación e Inclusión Desde el Sur” no fue
“aprendizajes”, ni fue “docente”, ni fue “docencia”, ni fue (aunque sorprenda)
“Educación”. La palabra más repetida
fue: “pedagogía”. Seguida por otras dos palabras con las que se la asoció
mucho que fueron “inclusión” (o
pedagogía inclusiva) e “invención” (o
inventar pedagogía). Desde este humilde espacio, que pretende semanalmente
invitar a la problematización (en este y en otros sentidos), nos alegramos de
esto ya que consideramos, como dijo Orlando
“Nano” Balbo en su presentación que “a la palabra pedagogía se la ha
vaciado de contenido, se la ha hecho sinónimo de didáctica y se la ha vaciado
de su poder transformador” y creemos que en
la “invención” de modelos pedagógicos inclusivos es donde empieza a construirse
una Educación democrática y “para todes”.
La idea es profundizar estas (y otras) cuestiones
y contarles algunos ejemplos (y muchas citas textuales) de lo discutido en el
evento pero para eso habrá que esperar a la entrega de la semana que viene
porque esta reseña…
CONTINUARA…
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