En este 2018 el Blog espera, una vez más,
incorporar nuevas maneras de reflexionar sobre la Educación y los aprendizajes.
Además de las (ya habituales) notas de opinión, de las entrevistas (a docentes
y estudiantes) y de los textos escritos en colaboración, queremos seguir (re)pensándonos a partir de textos que reflexionen
sobre “cómo aprendemos”.
Como dijimos en entradas anteriores, pareciera ser
que much@s docentes creemos (con las
mejores intenciones) que debemos ser facilitadores de los aprendizajes y
obramos o creemos que obramos (en consecuencia) con el objetivo de que nuestr@s
estudiantes aprendan.
Sin embargo, no
tenemos muy en claro “cómo se aprende”, qué hacen nuestr@s estudiantes para
aprender, cómo hacen nuestr@s estudiantes para aprender en nuestras materias.
Es por eso que nos proponemos darle una vuelta de
tuerca a esta reflexión a partir de relatos,
en primera persona, que den cuenta de cómo aprendemos o cómo aprenden l@s estudiantes,
con el objetivo de ser mejores facilitadores de esos aprendizajes (cada vez más
significativos) en nuestr@as estudiantes, cada vez más autónomos. En este caso
la reflexión es a partir del relato que gentilmente escribió Ariadna Santángelo *.
Para empezar, Aru
aclara que para ella es fundamental la motivación o el interés que le genere
aprender aquello que está aprendiendo: “para mí es
muy importante el interés hacia la materia que estamos viendo, ya que si algo
no me gusta me cuesta mucho más estudiarlo, por ejemplo en la secundaria, fui a
la Escuela Agropecuaria de la UBA y la verdad es que todas esas materias
relacionadas con la parte vegetal (como Forrajes) no me gustaban para nada, lo
estudiaba por obligación, porque tenía que aprobar, pero no se me hacía nada
fácil sentarme a hacerlo. Cuando entré en la Facultad de Ciencias Veterinarias
fue totalmente diferente, era la primera vez que estaba frente a algo académico
que realmente me interesaba, a excepción de algunas materias de la secundaria que
estaban relacionadas con esta carrera. Recién ahí me di cuenta que aprender se
torna bastante fácil cuando te gusta lo que estás estudiando”. Pensando
en el rol docente, Aru agrega “también me parece importante el ambiente que se crea en
el aula, me ha pasado que al tener una buena relación con los profesores,
además de con los compañeros, hace que me involucre más en el aprendizaje.
Cuando veo que un profesor conoce a sus alumnos, los ayuda tanto grupal como
individualmente, es decir, cuando está ‘metido’ en la clase y no solo se para
enfrente del aula a explicar un tema, me incita a que yo aprenda y hace que me
interese más en la materia. Aunque creo que, lamentablemente, hay muchos
profesores que todavía no saben de ese ‘poder’ que tienen sobre la clase o no
les dan interés, y si lo aplicaran se haría más agradable la cursada”. En
relación a sus propias prácticas, Aru
nos cuenta que lo que hace cuando aprende depende del contenido y del tipo de
materia: “si es algo teórico me sirve leerlo una y
otra vez hasta que lo entiendo. Además me sirve mucho cuando hay actividades
prácticas relacionadas con lo teórico, como por ejemplo en Histología, el hecho
de poder ver los tejidos en el microscopio y no solo leer de un libro, hizo que
pueda incorporar más fácilmente ese conocimiento. Ahora bien, si lo que hay que
aprender son formulas, como en Física o nombres complicados, como por ejemplo
una vía metabólica en Química Biológica, lo que hago es tratar de entender por
qué esa fórmula está compuesta de esa manera o por qué determinada enzima tiene
ese nombre y luego hacer la cantidad de ejercicios que sean necesarios y/o
escribirlos una y otra vez hasta que lo aprendo”.
Cuando reflexiona sobre sus aprendizajes “no
académicas”, Aru reivindica, como ya
lo han hecho anteriores colaboradores de esta “sección”, el valor que tienen la
repeticiones: “algo que aprendí fuera de lo
académico fue patín sobre hielo, la forma de aprender, por ejemplo un salto,
era repitiéndolo, escuchando las correcciones de mi profesora y tratando de
aplicar lo que me decía, hasta que en una de esas repeticiones el salto salía
bien, obviamente el aprendizaje de ese salto no terminaba ahí, la idea era
seguir haciéndolo clase tras clase, y de esa forma ir incorporándolo”.
Al relacionar o comparar aprendizajes académicos y
no académicos, Aru vuelve sobre la
importancia de la repetición y la motivación y les agrega el “entendimiento” y
la práctica: “Creo que mi aprendizaje tanto en lo
académico como en lo no académico se basa en el entendimiento, la repetición,
la práctica y definitivamente en la motivación y el deseo de querer aprender”.
Finalmente, Aru
nos cuenta que reflexionar sobre lo que hace cuando aprende le sirvió para “ayudarme a pensar sobre lo importante que es el interés
y las relaciones a la hora de aprender, tanto con alumnos como con docentes.
Como también la necesidad de entender y no solo repetir lo que se está viendo,
es decir el poder encontrarle una lógica, una explicación, a lo que estoy
estudiando, porque saberme algo de memoria implica que si no uso ese
conocimiento con habitualidad, lo más probable es que al mes me lo olvide, y el
tiempo que invertí no haya sido de utilidad. Ese es mi objetivo de la cursada,
el poder hacer un entendimiento de los temas, para que si el día de mañana
necesito aplicarlos, mas allá de que tal vez no lo recuerde a la perfección,
con la lógica que incorporé en clase, poder hacerlo”.
* Ariadna Santángelo (@aru_santangelo) tiene
21 años, es estudiante de segundo año de veterinaria en la Facultad de Ciencias
Veterinarias de la UBA y toca el piano hace 5 años.
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