Hoy nos proponemos reflexionar sobre una práctica cada vez más común en los diferentes niveles de nuestra Educación: las tutorías.
Cada vez es más común escuchar hablar de tutores escolares, tutores académicos, tutores de becas, tutores virtuales y hasta los redundantes tutores de tutores. No es la intención de este texto describir ni criticar estas prácticas (que desde este Blog alentamos y valoramos) sino reflexionar sobre la relación que existe entre (uno de) los orígenes de la palabra “tutor” y (una de) las concepciones de la acción tutorial, al mismo tiempo que repensamos (una vez más) nuestra propia práctica docente.
Hace unos meses, en una práctica virtual en el marco de la acción tutorial, preguntamos a estudiantes de Escuela Media que empezaban a tener tutores, cuáles creían que eran las funciones de un tutor escolar. Un par de estudiantes respondieron que, como no tenían idea de qué era o qué hacía un tutor escolar, lo habían buscado en internet y les había aparecido la analogía con el “tutor”, que es esa vara o palo que se ata con una cinta o soga a las plantas endebles para que “las guíen” y las ayuden a “crecer derechas” y a “no apartarse del camino”.
Obviamente nuestra primera reacción ante la analogía no fue muy buena y rápidamente tuvimos en claro que lo que nosotr@s entendemos por “acción tutorial” dista mucho de algo así. Sin embargo, como no siempre estamos del todo de acuerdo con lo que pensamos, elegimos (una vez más) darle una vuelta de tuerca al asunto y (re)pensarlo a la luz de nuestras trayectorias y nuestras prácticas docentes como una manera de (una vez más) repensar estas últimas.
Después de analizarlo un poco, nos dimos cuenta de que no estaba tan mal la idea de un alguien que pudiera haberse apartado del camino y un otr@ que, en la acción tutorial, l@ ayude a volver a enderezarlo. Entendimos que no era del todo falso que existe la posibilidad de que alguien que perdió el interés por lo que hace en el ámbito educativo lo recupere con la ayuda de un otr@ que, en la acción tutorial, le recuerda (desde su rol diferente) el sentido de la tarea. Nos pareció bastante lógico que al entablarse un vínculo entre estas personas, alguien descubriera a ese otr@ que, en la acción tutorial, lo ayudara a redescubrirse a sí mismo y le diera de vuelta un lugar y un sentido. También llegamos a la conclusión de que podía ser que alguien estuviera estancado, frustrado, incapacitado para avanzar, adormecid@ y que un otr@, en la acción tutorial, lo ayudara a volver a creer en sus capacidades, a volver intentarlo, a avanzar y a (re)despertarse.
El problema no era entonces la analogía o la comparación de la acción tutorial con la idea de la vara y la planta endeble sino que el problema era (una vez más) el orden de las palabras o, mejor dicho en este caso, el orden de los sujetos de la acción tutorial.
Existen much@s docentes que han perdido el interés por su tarea (si es que alguna vez lo tuvieron), docentes que se han apartado del camino (si es que alguna vez estuvieron en él), docentes que olvidaron el sentido de su tarea (si es que en algún momento lo conocieron) pero afortunadamente existen varias formas de luchar contra todo eso y una de ellas es la acción tutorial.
Al emprender una acción tutorial (tarea que le deseamos y recomendamos a tod@s l@s docentes de todos los niveles) son l@s estudiantes l@s que nos sirven de “vara”, son l@s estudiantes l@s que nos devuelven o nos refuerzan el interés por nuestra tarea, son l@s estudiantes l@s que nos ayudan a volver al camino o a mantenernos en él, son l@s estudiantes l@s que nos recuerdan el sentido de nuestra tarea o nos ayudan a no olvidarlo. La acción tutorial es una experiencia extraordinaria para (re)descubrir a ese otr@, que nos ayuda a (re)descubrirnos a nosotr@s mismos, como personas y como docentes.
Ojalá tod@s l@s docentes, en especial aquell@s que por situaciones “del ambiente” (“climáticas”, sociales, “hídricas”, familiares, “edáficas”, personales, “eólicas”, etc…) necesitan de cierta “guía” o cierta ayuda, tengan la suerte de ser parte de la acción tutorial y si no tienen esa “suerte institucional”, recuerden que nada les impide realizar su práctica docente ubicándose en un lugar a medio camino entre “el profesor” y “el tutor”, aunque este último sea, en realidad, una especie de “tutor tutoteado”.
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