Nuestra Universidad tiene, actualmente, uno de sus
mayores retos: la inclusión (real) de
personas con discapacidad. La Educación constituye un elemento esencial para el
desarrollo y la realización personal y social de los ciudadanos. Esto que para
cualquier persona resulta básico y fundamental, para las que tienen algún tipo
de discapacidad adquiere aún mayor relevancia, porque tienen en mayor o menor
medida, necesidades especificas para
poder participar en igualdad de condiciones que el resto de los estudiantes.
Esas necesidades no solo se limitan a ayudas compensatorias o limitación de
barreras arquitectónicas, sino también la
necesidad de colaboración y buena predisposición de los docentes para
garantizar una buena enseñanza.
Las personas con discapacidad siempre tenemos miedo: miedo a
no ser aceptados, miedo a la discriminación, miedo a no poder seguir el ritmo
del resto de nuestros compañeros, miedo a expresar nuestras dificultades, miedo
a buscar ayuda. Muchas veces la falta de confianza hace que ocultemos nuestros
miedos y entremos en una etapa de desventaja en la que no podemos expresar
nuestro máximo potencial como estudiantes, como personas o como profesionales
que recae en el abandono de los estudios y la frustración.
La falta de formación docente en materia de discapacidad hace muchas
veces que los docentes no sepan como
desempeñarse frente a un alumno discapacitado y eso sumado a los miedos, la vergüenza y la falta de
confianza abre mucho más la brecha de la idea de integración y
participación y dificulta el logro de la meta de obtener el título que tanto
anhelamos.
Como estudiante hipoacúsica tuve que superar muchas trabas en el curso
de mi carrera en la UBA por lo que ahora integro un programa de creación de nuevas propuestas y difusión de nuestra
realidad. En el marco de este programa, se elaboran encuestas para los
estudiante, se realizan pruebas pilotos de clases adaptadas para la presencia
de personas con discapacidad en diferentes materias, se proponen mejoras
edilicias y de accesibilidad física y se trabaja sobre el tema en materias de
la carrera docente, entre otras muchas actividades.
Las personas con dificultades
auditivas nos vemos limitados en clases dictadas normalmente en las
Universidades porque necesitamos algunos requisitos especiales para poder
aprovecharlas ya que muchos nos valemos de la lectura labial para comunicarnos.
Necesitamos que nos hablen claro y siempre de frente, que haya luz clara y no
nos apaguen las luces, que nos repitan los conceptos básicos, que nos brinden
material anticipado para ponernos al día ya que muchas veces el recurso de la
lectura labial no es suficiente para seguir el dictado de las clases, hay hilos
y conceptos que siempre se nos pierden. No podemos tomar apuntes al mismo
tiempo que estar atentos al profesor. Este apoyo educativo nos permite a las
personas hipoacúsicas y aquellas no oyentes desarrollar nuestras aptitudes y
lograr las mismas oportunidades de desarrollo profesional que el oyente. Eso no significa que nos faciliten el
aprobar la materia, simplemente que nos brinden las herramientas, la confianza
y la posibilidad de integración y lo más importante la comunicación.
Las discapacidades pueden ser muchas, y muy
variadas, dentro de las categorías de visuales, auditivas, motoras, viscerales,
etc. Por ejemplo, dentro de la sordera tenemos diferentes grados: leve,
moderada, profunda, total, unilateral, bilateral, progresiva, no progresiva y
muchas clasificaciones mas. Y los medios de comunicación difieren: lengua de
señas, lectura labial solamente, o bien complementada con audífonos o implante
coclear.
Por todo esto, garantizar y poner en acto el derecho a la Educación de las personas
con discapacidad requiere de una nueva formación docente que posibilite la
comprensión y la intervención activa ante situaciones que demanden nuevas
estrategias pedagógicas. Para facilitar el ejercicio de la actividad
inclusiva es importante que los docentes nos pregunten qué necesitamos, cómo
pueden brindarnos una mejor enseñanza, qué propuestas tenemos en base a
nuestras experiencias, qué cosas se pueden mejorar a nivel académico y qué
herramientas se pueden implementar para que la Educación universitaria sea en
igualdad de oportunidades para todos.
¿Estamos l@s
docentes (y la comunidad universitaria en general) dispuestos a integrar e
incluir reamente a las personas con discapacidades, con la capacitación y el
cambio de mentalidad que esto significa y con la decisión que esto implica, de
realizar cambios concretos en nuestras concepciones y en nuestras prácticas
aúlicas?
*
Ximena Etchenique presenta hipoacusia perceptiva profunda bilateral.
Es Veterinaria egresada de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la
Universidad de Buenos Aires (UBA).
Se desempeña como Veterinaria clínica en pequeños y grandes animales. Colabora
en la Subsecretaria de Promoción para
la Igualdad de Oportunidades de la Facultad
de Ciencias Veterinarias (UBA).
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